lunes, 24 de junio de 2013

LA NUEVA HABILIDAD DEL DIRIGENTE POLÍTICO EN ARGENTINA DEBEN SER CONFORMADAS BAJO LOS SUPUESTOS Y NECESIDAD DE UN MODERNO SISTEMA ELECTORAL



Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 y CMN73)

     La política, en dimensión mundial, está cambiando sus procederes y accionares, de una manera veloz y, algunas veces, desconcertante. Esto, pocas veces es analizado, lo que lleva a la lógica incertidumbre, fundamentalmente, en el paso inicial de ella: las elecciones. La idea básica señala que, los partidos políticos del ayer, han sido superados por los personalismos de hoy, pues, los sistemas legales  resultan ahora vetustos, porque no se han adaptado a la nueva modalidad. Esta nota pretende traer el tema, como una suerte de aporte para su análisis y discusión, con los antecedentes que se han logrado obtener, ya que Argentina, en un claro proceso electoral, parece desconcertada y vacilante.

      Un avezado político, cuyo mandato en diferentes cargos había rotado y repetido con singular éxito, señalo que "en la campaña electoral, hay que decir lo que la gente quiere escuchar, pero, cuando se es gobierno, hay que hacer lo que ellos necesitan, así la respuesta será positiva y nos reelegirán". En cuanto esta experiencia es hoy valida. El problema es cuando no se tiene la habilidad para determinar el mensaje y la cuestión cuando no se conoce lo que realmente se necesita, lo que llevara, consecuentemente, al fracaso. Para lograr el conocimiento de lo que se quiere y lo que se necesita, es necesario tener "habilidad de dirigente" y, para ello, tiene que saberse de los ambientes  y convivir con sus ciudadanos. El alejamiento entre el elector y el elegido, destruye el rol de representante, porque no se logra la amalgama entre ambos, que hace de los deseos y necesidades, un solo accionar. Debemos tener en cuenta que, el presente, los medios de comunicación masivos, permiten llegar con mayor facilidad y simpleza en la acción de la difusión, pero ello no significa que el mensaje materialice el enlace que se pretende, pues no se conoce la repuesta, lo que tiene que, necesariamente, ser analizado.

     La evolución de los medios de contacto, con su poder de difusión y penetración, motiva la comunicación personal individual y suple el anterior  accionar grupal del conjunto, como grupo o entidad. Esta realidad, es la que está anulando a los partidos políticos, que han dejado de ser organizaciones con una plataforma acordada entre sus miembros, comprometidos a materializar al llegar a los gobiernos, y se han convertido en meras fachadas de nombres de determinada raíz histórica. Resulta doloroso hacer esta afirmación, pero ello es una concreta realidad, que debemos asumir como tal. Basta recorrer las noticias locales e internacionales y veremos nombres en las pujas electorales y no designaciones partidarias como era en el pasado. En nuestro caso, sorprendentemente, detrás del nombre se forma un partido, no por el efecto de la realidad, sino por una obligación reglamentaria institucional.

       La cuestión también aparece en el tema de las ideologías. Una privilegia el individuo  (esfuerzo y trabajo) y otra  la comunidad (reparto y subsidio), que, convencionalmente, se denominan derecha e izquierda. Si se observa que fluctúan en ellas sus orientaciones, que se invaden mutuamente, en una suerte de  evolución  hacia el centrismo, se percibe que existe un adecuado avance de interacción positivo, que es fruto, no tan solo de las realidades, sino los avances del progreso general. Sin embargo, a este proceso oscilante, en ocasiones, se enciman dos elementos distorsionantes: el fundamentalismo y la extrema. Por más que ambas en su acción, también en algún momento, se confunden, son, en realidad, casi tan someramente opuestas, como son hoy las orientaciones de la derecha y la izquierda. El fundamentalismo, se aferra a principios o ideas validas en el pasado, pero superadas en el tiempo. El extremismo, vuelve a reavivar las diferencias de clases, dirimidas por la vitalidad de la superación, en base a las  oportunidades. La cuestión es que, mediante el desarrollo, se  ha encontrado  una respuesta apta en la democracia y se muestra por el bienestar logrado por el  mejor nivel de vida de la sociedad. En estos extremos, solo  aparecen aquellos que se han quedado en el tiempo o defienden posiciones dadas por muy peculiares intereses. Como se puede fácilmente observar, mundialmente, la tendencia global, es hacia lo que llamamos centralismo, o sea lo mejor que ofrecen los extremos  unidos para un fin común. De ahí la confusión que, pese a ser brillante como resultado, al enceguecer, priva de la fácil capacidad de elección. La similitud de objetivos y el parecido de las acciones, no hace simple la determinación de lo que se debe apoyar por ser la realidad conveniente. Esta situación motiva la necesidad sociológica de estudiar, analizar y reflexionar sobre la aparición plena en la política de los personalismos o individualismos.

     Dentro de este desarrollo, por una parte, el personalismo político anula las agrupaciones que, para autosostenerse, asumen ser "movimientos" y, por otra, las distancias en los objetivos "socioeconómicos", antes tan diferentes, ahora son cada vez más parecidos. Esta nueva situación es tal, que, cuando se escuchan los mensajes de los políticos actuales, no es fácil calificarlos, si son de derecha o izquierda, o bien, fundamentalistas o progresistas. Esta mutua asimilación, se hace más compleja y evidente, cuando se conforman "frentes", en los que aparecen figuras consideradas antes en posiciones tan enfrentadas que parecían inconciliables.

   Esta realidad en evolución, esta concretado una nueva forma de materialización de la política, que gira alrededor de personas de una manera individual y se aleja de las agrupaciones. Es de recordar que, el fenómeno de los partido políticos como organizaciones, como se han concebido hasta ahora, es una de las tantas resultantes de la "revolución industrial", en la que se aumentan los tamaños de las organizaciones, pero se perdían los métodos de comunicación (enlace) que perdían su escala clásica. Cuando se relee las enseñanzas de Fayol y Taylor, en su oferta de solución organizacional, surge con claridad el tema y, consecuentemente, su solución. En el Siglo XXI, el tiempo del conocimiento y enlaces cibernéticos,  uno de los fenómenos sociales es que se ha vuelto al contacto directo, claro está que "virtual", pero muy similar al "personal" del pasado. El dirigente del presente se ofrece de manera directa a las sociedades (televisión, radio, Internet, etc.) y no, como hasta hace poco, dentro y enmarcado, en organizaciones (partidos políticos), representado por sus acompañantes y con una escaza relación de contacto directo con la sociedad. Esta evolución social y tecnológica, además de las capacidades nuevas que contiene, lleva a retrotraernos al ayer, con el contacto directo electoral, que, de alguna manera, se expresa como el "federalismo". El concepto federal, hace que las representaciones políticas se materialicen en la proximidad del vecino, para, en esta suerte,  encontrar la relación en el seno de la comunidad, con el efecto de contacto inmediato y directo. La pérdida de esta modalidad, lamentablemente, llevo a que en la política aparezcan "anónimos" y/o "desconocidos" en los cargos públicos, que se originan en listados de electores donde son meros acompañantes de quien es la figura principal.  En nuestro país, en una extraña violación de conciencias, se ha permitido lo que se conoció como "candidatos testimoniales" que no asumirían y solo actuaban como imagen de atracción.

    Ante este nuevo desafió, el dirigente político actual tiene que  "proyectar" (vender) su imagen en los electores, lo que significa  exponerse (mostrarse) intelectual, moral y físicamente a la observación y evaluación de los mismos. Si los observamos, vemos que adquieren algunas formas  de expresión y presentación que, en oportunidades, se confunden con las que son convencionalmente de los actores. Gestos, señales, palabras o posiciones del cuerpo, llevan a individualizarlo, como en detalles triviales, tales puede ser su vestimenta, acompañantes, etc. La realidad, señala como experiencia, que esta manera de exposición, algunas veces, es solo fachada (mascara), que no contiene, en realidad, lo que ella quiere ser. Este real "fraude" político, claro está, queda desnudado en el ejercicio de la función (Inoperancia, falta idoneidad, etc.) a la que puede ser electo, pero, como se comprende, puede ser tarde. Cuando se conoce la real participación en las funciones de algunos elegidos, se siente alarma y frustración, debido a que ocupan sus cargos no para expresarse como su responsabilidad le impone, sino para ser "numero" en las acciones o posturas que son otros los que las deciden.

    El agotamiento de los políticos del presente, hace suponer que existe la posibilidad del ingreso de nuevos  ciudadanos que desea llegar a esta acción. El dirigente que aspira a la política, dada la actual "individualidad" social existente, debe desarrollar una serie de estadios que lo aproximan al logro de su objetivo. El primero, debe ser "conocido", es decir ser alguien que tiene en otras funciones un rol o papel que hace que  su nombre, actividades, etc. se reconozcan como tales en la sociedad en la que actúa. Este "conocimiento" puede originarse en las más variadas actividades, por ello, surge en lo intelectual, actoral, deportivo, etc. Claro está, que requiere que ello luego se "perfecciona" en el ámbito de la política. Luego debe ser "reconocido", es decir ser valorado por destacarse por sus logros, que lo hacen una figura respetada y mostrada en la natural comparación entre las personas. Pero, este "conocimiento" y "reconocimiento" tiene que estar materializado por su figura física (**), su capacidad de oratoria y la "imagen" proyectada, ante los auditorios concretos o virtuales para, de esta manera, "despertar" atracción, "motivar" confianza" y, lógicamente, pensarlo y considerarlo como el apto y genuino "representante". Los antecedentes juegan un aspecto importante, ya que ellos dan idea de las conductas en el pasado y, lógicamente, las que podrá asumir en el futuro. La actual posibilidad de ingresar los antecedentes, como así también escritos o informes de actividades, como paginas en la WEB, tiene un efecto de contacto, difusión y valoración tremendamente importante. En este proceso, tras ser calificado como candidato, tiene relevancia, su actuación en los "enfrentamientos" con otros postulantes (***) en los que, no tan solo se presentan las posiciones, sino que se evidencia la capacidad de reacción ante supuesto que pueden serles adversos. Prudencia e inteligencia, habilidad y "picardía", conocimientos e imaginación, etc. se ponen en juego, junto  a la honestidad y la oportunidad ante los atentos auditorios reales y virtuales.

    Podemos tomar como ejemplo a una personalidad reconocida mundialmente de la actualidad, como es el caso del Papa Francisco, vemos que su imagen se delinea por ser (*): 1.- Simple 2.- Cariñoso 3.- Humilde 4.- Fuerte y 5.- Instruido, señalando, al detallar estas características, que a pesar de ser sencillo y austero, el Papa es al mismo tiempo un hombre de gran poder y fortaleza, dispuesto y capaz de hacer, como la ineludible reforma de la curia romana. A la hora de ser duro, además, no duda de fustigar la hipocresía y los excesos. Aclarando que: Pese a que habla con sencillez y omite razonamientos complejos. El Papa es un hombre culto e instruido, que años atrás fue un gran profesor de filosofía y literatura y que hoy es capaz de predicar y escribir con lucidez y vigor. Esta situación de valorización de personalidades, se repite como una constancia, que se activa poderosamente ante los diversos acontecimientos, aun algunos fortuitos, lo que es característica de nuestro tiempo actual.  La cuestión es tan poderosamente demoledora, que el equívoco de un gesto o el error de una expresión, puede modificar la percepción de un personaje, destruyéndolo y anulándolo, pese a todo lo bueno y positivo de su pasado. Algunas veces el "calor del debate" o la "premura en el accionar" puede llevar a una postura ser irreflexión o imprudente, que explota incontroladamente con efectos de difícil mensura, pero, catastróficos.

   Ayer se podía llegar a los cargos públicos originados en la política, por la simple presencia ("militancia") en un partido, como una especie de compensación por lo obrado, actuado y apoyado. Hoy, cuando la exposición física, intelectual, etc. es "directa" (*****) ello no es posible. La realidad del proceso sociopolítico ambiental, impone métodos o formas que pueden surgir naturalmente (******), pero que las dificultades, complejidad y características de exposición actuales, obliga a ajustarse. De allí, el reconocido apoyo y participación de "asesores de imagen" que colaboran con los políticos en el presente. El peligro y el riesgo es que con fines electorales, se "construyan" perfiles atractivos, pero que, en su fondo, no tengan consistencias real, y, por lo tanto, resulten una forma depurada de "fraude" que se deberá evitar.

   El accionar político de la actualidad, difiere en absoluto a lo que hemos estado acostumbrados en el pasado, todo el mecanismo que fuera la forma y el método de expresión, se encuentra en un veloz proceso de obsolescencia. La sociedad ha recuperado las capacidades de conocimiento, evaluación y determinación, antes estaba cubierta por las distancias, lo que es altamente positivo y beneficioso, en el nuevo escenario futuro que se está creando. 

    El régimen electoral actual, concebido conforme las característica las modalidades políticas del siglo pasado, está superado. Esta nueva situación impone que se realice un proceso de reingeniería del sistema electoral, que deberá ser construido conforme las bases federales determinadas de la Constitución Nacional y con un mecanismo de votación (seguramente digitalizado) que permita la concurrencia individual de candidatos  previo algún procesos de depuración de los postulantes que asegure la concurrencia pero, al mismo tiempo, incluya alguna forma de selección previa. Debemos entender que la evolución tecnológica espectacular en marcha, está devolviendo a los humanos, algunas anteriores capacidades que el progreso anulo, y una de ellas, es dar a los dirigentes las capacidades individuales que en el ayer eran sus distintivos en la difícil y compleja acción de la política.

Notas:
(*) Diario LA NACIÓN 2106-2013- Cinco claves del éxito del Papa.
(**) La figura, la vestimenta, etc. son expresiones materiales que tienen que ser cuidadas. En los varones su proyección, por ejemplo, que los muestra como deportistas, es atractiva. En las mujeres, su belleza, elegancia, etc. son importantes.
(***) En los Estados Unidos de América, los programas de debate entre candidatos tienen tal poder que pueden cambiar las ideas del electorado por los gestos, las respuestas o las dudas que ellos expresan.
(****) La televisión e Internet han creado un contacto singular ya que los candidatos están expuestos directamente a las audiencias que pueden observarlos, no tan solo en sus palabras, sino en gestos, posiciones, etc.
(*****) Hay personas que tienen "naturalmente" el poder de la "comunicación" porque así lo irradian, pero, algunas veces, este enlace físico no basta y requiere ser completado con el intelectual que "trasmite" acción y presencia.

CORRUPCIÓN



Por Denes Martos

Cuando los villanos ricos 
necesitan de villanos pobres, 
los villanos pobres son los que ponen el precio.
William Shakespeare

Castigamos a los ladrones de poca monta
pero a los grandes ladrones
los elegimos para ocupar los cargos públicos
Esopo (hacia 500 AC)

Sólo hay una manera de saber si un hombre es honesto. 
Pregúnteselo. Si responde que sí, seguro que es corrupto. 
Groucho Marx 




Gracias al inefable e incansable trabajo de esforzados periodistas – entre quienes por supuesto se destaca nuestro periodista-estrella Jorge Lanata – en los últimos meses hemos podido enterarnos de que nuestros políticos son corruptos.

Uno estaría tentado de decir: "¡chocolate por la noticia!". ¿Quién no sabía eso? Al fin y al cabo es algo que nos viene de la época del Virreinato de modo que, históricamente hablando, ¿cuál es la noticia? ¿Acaso hubo alguna vez un político que no haya sido candorosamente ingenuo – por no decir un poco lelo – y que no haya sido también al menos un poquitín … digamos … "desprolijo"? Y, por otra parte, los nombres que últimamente se barajaron hasta el cansancio, ¿acaso no fueron denunciados hace ya cinco años atrás por esa lastimosamente poco exitosa denunciadora serial que es Lilita Carrió? 

En Noviembre del 2008 Carrió denunciaba por asociación ilícita a Néstor Kirchner y pedía que se investigara a Julio De Vido, Ricardo Jaime, Claudio Uberti, Rudy Ulloa, Cristóbal López y Lázaro Báez. ¿Les suenan los nombres? ¿Y qué hizo al respecto nuestra benemérita Justicia, tan celosa de su intangible independencia constitucional? Lo mismo que ahora: les dio tiempo a todos ellos para que acomodaran los tantos, hicieran desaparecer documentación y se consiguieran un par de buenos abogados que enmarañaran adecuadamente el debido proceso hasta que un juez amigo y garantista llegara a la conclusión de que no había pruebas suficientes para dictar sentencia. Gracias, por supuesto a que nuestro Poder Judicial es un poder independiente. 

¿Alguno de ustedes cree que en ese constitucionalmente independiente Poder Judicial un Zaffaroni desautorizaría las actuaciones de un Oyarbide? Haría falta algo más que el quiebre de la solidaridad gremial para que eso ocurra. Sería algo que ya entraría en la categoría de algo parecido a un crimen pasional.

Seamos sinceros: en la Argentina la corrupción no es un crimen. Es apenas una "desprolijidad". Si te agarran. 

En el sistema en el que estamos metidos, la corrupción es un método y un objetivo. Y además es una costumbre. Desde el jefe de compras que acomoda los precios con el proveedor, pasando por el infractor de tránsito que arregla con el policía que lo para, hasta el político que hace caja para financiar su actividad, el método está, podríamos decir, universalmente extendido. Además, para unos cuantos es directamente un objetivo. Para un simple chofer, para un gris empleado de banco o para un/a abogado/a sin más horizonte que el papeleo tribunalicio y la rosca partidocrática, ¿qué otro camino habría para acceder a la clase social de los nuevos ricos? Así como están las cosas, todo el mundo ya se dio cuenta hace rato que nadie se hace rico trabajando.

No nos hagamos ilusiones. No vivimos en un sistema infectado por la corrupción. La corrupción es el sistema. Eliminen ustedes la corrupción de la política y se les caerán no solamente los políticos corruptos. Se les caerá todo el sistema político. Eliminen ustedes la inmoralidad de la economía y se les atascará todo el aparato económico, especialmente el financiero. Y eso, si es que sobreviven al intento. 

No es que yo considere que no sería una buena idea terminar de una buena vez con todo este sistema perverso. Pero se me ocurre que, antes de hacer eso, tendríamos que tener por lo menos una idea bastante concreta de con qué lo vamos a suplantar. Y, para eso, tendríamos que abandonar la miopía de querer solucionar los problemas del Siglo XXI con los criterios ya obsoletos del Siglo XX. Para no hablar de las ideologías perimidas del Siglo XIX.

Pero no seamos masoquistas. Será cierto aquello de "mal de muchos consuelo de tontos" pero no hay demasiados argumentos para sostener que la corrupción en la Argentina es algo tan excepcional. El unmundismo globalizador ha instaurado – por las buenas o por las malas (y más veces por las malas que por las buenas) – el mismo sistema básico en todas partes. No hace falta recordar lo del Watergate de Nixon, lo de Mónica Lewinsky y Bill Clinton o lo de Strauss Kahn y la morocha del hotel. Esos son "deslices" menores comparados con el asesinato de Kennedy o con el 11 de Septiembre del 2001. Ni hablemos de la hecatombe económica norteamericana del 2008 que después se convirtió en mundial. Lo esencial de todos estos acontecimientos no es que probablemente nunca sabremos cómo ocurrieron de verdad. Lo esencial es que podemos saber con certeza casi absoluta que no ocurrieron como la Historia Oficial nos dice que ocurrieron. Lo cual no solo demuestra que hay corruptos en el sistema sino que el sistema cubre a sus corruptos con un "relato" adecuado para proteger al propio sistema. 

Es que en ese relato, la pregunta por el "quién" siempre tapa el "¿por qué?". Toneladas de papel y terabytes de información se han gastado en investigar "quién" mató a Kennedy, "quién" demolió las Torres Gemelas, "quién" hizo estallar la burbuja inmobiliaria norteamericana o, en nuestro caso vernáculo, "quién" se quedó con la plata robada al Estado. Prácticamente nadie quiere responder a la pregunta de "por qué" mataron a Kennedy; "por qué" se produjo el 9/11; "por qué" se permitieron las prácticas financieras que después estallaron en la crisis económica mundial. O, en nuestro caso, "por qué" ha sido posible que la política argentina terminara quedando en manos de politicastros y politicastras que se enriquecen mientras la gente común se empobrece. Incluso la gente que (todavía) tiene trabajo.

Quizás la insistencia a preguntar por el "quién" nos viene de la novela policial clásica en donde, como se sabe, el asesino es siempre el mayordomo; es decir: un personaje completamente secundario. Ése que en la jerga policial llamaríamos un "perejil". A la larga, en la literatura eso ha terminado cansando un poco porque llegó a volverse completamente predecible. Por eso es que al género policial clásico sus autores lo han tenido que variar y del clásico "¿quién-lo-hizo?" pasaron a la típica novela de suspenso del "¿cuándo-lo hará?" o a la más bien sutil trama del "¿qué-demonios-hará-ahora?". 

Como puede apreciarse, una serie de preguntas bastante aplicables a nuestro mundillo político actual. 

Aunque lo importante, de todos modos, es saber cuál de estas preguntas hay que hacer en cada caso concreto. Y siempre tener presente que, en última instancia y en muchos casos, la pregunta realmente fundamental a responder y la que nadie hace es la de: "¿por qué lo hizo?"

O bien, lo que a veces es más importante todavía, sobre todo en los casos de corrupción: "¿por qué pudo hacerlo en absoluto?"

La respuesta a esa pregunta sí que revelaría un buen par de cosas. 

No pasemos por alto que, como sucede con muchas otras cuestiones de la vida real, la mejor forma de obtener respuestas inadecuadas es haciendo las preguntas incorrectas.



Denes Martos
Junio/2013