Por Efraín Páez de la Torre
8 de Marzo, día de la mujer.
Una oportunidad para más admirar y agradecer las notas propias de ternura cotidiana a menudo heroica de tantísimas mujeres.
Ayer un amigo me contó está historia real:
Hace casi 20 años en un hospital de la localidad de Moreno dejaron a un recién nacido abandonado; rapidamente se lo internó y atendió, constatándose en breve que era portador del virus del SIDA y que padecía de ceguera congénita. Una médica, la Dra D.I.T. (ya casada y con hijos), decidió adoptar al pequeño como a un hijo más. Creció siendo el privilegiado e la familia, y por el tratamiento adecuado se "negativizaron" sus análisis a los 5 años. Hoy es un joven feliz, excelente nadador, que tiene amigos y amigas de su edad.
Lo narrado es sólo un ejemplo.
De las mujeres aprendamos del valor infinito de la vida humana, del desinteresado y verdadero amor, de la generosidad sin límites, de la predilección por los más débiles, y del sentido profundo de la maternidad, más allá de la edad o del estado civil (hay madres "del corazón" que lo son de forma excepcional).
Una oportunidad para más admirar y agradecer las notas propias de ternura cotidiana a menudo heroica de tantísimas mujeres.
Ayer un amigo me contó está historia real:
Hace casi 20 años en un hospital de la localidad de Moreno dejaron a un recién nacido abandonado; rapidamente se lo internó y atendió, constatándose en breve que era portador del virus del SIDA y que padecía de ceguera congénita. Una médica, la Dra D.I.T. (ya casada y con hijos), decidió adoptar al pequeño como a un hijo más. Creció siendo el privilegiado e la familia, y por el tratamiento adecuado se "negativizaron" sus análisis a los 5 años. Hoy es un joven feliz, excelente nadador, que tiene amigos y amigas de su edad.
Lo narrado es sólo un ejemplo.
De las mujeres aprendamos del valor infinito de la vida humana, del desinteresado y verdadero amor, de la generosidad sin límites, de la predilección por los más débiles, y del sentido profundo de la maternidad, más allá de la edad o del estado civil (hay madres "del corazón" que lo son de forma excepcional).
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