El ex jefe de Estado confío a su doctor que facciones guerrilleras habían intentado asesinarlo. Y que dos gobernadores traidores facilitaron el ataque al regimiento de Azul.
Mediante la resolución 158/07, el otrora ministro del interior de Héctor Cámpora y actual Procurador General de la Nación, doctor Esteban Righi, ordenó a los fiscales no considerar de lesa humanidad los crímenes de la guerrilla, basándose en que éstos no se ejecutaron con la participación o tolerancia del Estado.
Pues no era esa la visión de Juan Domingo Perón, según acaba de revelarlo el doctor Pedro Ramón Cossio, quien como su médico personal, estuviera en permanente contacto con el ex jefe de Estado durante los años 1973/74.
Luego de practicarle un electrocardiograma el 21 de enero de 1974, dos días después de que el Ejército Revolucionario del Pueblo atacara el Regimiento de Azul, Perón le advirtió: "Al toro no se lo enfrenta cuando embiste, sino que se lo voltea cuando ya pasó". A las 24 horas debió renunciar forzadamente el gobernador bonaerense, Oscar Bidegain, y días después hizo lo propio el mandatario cordobés Obregón Cano.
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"Quiero remarcar --enfatizó Cossio al declarar en la causa Larrabure-- el fastidio profundo que tenía en ese momento el Presidente de la República por este bárbaro hecho donde grupos guerrilleros organizados habían matado al jefe de la guarnición, coronel Gay, su esposa Hilda Casaux de Gay y habían secuestrado al coronel Ibarzábal", así como la determinación que tuvo de fijar su posición hablando al país y dirigiendo a las Fuerzas Armadas el radiograma 66777/132/74.
¿Perón imputó a autoridades nacionales y/o provinciales haber facilitado con su acción u omisión tal ataque? --le preguntó la querella.
"Ese día, cuando yo hablé con él, me mencionó en formas generales sobre traidores que habían facilitado el hecho, pero en forma genérica sin dar un nombre en particular. Pero evidentemente las consecuencias históricas de las renuncias de esos dos gobernadores que antes mencioné, de alguna manera los implicaba, estábamos recibiendo los nombres", respondió Cossio.
Al hablar al país el 20 de enero de 1974, Perón denunció: "Hechos de esta naturaleza evidencian en forma elocuente el grado de peligrosidad y audacia de los grupos terroristas que viene operando en la provincia de Buenos Aires, ante una evidente desaprensión de sus autoridades".
Y agregó: "No es por casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas jurisdicciones; es indudable que ello obedece a una impunidad en que la desaprensión e incapacidad lo hacen posible. Por lo que sería aún peor si mediara, como se sospecha, una tolerancia culposa".
El testigo se refirió también a que en reiteradas oportunidades el general Perón le manifestó a su padre (el doctor Pedro Cossio) en su presencia "la convicción de que en Ezeiza grupos extremistas de izquierda lo querían matar".
También le escuchó el disgusto y la disconformidad que tenía por la gestión del presidente Cámpora desde el 25 de mayo de 1973 por la presencia en el gabinete del doctor Esteban Righi, como así también del doctor Puig; por la desprolijidad y la generalización de la amnistía del 25 de mayo de 1973; por la poca capacidad de gestión del presidente Cámpora y de estos colaboradores; y por la manera improvisada en que se había organizado el acto del 20 de junio de l973.
"No tenía confianza en la seguridad que le pudieran brindar ni el presidente de la República ni el Ministro del Interior, declinó la invitación de Cámpora de vivir en Olivos, pues sólo en Gaspar Campos se sentía seguro".
Es tal la certeza que el general Perón tenía respecto de que se lo podía llegar a matar, que habiendo asumido la presidencia el 12 de octubre de 1973, recién se mudó a Olivos a mediados de enero de 1974, "porque recién entonces se sentía seguro allí", declaró el médico.
Preguntado si escuchó a Perón hablar de que se había proyectado organizar en junio de l973 una pueblada sobre la ciudad de Buenos Aires ("el porteñazo"), seguida de un asesinato masivo de la dirigencia política, empresaria y sindical (que se extendería a las provincias como "argentinazo", para culminar con la toma del poder y la constitución de un gobierno de claro signo castrista), respondió: "Percibí de él y del ambiente que lo rodeaba, el concepto de que se producía el porteñazo, y que bajo la excusa de responsabilizar a los anti peronistas de su muerte, se iban a producir matanzas y empezaba la revolución socialista".
Y añadió: "El general Perón estaba convencido de que ciertos grupos de izquierda lo querían matar; durante mi estadía en Gaspar Campos observé la presencia de un arma larga cargada en la esquina de su cuarto a la izquierda de su cama y una pistola cargada sobre su mesa de luz al alcance de su mano. `Por las dudas, doctor, por las dudas', me dijo cuando le pregunté sobre ellas".
Especial énfasis puso el testigo en transmitir que, en presencia de su padre, Perón dio expresas instrucciones al canciller Vignes de omitir, a propósito en el decreto de aceptación de la renuncia de Cámpora a la embajada de Méjico, "agradecer los importantes y patrióticos servicios prestados para dejar para la posteridad bien claro el disgusto que le había ocasionado la gestión de Cámpora como presidente, como así también el hecho de haberse vuelto de Méjico a Buenos Aires al estar muy enfermo el general Perón. Fue el último acto político de su vida".
Righi, cuya presencia como ministro del Interior era cuestionada --según Cossio-- por Perón por sus pocas aptitudes y capacidades, sostiene en la Resolución 158/07 que "no parece posible afirmar la existencia de un conflicto armado interno, dado que tampoco existen constancias para sostener que el ERP haya podido desarrollar acciones armadas de una envergadura tal que puedan ser consideradas un conflicto armado".
"Perón --en relación a los asesinatos, secuestros y atentados de la guerrilla, dijo Cossio-- no pensaba que eran hechos aislados, sino que estaban encadenados, planificados, con el fin de desestabilizar a la República. El pensaba que eran ataques sistemáticos a la población civil como a las instituciones, así se expresó reiteradamente; pensaba que se estaba efectuando un conflicto armado interno de una violencia sostenida y con un importante grado de intensidad", sostuvo, afirmación que concuerda con lo declarado por Antonio Cafiero, y el Cnel Carlos Corral, último edecán del líder justicialista.
Reveló, finalmente, el impacto que en la salud de Perón generaron diversos hechos históricos.
"El disgusto de Ezeiza le provocó indudablemente un infarto de miocardio grave; el disgusto de Azul le provocó un impacto a su salud con un período de mayor exacerbación de arritmias cardíacas, y el impacto del primero de mayo de l974 y su enfrentamiento con los imberbes le provocó el inicio de una angina de pecho grave y creciente que terminó con un tercer infarto de miocardio y a los pocos días con su vida. Lo que demuestra que el stress en la vida política acelera las enfermedades hasta el punto de terminar con la vida de mucha gente".
A juicio de la querella ha quedado plenamente probada la existencia de un ataque sistemático a la población civil, la gravedad del conflicto interno que se vivía y la complicidad de funcionarios estatales con las organizaciones guerrilleras, lo que acrecienta la posibilidad de que los crímenes de la guerrilla se consideren de lesa humanidad.
Fuente: La Nueva Provincia, 12/06/2011
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