POLÍTICA NACIONAL - Marzo 16 de
2012
Informe de Nueva Consultora
• Los días de Cristina Fernández
de Kirchner se suceden ahora signados por una inestabilidad emocional tan
drástica como desconcertante. Quienes la frecuentan, o quienes deben convivir a
diario con ella han poblado los corrillos de los que supuestamente lo saben
todo acerca del poder patagónico, con una cantidad notable de anécdotas que dan
cuenta dramática de una situación que empeora con el correr de los días. En
general, esas historias refieren a abruptos cambios de humor que hacen que el
trato que reciben sus colaboradores suelen pasar –“en cuestión de minutos a
veces” según los testimonios que hemos escuchado en estos días—“desde la risa,
el elogio y la comprensión cariñosa, hasta el insulto mas duro, más violento y
más descalificador que pueda imaginarse”. Dicen quienes han compartido con la
viuda de Kirchner sus últimos años de trabajo que “la doctora siempre tuvo esos
cambios de carácter”, pero agregan que “ahora la peor novedad es que está cada
vez más inestable y explosiva y nadie se anima a contradecirla”, o siquiera a
sugerirle alguna acción para tratar de tranquilizarse y ordenar sus descargas
emotivas.
• Uno de los ministros con más
experiencia en sobrevivir compartiendo la vida política y social muy cerca de
los Kirchner, contó a comienzos de esta semana a tres empresarios que se
consideran sus amigos que “Cristina se ha puesto peor en su inestabilidad desde
la operación del cáncer de tiroides”. Los dos médicos presidenciales más
importantes suelen mencionar también esa “referencia histórica”, para explicar
el particular momento de fragilidad emocional que está pasando la Presidente K.
Ellos suelen explicar que después de una cirugía de extirpación de tiroides se
potencian y se multiplican los cambios de humor repentinos, como una
consecuencia “necesaria” del proceso de adaptación del organismo a la
“livotiroxina externa”, es decir a las dosis de esa hormona, suministrada por
fármacos artificiales, y que antes fabricaba la tiroides extraía en la cirugía
de comienzos del 2012, y “al resto de la medicación que la Doctora tiene que
seguir tomando para cumplir con sus tareas diarias”.
• Otra explicación que nos dieron
especialistas en este tipo de afecciones es que “las dosis de livotiroxina que
cada organismo requiere varía de acuerdo a los requerimientos de cada
metabolismo”. Por eso mismo las dosis se van adecuando durante meses a las
necesidades y los comportamientos de cada paciente. En algunos casos, las
alteraciones de conducta generadas por el proceso de adaptación a la
livotiroxina artificial, lleva a los médicos a prescribir también una
combinación de antidepresivos y de sedantes para estabilizar los estados de
ánimo del paciente. En el caso de la viuda de Kirchner, ella era una paciente
sometida a esas medicaciones antes de su mal diagnosticado cáncer de tiroides,
por lo cual los médicos que consultamos nos dicen que “es altamente probable
que haya una descompensación con las dosis de todas las medicaciones que la
Presidente consume, porque el stress intenso y constante suele operar como un
factor de distorsión y agravamiento de este tipo de cuadros clínicos”.
• En este caso, las explicaciones
médicas coinciden casi exactamente con las percepciones del mundo del poder. Se
ha hecho un lugar bastante común entre los empresarios más importantes del
país, la pregunta acerca de que es lo que puede suceder con la vida
institucional, política y económica del país si, de un día para otro la viuda
de Kirchner decide cumplir con su velada amenaza de su discurso del 1 de Marzo
ante el Congreso, cuando dijo que muchas veces se pregunta “si tiene algún
sentido” cumplir hasta el final con su segundo mandato presidencial. Contra lo
que algunos pueden imaginar esas preguntas acerca del futuro institucional del
país generan mucha angustia y desasosiego porque la impresión generalizada es
que Amado Boudou no va a durar mucho tiempo como Vicepresidente, y porque el
“kirchnerismo” no parece tener mecanismos políticos asentados como para
enfrentar una sucesión presidencial apurada por las depresiones de la suprema
jefa patagónica.
• Aunque cueste creerlo no son
los “empresarios destituyentes” ni “los medios hegemónicos” ni “el poder de los
grupos económicos más concentrados” quiénes siembran estas dudas en los
corrillos políticos, periodísticos, y diplomáticos. Se sabe del caso de por lo
menos tres ministros que expresaron en los últimos diez días –y ya sin ningún
tipo de temores—sus preocupaciones acerca de cuál podría ser el futuro político
e institucional de la Argentina “si un día la Presidente decide no volver más
de El Calafate”. Es cierto que no faltan los descreídos y los escépticos que
dicen que eso nunca va a ocurrir, que esos comentarios son solamente “una nueva
operación del gobierno para volver a poner a Cristina en el lugar de la viuda
victimizada por una banda de insensibles”. Sin embargo, desde hace semanas
existen en el gobierno indicios muy potentes acerca de una falta clara de rumbo
político y económico, en medio de crecientes rumores acerca de que la viuda de
Kirchner estaría gobernando, manejada solamente por sus pulsiones más
elementales de miedo, rencor, simpatías personales, y excesos megalómanos que
suelen distinguir a los gobernantes que han perdido contacto con la realidad.
• Sin ir más lejos, la semana que
termina mostró varias veces la imagen pública y privada de una Presidente de la
Nación desbordada por sus propias explosiones emocionales. La más notable de
esas catarsis descontroladas fue la presión que recibió Daniel Hadad para sacar
del aire el programa televisivo de Marcelo Longobardi, donde Alberto Fernández
estaba criticando muy duramente a la viuda de Kirchner. La versión que cuentan
todos los periodistas “estrellas” de ese canal de noticias, es que Cristina
Fernández de Kirchner estaba viendo el programa y que estalló con una ira tan
incontrolable, que terminó llorando e insultando por teléfono a Julio De Vido,
para que sacara del aire una emisión que ella consideraba que era directamente
una ofensa personal contra su “dignidad de Presidente y de mujer”.
• Julio De Vido cumplió con las
órdenes recibidas de una manera y Daniel Hadad entendió enseguida que a esa
altura la explosión de furia de la Presidente, era una cuestión de estado que
estaba en sus manos intentar resolver del modo que fuera posible. Más allá de
las consecuencias que ese tipo de acciones pueden acarrearle a la imagen
presidencial lo que quedó a la vista de quien quisiera verlo, fue la evidencia
de una Presidente con una estructura emocional demasiado frágil para enfrentar
cualquier tipo de polémica pública. Uno de los secretarios de estado que suele
pasar más horas del día sirviendo a la jefa del estado, comentó al día
siguiente ante sus colaboradores que “el problema más grave es que cuando
Cristina entra en esas crisis de furia y de depresión, cualquier aventurero le
trae cualquier idea o frase más o menos agresiva y ella es muy capaz de
repetirla solamente para sacarse de encima el veneno que tiene”.
• Tal vez algo parecido haya
ocurrido cuando la viuda de Kirchner decidió usar el púlpito de la Casa Rosada
para tildar de “nazis” a dos periodistas que habían escrito sendos artículos
criticando a algunos de los miembros del círculo de jóvenes guerreros e
incondicionales que rodean desde hace meses a la jefa del estado. Más allá de
que ese dato no pueda nunca corroborarse lo cierto es que el discurso público
de la Presidente K, se ha deslizado demasiado rápidamente hacia la
identificación con la soberbia y las agresiones que la arrastraron a sus peores
índices de aceptación pública entre 2008 y 2009, durante el conflicto entre el
gobierno K y los productores agrarios. Sus menciones despectivas hacia los
docentes, en parte explicadas por las necesidades urgentes que tiene el
gobierno de cerrar las discusiones salariales de ese sector en torno al 20% antes
que comiencen las otras negociaciones paritarias, aparecieron como la expresión
pública más ostensible de su pérdida del rumbo público, tal como mostramos
largamente en nuestros anteriores reportes.
• La novedad todavía son las
enormes dificultades que muestra el tercer gobierno del poder patagónico para
retomar el centro de la escena política y la iniciativa excluyente en el juego
por el poder, tal y como es la norma y la costumbre de sus jefes y fundadores.
Dicen cerca de la viuda de Kirchner que es ella quien demora todas las
decisiones porque está cada día más paranoica con respecto a la mayoría de sus
ministros y secretarios de estado. Muchos de ellos, suelen atribuirle a
Guillermo Moreno, a Máximo Kirchner o a Axel Kicilloff ciertas fobias
personales extremas que ha comenzado a mostrar la Presidente, siempre
acompañadas por largas y plañideras admoniciones acusando a todos los que la
circundan de querer traicionarla “pasándose al enemigo”, una categoría que
ahora aparece cada vez más difusa e inasible.
• Aunque pocos se animen
admitirlo en la cima del poder patagónico, tal vez esa incapacidad para elegir
y definir un enemigo público tan malamente peligroso desde la imagen colectiva
–y todo lo inofensivo que fuera posible desde el poder real—es hoy el síntoma
más evidente de las carencias estratégicas y políticas que enfrenta la viuda de
Kirchner en su intento por re significar el modelo K, y sus propuestas
económicas y sociales. Los que tienen mucha experiencia en los avatares del
poder sureño insisten en que “ahora que se disipa la magia que supo desatar
Cristina con su imagen de la viuda desvalida y sacrificada, se empieza a notar
cada vez como afecta la ausencia de Néstor a la tarea de la construcción del
propio poder”. Mencionan esos expertos en los Kirchner que “él siempre fue el
Jefe porque sabía armar el poder político y el poder económico sin creerse
mucho lo que decía”, y aseguran que “ella tiene el problema de que se cree su
propia propaganda y termina buscando fórmulas ideológicas cerradas y sectarias,
para que le den la seguridad que ella no tiene en la gestión”.
• La imagen de una Presidente que
multiplica sus frentes de batalla sin terminar de resolver ninguno de los
problemas que enfrenta comienza a preocupar aún a algunos de los que se consideran “incondicionales de la
Doctora y del modelo”. En la semana que termina hemos escuchado en algunos
corrillos “kirchneristas”, que “hasta Máximo ahora está preocupado por la falta
de iniciativas políticas del gobierno y dice en privado que hasta que no se
resuelva lo de Boudou con un fuerte gesto de autoridad presidencial, solamente
vamos a perder poder todos los días”. Dicen esas mismas fuentes que “Cristina
se da cuenta que todas las iniciativas políticas que ha tomado para salir de la
situación no le sirven de mucho, pero de todos modos su desconfianza la lleva a
centralizar todas las decisiones y de algún modo eso nos paraliza a todos en nuestra
capacidad de reacción ante las operaciones del enemigo”.
• Quién mejor está aprovechando
este particular momento de los equilibrios presidenciales es Amado Boudou. Los
que frecuentan las antesalas de las oficinas que a diario ocupa la jefa del
estado aseguran que el Vicepresidente se pasa muchas de sus horas de trabajo
tratando de hablar con la viuda de Kirchner “por cualquier excusa que se pueda
imaginar”. Dicen que, a pesar de la “mala onda” que le dispensan tanto Carlos
Zanini, como Héctor Icazuriaga o Máximo Kirchner, el ex ministro de Economía
suele conseguir que la Presidente K lo recibe “los cinco o diez minutos
necesarios” como para sobrevivir un día más. Su mejor
manera de conseguir esa sobrevida consiste precisamente en decir en público las
frases más agresivas y mas ingeniosas que se le ocurren para reflejar los
estados de ánimo –básicamente las fobias y las filias—que caracterizan los
vaivenes emocionales de la jefa del estado, hora por hora. Algunos, muy cerca
de la viuda de Kirchner dicen que “la falta de decisiones de Cristina para
manejar la crisis que desató Boudou, ha generado una situación donde solamente
se puede empeorar”
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