Por Emilio Nazar.
Derechos argentinos y deseos de los isleños deben ser tenidos en cuenta por igual en el camino por recorrer, con algunos conceptos más, como cooperación, intereses, etcétera.
A 30 años de la Guerra de Malvinas, deseo realizar alguna consideración sobre el conflicto y alguna reflexión a la causa Malvinas.
Me adelanto a expresar que, como veterano de guerra, a pesar de la capitulación, los que combatimos sentimos un profundo orgullo por lo hecho. Si no se hizo más en los niveles propios del combate fue porque no se pudo; se llegó adonde había que llegar, “al límite de las posibilidades”.
En primer lugar, una conclusión de lo que pudo haber sido la última posibilidad para bajar la intensidad de la crisis y evitar la guerra, en la toma de decisiones del Estado argentino.
Cuando terminaba la segunda quincena de mayo de 1982, se había configurado un escenario estratégico-político que obligaba a realizar un nuevo análisis estratégico de la situación. Y esto se imponía, porque:
La Comunidad Económica Europea y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) el 17 abril se habían definido de manera abierta por el Reino Unido.
El presidente Reagan, el 30 abril, había dado su apoyo a Inglaterra, en una declaración pública al mundo.
El poder militar terrestre inglés había desembarcado el 21 de mayo en las islas, en la bahía de San Carlos.
Esta situación configurada con el desembarco y la proyección de operaciones terrestres, anunciaba que la lucha por la ocupación territorial de las islas por parte del Reino Unido no se detendría y que su capacidad militar por mar, aire y tierra era significativamente superior.
En estas condiciones, a pesar de los encarnizados enfrentamientos terrestres, al límite de la capacidad de combate aéreo y naval, alcanzar el objetivo estratégico militar y por ende el objetivo político, “la conquista y el control de Puerto Argentino”, era cuestión de tiempo para Inglaterra.
Haber supuesto que Estados Unidos “daba luz verde” a la recuperación militar argentina de las islas era un argumento insustancial, que desconocía la historia entre ambas naciones (EE.UU. y el Reino Unido)
El 2 abril es un hecho histórico, que tiene que ver con la recuperación de las islas. Tiene un hondo contenido nacional que va más allá de quienes tuvieron la decisión política, del manejo de la crisis y de entrar en guerra.
A nosotros, los argentinos todos, nos queda la tarea de reivindicar lo hecho en la turba malvinense, que se relaciona con la integridad territorial y rendir honores a nuestros héroes. Esto ya forma parte de la historia y de nuestras glorias del pasado.
Islas estratégicas. Lo que se expresa a continuación puede servir de ejemplo para comprender hasta dónde los intereses están presentes por este enclave colonial estratégico que es Malvinas, de vital importancia por sus recursos y proyección a la Antártida, que superpone y aspira soberanía sobre el pretendido sector antártico argentino.
Estados Unidos no ha modificado el despliegue militar en el Pacífico y el Índico; por el contrario, aumentó su presencia en Oceanía.
Con este escenario, ahora Estados Unidos comunica al mundo que su proyección militar se refuerza en Australia, con el propósito de “mantener la arquitectura de seguridad en el área, solicitada por sus socios en la región”.
Analistas internacionales ven en esta presencia un acercamiento al mar de la China Meridional, zona marítima rica en recursos energéticos y ruta comercial.
Esta revalorización actual de los recursos escasos nos permite concluir que las naciones se movilizan por sus intereses cuando lo que está en juego tiene que ver con la supervivencia.
Saber negociar. Por último, estos 30 años pasados desde la finalización de la guerra no se han perdido, aunque sea improbable pensar que con el recuerdo fresco de la sangre derramada se podía revertir la actual situación en el plano diplomático.
Las políticas instrumentadas por los anteriores gobiernos nacionales deben servir para evaluar los resultados obtenidos.
Quizá ahora sea el momento de emprender una política de Estado a largo plazo, con amplio acuerdo nacional para su concreción en el tiempo.
Derechos argentinos y deseos de los isleños deben ser tenidos en cuenta por igual en el camino a recorrer, con algunos conceptos más, como entendimiento, cooperación, intereses, etcétera, que admitan amplios debates académicos, que permitan diseñar y enriquecer una posible estrategia y que la sociedad toda, por ser partícipe de este desafío, se sienta protagonista.
Si persistimos en el tiempo con coherencia, el desafío es posible.
Existen antecedentes, dice el ex vicecanciller Andrés Cisneros. “La última presidencia de Perón permitió a la embajada británica entregar a nuestro canciller una propuesta de retroarriendo ( lease back ) semejante a la de Hong Kong: reconocimiento inmediato de nuestra soberanía y arriendo acordado a favor de la Corona, con creciente coadministración argentina por un número de años a definir, al término de los cuales los ingleses se retiraban. El presidente Perón dispone aceptar negociación en el plazo más corto posible, pero muere tres semanas después y, con él, la negociación”.
En febrero de 1981, en la Ronda de Negociaciones de Nueva York se advierte por parte del Foreing Office (Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña) la posibilidad de negociar la soberanía de las islas sin incluir en el “paquete” a las Georgias y Sandwich del Sur, a las que consideraban base para sus operaciones y reclamos en la Antártida; lamentablemente, desaprovechamos el ofrecimiento al apreciar que la oferta era una debilidad inglesa.
La solución de Malvinas, en última instancia, es una cita con nuestra grandeza.
* General de brigada (R), veterano de guerra, licenciado en Estrategia y Administración. El autor del artículo es homónimo pero no es familiar del Director de Diario Pregón de La Plata.
Fuente: http://www.lavoz.com.ar/opinion/tras-su-manto-neblinas
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