Por Carlos Manuel Acuña
En vez de evaluar las causas, el
gobierno centraliza sus esfuerzos en enfrentar y disfrazar las consecuencias,
cueste lo que cueste. Pese a la sumatoria de hechos descalificantes que ha contribuido
al aislacionismo del País, la presidente Cristina
insiste en mantener un rumbo de colisión que denomina modelo. Mientras la
Argentina recorre inútilmente los principales centros financieros del mundo que
son atacados constantemente en los discursos kirchneristas, un país como
Bolivia que todavía no pudo desprenderse del chavismo que la corroe y limita,
obtuvo un préstamos de 500 millones de dólares a una tasa de aproximadamente el
6 por ciento de interés anual. Podrá decirse que el litio y otros minerales se
convirtieron en un factor favorable para obtener esta financiación, pero lo
cierto es que nuestra ex República con todo su potencial, no consigue ni un
dólar a ninguna tasa por alta que sea. El riesgo suele no tener cara de zonzo.
Así, mientras la presión fiscal
alcanza niveles extraordinarios y limitantes de la producción, el crecimiento e
inversiones son cada vez más lejanas, el afamado presidente del Directorio de
YPF, Miguel Galluccio, peregrina por
distintos mercados en busca de interesados en compartir nuestras reservas
petrolíferas. Los portazos son amables como sucede en estas cosas, pero en
definitiva son sólo eso: puertas cerradas en medio de las sonrisas de
circunstancia. Concurrentemente, con su mentalidad estudiantil y fubista, el
niño Axel Kicillof avanzó sobre la
actividad bursátil argentina, con la primera consecuencia de un desplome de la
bolsa y una afectación del secreto de las operaciones, ahora bajo el control
del Estado, aparentemente en busca de culpas ignotas pero especialmente con un
objetivo único: las cajas que se creen desbordantes de dólares necesarios para
continuar con los subsidios y el esquema montado. En apretadísima síntesis, lo
que se desea, por ejemplo, es forzar a las aseguradoras a invertir un
porcentaje de sus ganancias en obras públicas para aparentar una realidad
económica artificial que, de paso, suministre la mano de obra que hoy está en
retroceso. Para expresarlo con mayor claridad, utilizaremos una sola palabra
para explicar esto último: desocupación.
Este componente del escenario se
agravará con el transcurso de las semanas y pasará a formar parte de un próximo
conflicto social, de aquello que en algunos sectores se lo denomina explosión y
que comienza a tomar cuerpo. Intuitivamente y consiente de esta situación, la
ciudadanía que no encuentra representantes legítimos que actúen
institucionalmente, se ha percatado que la declinación del kirchnerismo comenzó
en tres momentos clave: cuando fue vencido en el enfrentamiento con el campo
que parece lejano pero se mantiene vivo y latente, la incautación de YPF en
segundo término y finalmente en el suceso político más significativo de los
últimos tiempos: la marcha del jueves 13. Así, espontáneamente, se organizó la
del próximo 8 de noviembre que marcará un hito en este proceso que tiene oras
facetas paralelas que lo enriquecen, como lo fue el reclamo de los
suboficiales. Esta es una manera de decir, pero podemos mencionar que el
dramático suceso de la Fragata Libertad y la forma en que llegó a la raíz
popular, impulsa todos estos acontecimientos y demuestra otra cosa alentadora: el
cariñoso sentimiento hacia una expresión militar que unificada, se funde en la
Nación misma. Todo un hecho cargado de motivaciones íntimas y sentimientos
edificantes. Además, expone con una rapidez y sencillez inesperada para muchos,
una circunstancia altamente destacable: que de un sólo tajo quedó de lado,
superada, la campaña desplegada contra todo lo que vistiera uniforme. La gente
así lo dice en las conversaciones diarias, en las mesas de café, en las simples
reuniones de familia y sobre todo, al evocar las imprudentes palabras de la
misma Cristina, quien utilizó una forzada retórica para insinuar que la
Libertad podría perderse. No utilizamos un juego de palabras: nos referimos a
la más amplia realidad que se ha volcado sobre los argentinos.
Lo que dejamos dicho ya ha sido
expresado de las formas más diversas. Sea en la mordaza periodística en
gestación, sea en las prisiones anticonsitucionales e ilegales, sea en el
permisivismo delictual que alimenta una inseguridad insoportable, todo esto
configura un estado de ánimo que está por encima de los detalles. Para
suspender por ahora el triste tema de la Libertad, diremos que el Presupuesto
General de Gastos y recursos propone el incremento de unos 40 millones de pesos
para el rubro turismo - alejado entre otras cosas por el encarecimiento general
y la manifiesta y peligrosa inseguridad - y 240 millones para encarar Fútbol
Para Todos (y Todas) pero se esconden los 20 millones de dólares necesarios
para destrabar el cautiverio en Ghana. Casi siempre el resentimiento es
inocultable.
Entre tanto, vino a saberse
durante las últimas horas de ayer, que el niño Axel Kisillof preparó un listado de 250 empresas sobre las cuales
quiere que caiga el kirchnerismo para sacarles los dólares necesarios que
permitan atender la fiesta demagógica que hemos resumido. La lista está
guardada como quien dice, bajo siete llaves, pero será conocida no sólo por los
pasos que se darán en lo relacionado con el mercado de capitales, sino que
surgirá naturalmente cuando Cristina acepte firmar el decreto que apuntará a
los beneficios girados al exterior dentro del marco de la ley vigente hasta el
momento. La medida vendría acompañada con la nómina y los montos estimados que
supuestamente poseen argentinos o extranjeros con intereses en la Argentina. Ni
siquiera puede pensarse en una revolución pues para ello se requiere un mínimo
de coherencia. Entonces, lo correcto es mencionar a la desesperación que impide
enfrentar los problemas y trasmite la sensación - aquí es válida la utilización
del vocablo - de que esos problemas se multiplican y se convierten en
insuperables.
Esto se daría después de una ola
de falso nacionalismo para buscar la emoción y los votos en elecciones
eventualmente adelantadas, pero significará, posiblemente, uno de los últimos
actos de insensatez previo a una vuelta de tuerca para elevar el autoritarismo.
Por cierto, todo converge en el 8 N que es un motivo más que preocupa
intensamente al gobierno hasta tal punto, que dio motivo a circulares
reservadas e instrucciones impartidas por la propia Cristina a sus principales
colaboradores: descalificar antes, durante y después a la concentración popular
que ese día se hará en todo el país. En el oficialismo se ha generado una
atmósfera de tensiones y propuestas insólitas, como la del uso de la fuerza
para evitar la marcha en los lugares más emblemáticos. Por primera vez se
aceptó, como conclusión, la realidad que dice que esto es imposible, que las
policías no responderán a igual que las Fuerzas de Seguridad, que las derivaciones
serían políticamente perjudiciales y que la actuación de infiltrados sería
obvia y perjudicial.
Hace poco hablamos del
resquebrajamiento kirchnerista. Para ampliar el concepto, podemos mencionar al resquebrajamiento
del poder y no vamos a referirnos al sistema para que aquellos que calificaban
nuestros anticipos como una exageración, no nos llamen extremista. Lo cierto es
que la incertidumbre está clavada en el centro de un escenario conquistado por
la ineptitud y la incapacidad, además del ideologismo que todo lo domina. Para
ser más claros vamos a señalar que Cristina
es poco lo que gobierna y mucho lo que grita y que cada vez lo hace más fuerte
gracias a la medicación que recibe. Quien realmente manda con las limitaciones
del caso, es el secretario presidencial, el maoísta Carlos Zanini. Desde el punto de vista institucional, todo esto
hace a esa incertidumbre que las gestiones políticas, los frentes anunciados y
la certeza de que apenas existen las formas, no logran aventar en lo más
mínimo. A la inversa, profundiza esa incertidumbre convertida en el meollo del
problema que vivimos. ¿Alguien que esté en su sano juicio puede pensar que
Cristina podrá mantener este esquema durante tres años más...?
La obviedad de la respuesta nos
pasea por realidades concretas. Por ejemplo, el incumplimiento de los
compromisos financieros por parte de las provincias que emitieron bonos a
cambio de recibir dólares, tal como lo hizo Capitanich en el Chaco (en medio de bromas irreproducibles), lo
hará Infrán en Formosa, lo prepara Alperovich en Tucumán y así
sucesivamente. Posiblemente San Luis y alguna otra provincia constituyan
excepciones, pero lo cierto es que el panorama de incumplimiento por parte de
las provincias se agrega al del gobierno central que dedica sus esfuerzos a
invertir en todo aquello que pueda redituarle votos. Esto tiene un plazo fijo.
Poco a poco y cada vez más rápido se gastan los recursos que no encuentran
reemplazo, las reservas disminuyen, baja la producción, se reducen los
planteles bovinos y las áreas de siembra, aumentan los costos y el desempleo,
el narcotráfico ya se ha convertido en un factor de poder y todos los
componentes del Estado comienzan a apagarse. En el paroxismo del pensamiento
mágico que caracteriza al kirchnerismo, se insiste en la reelección en tanto
los gobernadores no ocupan el espacio que se angosta progresivamente y miran,
como el resto de la sociedad, hacia un panorama de divisiones internas que se
profundizarán a la espera de un milagro.
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