Las 'revelaciones de WikiLeaks' tienen efecto internacional, y cada vez que internacionalmente Cristina Fernández se presente todo el mundo estará pensando “acá está la loca”… aunque no lo digan.
Aunque reciba “solidaridades” y otros títeres hayan caído en la volteada, el hecho es público. Pero el tema es que WikiLeaks no es responsable de las actitudes ni de la condición psicológica de la Presidente, sino ella misma. Su mirada, sus gestos, su expresividad, su comportamiento…
¡Cuántos habrán pensado con anterioridad el tema y no lo hicieron público!
Irreversible también es el baldazo de agua fría en el frente interno: el país entero ha caído en la cuenta del tema, y ya no es una tapa de la Revista Noticias la que afirma el tratamiento psicológico de la Presidente, sino hasta el último pasquín de la Argentina…
Y encima hubo una gran demora en la respuesta a la cuestión, ya que a la fecha no hubo referencia alguna de Cristina Fernández evaluando la noticia ni desmintiendo su señalada locura conforme las notas difundidas. Es que tal vez su palabra embarraría más la cancha… aunque su silencio es un consentimiento a la difusión de la noticia.
¿Con qué rostro se presentará ante gobernantes y funcionarios extranjeros? Hay que tener una gran cara de botox para soportar la situación…
Quemada en el frente interno y en el externo, cada vez que su imagen aparece, cada vez que se escucha su voz, cada vez que se lee su nombre en los medios impresos, hay un solo pensamiento en común: “Cristina, la…”
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