Por Carlos Manuel Acuña
Mientras contrariando su
inveterada costumbre Cristina W.
Fernández guarda un prudentísimo silencio acerca de la situación general
que preocupa a todo el país - la prolongación de la crisis que sufrió una
escalada con la actitud asumida por los suboficiales de la Prefectura Naval y
la Gendarmería Nacional - comienzan a conocerse las primeras intimidades de lo
que ocurre. Estas, revelan curiosidades que llaman la atención y según las
estimaciones prometen una escalada problemática y peligrosa. Por un lado, el
gobierno civil - a esta altura cuesta llamarlo "las autoridades" - ha
decidido la puesta en marcha de un proceso tendiente a recuperar la perdida iniciativa
y a tratar de imponer la capacidad de mando en la jerarquía de los
suboficiales. Para ello a "tanteado" el ánimo de quienes han
encabezado la protesta, mediante el anuncio de pases a retiro obligatorio de
los tres o cuatro que fueron quienes más se expusieron en este proceso. En el ínterin,
llegan noticias de que en la ciudad de Punta Alta, vecina a Puerto Belgrano,
suboficiales de la Marina de Guerra también resolvieron expresarse y reclamar
un piso salarial de siete mil pesos mensuales. Lo interesante es que de las
manifestaciones participó personal en actividad además de retirados y que en
las marchas intervinieron oficiales de
la Fuerza.
Por lo que ahora comienza a
saberse, esto no debe llamar la atención por la realidad que existe en todos
los niveles de las distintas Fuerzas, que por razones ideológicas han sido
relegadas tanto en materia salarial como en la logística necesaria para cumplir
con sus funciones. La situación así creada ha derivado en una alarmante indefensión
del territorio nacional, el crecimiento de la actividad del narcotráfico y un
auge palpable de la inseguridad pública, con delitos cada vez más aberrantes e
innecesariamente violentos. La situación es tan obvia - recordemos por ejemplo,
el insólito episodio con el avión norteamericano que vino al país para
desarrollar un acordado programa de especialización policial, que fue abortado
con la participación del mismo Canciller Timerman
- que algunos analistas sostienen que este estado de cosas no responde
únicamente a la impericia de los kirchneristas.
De todos modos, podemos informar
que el problema socio económico de todas las Fuerzas comenzó a tratarse
intensamente durante las últimas semanas y que el tema era conocido no sólo por
los oficiales, sino también por los suboficiales que seguían de cerca a un
problema que afecta a todos por igual. Un
ejemplo de la atención aplicada a este gravísimo problema fue, entre las
muchas reuniones habidas, la que se realizó en Córdoba, en el salón General
Belgrano de la Escuela de Aviación Militar al iniciarse la tarde del 4 de
octubre, que fue convocada por el secretario de Coordinación del ministerio de
Defensa. El tema eran las finanzas militares y más específicamente la
normalización de los sueldos, tantos en sus formas de pago como en sus bajos
montos. La reunión fue prolongada y por el Ministerio intervino el Director
General de Planificación, licenciado Mauro
Vega, quien hizo una descripción de este asunto. También intervinieron
representantes de las Fuerzas y la participación de Oficiales y Suboficiales de
la mayor jerarquía quienes destacaron la gravedad de lo que ocurría y
subrayaron que sus opiniones carecían de contenido político o ideológico y que
por lo contrario, entendían que el régimen político civil y democrático era el
que correspondía. Fueron insistentes en subrayar este factor.
La reunión se levantó antes de
concluir la tarde, pues los representantes del gobierno debían reunirse en la
sede del III Cuerpo de Ejército, cuyo asiento también está en la ciudad de Córdoba.
Por conversaciones posteriores pudo entenderse que al margen de las
formalidades, lo conversado en ambas oportunidades no había dejado una opinión
favorable entre los militares que con seguridad más tarde intercambiaron ideas
con sus pares. Puede interpretarse que de ese intercambio surgieron
conclusiones que dieron origen a la crisis que ahora está planteada y que a
juzgar por lo que sucede, podría sufrir una escalada o una complicación
provocada. Ayer, al escribir sobre el tema, dejamos abiertas las posibilidades
de un futuro que ya se vive con incertidumbre, aunque el sólo anuncio de los
primeros retiros obligatorios ya habrían determinado algún otro voluntario
producido entre un oficial jefe de la Prefectura Naval.
Los analistas sostienen que durante
todo estas semanas existió tiempo suficiente para planificar el reordenamiento
salarial, pero el caso es que ahora viene a conocerse que la preparación del
correspondiente decreto que se tradujo en una reducción de los haberes, fue
elaborado por Raúl Garré, hermano de
la ministro de Seguridad, quien contó con la supervisión del ideologizado y
poderoso secretario presidencial, Carlos
Zannini. Entonces surge la pregunta: ¿es posible que nadie haya pensado que
ocurrirían inevitables reacciones a medida que las liquidaciones lleguen a sus
destinatarios...? Por eso la evolución del conflicto ocurre cargada de
susceptibilidades. Por un lado, la protesta justa que se formula y por el otro,
una intención oficialista que o permanece oculta o responde a la reconocida
ineptitud del gobierno. Entre tanto, en el aire flota una frase que debe
meditarse: estado de sitio
Es posible que los hechos de la
semana próxima sirvan para dar una respuesta que se suma a un escenario cada
vez más complejo y difícil para Cristina.
Según los cálculos más ajustados, un incremento de los haberes militares que
requerirían una revisión de los que perciben las distintas jerarquías -
incluyendo los retirados que están severamente postergados desde hace mucho -
obligaría al Tesoro un pago anual de cuatro mil millones de pesos, cifra a la
que habría que agregar los diez mil millones reclamados por el sindicalismo y
otros rubros - por ejemplo el insólito y agraviante caso de la Fragata
Libertad, retenida en el puerto africano de Ghana - que permite sospechar otro
manotazo a las cajas jubilatorias, con el consiguiente escándalo e inevitables
consecuencias. Por las políticas que desarrolla, el gobierno carece de ese
dinero. Así, la incertidumbre sólo deja espacio para una certeza: el
agotamiento o la quiebra del proceso. La circunstancia tendrá otras
exteriorizaciones: la marcha sindical de este miércoles 10 y la ampliada
reiteración del jueves 13, cuando el ocho de noviembre la multitud se reúna en
la Plaza de la República para marchar a la histórica Plaza de Mayo. Dicen que
será memorable.
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