viernes, 19 de julio de 2013

UNA SOLA ESENCIA PARA DISTINTOS ESTADIOS



Por el Dr. Jorge Enrique Yunes (*)

La patética realidad nos muestra cómo el hombre, descaradamente por cierto, en su afán no sólo de investigar sino de acrecentar su cuota de limitado poder humano y satisfacer con ello su innata soberbia, somete despiadadamente al embrión humano a numerosas manipulaciones y experimentos de índole genético. Y ello sin ningún cargo de conciencia por la sistemática violación del derecho a la vida esgrimida por esta conducta.-
La vida humana por nacer se ve mancillada en distintas clínicas y laboratorios de investigación genética. A modo de ejemplo podemos citar el manipuleo del que fueron objeto embriones humanos y que fuera concretado por científicos norteamericanos durante 1993 en su ambición por clonarlos. En igual sentido, científicos ingleses en el año 1996 no titubearon un segundo en destruir cientos de embriones humanos que se encontraban congelados a la espera de ejercer su derecho a la vida. Se advierte con ello un profundo desprecio hacia el ser humano en su período de vida prenatal.-
A guisa de ejemplo basta con evocar las palabras del biólogo inglés ROBERT G. EDWARDS mentor del primer bebé de probeta nacido en Inglaterra en 1978 -Louise Brown- quien manifestó: “Yo pienso que la necesidad de saber es superior al respeto debido al embrión en su estado precoz.” (J. M. Varaut, ”Lo posible y lo prohibido”, ed. 1991, Pág. 67). Verdaderamente, sin palabras.-
Tomando en consideración el período de vida prenatal y la evolución científico tecnológica adquirida por el hombre, podemos decir que la primera de las víctimas a mano de la inescrupulosidad de algunos pseudo científicos, fue y continúa siendo aún el feto, el cual sometido a un diagnóstico prenatal que detectara ciertas anomalías -vgr. Síndrome de Down- obtenía sin más su pasaporte a la muerte. Luego fue el embrión y actualmente lo es el cigoto (óvulo fecundado por el espermatozoide) el cual es objeto de técnicas manipulantes como la fecundación in vitro y otras técnicas de reproducción asistida, sin dejar de mencionar el denominado diagnóstico preimplantatorio (DPI).-
Y si bien nuestro ordenamiento jurídico positivo brinda tutela a través del Código Penal tipificando el delito de aborto en sus arts. 85 a 88, deja sin amparo alguno a toda otra vida humana que por distintas circunstancias de tiempo y lugar no se encuentre dentro del seno materno, privilegiando así lo accesorio y accidental por sobre lo principal, y olvidando que la esencia humana es una sola. Que el derecho a la vida se tiene desde el momento de la fecundación del óvulo, se esté donde se esté. Que cada ser humano, cada persona, mejor dicho, cada cigoto, es único e irrepetible.-
Particularmente creo que el hombre, como creatura de Dios, merece respeto hacia su dignidad humana. Y ésta la detenta no sólo en el momento de nacer, sino cuando aún no habiendo nacido, yace en el seno materno. Pero también cuando no habiendo nacido ni estando en el seno materno adquiere su condición de ser humano por la mera unión del espermatozoide con el óvulo. Es que en verdad constituyen distintos estadios de un mismo ser, de un ser humano. Y ello no puede concretar la infamia de instituir alrededor del mismo, determinados “grados” de respeto y consideración según su estadio evolutivo o el lugar donde se desarrolle. Más aún, el derecho a la vida no sólo lo tiene la persona por nacer que se encuentra o ubica dentro del seno materno, sino todo ser humano (óvulo fecundado), más allá de lo que particularmente considero constituyen sólo circunstancias de tiempo y lugar que en absoluto inciden sobre la verdadera esencia humana.-
Contraponiéndose a la postura antes explicitada, existen científicos, médicos y biólogos, y no son pocos, que entienden que sólo se es persona humana a partir de la formación del tubo neural -primer boceto del sistema nervioso- el cual se establece alrededor de los catorce (14) días de fecundado el óvulo, denominándolo recién allí como “embrión”, y “pre-embrión” si se halla en una fase anterior a dicho período. Para otros se es persona a partir de la anidación del embrión en la pared del útero materno, aproximadamente a los siete (7) días de la fecundación del óvulo. Adviértase que están hablando de vida prenatal dentro del seno materno. Qué quedará entonces por decir a criterio de estos pseudo científicos acerca de la postura que personalmente aquí asumo. La respuesta no es difícil de imaginar. Lo cierto es que de la unión de dos células sexuales, materializada ésta ya en forma natural o bien mediante la implementación de técnicas médico genéticas, no se obtiene “algo” sino “ALGUIEN”, y esto no es un simple juego de palabras. Se obtiene un individuo, una persona humana, un espíritu encarnado, y por supuesto, con toda la información genética para alcanzar su completo desarrollo. Basta con repasar las últimas noticias que son de público conocimiento para reparar que la Ciencia Médica cuenta hoy con un mapa genético completo del ser humano y que al Derecho le cabe el rol de brindar el marco normativo adecuado para proteger la dignidad humana y evitar así que los hombres de Ciencia sucumban a la tentación de recrear y revivir las experiencias de un viejo personaje de ficción, el Dr. Frankenstein.-
El hombre debe reconocer su propia dignidad humana. Dignidad ésta que no proviene del mayor o menor consenso social expresado en ese sentido por los distintos integrantes de una determinada comunidad, sino por la causa fuente de su propia existencia, la cual le es ajena a sí mismo, y que en su condición creadora deviene omnipotente, siendo por esa misma razón de naturaleza inviolable.-
Merecen recordarse al respecto las palabras de Su Santidad Juan Pablo II vertidas en la Encíclica “Evangelium Vitae”: “Cada ser humano inocente es absolutamente igual a todos los demás en el derecho a la vida. Esta igualdad es la base de toda auténtica relación social, que, para ser verdadera, debe fundamentarse sobre la verdad y la justicia, reconociendo y tutelando a cada hombre y a cada mujer como persona y no como una cosa de la que se puede disponer”.-
Los que consideran al hombre no como persona humana, sino como mero conjunto de células y tejidos que dentro del género reino animal se ubica, conforme su evolución y trascendencia, en la cúspide, desestiman la presencia misma de el alma, y repudian sin rodeos el primigenio soplo Divino de la Energía Vital, no encontrando por ende valla alguna que pueda acotar su sed de investigación científica y haciendo realidad la premisa maquiavélica de que <>.-
Ello genera entonces un profuso bastardeo del más cardinal de los derechos del hombre, el Derecho a la Vida. En verdad, a mi criterio, un “Derecho – Obligación”, una mixtura de Derecho Público y de Derecho Privado, porque supone por un lado la potestad de todo individuo a concretar su existencia, a materializarla, y por el otro, una obligación de la sociedad toda de proteger esa potestad humana, de preservarla, a riesgo de “suicidarse” si pretende rehuir de esta responsabilidad, de esta carga.-
No se trata entonces, y que quede claro, de adoptar una actitud intelectualmente saboteadora de todo avance tecnológico, de toda investigación genética, sino de establecer de modo claro y preciso, un límite, una frontera, una valla que preserve la dignidad humana, que resguarde esa escala de valores cristianos que es preciso conservar para que la ciencia y la tecnología no se transformen en sicarios del hombre.-
Pero digámoslo ya y sin rodeos, o le brindamos protección jurídica suficiente al cigoto extrauterino y comenzamos a hablar entonces de “UN NUEVO SUJETO DE DERECHO”, o bien omitimos tal amparo y permitimos con ello los innumerables y deleznables manoseos pseudo científicos que denigran su propia condición humana, en cuyo caso irremediablemente estaremos instalando una vez más en nuestra sociedad una añeja afrenta al ser humano, “LA ESCLAVITUD DEL SIGLO XXI”.-

(*) Abogado; Doctorado en Ciencias Jurídicas y Sociales; Graduado en la Pontificia Universidad Católica Argentina, Santa María de los Buenos Aires, Facultad de Derecho y Ciencias Sociales del Rosario; Analista Político; Investigador; Rosario, Provincia de Santa Fe, República Argentina; e-mail: jeayunes@yahoo.com.ar