Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1 CMN
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El mal argentino esta en la no aceptación
de que el éxito esta en la suma de las voluntades que acumula con un solo fin el potencial de
los talentos individuales y los hace colectivos.
Es interesante tratar de imaginar qué
hubiera pensado Fayol o Taylor, ante las posibilidades que le
brinda en el presente, el actuar en el ciberespacio. Ellos, con su genial inspiración,
a fines del Siglo XIX, ante los avances de la "Revolución Industrial"
y el crecimiento de las organizaciones, dieron ideas, formulas y acciones para
lograr que el tamaño no afectara la conducción y, sin dudas, ellas fueron parte de las capacidades logradas como
enseñanzas aplicadas a lo largo del Siglo XX.
La base de la organización piramidal concebida como método de acción y relación
de una organización, en los últimos tiempos, esta reemplazada por la organización
circular en la cual todos y cada uno de los elementos llegan y actúan sobre el
centro que ha sustituido las anteriores cúpulas. La nueva formación de las
acciones conduce, naturalmente, a indagar sobre la sustancia de los actos y
acciones, es decir, sus talentos.
Esto nos lleva a pensar a nuestro tiempo,
sobre el "talento". Se reconoce que existe uno "individual"
que es clásico en aquellos que hacen de sus ideas formas particularmente, tales
como son los escultores, pintores, compositores y algún literato. Todo gira a
su alrededor y el destino de su obra nunca sabrá hasta donde llegara, pero,
cuando llega, se convierte en un hecho casi universal que se perpetua en los
tiempos. También existe uno "colectivo" que surge del conjunto que actúa
unido y coordinado bajo la dirección de alguien o de algunos, como es el caso
del detentado por los empresarios, gobernantes o la inmensa gama de conductores
que motivan acciones conjuntas que, generalmente, tienen un destino fijado y
una obra determinada. Quizás, para dar a la idea una proporciona mas justa, se debería
adicionar a los talentos el objetivo de la acción y, en base a ello,
denominarlos "talento para la acción individual" y "talento para
la acción colectiva", ya que, de esta manera se pasa de lo aparentemente
solo intelectual a la dimensión practica y material.
En aquellos que actúan dentro de lo que llamamos "talento
colectivo", surge su calidad competitiva que, normalmente, es igual a la
capacidad de los integrantes, en los que existe el "talento
individual", pero dominado por el poder centralizador, de quien en el
mismo, tiene calidad de acción de conducción. Poder llamar a ese ser
privilegiado, algo así como el líder, pero que no siempre esta presente en los
tiempos normales, sino que aflora esplendido ante las crisis, frente a los
riesgos o en los momentos de angustia o placer. La idea clave es que la
"prosperidad" es la resultante de la acción, que ella no proviene de
la nada, sino que es el fruto lógico y natural de lo realizado. Lógicamente, la
dimensión y calidad de la realización esta en equilibrio directo al talento en
ella aplicado.
La historia nos da ejemplos de talento colectivo en las personas de Napoleón Bonaparte, Julio Cesar y Alejandro
Magno, que, como se recordara, han sido conductores de naciones y sus ejércitos.
En lo que se refiere a talentos individuales, surgen las figuras de Mozart, Beethoven y Goya, que como sabemos han sido
compositores musicales o pintores de fama en el pasado. Nuestro interés social
se dirige a la búsqueda de los primeros
por la influencia directa que tienen en la vida, ya que los segundos son
exponentes de la belleza que sirve como inspiración y goce, pero no de acción.
Como vemos, en ambas situaciones, el talento es un valor diferencial por
excelencia que fija comportamientos en la persona o la sociedad para realizarse
en sus desarrollos. En nuestro país, tenemos un gran numero de talentos que han
actuado individual o colectivamente, entre ellos podemos recordar desde los clásicos
San Martín, Belgrano, Castelli y Sarmiento a una pléyade que esta
compuesta por, entre otros, Borges,
Ginastera, Lola Mora, Leloir, Houssay, Saavedra Lamas, Milstein, Favaloro
entre los que no se puede dejar de mencionar a Mosconi y Savio.
Pero, los talentos no son en si la expresión de lo que se alcanza, ya
que los mismos, cuando se realizan, se transforman en fuerza (capital), para
ser los impulsores, dotando la energía (materia), para ser de un algo
(promesa) en un bien (realidad), y que
este, tenga un lugar en el uso y aprovechamiento de la sociedad. De no darse
esta secuencia, el talento se habrá desperdiciado en sus aportes y sus
resultados habrán desaparecido en sus consecuencias. Es por eso que aun
aquellos que están absolutamente restringidos en lo "individual"
necesitan realizarse y, para ello, buscan y tratan se los reconozca.
Ayer, el talento era el fruto de la imaginación y la deducción y se convertía en una habilidad, en nuestros días se motiva
en la investigación y el desarrollo que se convierten en una capacidad y,
seguramente, para el futuro, se estima que se basara en la simbiosis entre el
conocimiento humano y las ventajas de la cibernética que nos darán sistemas.
Este proceso se manifiesta en la manera de trasmisión, verbal en el pasado,
verbal y escrita en el presente y verbal, escrita y en imágenes para el mañana.
Basta seguir la evolución de las posibilidades que brindan los teléfonos
celulares para ver objetivamente esta evolución, es decir, el futuro ya esta en
nuestro ambiente, lo que tenemos que aceptar y determinar las condiciones y características
de las acciones para adaptarnos al mismo.
Este proceso acelerado, basado en los principios de la Cibernética
(Amplitud, libertad e innovación) produce, como efecto importante la superación
de las barreras de relación social, de ahí la proliferación de las llamadas
"redes sociales", en las que la acción individual no tiene
restricciones y su difusión adquiere tanta amplitud como interés despierte.
Este ambiente en el ciberespacio abre una nueva dimensión al talento individual
proyectado en su accionar en la formación del colectivo, ya que las ideas se lanzan,
copian, reproducen y multiplican en un proceso evolutivo cuya dimensión es
inimaginable.
Si observamos lo que pasa en una de las actividades claves del quehacer
humano, que es la política, veremos que la relación sociedad/dirigentes a
superado la interacción de los grupos políticos y alcanza a la persona ante la
comunidad. Ya no se discuten "plataformas" sino que se habla sobre
"conocimientos y formas de acción", superando los mensajes escritos y
contemplando las caras de los postulantes enfrentados con las audiencias. Lo
que la sociedad pretende saber es el grado de talento individual que se tiene
ante los problemas colectivos, es decir, una nueva forma de desafío y valorización.
Este mismo proceso, quizás sin tanta espectacularidad, esta en desarrollo en
todas las actividades colectivas, es decir las empresas e instituciones, en relación
a los mercados y las sociedades, respectivamente. Las maquinas han sustituido
labores, pero no han modificado situaciones que, en ultimo análisis aproximan
el deseo con la acción.
El talento individual, seguramente, no sufrirá
modificaciones de fondo, es decir la acción personal mantendrá sus posturas y
valores, pero, el colectivo, si esta sometido a la presión del cambio, la evolución
y el futuro. La Humanidad esta entrando a una nueva dimensión de relación que
es el Ciberespacio en el cual las actividades analógicas acceden al ser
digitalizadas, manteniendo su objeto, pero adquiriendo una nueva forma.
El gran interrogante es como sociedades que
tienen "grandes talentos individuales" no logran desarrollar a la par a los
"grandes talentos colectivos", como seria el caso de nuestra
Argentina. La respuesta simple podría ser la falta de una cultura de acción
colectiva clásica de los pueblos en formación, pero, ella no será valida para
nosotros que arrastramos, por herencia migratoria, las calidades de los más
viejos y tradicionales pueblos europeos. El mal, consecuentemente, debe ser
buscado en otra cuestión simple como es la organización del país, una nación
que nació fraccionada por provincias cuasi estados, que acordó una unión
federal, pero que eludió su compromiso gubernamental a lo largo de los tiempos,
lógicamente, no motiva los lazos que se requieren para el accionar de los
talentos colectivos pues son rechazados y postergados por los individuales.
Sin embargo, como casi siempre pasa en la vida, los avances de la
ciencia y la tecnología dan solución a temas insolubles del pasado, siempre que
los actores comprendan su existencia y acepten sus compromisos para hacerlos acción.
Si la dirigencia argentina, donde hay valiosos talentos individuales, aceptara
olvidar sus personalismos y acordara el apoyo mutuo, podrá, en la sumatoria de
sus identidades, fundir las capacidades del talento colectivo. Recordemos que
el escenario del futuro esta conformado por "conocimientos humanos" y
"cibernética" para materializar "sistemas" en los que
siempre estará presente la suma de talentos por ser la esencia clásica de su
origen y acción.