En su reflexión
semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. HÉCTOR AGUER, Arzobispo de La Plata y miembro de la Academia Nacional de Ciencias
Morales y Políticas, expresó su preocupación por
leyes que calificó como “inicuas” indicando que ese “adjetivo puede parecer duro” y que “significa, en realidad, injustas,
contrarias a la equidad”.
Comenzó agradeciendo a los cientos de mails semanales
de los televidentes que “manifiestan su adhesión a través del correo
electrónico de Claves” y que le “impresiona” y “conmueve” que “adhieran a lo
que digo y especialmente cuando identifico los problemas reales que afectan a
la sociedad contemporánea, en concreto a la Argentina de hoy. Los mensajes
recibidos expresan coincidencia y satisfacción por mis comentarios críticos
a las leyes que han sido aprobadas recientemente”
Fundamentando su
precisión sobre las “leyes inicuas” comentó un “texto del Beato Juan XXIII, que
ha sido llamado “el Papa Bueno”, acerca de lo
que pasa cuando un Parlamento sanciona una ley contraria al orden natural”.
Recordó que
“en la Encíclica “Pacem in
Terrris”, de 1963, decía: “El
derecho de mandar constituye una exigencia del orden espiritual y dimana de
Dios. Por ello, si los gobernantes
promulgan una ley o dictan una disposición cualquiera contraria a ese orden
espiritual y, por consiguiente, opuesta a la voluntad de Dios, en tal caso ni
la ley promulgada ni la disposición dictada pueden obligar en conciencia al
ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres; más
aún, en semejante situación, la propia autoridad se desmorona por completo y se
origina una iniquidad espantosa”.
El prelado platense manifestó
que cuando una ley “se aparta de la
recta razón, es una ley injusta, y así no tiene carácter
de ley, sino más bien de violencia” y comentó que a esto se refiere cuando habla “de leyes inicuas; son
aquellas que van contra el orden natural, obra del Creador y, en
definitiva, contra la voluntad de Dios”.
“Juan XXIII
dice que esa ley es como si no existiera. En el acto de promulgarla la
autoridad deja de ser autoridad. El legislador no tiene autoridad para hacer
eso y entonces lo que se origina es un acto de violencia, una iniquidad
espantosa”, aseveró.
Además precisó que “tal es la situación creada en la Argentina con algunas leyes que se han
venido dictando en los últimos años, y aun recientemente, y con las que por
desgracia se sancionarán si prosperan algunos proyectos”.
También dijo que “llama mucho la atención que ciertas leyes sean obtenidas casi por
unanimidad. Estoy pensando en una declaración del Papa Benedicto XVI, una
exhortación a los políticos y legisladores católicos en que les recordaba que
hay “valores no negociables”.
Mons.
Héctor Aguer comentó que entre esos
“valores no negociables” el Papa
señala “la defensa del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte
natural, la familia fundada en el matrimonio entendido como unión estable de un
varón y una mujer, la libertad de los padres respecto de la educación de sus
hijos y la promoción del bien común en todas sus formas”.
“La unanimidad
que a veces se logra en la sanción de leyes inicuas da a entender que no hay
políticos católicos en la Argentina o bien que los hay pero no se
muestran coherentemente como tales, no piensan ni actúan como católicos en su
desempeño público”, culminó.
Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor
Aguer:
“Amigos
televidentes, hoy quiero comenzar diciéndoles muchas gracias a los cientos y
cientos de ustedes que, cada semana, me manifiestan su adhesión a través del
correo electrónico de Claves”.
“Sobre todo
me impresiona, y me conmueve, que adhieran a lo que digo y especialmente cuando
identifico los problemas reales que afectan a la sociedad contemporánea, en
concreto a la Argentina de hoy. Los mensajes recibidos expresan coincidencia y
satisfacción por mis comentarios críticos a las leyes que han sido
aprobadas recientemente. Las he calificado con un adjetivo un poco fuerte: he
dicho que algunas de ellas son leyes inicuas. Si algún medio de prensa recoge
el comentario, suele titular: duros conceptos de Aguer. El adjetivo inicuas puede, en
efecto, parecer duro; significa, en realidad, injustas, contrarias a la
equidad. A propósito, quiero leerles hoy un texto del Beato Juan XXIII,
que ha sido llamado “el Papa Bueno”, acerca de lo que pasa cuando un Parlamento
sanciona una ley contraria al orden natural”.
“Vean
ustedes cómo se expresaba el Papa Juan XXIII en la Encíclica “Pacem in
Terrris”, de 1963. Decía: “El
derecho de mandar constituye una exigencia del orden espiritual y dimana de
Dios. Por ello, si los gobernantes promulgan una ley o dictan una disposición
cualquiera contraria a ese orden espiritual y, por consiguiente, opuesta a la
voluntad de Dios, en tal caso ni la ley promulgada ni la disposición dictada
pueden obligar en conciencia al ciudadano, ya que es necesario obedecer a Dios
antes que a los hombres; más aún, en semejante situación, la propia autoridad
se desmorona por completo y se origina una iniquidad espantosa”.
“Además cita inmediatamente un texto de Santo
Tomás de Aquino y concluye diciendo: “en cuanto se aparta de la recta razón,
es una ley injusta, y así no tiene carácter de ley, sino más bien
de violencia”.
“A
esto me refiero yo cuando hablo de leyes inicuas; son aquellas que van contra
el orden natural, obra del Creador y, en definitiva, contra la voluntad
de Dios”.
“Juan XXIII dice que esa ley es como si no existiera.
En el acto de promulgarla la autoridad deja de ser autoridad. El legislador no
tiene autoridad para hacer eso y entonces lo que se origina es un acto de
violencia, una iniquidad espantosa”.
“Tal es la situación creada en la Argentina con
algunas leyes que se han venido dictando en los últimos años, y aun
recientemente, y con las que por desgracia se sancionarán si prosperan algunos
proyectos”.
“Llama mucho la atención que ciertas leyes sean
obtenidas casi por unanimidad. Estoy pensando en una declaración del Papa
Benedicto XVI, una exhortación a los políticos y legisladores católicos en que
les recordaba que hay “valores no negociables”. Entre ellos citaba la defensa
del derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, la familia
fundada en el matrimonio entendido como unión estable de un varón y una mujer,
la libertad de los padres respecto de la educación de sus hijos y la promoción
del bien común en todas sus formas. La unanimidad que a veces se logra en la
sanción de leyes inicuas da a entender que no hay políticos católicos en la
Argentina o bien que los hay pero no se muestran coherentemente como
tales, no piensan ni actúan como católicos en su desempeño público”.
“No
se trata, entonces, de que las calificaciones sean duras o blandas. Se trata de llamar a las cosas por su nombre,
de decir la verdad. Creo que ustedes aprecian que se hable con claridad.
Después de todo, ése es el lenguaje del Evangelio; como dice Jesús debemos
hablar: sí es sí, y no es no”.
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