Redacción de ANNHA
Los verdaderos padres del progresismo neomarxista y de la lucha cultural. “Corromperemos Occidente de manera tal que apestará” Willi Munzenberg
En el programa semanal de radio por Internet, “Análisis Hispanoamericano”, se está transmitiendo un ciclo de dos conferencias del Tte. Cnel. (r) Santiago Roque Alonso, director del periódico “Patria Argentina”, sobre la historia y actividades de la denominada “Escuela de Frankfurt”. Esta entidad fundada en 1923 bajo el amparo de la Universidad de Frankfurt, y nacida con el nombre de Instituto de Estudios Sociales, cobija una de las más peligrosas y criminales conspiraciones que ha sufrido Occidente. No es un acto despegado o unilateral, es parte de una conjura aun mayor. Sus integrantes, en su casi totalidad marxistas de origen israelita, han actuado y actúan amparados por una complicidad y entrega vergonzosa de las clases políticas y son sostenidos por el poder mundial del dinero. En la actualidad por ejemplo George Soros es uno de sus principales respaldos y recientemente la Presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, firmó con ellos un convenio en nombre del Gobierno de Argentina.
Durante mucho tiempo se ha pretendido que Antonio Gramsci es el motor ideológico desde donde nace la idea de la lucha cultural, este trabajo demuestra que es un grave error creerlo así. Si bien Gramsci influyó en las concepciones del autodenominado “eurocomunismo” de los años 60, no tuvo, ni tiene la menor influencia en los sectores marxistas de Hispanoamérica, al punto que era, y es, un verdadero desconocido para los comunistas de Argentina, Uruguay o Chile. El verdadero origen de ese combate está en este conglomerado de intelectuales y pensadores marxistas, que luego de ser expulsados de Europa se instalaron en los Estados Unidos bajo el gobierno de Roosevelt y ocuparon destacados puestos en sus principales universidades, como Columbia, Princeton, California y Harvard. Participaron en la denominada desnazificación de Alemania luego de la segunda guerra y se encuentran entre sus más afamados miembros Herbert Marcuse, Sigmund Freud, Erich Fromm,Jürgen Habermas y Theodor W. Adorno. Desde las universidades norteamericanas irradiaron el denominado combate cultural, son creadores y promotores de la “contra-cultura” del rock, el sexo y las drogas en los años 60. Pero su tiro era de vuelo más alto: la corrupción de la civilización y la cultura cristiana.
He aquí sus once recomendaciones principales:
- Invención de delitos raciales.
- El cambio continuo para crear confusión.
- Educación sexual y sobre la homosexualidad a los niños.
- La destrucción de la autoridad en los Colegios y de los Profesores.
- Grandes migraciones para destruir la identidad cultural de los pueblos.
- La promoción del consumo excesivo de bebidas alcohólicas.
- El vaciamiento de las iglesias.
- Un sistema legal desacreditado con prejuicios contra las víctimas del delito y no contra los victimarios.
- Dependencia del estado y de sus beneficios.
- Control y estupidización de los medios de comunicación.
- Fomentar la desintegración de la familia.
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En ese último punto se han concentrado con particular saña. Conscientes que en esa célula básica de la sociedad es desde donde se concentra e irradia el orden natural de la vida, buscan su disolución desde el “pansexualismo” freudiano:
- Atacar la autoridad del padre. Negar los roles específicos paternos y arrebatar a las familia su derecho a ser el principal educador de sus hijos.
- Eliminar las diferencias en la educación de los niños y las niñas.
- Declarar que las mujeres son la clase oprimida, mientras que los hombres son la clase opresora, fundamento esencial del moderno “feminismo”.
Proclaman en sus tesis que una interrupción de la autoridad paterna en la familia, podría tender a aumentar la disposición de la generación venidera a aceptar el cambio social.
Por ignorancia, o manipulados por mentores comprometidos con la conspiración, es común escuchar a los nuevos grupos de la “derecha identitaria” atribuir al comunista Gramsci (portador también de infames responsabilidades) la creación de esta malévola perversión cultural, consiguiendo con ello distraer la atención o enmascarar a los verdaderos creadores de la conspiración. Está claro que es mucho mas “políticamente correcto” para los liberales anticomunistas hablar de las responsabilidades de Gramsci, que denunciar a los intocados iconos de Frankfurt como el origen del asunto. Naturalmente, que a pesar de que actúan a la luz pública, no es deseable para este instrumento ser sometido a meticulosa observación. Es conveniente a quienes, bien siendo parte de estos grupos o por su cuenta, hayan caído en este error, repasen detenidamente la exposición del Tte. Coronel Alonso y los invitamos también a remitirse a la bibliografía (escasa, lamentablemente, la que es crítica) sobre el tema, incluso a la de su propia autoría.
El argumento más sólido para abrir una carta de credibilidad a esta teoría es que todo esto ESTÁ PASANDO, en todas partes y a la vez…:
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