POR QUÉ DEBEMOS ELIMINAR LAS RETENCIONES
Por Arturo Navarro (*)
El gobierno está llevando a la dirigencia agropecuaria a una opción falsa: “las retenciones a la exportación no se pueden eliminar porque el país necesita superávit fiscal”. La solución es otra: los recursos que se necesitan para financiar al gobierno deben surgir de otra clase de ingresos. Los mismos deben cobrarse en el momento de la venta del cereal y realizarse a cuenta de pago de los impuestos generado en el mismo ciclo de producción. Con el vale fiscal, que sería entregado en el momento de vender, podría pagar todos los impuestos y cargas sociales que corresponden a cada contribuyente.
Este sería el único y efectivo sistema para poder segmentar a los productores de acuerdo a las ganancias obtenidas. A quienes vendieron y no tuvieron ganancias, el Tesoro debe devolver lo retenido en forma inmediata. Esto sí debería ser definido por ley del Congreso de la Nación. Todas las otras propuestas de segmentaciones que se está proponiendo son impracticables para comercializar nuestros cereales.
Hay que decidir qué modelo de país queremos ser: Brasil o Venezuela. No hay medias tintas en esta definición. Queremos un país abierto al mundo y competitivo para que el 50% de la población sea clase media como ocurre en Brasil; o queremos ser Venezuela, donde todo se estatiza por decisión de su presidente mientras sigue creciendo el empobrecimientos de la población con el único objetivo de perpetuase en el poder.
Para poder empezar a salir de la actual crisis –la nacional, que ya existía, agravada por la internacional- lo primero que tiene que hacer el gobierno es sincerar ordenadamente los precios y tarifas para evitar que se haga en forma anárquica. Cuando más se demore en esta decisión la solución, cuando llegue, será simplemente caótica. Debemos terminar con varias distorsiones al mismo tiempo: (a) subsidios vigentes, (b) retenciones a la exportación y (c) gasto público excesivo, a pesar de vivir un año electoral. No desaprovechemos la oportunidad: el mundo dejará de consumir bienes suntuarios hasta que aclare, pero no dejará de comer.
¿Porque la gran mayoría de los productores rechazan los acuerdos firmados? Primero y principal porque quienes hasta ahora pudieron zafar de la sequía no quieren perder sus ingresos con este nivel de retenciones cuando está por empezar la cosecha. Cuando termine el debate parlamentario y el gobierno se digne a reglamentar la ley – si no la veta- el productor habrá vuelto a entregar parte de su patrimonio para ser dilapidado por la gestión de un gobierno al que ya no respeta porque ha dejado de creerle.
Hay otra pregunta que surge de las necesidades reales de los productores: ¿Por qué hay que promover una legislación de reducción a 20% de retenciones a la soja cuando con ese porcentaje gran parte de los productores siguen perdiendo plata? ¿Corresponde fijar por ley el valor de las retenciones? ¿Por qué va a tener que aporta el productor un ahorro forzoso a diez años por necesidades fiscales, cuando el resultado de su empresa es negativo? ¿Por qué no ir a la realidad fiscal de un país federal en el cual el principal impuesto sea el impuesto a las ganancias que es, además, coparticipable?
La Argentina va a perder en el ciclo 2008-2009, por la caída de producción, 10.000 millones de dólares. Curiosamente, por los subsidios promovidos por el gobierno, el país gasto en el 2008 la misma suma: 10.000 millones de dólares. Para sembrar nuevamente 31 millones de hectáreas para el ciclo 2009-2010 el sector necesitará, también, 10.000 millones de dólares que hoy no los tienen porque está trabajando a pérdida. Estos números son más elocuentes que todos los discursos. Porque el objetivo de producción –no el discurso sobre la producción- es volver a casi 100 millones de toneladas para que vuelvan a ingresar por lo menos los 25.000 millones de dólares que recibimos en 2007-2008.
Tenemos que hacer algo más: restablecer en forma urgente el funcionamiento pleno de los mercados de futuros a 360 días. ¿Por qué? Porque es el único crédito disponible, porque es el más barato y porque representa un seguro de cambio.
Recordemos la opción política más simple: elijamos ser Brasil o Venezuela. En octubre hay elecciones.
(*) El autor fue presidente de CARBAP Y CRA y es Director del Área Cadena Agroindustrial de Carta Política.
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