Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de
La Plata y Presidente de la Comisión Episcopal para la Educación Católica,
advirtió sobre “la peligrosa moda” de los “viajes y fiestas de egresados” de
las escuelas secundarias, en su reflexión televisiva semanal, en el programa
“Claves para un Mundo Mejor” (América TV).
Sobre los “viajes de egresados”
recordó que, en sus tiempos de estudiante, no existían, pero en la actualidad
“son al parecer una categoría obligatoria” y que “el problema de los viajes de
egresados es que, en realidad, se trata de una “semana bolichera” vivida,
generalmente, en Bariloche. Los chicos van a repetir allí, durante una semana o
diez días, lo que hacen todos los fines de semana en el boliche cercano a su
casa”.
Propuso al respecto
“alternativas” como “viajes de verdadera instrucción, viajes culturales, de estudio e investigación o deportivos. Hay
deportes de aventura que a los adolescentes tendrían que fascinarles. También
pueden ser viajes solidarios, para ayudar a comunidades educativas
necesitadas”.
A modo de ejemplo detalló que
alguna vez sugirió a chicos “la posibilidad de que todo ese dinero que juntaron
y que iba a parar a manos de una empresa que los puede decepcionar podía
representar una ayuda muy importante para una escuela del interior del país o
de algún barrio necesitado”. De inmediato agregó que “no se enojaron ni dijeron
que no, ni les pareció extravagante la propuesta” pero notó que iba contra una
moda “arraigada favorecida por los mismos padres de familia, en una especie de
dudosa complicidad. A uno le hace pensar que, quizás, ellos están satisfaciendo
aquí una posibilidad que no vieron realizada cuando eran estudiantes”.
Luego se refirió a la moda de las
“fiestas de egresados” donde “en estos últimos meses del año, hay fiestas de
egresados casi todos los días. La “discotecas” o “boliches” encontraron en la
moda estudiantil, que los mismos empresarios han potenciado, un filón
aprovechable para convertir la diversión de los jóvenes en una mercancía. Los
chicos de cuarto o de tercero se ven arrastrados también en ese torbellino que
se llama “caravana”. Es una caravana de fiestas que dura toda la noche y, al
día siguiente, si van al colegio, aparecen hechos unos zombies”.
Mons. Héctor Aguer comentó que
“todo eso es algo muy extraño” y que “es lógico que un joven quiera divertirse
y que piense que tiene todo el tiempo del mundo por delante” pero que “habría
que tratar de hacerles reflexionar sobre esa realidad. ¿Qué está simbolizando
esa manera de divertirse o de festejar? Y digo “esa manera” porque todo el
mundo sabe que se cometen muchos excesos tanto en los viajes de egresados como
en las fiestas de fin de curso. Hay iniciaciones sexuales, desbordes,
desarreglos, hay bebida en exceso y hay también, en algunos casos, droga”.
Consideró que todo esto significa
“que no han entendido bien lo que se les ha querido trasmitir a lo largo de
todo un proceso educativo que ha durado muchos años. Estoy pensando, sobre
todo, en los colegios de gestión eclesial donde, incluso, cuando hay alguna
iniciativa buena de la institución que podría ofrecer una alternativa razonable
y divertidísima, suele ser boicoteada
por los mismos padres de familia. Si tienen que ir al viaje o a la fiesta organizada
por la escuela, también organizan otra paralela, porque que la moda debe ser
cumplida rigurosamente”.
Finalmente afirmó que, como con
toda moda peligrosa, habría que pensar “qué podemos hacer para ir cambiando
esta moda. Las modas no son incambiables. La misma palabra “moda” alude a un
uso o una costumbre que está en vigencia por un determinado tiempo y en un
determinado lugar” y que es necesario para eso proporcionar “a nuestros chicos
alternativas verdaderamente válidas, entretenidas, útiles y que sean, esto es
fundamental, profundamente humanas y cristianas”.
Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor
Aguer:
“Hay modas transitorias y, en
cambio, otros usos y costumbres que se tornan permanentes, que como vulgarmente
se dice: “se hacen cultura”. Algo de esto tiene que ver con lo que ocurre en
los últimos cursos de los colegios secundarios. Sobre todo en la segunda mitad
de ese último año”.
“Los docentes y los educadores en
general saben muy bien que ese quinto año no aprovecha demasiado para el
conjunto de la formación”.
“Estoy pensando en los viajes de
egresados y en las fiestas de fin de curso. Otras veces yo he hablado sobre los
viajes de egresados que no existían cuando yo era estudiante pero que, hoy día,
son al parecer una categoría obligatoria”.
“Cuando el colegio no los
organiza (y por lo general, los colegios tienden a lavarse las manos en este
asunto) la organización la realizan los padres de los alumnos”.
“El problema de los viajes de
egresados es que, en realidad, se trata de una “semana bolichera” vivida,
generalmente, en Bariloche. Los chicos van a repetir allí, durante una semana o
diez días, lo que hacen todos los fines de semana en el boliche cercano a su
casa”.
“Claro: ¡las alternativas que se pierden
son realmente extraordinarias! Por ejemplo viajes de verdadera instrucción,
viajes culturales, de estudio e
investigación o deportivos. Hay deportes de aventura que a los adolescentes
tendrían que fascinarles. También pueden ser viajes solidarios, para ayudar a
comunidades educativas necesitadas”.
“Yo, en alguna ocasión, para
desafiar a los chicos que estaban preparando su viaje de egresados les he
propuesto la posibilidad de que todo ese dinero que juntaron y que iba a parar
a manos de una empresa que los puede decepcionar podía representar una ayuda
muy importante para una escuela del interior del país o de algún barrio
necesitado.”.
“Recuerdo que en esa ocasión me
miraron con azoramiento. No se enojaron ni dijeron que no, ni les pareció extravagante
la propuesta pero iba contra una moda ya profundamente arraigada favorecida por
los mismos padres de familia, en una especie de dudosa complicidad. A uno le
hace pensar que, quizás, ellos están satisfaciendo aquí una posibilidad que no
vieron realizada cuando eran estudiantes”.
“Algo semejante ocurre con las
fiestas de egresados. Ahora pareciera que, en estos últimos meses del año, hay
fiestas de egresados casi todos los días. La “discotecas” o “boliches”
encontraron en la moda estudiantil, que los mismos empresarios han potenciado,
un filón aprovechable para convertir la diversión de los jóvenes en una
mercancía. Los chicos de cuarto o de tercero se ven arrastrados también en ese
torbellino que se llama “caravana”. Es una caravana de fiestas que dura toda la
noche y, al día siguiente, si van al colegio, aparecen hechos unos zombies”.
“Todo eso es algo muy extraño y
que tiene que ver con la idea que nuestros chicos se hacen de la vida. En el
fondo, hay que darle importancia a estas cosas porque reflejan una cierta idea
de la vida. Es lógico que un joven quiera divertirse y que piense que tiene
todo el tiempo del mundo por delante”.
“Sin embargo, habría que tratar
de hacerles reflexionar sobre esa realidad. ¿Qué está simbolizando esa manera
de divertirse o de festejar? Y digo “esa manera” porque todo el mundo sabe que
se cometen muchos excesos tanto en los viajes de egresados como en las fiestas
de fin de curso. Hay iniciaciones sexuales, desbordes, desarreglos, hay bebida
en exceso y hay también, en algunos casos, droga”.
“Entonces: ¿todo eso qué está
significando? Está significando, en el fondo, que no han entendido bien lo que
se les ha querido trasmitir a lo largo de todo un proceso educativo que ha
durado muchos años. Estoy pensando, sobre todo, en los colegios de gestión
eclesial donde, incluso, cuando hay alguna iniciativa buena de la institución
que podría ofrecer una alternativa razonable y divertidísima, suele ser boicoteada por los mismos padres de familia.
Si tienen que ir al viaje o a la fiesta organizada por la escuela, también
organizan otra paralela, porque que la moda debe ser cumplida rigurosamente”.
“Digo esto a ustedes que no son
estudiantes (la mayoría de mis televidentes) pero que sí son padres o abuelos o
educadores, porque tendríamos que pensar en serio qué podemos hacer para ir
cambiando esta moda. Las modas no son incambiables. La misma palabra “moda”
alude a un uso o una costumbre que está en vigencia por un determinado tiempo y
en un determinado lugar”.
“La cuestión consiste en proporcionarles a nuestros chicos
alternativas verdaderamente válidas, entretenidas, útiles y que sean, esto es
fundamental, profundamente humanas y cristianas”.
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