lunes, 10 de junio de 2013

¿¿¿AUN TENEMOS EL SUEÑO ARGENTINO???



Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila. (LMGSM 1 y CMN 73)

         La tradición recuerda a aquellos inmigrantes cuyo objetivo de vida era "mi hijo, el doctor". En esa simpleza del tano, el ruso o el gallego, que vivía en un conventillo, trabajaba de sol a sol y había aprendido a "tomar mate", está el "sueño argentino". Lo maravilloso es que ese sueño, como si fuera un "milagro", en la mayoría de los casos, se cumplió. El país, encontró en esos herederos del pasado, figuras, acciones, desarrollos y triunfos, expresados en una clase media, orgullosa de su ayer y deseosa de dejar un legado similar.

       El diario LA NACIÓN (02-06-2013) en un artículo titulado "EL RÉGIMEN CHINO BUSCA SU PROPIA VERSIÓN DEL SUEÑO AMERICANO", señala que China: "Quiere estimular el crecimiento de la clase media y el orgullo nacional para enfriar el descontento social".  Se destaca que Xi Junping, el nuevo líder chino, dice:" Todo el mundo habla del sueño chino. El sueño chino es el resurgimiento de la gran nación china. Debemos esforzarnos  constantemente, seguir adelante con voluntad indomable, seguir promoviendo a la gran causa  del socialismo, con características chinas, buscar el sueño chino, el rejuvenecimiento de la nacionalidad". La Nación, después, señala que "El concepto se compara con la idea de sueño americano impulsada en los años 30: una esperanza  para todo aquel que quisiera vivir en Estados Unidos, tierra de oportunidades." "El sueño chino, sin embargo, es un ideal pensado principalmente para los chinos, que apunta a convencerlos de que su gobierno cumplió con sus promesas. China es hoy ese lugar donde todos quisieran vivir. Y más importante aún; es un sueño por el que todos trabajaron, apelando así a un patriotismo y aludiendo a éste como un "proyecto colectivo" más que una aspiración individual.". "Esta nueva clase media china se caracteriza por ser ambiciosa, atraída fuertemente por productos extranjeros y bienes de lujo, y al mismo tiempo busca asegurar fuentes de dinero y propiedades"

      China, de alguna manera, con su propia sociedad, está reditando, 100 años después, lo que los gobernantes de Argentina de hace un siglo, proponían y proporcionaban como bases para el futuro a nuestro país. Lo sorprendente, es que ya en nuestro tiempo, aparentemente, el mensaje debería seguir vigente. En general, todos los Presidentes de la Nación, en su discurso inaugural, señalaban un futuro venturoso. Cuando el Dr Néstor Kishner (para sorpresa comparado con la actualidad) asumió como Presidente de la Nación (2505-2013) dijo como cierre de su mensaje, lo siguiente: "Vengo a proponerles un sueño, quiero una Argentina unida, quiero una Argentina normal, quiero que seamos un país serio, quiero un país  más justo, anhelo que por estos caminos, se  levante a la faz de la Tierra una nueva y gloriosa nación. La nuestra". Es decir, una década atrás, se nos proponía alcanzar, volver y completar  el "sueño argentino".  El "sueño argentino, como fuera el "sueño americano, consiste en brindar igualdad de oportunidades y la libertad que posibilitara lograr metas y objetivos mediante el esfuerzo y la dedicación. Se ofrece lograr prosperidad con calidad y  trabajo, desde una adecuada educación y un entorno socioeconomico basado en la oferta laboral y la satisfacción por los esfuerzos para alcanzar lo soñado.

    Algunas naciones, en base a sus desarrollos, convirtieron la idea de sueño en la sensación del milagro. El clásico del presente es el "milagro alemán" que transformó un país quebrado por una guerra perdida, en una nación poderosa que guía la evolución regional en Europa. Pero esto se repite en otros lugares, como es el caso de Perú que salió del populismo y avanzó a la acción con un cambio social de envergadura. No digamos el caso de Brasil, que en su evolución trascendente ha incorporado millones a su clase media. En realidad, en todos esos países, se produce no un milagro, sino la resultante de un esfuerzo inteligente y racional basado en lo que sugiere el "sueño americano", conducido con audacia por sus gobernantes. 

   Argentina del presente es un país singular. Su evolución no ha sufrido los efectos mortales de la guerra ni el devastador efecto de las catástrofes naturales, sin embargo, parece que su sociedad sí recibió estos azotes quedando destruida y atormentada por su propia falta de acción.  El argentino del presente, heredero del legado del esfuerzo de sus progenitores, si bien puede ser distinto, debería tener en su mente idénticos  objetivos. Es decir, la sociedad de nuestros días tiene, individualmente, en sus metas, el logro del "sueño argentino", pero, cuando se la dimensiona en comunidad, ello se cae en una estrepitosa y vana ilusión.  Lo triste y lo inusitado, es que la población siente y sabe que ella es culpable, pero no por lo que hace, sino por a quién delega. La representación política ha dejado de tener su origen "federal", como lo manda la Constitución Nacional, y adoptó una llamada "política", pero, en verdad, ideológico.  Vamos en camino a ser Venezuela o Ecuador, o volvemos a la senda para ser Chile, Uruguay o Perú  pero, quizás  aún podemos pretender volver a ser Argentina, la que se construyó en el pasado y la hemos perdido hoy.

El sueño argentino, aquél que fue realidad concreta a principios del Siglo XX, está aletargado, no muerto ni olvidado, a la espera que vuelva a brillar convocando a construir y hacer. Para lograrlo, se debe actuar con sabiduría e inteligencia, para encontrar aquellos con la capacidad necesaria y la honestidad demostrada, que sean los reales y verídicos "representantes" de cada uno de los pueblos que conforman la Nación.