NOTA DE DIARIO PREGÓN DE LA PLATA: Reproducimos la Carta Abierta de
Mons. Richard Williamson a los
Sacerdotes de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. En la misma se aborda la
relación y el tenor de los acuerdos que estarían tratándose entre la
Fraternidad y Roma, junto con las objeciones del Obispo. Por tal motivo, se la
considera de relevancia periodística. A continuación de la traducción hecha por
Diario Pregón de La Plata, se transcribe la versión en inglés, que fue
divulgada por http://spessantotomas.blogspot.com.ar/2013/03/open-letter-to-priests-of-society-of-st.html
Por Mons. Richard Williamson
Obispo seguidor de Marcel Lefebvre
CARTA ABIERTA A LOS SACERDOTES DE LA FRATERNIDAD SACERDOTAL SAN PÍO X
28 de marzo de 2013
Reverendos y queridos Padres,
La reciente publicación de la Declaración Doctrinal, dirigida por el
Consejo General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X a las autoridades de la
Iglesia en Roma el 15 de abril del año pasado, confirma nuestros peores
temores. Esperamos por casi un año para saber lo que contiene. Esto prueba de
una vez por todas que la actual dirección de la Sociedad de San Pío X, se aleja
de la dirección establecida para ello por el Arzobispo Lefebvre, dirigiéndose
hacia las ideas y los ideales del Concilio Vaticano II.
No obstante y a pesar de cuán
ocupados estén ustedes en el ministerio cotidiano, esto sin duda les concierne
a ustedes porque significa que las almas a su cuidado, a través de ustedes, conduciéndose
bajo Superiores quienes van, llevándolos incluso a ustedes, hacia la gran
apostasía de los tiempos modernos. Nosotros recordamos que se trata de
Superiores quienes modelan a sus subordinados y no al revés –¿no hemos
observado un número de buenos sacerdotes de la Fraternidad, uno tras otro,
renunciando a la lucha por la fe tal como la que el Arzobispo Lefebvre libró, y
en lugar de ir con la corriente, con la
firmeza y muy diferente flujo de la corriente por algunos años hasta ahora, desde
la cima de la Fraternidad desciende?
Un detallado análisis confirmará
el peligro de cada uno de los diez parágrafos de la Declaración, como se describe brevemente a continuación:
I Prometer fidelidad a la
"Iglesia Católica" y al "Romano Pontífice" fácilmente puede
ser mal dirigido hoy hacia la Iglesia Conciliar como tal, ya los pontífices
conciliares. Las distinciones
son necesarias para evitar la confusión.
II Aceptación de las enseñanzas
del magisterio de acuerdo con Lumen
Gentium N° 25 puede fácilmente ser entendida, especialmente en relación con
la Prefesión de Fe de Roma de 1989 que es mencionada como nota al pie de la Declaración, como un requerimiento de
aceptación de las doctrinas del Vaticano II.
III, 1 Aceptación de las
enseñanzas del Vaticano II sobre el Colegio Episcopal, como las contenidas en Lumen Gentium, capítulo III, es, a pesar
de la “Nota Previa”, un significativo paso hacia la aceptación de la
colegialidad Conciliarista y la democratización de la Iglesia.
III, 2 El reconocimiento del
Magisterio como única interpretación auténtica de la Revelación implica un
grave riesgo de someter la Tradición al Concilio, especialmente cuando la
interpretación de cualquier ruptura entre ambos será automáticamente rechazada
(cf. III, 5 a continuación)
III, 3 La definición de Tradición
como “la transmisión viva de la Revelación” es altamente ambigua, y su
ambigüedad no requiere más confirmación que por las vagas palabras acerca de la
Iglesia, y por la cita de la igualmente ambigua Dei Verbum N° 8, enumeradas a continuación.
III, 4 La proposición de que el
Vaticano II debe “iluminar” la Tradición por la “profundización”, y “haciéndolo
más explícito”, es completamente hegeliana (¿desde cuándo los contradictorios
explican y no se excluyen recíprocamente?), y se corre el riesgo de
falsificación de la Tradición por torcerla para adaptarla a las múltiples
falsedades del concilio.
III, 5 La afirmación de que las
novedades del Vaticano II deben ser interpretadas a la luz de la Tradición,
pero que ninguna interpretación que implique algún rompimiento entre ambos es
aceptable, es una locura (Todas las camisas deben ser azul, pero ¡no cualquier
camisa de color azul debe ser tomada para ser azul!). Esta locura no es otra
que la “Hermenéutica de la continuidad” de Benedicto XVI.
III, 6 Dar crédito a las
novedades del Vaticano II como si fuese materia de legítimo debate teológico, es
subestimar gravemente su nocividad. Ellas sólo son aptos para ser condenadas
III, 7 El juicio de que los
nuevos Ritos sacramentales fueron legítimamente promulgados, es gravemente
engañoso. Especialmente el Nuevo Orden (Novus Ordo) de la Misa resulta extremadamente
perjudicial al bien común de la Iglesia como para ser una ley verdadera.
III, 8 La “promesa de respetar”
como ley de la Iglesia el Nuevo Código de Derecho Canónico consiste en respetar
una serie de supuestas leyes directamente contrarias a la doctrina de la
Iglesia.
Reverendos Padres, quienquiera
estudie estos diez párrafos en el texto original puede sólo concluir que su
autor o autores han renunciado a la lucha del Arzobispo por la Tradición, y han
pasado en sus inteligencias al Vaticano II. ¿Usted desea para sí y para su
rebaño ser moldeados por esta clase de Superiores?
Ni se permita que se diga que los
dos primeros y los últimos tres apartados son tomados del propio Protocolo del
Arzobispo del 5 de mayo de 1988, de modo que la Declaración es fiel a él. Es
bien sabido que el 6 de mayo él repudió aquél Protocolo porque el por sí mismo
reconoció que hizo demasiadas concesiones para la Fraternidad para poder
continuar defendiendo la Tradición.
Otro error consiste en decir que
el peligro ha pasado, porque la Declaración
ha sido “retirada” por el Superior General. La Declaración es la fruta
envenenada de lo que se ha convertido en un modo de pensar liberal en la parte
superior de la Fraternidad, y esa mentalidad no ha sido reconocida, y menos aún
retractada.
Un tercer error es decir que
desde que no ha sido signado ningún acuerdo con los apóstatas de Roma, entonces
no hay ningún problema ulterior. El problema es menos el acuerdo que el deseo
de cualquier acuerdo que pueda garantizar a la Fraternidad un reconocimiento
oficial, y ese deseo está aún muy presente. Siguiendo el completo mundo moderno
y la Iglesia Conciliar, los líderes de la Fraternidad parecen haber perdido su
asidero en la primacía de la verdad, especialmente la Verdad Católica.
Reverendos Padres, “Lo que no
puede ser curado debe ser soportado.” Los ciegos líderes son un castigo de
Dios. Sin embargo, lo menos que ustedes pueden hacer respecto a esta desastrosa
Declaración es estudiarla por sí mismos con todo lo que condujo a ella, de lo
contrario ustedes perderán su Fraternidad sin darse cuenta, al igual que la
masa de Católicos perdieron su Iglesia con el Vaticano II, sin haberse dado
cuenta. Tras haber hecho el evidente desastre en su propia mente, ustedes deben
decir la verdad a su rebaño en la Fraternidad, a saber, el peligro en que sus
Superiores están poniendo su fe y con ella su salvación eterna.
Para todos nosotros en los cuales
la Fraternidad que el Arzobispo Lefevre convirtió en una fortaleza de la Fe en
todo el mundo, Nuestro Señor está ahora formulando la pregunta de Juan, VI, 67:
“¿También vosotros queréis dejarme?”
Para todos y cada uno de
vosotros, imparto la bendición episcopal de su siervo en Cristo,
+Richard
Williamson, Nova Friburgo, Jueves Santo, 2013.
28 March 2013
OPEN LETTER TO PRIESTS of the SOCIETY of ST PIUS X.
Reverend and
dear Fathers,
The recent
publication of the Doctrinal Declaration, addressed by the General
Council of the Society of St Pius X to the Church authorities in Rome on April
15 last year, confirms our worst fears. We waited for nearly a year to know
what it contains. It proves once and for all that the present leadership of the
Society of St Pius X means to lead it away from the direction set for it by Archbishop
Lefebvre, and towards the ideas and ideals of the Second Vatican Council.
However busy
you may be with the daily ministry, this is bound to concern you because it
means that the souls under your care are, through you, coming under Superiors
meaning to lead them and yourselves towards, even into, the great apostasy of
modern times. We recall that it is Superiors who mould their subjects and not
the other way around – have we not observed a number of good Society priests,
one after another, giving up the fight for the Faith as we know Archbishop
Lefebvre led it, and instead going with the flow, with the strong and very
different current flowing for some years now from the top of the Society downwards?
Detailed
analysis will confirm the danger of each of the Declaration’s ten
paragraphs, as outlined only briefly below:--
I Fidelity
promised to the “Catholic Church” and to the “Roman Pontiff” can easily be
misdirected today towards the Conciliar Church as such, and to the Conciliar
Pontiffs. Distinctions are needed to avoid confusion.
II Acceptance
of teachings of the Magisterium in accordance with Lumen Gentium # 25 can
easily be understood, especially in conjunction with Rome’s 1989 Profession of
Faith which is mentioned in a footnote of the Declaration, as
requiring acceptance of Vatican II doctrines.
III,1
Acceptance of Vatican II teaching on the College of Bishops as contained in Lumen
Gentium, chapter III, is, despite the “Nota Praevia”, a significant step
towards accepting Conciliar collegiality and the democratisation of the Church.
III,2
Recognition of the Magisterium as sole authentic interpreter of Revelation runs
a grave risk of submitting Tradition to the Council, especially when the
interpretation of any break between them is automatically to be rejected (cf.
III,5 below).
III,3 The
definition of Tradition as “the living transmission of Revelation” is highly
ambiguous, and its ambiguity is only confirmed by the vague words about the
Church, and by the quotation from the equally ambiguous Dei Verbum #8,
which follow.
III,4 The
proposition that Vatican II should “throw light” on Tradition by “deepening” it
and “making it more explicit”, is thoroughly Hegelian (since when did
contradictories explain and not exclude one another ?), and it risks falsifying
Tradition by twisting it to fit the multiple falsehoods of the Council.
III,5 The
statement that the novelties of Vatican II must be interpreted in the light of
Tradition, but that no interpretation implying any break between the two is
acceptable, is madness (All shirts are to be blue, but any non-blue shirt must
be taken to be blue !). This madness is none other than that of Benedict XVI’s
“Hermeneutic of continuity”.
III,6 Giving
credit to the novelties of Vatican II as being legitimate matter of theological
debate is gravely to underestimate their harmfulness. They are fit only to be
condemned.
III,7 The
judgment that the new sacramental Rites were legitimately promulgated is
gravely misleading. The New Order of Mass especially is much too harmful to the
common good of the Church to be a true law.
III,8 The
“promise to respect” as Church law the New Code of Canon Law is to respect a
number of supposed laws directly contrary to Church doctrine.
Reverend
Fathers, whoever studies these ten paragraphs in the original text can only
conclude that their author or authors have given up the Archbishop’s fight for
Tradition, and have gone over in their minds to Vatican II. Do you wish
yourself and your flock to be moulded by such Superiors?
Nor let it be
said that the first two and last three of the ten paragraphs are broadly taken
from the Archbishop’s own Protocol of May 5, 1988, so that the Declaration is
faithful to him. It is well known that on May 6 he repudiated that Protocol
because he himself recognized that it made too many concessions for the Society
to be able to continue defending Tradition.
Another error
is to say that the danger is over because the Declaration has
been “withdrawn” by the Superior General. The Declaration is
the poisoned fruit of what has become a liberal mind-set at the top of the
Society, and that mind-set has not been recognized, let alone retracted.
A third
misconception is to say that since no agreement has been signed with the
apostates of Rome, then there is no further problem. The problem is less the
agreement than the desire of any agreement that will grant to the Society
official recognition, and that desire is still very much there. Following the
whole modern world and the Conciliar Church, the Society’s leadership seems to
have lost its grip on the primacy of truth, especially Catholic Truth.
Reverend
Fathers, “What cannot be cured must be endured.” Blind leaders are a punishment
from God. However, the least that you can do about this disastrous Declaration is
to study it for yourselves with everything that led up to it, otherwise you
will lose your Society without realizing it, just as the mass of Catholics lost
their Church with Vatican II, and did not realize it. Then having made the
disaster clear in your own mind, you must tell the truth to your Society flock,
namely the danger in which your Superiors are placing their faith and therewith
their eternal salvation.
To all of us
in that Society which Archbishop Lefebvre made into a worldwide fortress of the
Faith, Our Lord is now putting the question of John, VI, 67: “Will you also
leave me?”
To any and
all of you I gladly impart the episcopal blessing of your servant in Christ,
+Richard Williamson, Nova Friburgo, Maundy
Thursday, 2013.
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