El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de Iniciativa San
Marcelo – ex FSSPX
Número CCLXXX (280) - 24 de
Noviembre de 2012
Un retrato notable de
nuestro mundo contemporáneo apareció hace unos meses en el sitio de internet
321gold. El título es intimidatorio: “Decadencia, Descomposición, Denegación y
Desesperación”, pero el contenido es ciertamente bien realista. Comenzando con
una escena de la calle que puede encontrarse sin duda en todo el este de
Estados Unidos, el autor concluye que dentro de unos 15 años una dictadura
Orwelliana (cf. Rebelión en la Granja) descenderá sobre su país como resultado
de efectos indeseados a partir de causas deseadas. Pero los Estados Unidos, ¿no
son típicos de todo el mundo? ¿El mundo entero no está comprando la forma de
vida norteamericana? “¡Que el comprador tenga cuidado!”
Este otoño en Wildwood, New
Jersey, el autor observó calles llenas de una hueste de hombres y mujeres
menores de 50 años, con extraordinario sobrepeso, paseándose por la ciudad en
sillas motorizadas subsidiadas por el gobierno, visitando un sitio de comida
rápida tras otro para hartarse con golosinas cargadas de azúcar que darían a
sus vehiculitos último modelo más trabajo que nunca. ¿Y cuál es la graciosa
descripción que el da a este fenómeno? – “El desafío del peso vencido por
sillas motorizadas de movilidad superior”. Tal es hoy día el lenguaje del
“políticamente correcto”, que busca disfrazar la realidad fea con palabras
bellas, para fingir que todos los hombres son gentiles, bellos, iguales,
jóvenes – ¡fuera los neo-Nazis!
El autor busca causas para
este efecto tragicómico: ¿cómo pudo el pueblo americano que alguna vez ahorraba
12% de sus ingresos, haber sido persuadido al extremo de hacer explotar las
estadísticas de obesidad, la curva saliéndose por fuera del gráfico, con una
deuda abrumadora, una forma de vida saturada de comodidades, incapaces de
ahorrar nada para ellos mismos, y agobiando a sus hijos y nietos con una
insoportable carga de deuda e intereses? Ciertamente hay carencia de
temperancia de parte de ellos, dice el autor, pero debe haber algo más
siniestro, alguna mente entre bambalinas detrás de tan insensata realidad. Él
dice que la masa de ciudadanos está siendo manipulada por un gobierno invisible
que ha dominado las técnicas modernas de manipulación de masas.
Cita a un pionero de estos
amos de los años 1920, Edward Bernays:
“La manipulación consciente e inteligente de las masas es un elemento
importante de la sociedad democrática... Vastos números de seres humanos deben
cooperar de esta manera si es que van a vivir juntos como una sociedad que
funcione sin enfrentamiento... Sea en política, negocios, conducta social o
pensamiento ético, estamos dominados por un número relativamente pequeño de
personas... que comprenden los procesos mentales y los patrones sociales de las
masas”. Ellos son “el verdadero poder gobernante del país” y ellos “manejan los
hilos que controlan la mente pública”. ¿Con que propósito? Para su propia
riqueza y poder.
Son ellos los que han
organizado la crisis económica y financiera para su propio beneficio. Ellos han
“demolido la economía mundial... han cargado su deuda sin respaldo sobre los
hombros de los contribuyentes y de las generaciones venideras, tirando bajo las
ruedas del tren a los ancianos y a los ahorristas, robándoles US$400 billones
por año en intereses para enriquecerse a sí mismos con ganancias a nivel de
burbuja y con bonificaciones fraudulentas”. Y cuando el tapón tenga que ponerse
finalmente sobre esta forma de vida insostenible, cuando se derrumbe el
castillo de naipes, entonces nuestros amos invisibles ya tienen preparado para
nosotros un 1984 Orwelliano, una “dictadura de lágrimas” con policía
militarizada equipada con millones de balas, cámaras de vigilancia y aviones
teledirigidos por todos lados, encarcelamientos sin cargos, y así
sucesivamente. Con todo, dice el autor, es la propia culpa de los ciudadanos
que han preferido la ignorancia voluntaria a la verdad, la enfermedad a la
salud, las mentiras de los medios al pensamiento crítico, la seguridad a la
libertad.
Una sola cosa falta en este
admirable análisis: ¿Acaso nuestra elite gobernante haber podría tenido tanta
rienda suelta, y/o nuestras masas haberse vuelto tan tontas, si cualquiera de
las dos hubiera retenido el mínimo sentido de un Dios que nos juzga a todos a
la hora de la muerte, según Sus Diez Mandamientos? Por supuesto que no.
Católicos, ¡despierten!
Kyrie eleison
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