Por Marcos Attias
casasytranqueras@yahoo.com.ar,Qué furor tuvo esa novela en la juventud de los hoy mayores. Hoy ya no causaría ningún estupor, lo que hoy sucede supera los límites de cualquier imaginación.
Los mayores han tenido que navegar en diferentes aguas a lo largo de la vida.
Cansados ya, por los tantos años de luchas, envejecidos, debilitados. Sin embargo el destino les deparó un campo de batalla, inesperado en una sociedad que se precie de justa y civilizada, al tener que lidiar contra un sujeto que no respeta los poderes judicial y legislativo, como el caso de la Anses.
Librando y defendiendo en los estrados judiciales los derechos inviolables de su patrimonio, que la constitución nacional les consagró. Sin embargo, es tal la desfachatez de este empleado/funcionario, que apelando a toda clase de subterfugio e intríngulis, ha negado sistemáticamente el reconocimiento del pago que la justicia le ordenó pagar a cada uno de los jubilados que ya han ganado en la batalla judicial.
Es tal la locura de que padece este funcionario, que ahora denuncia a los jueces que le fallaron en contra. Lo que falta ahora, siguiendo el ejemplo que inauguró esta mente negada de la coherencia humana, que todos los presos, violadores, narcotraficantes, criminales denuncien a los jueces que los condenaron.
Para este funcionario no existe más derecho que lo marque su propia voluntad,
lo triste de esta historia que ya los caminos se van cerrando y obligando a los abuelos a tener que tomar conductas que jamás habrían sido necesaria adoptar.
Estos abusos ocurren porque existe una sociedad fracturada en mil pedazos, donde cada cual hace la suya, y quienes ocupan cargos solo cumplen con lo que marcan las letras pero no asumen actitudes de hecho ante el incalificable atropello.
Así no se defiende una nación, un país, una república.
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