domingo, 20 de junio de 2010

AGUER CONVOCÓ A “MANIFESTARSE PUBLICAMENTE EN FAVOR DEL LA FAMILIA”

a Aguer

En su reflexión televisiva semanal en el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, comenzó señalando que le “llama mucho la atención el afán con el cual el actual gobierno promueve la sanción del proyecto de ley, que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados de la Nación, para legalizar como matrimonio y conceder un estatuto de derecho público a la convivencia de personas del mismo sexo”.

Explicó que “es un tema que atraviesa transversalmente a todas las posiciones políticas con representación parlamentaria”, que “en las plataformas de los partidos que participaron de las últimas elecciones, en ninguna de ellas, se proponía a la ciudadanía semejante alteración del Código Civil y del ordenamiento jurídico y social de la sociedad argentina”, y consideró necesario “remarcar el significado que tiene este proyecto y la gravedad de las consecuencias que se seguirían si llega a transformarse en ley”.

“¿Cuál es el punto fundamental?” se preguntó el prelado platense indicando que “es que a un hecho privado, como es la convivencia de personas del mismo sexo, se le quiere otorgar un estatuto de derecho público y equipararlo al matrimonio. Esto implica una alteración de la esencia del matrimonio y por consiguiente del ordenamiento jurídico de la sociedad”.

“Al Estado le corresponde tutelar al matrimonio entendido como unión estable de un varón y una mujer, porque es la base de la familia, tal como lo entiende no sólo la religión católica sino como lo han concebido las grandes culturas de la humanidad a lo largo de toda la historia. De la familia fundada en la unión estable y fecunda del varón y la mujer depende la sociedad humana”.

           Manifestó luego que “en la sanción de esta ley se juega algo extraordinariamente grave para el futuro de la sociedad argentina. Por eso es necesario que reaccione la mayoría silenciosa de nuestro pueblo y que manifieste públicamente que esto que proponen los legisladores no puede ser, no debe ser”.

Mons. Héctor Aguer recordó que “en varias provincias y ciudades ya se han realizado marchas y convocatorias masivas para solicitar al Senado de la Nación que no dé el paso fatal que han propuesto, por leve mayoría, los diputados” e invitó “a todos a informarse de buena fuente en este problema, a interesarse por él y a participar de los encuentros que se organicen en defensa del matrimonio, de la familia y de la vida. Por el derecho de los niños argentinos de las próximas generaciones a ser criados y educados por un papá y una mamá, de lo cual depende en buena medida el futuro de la Patria”.

            Dijo que de aprobarse esa modificación al Código Civil “las consecuencias serían enormes, en distintos ámbitos. En primer lugar, si se aprueba esta ley se altera todo el derecho de familia y otras ramas del Derecho en cuanto tienen relación con la institución del matrimonio”.

            Además manifestó que “habría que sopesar también las consecuencias educativas, pedagógicas. ¿Acaso a partir de esta ley, de la cual Dios nos libre, habrá que enseñar, en las escuelas, a los chicos, que ahora hay dos opciones para casarse, que uno puede casarse con una persona del mismo sexo o con una de distinto sexo, y que ambas uniones son igualmente válidas, dignas y honestas?”.

            El Arzobispo de La Plata afirmó que “esto es absolutamente inaceptable” y que “no se trata de una cuestión religiosa, propia de la dogmática católica. En este campo, hay otras religiones que también están de acuerdo con el orden natural de las cosas tal como lo percibe una conciencia rectamente formada. Se trata de un tema de razón natural y de sentido común sobre el cual una minoría ideologizada y militante procura cambiar el juicio de la población”.

Adjuntamos el texto completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:

“Llama mucho la atención el afán con el cual el actual gobierno promueve la sanción del proyecto de ley, que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados de la Nación, para legalizar como matrimonio y conceder un estatuto de derecho público a la convivencia de personas del mismo sexo”.

“En realidad este es un tema que atraviesa transversalmente a todas las posiciones políticas con representación parlamentaria. Es notable, porque en las plataformas de los partidos que participaron de las últimas elecciones, en ninguna de ellas, se proponía a la ciudadanía semejante alteración del Código Civil y del ordenamiento jurídico y social de la sociedad argentina”.

“Es preciso remarcar el significado que tiene este proyecto y la gravedad de las consecuencias que se seguirían si llega a transformarse en ley”.

            “¿Cuál es el punto fundamental? Es que a un hecho privado, como es la convivencia de personas del mismo sexo, se le quiere otorgar un estatuto de derecho público y equipararlo al matrimonio. Esto implica una alteración de la esencia del matrimonio y por consiguiente del ordenamiento jurídico de la sociedad”.

“Al Estado le corresponde tutelar al matrimonio entendido como unión estable de un varón y una mujer, porque es la base de la familia, tal como lo entiende no sólo la religión católica sino como lo han concebido las grandes culturas de la humanidad a lo largo de toda la historia. De la familia fundada en la unión estable y fecunda del varón y la mujer depende la sociedad humana”.

            “Los problemas y las situaciones de diversa índole que se suscitan en la convivencia de dos personas, sean del mismo o de diferente sexo, pueden resolverse en el campo del derecho común. Pero aquí lo que se quiere es crear una institución de derecho público equiparable al matrimonio y con la capacidad de adoptar hijos invocando un principio de igualdad que confunde realidades diferentes y discrimina en contra de la naturaleza de las cosas”.

            “Las consecuencias serían enormes, en distintos ámbitos. En primer lugar, si se aprueba esta ley se altera todo el derecho de familia y otras ramas del Derecho en cuanto tienen relación con la institución del matrimonio”.

            “Habría que sopesar también las consecuencias educativas, pedagógicas. ¿Acaso a partir de esta ley, de la cual Dios nos libre, habrá que enseñar, en las escuelas, a los chicos, que ahora hay dos opciones para casarse, que uno puede casarse con una persona del mismo sexo o con una de distinto sexo, y que ambas uniones son igualmente válidas, dignas y honestas?”.

            “Esto es absolutamente inaceptable. No se trata de una cuestión religiosa, propia de la dogmática católica. En este campo, hay otras religiones que también están de acuerdo con el orden natural de las cosas tal como lo percibe una conciencia rectamente formada. Se trata de un tema de razón natural y de sentido común sobre el cual una minoría ideologizada y militante procura cambiar el juicio de la población”.

            “En la sanción de esta ley se juega algo extraordinariamente grave para el futuro de la sociedad argentina. Por eso es necesario que reaccione la mayoría silenciosa de nuestro pueblo y que manifieste públicamente que esto que proponen los legisladores no puede ser, no debe ser. En varias provincias y ciudades ya se han realizado marchas y convocatorias masivas para solicitar al Senado de la Nación que no dé el paso fatal que han propuesto, por leve mayoría, los diputados”.

            “Invito a todos a informarse de buena fuente en este problema, a interesarse por él y a participar de los encuentros que se organicen en defensa del matrimonio, de la familia y de la vida. Por el derecho de los niños argentinos de las próximas generaciones a ser criados y educados por un papá y una mamá, de lo cual depende en buena medida el futuro de la Patria”.

DERROTA HOMOSEXUAL EN LOS PAGOS DE GÜEMES

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El lobby homosexual recibió un contundente NO en Salta, una verdadera paliza. Hubo 180 inscriptos como oradores, y el 90 por ciento dieron razones fundadas contra el proyecto. Un proyecto que además es impuesto no por la razón sino por la ideología y la mentira.

Para la manifestación, estuvo representada auténticamente toda la sociedad, entre quienes pudieron contarse: instituciones, profesionales (abogados, médicos, psicológos), políticos, religiosos (sacerdotes católicos y evangelistas), amas de casa, trabajadores (taxista, albañil, vendedor de libros, etc), estudiantes, jubilados... todos. Se trató de una auténtica expresión popular.

Se dio comienzo al acto con la entonación del Himno Nacional y vivando a la Patria. Los discursos defendieron a la familia, a la única familia, basada en la unión de un hombre con una mujer (¿existe algo más obvio que eso? ¿merece mayor explicación?).

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Los primeros 50 oradores se expresaron en contra del proyecto. Se invocó el orden natural, el sentido común, los tratados de jerarquía constitucional. Hubo muchas personas doloridas de que se totalitariamente se quiera callar la voz de Iglesia, reivindicando su carácter de católicos. Los evangélicos tuvieron como mejor exponente a la Sra. Marcone (hermana de Aníbal D´Angelo, de 86 años, con 9 hijos, 58 nietos, 15 bisnietos), quien se mostró indignada de que "en la tierra de Güemes, de gauchos corajudos, donde cada uno tiene su china, se esté hablando de esta cosa absurda de que cada uno elige su sexo, de que se casen los homosexuales, es como querer ponerse 2 zapatos izquierdos". Ante esas palabras, la gente rompió en aplausos a pesar de que la pobre senadora a cargo trataba inútilmente de impedirlo, porque no se podía aplaudir ni abuchear.

LA BOMBA ATÓMICA

Un anciano desalineado, sordo, de más de 80 años, irrumpió en la sala, antes de que empiece la audiencia, preguntando dónde estaban. Cuando le preguntaron a quiénes buscaba, respondió "los putos dónde están?! hay que meterles una bomba atómica en el cul…, nos hacen tratar esta payasada! porqué no se ocupan de la droga ...".

El hombre, durante la audiencia, cada vez que terminaban de exponer preguntaba, con voz inconfundiblemente alta: "y éste chango voto para los putos o para nosotros?".

Otro hombre, muy humilde, se quejó de que en TV se dijera delante de sus 5 hijos que la homosexualidad no era pecado. Por eso se presentó, sacó la Biblia y leyó que es una práctica nefanda, y todo lo que la Biblia dice sobre ese pecado. Ni trató la cuestión del matrimonio.

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PUTOS PORTEÑOS

Los homosexuales eran unos 15 o 20 y la mitad llegó desde Buenos Aires, haciendo un proselitismo barato, y que de ninguna manera era representativo de los salteños. Los presentes les permitieron expresarse, de todos modos. Estos homosexuales parecía que jamás habían oído la expresión de la gente.

Durante el transcurso de la audiencia publicaron en sus páginas de internet que Salta es “retrógada y conservadora”. El pequeño detalle que no han advertido, es que todo el país es así, y que sólo una muy reducida minoría de la Capital Federal es “progre y liberal”, viviendo en el microclima de una burbuja autoimaginada. Los salteños, por su parte, consideraron tales calificativos como “todo un honor”.

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Estos homosexuales repiten siempre el mismo discurso, porque no tienen otro argumento: 1) odio y persecución a la Iglesia Católica, 2) la supuesta igualdad y discriminación, 3) a que el amor se puede aplicar a cualquier persona o cosa, 4) a los supuestos hechos consumados como algunas adopciones y casamientos únicamente firmes -aunque obviamente nulos- por el favor político de no apelarlos, 5) a la agresión directa de su parte a católicos, senadores, “homofóbicos”, y a todo el mundo por la propia convulsión social propia de los homosexuales, y 6) a lo emotivo.

Su discurso no conmovió a nadie. Ni un argumento de peso, y siempre la misma cantinela dicha por las mismas personas que van haciendo una gira de provincia en provincia.

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Desde dentro, se escuchaba una estruendosa manifestación que apoyó a la familia, el Orden Natural y la enseñanza de la Iglesia del principio a fin, desde las 11hs a las 24hs de la jornada. Dado que la convocatoria fue "a partir de las 11 hs", no hubo una gran concentración en un momento determinado, facilitando que todos se congregaran, sino que la gente fue cuando quiso, aunque se mantuvo continua la manifestación desde la calle.

EN TODO EL PAÍS

La situación se vive de idéntico modo en cada provincia que van pisando para explicar la propuesta.

Hubo también multitudinarias marchas en Mendoza y en San Luis.

El obispo de San Luis, Jorge Lona, encabezó una marcha contra la reforma de la ley de matrimonio con duras posturas en las que el prelado insistió con que la "tendencia" homosexual tiene cura.
Lona reiteró que la homosexualidad es una "desviación que puede corregirse", dijo que conoció casos que lucharon contra esa "tendencia" y que pudieron superarlo, a la vez que coincidió con un evangélico en que "no pueden los legisladores votar esta ley porque no está en la plataforma de ningún partido político".

DICE LA SENADORA

La senadora nacional Liliana Negre de Alonso aseguró en declaraciones periodísticas que el proyecto de ley que avala el matrimonio entre personas del mismo sexo "se gestó en el puerto, es una ley que gestaron los porteños", que quieren que "Buenos Aires sea la capital gay del mundo".
"Quieren atropellarnos a las provincias argentinas, como si la Argentina fuera sólo Buenos Aires", dijo la senadora durante un acto en contra de la iniciativa que ya cuenta con media sanción de Diputados.
La legisladora puntana fustigó el proyecto y aseguró que todos los diputados y senadores puntanos ya han manifestado su oposición a la iniciativa, durante una movilización que culminó en un acto frente a la Catedral de San Luis.

Para Negre de Alonso, "hay que avanzar con otras leyes, pero no podemos redefinir el matrimonio heterosexual; no podemos redefinir la familia y esa fue la voz que hemos escuchado mayoritariamente en el interior de las provincias argentinas", aseguró.

La senadora resaltó que en todos los lugares recorridos hasta ahora "la mayoría se pronuncia por una legislación a favor de estas uniones o convivencias, pero no acepta la redefinición del matrimonio”, y explicó que "hay varios proyectos que se siguen analizando”.
Negre de Alonso consideró que sería conveniente tener en cuenta el pacto civil y de solidaridad que tiene Francia, que acepta que "se respeten todos los derechos civiles, pero la unión homosexual no fue equiparada con el matrimonio heterosexual ni se permite la adopción de hijos”.

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EN EL DIA DE LA BANDERA: EL HOMENAJE A BELGRANO

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Por el Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila

(Prom. LMGSM 1 y CMN 73) (*)

20 de junio 1820 / 2010

El ciudadano/soldado.

Manuel Belgrano es el ciudadano que se hace soldado en el sagrado fervor de servir a un país que nacía y que tenía que construir, desde su hispano origen, una nueva nación. Su vida es una clara muestra del hombre que dedica sus esfuerzos al logro del bien común. Pueblos que habían nacido casi iguales, con una base feudal común, con desarrollos que les daban especifica identidad, pero que, las circunstancias les estaba imponiendo una nueva y diferente vida en común-..

Su actividad en el Consulado, lo muestra como el pensador inteligente e ilustrado, que traza con certeza ideas que tenían que concretarse para que un desierto se convirtiera en un vergel. Cada uno de sus trabajos, expresa ideales, basados en reflexiones justas y atinadas, que le dan valor y consistencia. Su espíritu, le señala que los futuros deben ser resultantes del conocimiento aplicado, que de la mente surgirá la posibilidad de las metas a alcanzar, pero, ello debe basarse en el esfuerzo y, llegado el caso, el sacrificio, por el bien y la realización propia y de terceros..

Cuando llego la hora de las realizaciones, acepto, con viril coraje, las responsabilidades que se le imponía, y no trepido un instante, en dejar la pluma por la espada, para comandar los ejércitos que debían ser la coraza de la Patria. Las misiones encomendadas, tanto en Asunción como en el Norte, implicaban conducir a la batalla a fuerzas que actuaban más por el valor que por su preparación para combatir. En este quehacer de soldado, de entre todos los enfrentamientos, se destaca la “Batalla de la Patria”, librada en el campo de las Carreras, en el solariego Tucumán, donde los criollos derrotaron al ímpetu de los godos y que fue el principio de la detención de las aguerridas fuerzas españolas, que querían tronchar la posibilidad del mañana de libertad que prometía el futuro..

Lo sublime en Belgrano, fue la atracción que su figura despertaba y la capacidad de captación del sentir de la gente. Si estudiamos con detenimiento sus logros como militar, se vera que, cada uno de sus pasos, estaba firmemente apoyado en el sentir de la gente. Sus oficiales y soldados sabían que arriesgaban sus vidas para dar vida a la Patria que nacía y, así, regaban con sus sangres criollas ofrecida, con dignidad y honor, cada combate. Esta calidad fue la que le posibilito el accionar en Jujuy, en la que toda una población dejo todo para seguirlo. La vemos también en Tucumán, cuando se detiene ante el clamor de los pobladores y conduce a la batalla las peonadas con valor singular. Luego, en Salta, con su maniobra por los cerros, muestra el criterio del conductor y la habilidad del estratega. Las derrotas en Vilcapujio y Ayohuma, ante ejércitos godos superiores, muestran la calidad de los españoles, ante la evidente debilidad militar criolla en la que campeaba la decisión más que la posibilidad de las armas. Es a partir de allí, en que surge la figura egregia de Guemes, que con sus gauchos con ponchos punzo, custodiaran en aguerridos enfrentamientos el Norte de las provincias que luego serian nuestra Argentina. No podemos olvidar, por la importancia que tiene, su presencia en el Congreso de Tucumán, en el cual trasladada a los congresistas sus experiencias y reflexiones, apoyando fervientemente la demanda de “independencia” que formulara desde Cuyo el General San Martín, lo que le destaca como pensador capaz y al estadista en acción.

Siempre debemos recordar su muerte, aquel 20 de junio de 1820, en el que todo le era negado y en el que sus esfuerzos se convirtieron en sacrificio, proyectando su ser a las más deslumbrantes paginas de la historia. Es así, que cuando vemos que su figura, montada en brioso corcel, es la que comparte con la Pirámide de Mayo la plaza capitular porteña, sabemos que ello se materializo como uno de los primeros merecidos homenajes que un pueblo que nacía, concretaba a sus patriotas fundadores. Siempre será deseable que el pueblo argentino, encuentre en ese pasado de gloria y en esos reales héroes de la Patria, inspiración para encarar, como ellos lo hicieron, los más difíciles y crueles problemas. Sin dudas, Belgrano junto a San Martín ostentan merecidamente la calidad de “Padres de la Patria”, con que los reconocemos los argentinos, pero, también es justo, jamás olvidar, a todos los que en su tiempo, compartieron las luchas, las derrotas y los éxitos. Con la participación de aquellos que habitaban estas tierras, en las que todo aun estaba por hacer, se construyo nuestra Nación, para que el mundo encuentre en ella la paz, la felicidad y el bienestar que desean y aspiran los seres humanos..

Su gesto de máxima grandeza.

De toda la magnifica actuación de Belgrano, la creación de la Bandera es, sin dudas, el gesto mas relevante, por el cual, su merecida honra tiene su máxima proyección. La bandera, fue enarbolada por primera vez el 27 de febrero del año 1812, pero fue no autorizado por la Junta gobernante, ya que consentirla, significaba y se percibía que con ello se apartaba totalmente de la española. El hecho de “tener bandera”, implicaba tener una enseña, que aglutina detrás de ella, y que constituye la imagen de la comunidad. Es decir, en la bandera, se reconoce la voluntad de tener identidad, reunir a los que piensan, sienten y quieren igual y que, por su valor, materializa unidad. Si comprendemos la importancia del gesto y conocemos los efectos que ello produce, seguramente, estaremos valorando su significado y alcance. Es evidente que Belgrano, que en sus gestos se muestra como un soñador, al crear la bandera, debe haber sentido que estaba dando a sus conciudadanos, no tan solo un símbolo material, sino un medio espiritual en el cual seria posible todo encuentro. Lo maravilloso de la atracción que produce la bandera, realmente, llena de emoción y hace sentir que su flamear es el llamado concreto permanente de la nación. Si se valora este sentido de “tener bandera” propia, se puede magnificar lo que ella tiene que representar en el hoy y para las generaciones venideras.

La honra a Belgrano y a la Bandera encuentra una gran cantidad de expresiones, en la música y en los versos, que quieren dar sonido y ritmo a la verdadera reverencia que los argentinos les tienen. Entre ellos, sin que signifique nada al respecto, el suscripto, autor de este trabajo, ha pensado el siguiente verso:

Gloriosa Bandera Argentina

La que Belgrano nos creo

Sacando del cielo puro

Los colores que le dio.

Celeste y blanca la hizo

Con su refulgente sol

Flamea con todo orgullo

Mostrándonos su honor.

Argentina del pasado

Somos los argentinos de hoy

Unidos por la bandera

Trabajando con ardor.

Si juramos defenderla

Si lo hicimos con unción

Nunca jamás permitamos

Que se pierda ese fervor.

Aquí esta Patria mía

Tremolando con amor

Tal cual Belgrano lo quiso

Y la Virgen le dio protección.

Arriba los argentinos

Aceptemos la acción

Belgrano nos ha legado

La Bandera para unión.

Ejemplo y enseñanzas.

En el DIA DE LA BANDERA ARGENTINA y de la muerte de su creador el GENERAL DON MANUEL BELGRANO, encontremos en su ejemplo un modelo para nuestras acciones y conductas y en los colores de la enseña el faro luminoso que ilumina y guía a nuestra Nación.

Cuando se recorren los días de Belgrano, en un tiempo lleno de dudas con promesas de toda índole, se arriba con claridad a la determinación de que era una personalidad que contenía un espíritu y una mente iluminada. Lo que mas llama la atención y lleva a la admiración, es la manera con que se adapta, sin ninguna preparación previa, a las obligaciones que se le imponen. Su formación intelectual lo llevo al estudio y, consecuentemente, a volcar sus ideas de manera coherente y lógica, pero, fundamentalmente, adaptadas a las circunstancias. Se sentía que el mundo estaba cambiando aceleradamente y Europa daba señales de todo tipo. Se estaba saliendo de un tiempo feudal y entrando a nuevos sistemas que significaban el quiebre de muchos cosas y la posibilidad de nuevas modalidades en la vida. En una cadena de episodios, se derrumbaban siglos de una forma de ser, para dar esperanzadas posibilidades impensadas calificadas casi como imposibles. El cambio se aproximaba avasallando y reemplazando los modos y las formas, creando temor en sus efectos, pero, al unísono deseos a sus logros. Es posible, diríamos seguro, que los escenarios que surgían de los pensadores privilegiados, tenían mas tinte de utopia que de realidades concretas a materializar. Como esa bullente marcha hacia el mañana repercutía en la vida solariega de las tierras del Nuevo Mundo, quizás se reflejaba en los ámbitos universitarios y en las conversaciones de los idealistas. Belgrano, por ello, debe ser visto en aquellos años de comienzo del Siglo XIX, dentro de ese reducido núcleo de los que sentían la llegada de un mañana y querían preparar los terrenos `para ese momento. Las paginas escritas en el Consulado, que contienen supuestos y acciones, indican que el soñador era, al mismo tiempo, un hábil constructor que, con calidad de artesano, sabia delinear desde los cimientos las altas cúpulas.

Lo realmente sorprendente es su mutación a soldado. En los casos de un San Martín, se sigue con facilidad sus pasos desde el cadete de Murcia, el militar fogueado en los combates y el compartir el fragor de las batallas con ejércitos de indudable organización, pero, Belgrano no estaba preparado, aun quizás ni psicológicamente, para conducir tropas e imponerse por la fuerza ya que su modalidad esta en las formas. La época era de la los “grandes capitanes”, es decir seres que tenían presencia y bravura, arrojo y coraje, ejemplo y modelo del guerrero, tanto que el solo saber sus nombres incitaba a la lucha e imponía temor al adversario. Ya no era hordas que al grito de guerra, chocaban enardecidas, con un empuje de muerte y destrucción del enemigo, ahora eran comandantes que dirigían cada paso de la batalla para que, cada uno de ellos, sean la continuación del anterior, al tiempo que la habilidad de la acción sorpresiva, enceguecía y tornaba las derrotas en triunfos. El soldado tenía que tener fe en su jefe, de manera absoluta, y se transformaba en “maquinas de matar” con la certeza de que se sobreviviría. Nuestra historia no relata con claridad como se produce esta mutación, pero, los hechos lo muestran claramente. Belgrano logra convertir que la derrota de las armas en Asunción se transforme en germen de victoria al sembrar en las mentes los ideales porteños. Cuando se le asigna el mando del Ejército del Norte, se le estaba entregando una fuerza en retirada forzosa, ante un adversario poderoso e implacable. En esta oportunidad, resulta emocionante como logra el concurso de los jujeños para abandonar todo, para dejar “tierra arrasada”, al godo invasor. Hombres y mujeres, niños y ancianos, en una larga caravana, escapan y dejan sus casas y pertenencias, en un sacrificio magistral, por el bien común futuro. Pero, Tucumán, sin dudas, le ofrecería los lauros del vencedor triunfal. Belgrano, el hombre sensible, siente que los tucumanos quieren “dar combate” y, con esa majestad que lo caracterizo, se apoya en la gente y con ella presenta la batalla. La “Batalla de la Patria”, como la historia reconoce este momento, se libra en una forma tan singular que su relato parece mas un mito que una realidad. Las formaciones españolas, formadas por curtidos combatientes, son sorprendidas por el valor de aquellos criollos, que surgían de los montes espinosos y con machetes y chuzas, creándoles espanto, y los arrasaron. La “Batalla de la Patria” quito a los españoles su capacidad de ataque, disminuyo su empuje de avance, cambio el sentido de las acciones y fue la base del dominio territorial del futuro del país. Meses después, en febrero del 1813, Salta fue la corona al éxito anterior y la gloria ilumino el mañana- Los desastres de las derrotas de Vilcapujio y Ayohuma, muestran que el poder de los realistas era altamente superior al de los criollos, pero, ya la Patria aleteaba con fuerza.

Este recorrer de la vida del prócer, tiene que contener el momento que el mimo vivió en aquel Julio del 1816, cuando los deputados en el Congreso de Tucumán debatían la forma y manera de unir las voluntades de los pueblos para hacer una nación. Se debe tener en cuenta que, en aquella época, aun no se había logrado salir plenamente de la dependencia ibérica y que el Rey, nuevamente en el trono, quería fervientemente recuperar sus dominios. Los diputados tenían que saber que el paso que pedía San Martín desde Cuyo, significaba realmente cortar la unión con España. Un Belgrano, que acababa de volver de Europa y que era conciente de las dificultades y los peligros, fue la voz, seguramente inflamada de patriotismo, que, como lo había hecho en 1812 ante la batalla, dio los argumentos, las razones y los fundamentos para que el 9 de Julio se declara la independencia.

Hemos recorrido, en la brevedad de los recuerdos, estas tres facetas de la personalidad del Doctor, el General y el Estadista Belgrano y, en cada una de ellas aparece una figura diferente, con la misma sensibilidad, pero con materialización de hechos que las caracterizaron. Belgrano, con sus cambiantes acciones es, indudablemente, el mismo hombre sabio., humilde y dedicado que, sabiéndolo o no, se entrega a su misión sin ningún condicionamiento, solo con las ansias de lograr lo que ella le imponía y lo lograba. Aquella muerte, triste y oscura, del 20 de junio de 1820, hace sentir el peso del abandono y debe doler por su crueldad. El hombre que nos dio “Bandera” y que aseguró el futuro en la “Batalla de la Patria”, dejaba escapar su espíritu, en el olvido de aquellos que gozaban de su genialidad y sacrificio sin que el jamás les pidiera nada.

Reflexión.

Argentina, nuestra Patria, se construyo con esfuerzo y sacrificio, acumulando aciertos y errores, transitando por el difícil camino de las realidades y dentro de un mundo pleno de exigencias e imposiciones. Cada día fue y es un desafío que pone a prueba la templanza y la fortalece nacida de los orígenes, en la que la gente es el factor de evolución y cambio. Junto a Belgrano, la figura que honramos, hubo decenas o cientos de personas que, desde las mas diversas condiciones y posiciones participaron en el tejido de una organización para que agrupe los esfuerzos, una los destinos y prodige bienestar común. Construyeron Argentina, hombres y mujeres que sentían el calor de esta tierra virgen y plena de promesas, que luego abrieron al mundo para poblar sus pampas desérticas y hacerlas eslabón para alcanzar el progreso y el bienestar.

En las auroras, si elevamos los ojos a los cielos, podemos ver en sus colores la enseña que Belgrano nos dio como símbolo de unión y acción, soñándonos como una sociedad plena de posibilidades y promesas, por eso debemos saber que lo logrado es el fruto acumulado de padres y abuelos, que con amor y sacrificio, nos brindan la posibilidad de un futuro que nunca debemos dejar que se pierda en la maraña de los egoísmos o el desinterés.

Cuando honramos a Belgrano, en realidad, ello debe ir mucho mas allá, debemos comprometernos con sus sueños y esperanzas, pues en el y en cada uno de nosotros, esta la Patria.

Nota: El autor es el Presidente de la “Asociación de Descendientes de Guerreros y Próceres de la Independencia” entidad integrante de la “Confederación de Entidades Patrióticas”.

NO NOS DEJEMOS ENGAÑAR, UN CATOLICO NO PUEDE SER DEMOCRATICO

pluralismo

Juan Carlos Monedero (h)
20.06.2009

Los católicos,entramos en una permanente contradicción, si pretendemos defender la verdad en un régimen al que le resulta indiferente la verdad, o que la somete al veredicto mayoritario.
Participación de católicos en democracia: Un callejón sin salida
Ante los casos de aborto y leyes de "matrimonio gay"
Autoridades eclesiásticas han hablado del modo de participación de los católicos en el sistema político vigente. De las mismas, algunas de ellas tomaron estado público:
“Todos los bautizados católicos, al participar de las elecciones como verdaderos ciudadanos comprometidos con nuestra patria, sabemos muy bien que hay valores fundamentales que no son negociables. Me parece oportuno hoy recordarlos para tenerlos en cuenta a la hora de elegir a los futuros legisladores: el respeto y la defensa de la vida humana desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre hombre y mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas”.
No hay duda de que todas las cuestiones que se proponen como criterios “para elegir legisladores” son loables: respeto de la vida del nonato y de la sexualidad tal como Dios la creó, integridad de la institución familiar, libertad de educación de los hijos, bien común. Pero este no es el punto en discusión. Los católicos ya sabemos –o deberíamos saber– que todo eso está muy bien. Lo que verdaderamente nos preguntamos es si este buen propósito tal como está planteado es conducente. A tal fin escribimos estas líneas, pues –por las razones que se verán a continuación– creemos que el mismo planteo es gravemente erróneo y conduce precisamente a afianzar los males que se pretenden evitar.
Ningún partido político está dispuesto a una defensa hasta las últimas consecuencias de todos estos principios. Ninguno. No hablemos ya del PRO, del Frente para la Victoria, de la Coalición Cívica o de los demás partidos políticos, particularmente los de izquierda. Esos están descartados de antemano; por su historia, por su prontuario, por toda la recolección de indignidades que jurídica y legalmente han perpetrado.
Pero lo peor es que tampoco ningún partido político –por más católico que fuera– puede defender integralmente estas verdades.
Y esta imposibilidad no es pasajera, no es una imposibilidad accidental, no es un problema que hoy existe pero mañana podría desaparecer. No, al contrario: Es un obstáculo insalvable.
¿Cuál es ese obstáculo? El obstáculo es el principio mismo de la democracia, que no es otro –veamos si no el artículo 37 de nuestra tan loada Constitución– que la soberanía popular. Dice el estatuto liberal:
“Esta Constitución garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia. El sufragio es universal, igual, secreto y obligatorio”.
En virtud de este principio, la decisión última que abre la puerta a una ley inicua o se la cierra, es la cifra. El número. No las razones, no los argumentos, no la verdad, no el orden ni el derecho. Sólo los números. Por eso, por más que un partido político católico vote en contra de una ley inicua, es evidente que no hace todo lo que está a su alcance para evitar este mal. Y no lo hace porque su reacción ante esta abominación no puede ser sino limitada; se mueve dentro de los cánones del principio de la mayoría, de la legalidad –aunque ilegítima–; se arriesga a perder y, finalmente, termina perdiendo siempre, aceptando el remate de principios y cuestiones morales objetivas. Lo primero que debe decirse es que estamos obligados a impugnar de raíz un sistema que descansa únicamente en la voluntad popular, en las mayorías.
Dolorosa realidad: Los partidos mayoritarios no defenderán –teniendo la fuerza para hacerlo– las cuestiones de orden natural, y los partidos católicos no sólo no tienen la fuerza de la mayoría para defender estas cuestiones, sino que, sobre todo y principalmente, aceptan rifar la verdad en un plebiscito.
Al ir a un plebiscito, aceptan –por más que en su foro íntimo no lo juzguen así– la decisión que saldrá de las urnas. No pueden invocar algo “más allá” de la mayoría, algo “allende” la voluntad popular; no pueden apelar a una legitimidad por encima de la legalidad. No pueden negarle públicamente a las personas su “derecho”, su falso derecho, a llevar al poder a un partido pro abortista, o que por lo menos no tenga una postura claramente antiabortista. No: Los partidos tienen que aceptar, les guste o no, la decisión de las urnas. Por eso, aunque intenten que se los vote con el pretendido fin de defender el orden natural –el sobrenatural conviene no mencionarlo, ya que han abandonado las luminosas enseñanzas del Reinado Social de Cristo, dejando entre paréntesis la Gracia–, ya han perdido de antemano.

a hombre light


El sistema democrático hace posible que una decisión mayoritaria, aunque injusta e inmoral, se convierta en ley.
Hans Kelsen, el famoso jurista judío austríaco, paradigma del positivismo en el siglo XX, vio con toda claridad esta irreductibilidad de alternativas al afirmar, y con razón, que existe una particular filosofía que está detrás del sistema democrático. Y que esa filosofía, que es su fundamento, no puede cambiar sin que ipso facto el sistema mismo deje de ser lo que es. De ahí que haya escrito en su libro Esencia y valor de la democracia, una frase de plena vigencia:
“en efecto, si se cree en la existencia de lo absoluto –de lo absolutamente bueno, en primer término–, ¿puede haber nada más absurdo que provocar una votación para que decida la mayoría sobre ese absoluto en que se cree?”
Los católicos, pues, entramos en una permanente contradicción, en una insalvable aporía, si pretendemos defender la verdad en un régimen al que le resulta indiferente la verdad, o que la somete al veredicto mayoritario.
En efecto, es en el mismo punto de partida en que debemos situar la problemática, y así lo hace el mismísimo Kelsen:
“La cuestión decisiva es si se cree en un valor y, consiguientemente, en una verdad y una realidad absolutas, o si se piensa que al conocimiento humano no son accesibles más que valores, verdades y realidades relativas. La creencia en lo absoluto, tan hondamente arraigada en el corazón humano, es el supuesto de la concepción metafísica del mundo. Pero si el entendimiento niega este supuesto, si se piensa que el valor y la realidad son cosas relativas y que, por tanto, han de hallarse dispuestas en todo momento a retirarse y dejar el puesto a otras igualmente legitimas, la conclusión lógica es el criticismo, el positivismo y el empirismo…”.
El positivista austríaco reconoce y admite la filiación filosófica-política entre el sistema democrático y las corrientes mencionadas. No hay, pues, un indiferentismo axiológico. No hay una absurda creencia en que de cualquier principio puede derivar cualquier conclusión. No hay tampoco un engaño respecto de lo que puede y no puede dar la democracia.
Con sentido ponderativo, por supuesto, pero facilitando la comprensión de los términos, Kelsen nos remite a los pensadores que han defendido la democracia y, además, a los que la han rechazado:
“En efecto, todos los grandes metafísicos se han decidido por la autocracia y contra la democracia; y los filósofos que han hablado la palabra de la democracia, se han inclinado casi siempre al relativismo empírico”.
Por su parte, Kelsen entiende por autocracia todo gobierno que reconozca la primacía de una verdad absoluta, independiente de las subjetividades humanas. La cita continúa y es esclarecedora:
“Así vemos en la Antigüedad a los sofistas que, apoyados en los progresos de las ciencias empíricas de la Naturaleza, unieron una filosofía radicalmente relativista en el dominio de la ciencia social con una mentalidad democrática. El fundador de la sofística, Protágoras, enseña que el hombre es la medida de todas las cosas, y su poeta Eurípides ensalza la democracia y la paz”.
Pero veamos ahora a los tradicionales enemigos de la democracia. Tal vez nos ayude a tomar partido respecto de ella:
“A su vez, Platón, en quien renace la metafísica religiosa contra el racionalismo de la ilustración, declarando contra Protágoras que la medida de todas las cosas es Dios, es el mayor enemigo de la democracia y un admirador y aún propugnado del a dictadura.
En la Edad Media, la metafísica del Cristianismo va unida, naturalmente, a la convicción de que la mejor forma política es la Monarquía, como imagen del gobierno divino del universo. Santo Tomás constituye un testimonio culminante en este sentido”.
Y llegado aquí, uno no sabe cómo agradecerle a Kelsen su ponderación por la democracia, ponderación que pone sobre el tapete sus ineludibles fundamentos, destruyendo de raíz el sofisma del indiferentismo axiológico, que pretende –para hablar en criollo– que un olmo produzca peras.
La democracia, nos enseña el hebreo austríaco, sólo puede tener lugar cuando la razón natural y las verdades absolutas están oscurecidas y relegadas al terreno de lo abstracto, de lo imposible, de lo ficticio, de lo irresoluble. Cuando el ocaso de la razón es un hecho, entonces se alza el sistema que pone como categoría fundamental al número, razón por la cual Kelsen admite y confiesa lo siguiente:
“si se declara que la verdad y los valores absolutos son inaccesibles al conocimiento humano, ha de considerarse posible al menos no sólo la propia opinión sino también la ajena y aún la contraria. Por eso, la concepción filosófica que presupone la democracia es el relativismo”

Elecciones


La claridad de este enemigo del orden natural –recordemos su procedencia del positivismo jurídico– es admirable. Ha de considerarse posible al menos no sólo la propia opinión sino también la ajena y aún la contraria, ha dicho el escéptico. Y sabe lo que dice. Traduzcámoslo a la Argentina de hoy y veremos en qué trampa caemos los católicos cuando pretendemos defender la verdad en el sistema democrático.
Si “ha de considerarse posible al menos” no sólo la propia opinión, pongamos, para aclarar, el ejemplo del aborto. Una vez que entramos en Democracia, no nos queda otra salida que aceptar como posible que un partido se presente como partidario del crimen silencioso. Debemos admitirlo, so pena de ser excluidos del redil bienpensante. Y, por ello, con lógica democrática, no podemos negarle derecho a existir a esa posición.
Ahora bien, si no podemos negarle derecho a existir, estamos nivelando a la verdad con el error, a lo bueno con lo malo, a la realidad con la mentira, a la vida hecha a imagen y semejanza de Dios con el asesinato de un niño inocente. Todo eso estamos admitiendo si entramos en el sistema. Estamos nivelando el asesinato abominable, el derramamiento de sangre inocente que clama al cielo por justicia, con el derecho del niño a nacer, como si fueran ambas posiciones igualmente admisibles.
Intentar ganarles dentro del mismo sistema, ingresando en él, termina consolidando la injusta legalidad que permite estas inmoralidades y atrocidades. Cada vez que perdamos una elección, estaremos obligados en virtud del principio democrático a admitir como válida la postura pro abortista. De nada servirá la apelación al derecho natural, a los principios no negociables, porque su mención no podrá pasar de un intento puramente verbal, en el contexto de un sistema que se desentiende por principio de la verdad y del bien objetivos. Porque si la norma fundamental del sistema es distinta y aún opuesta al derecho natural –y en efecto, lo es–, es evidente entonces que la ultima ratio de las decisiones no es la Verdad, no es la realidad, sino el número, la mayoría.
Y este nivelar la verdad con el error no es, como puede pensarse, algo accidental al sistema. Es de su misma esencia. Porque esta nivelación de la verdad con el error, está fundada en la reducción de todo lo que se discute a su condición numérica. No puede eludirse esto ni puede afectarse que se desconocen estas conclusiones. Si el escepticismo y el relativismo mandan, como admite con honestidad intelectual Kelsen, entonces ninguna opinión es más verdadera que otra. Ninguna opinión es más falsa que otra. Sólo queda guiarse por la mayoría: Todo es lo mismo.
“La democracia concede igual estima a la voluntad política de cada uno, porque todas las opiniones y doctrinas políticas son iguales para ella, por lo cual les concede idéntica posibilidad de manifestarse y de conquistar las inteligencias y voluntades humanas en régimen de libre concurrencia. Tal es la razón del carácter democrático del procedimiento dialéctico de la discusión, con el que funcionan los Parlamentos y Asambleas populares”
Lo dice Kelsen, nada menos que en un libro que lleva por nombre Esencia y valor de la democracia. Por eso, invirtiendo su valoración, lo que debe hacer el católico que realmente quiera defender “la vida desde la concepción”, “el derecho a la educación de los hijos”, “el bien común”, “el matrimonio”, es en primer lugar rechazar de plano el sistema político que hace posible la legalización del aborto, que hace posible el totalitarismo educativo, que hace imposible el ordenamiento al bien común, que hizo posible la ley del divorcio. Si observamos bien, todas, absolutamente todas, leyes injustas y abominables que han alcanzado su promulgación por la vía del sufragio. Han ingresado por medio del voto. Han sido sancionadas a través de la voluntad de la mayoría.
Estas leyes inicuas no fueron sancionadas a pesar de vivir en Democracia.
Fueron sancionadas porque vivimos en Democracia.
He ahí el enemigo: El sistema que difunde la pérfida noción de que todo es lo mismo, la verdad, el error, el bien, lo malo, la belleza, la fealdad.
Por eso es que la participación de los católicos en la democracia no es ni puede dejar de ser un callejón sin salida, una trampa que se arroja a los buenos católicos para que, sin advertirlo, colaboren en la tarea de la confusión de las inteligencias. Rechacemos de plano la mentalidad democrática, niveladora de la luz y de las tinieblas. Y, nuevamente, rechacémosla por aquello que el ya citado Kelsen reconoce sin quererlo: Su culpabilidad en el Viernes Santo.
Hacia el final de su libro el jurista austríaco dice:
“En el capítulo XVIII del Evangelio de San Juan se describe un episodio de la vida de Jesús. El relato sencillo, pero lapidario por su ingenuidad, pertenece a lo más grandioso que haya producido la literatura universal, y, sin intentarlo, simboliza de modo dramático el relativismo y la democracia”.
No pierdan el detalle:
“Es el tiempo de la Pascua, cuando Jesús, acusado de titularse hijo de Dios y rey de los judíos, comparece ante Pilato, el gobernador romano. Pilato pregunta irónicamente a aquel que ante los ojos de un romano sólo podía ser un pobre loco: ‘¿Eres tú, pues, el rey de los judíos?’. Y Jesús contesta con profunda convicción e iluminado por su misión divina: ‘Tú lo has dicho. Yo soy rey, nacido y venido al mundo para dar testimonio de la verdad. Todo el que siga a la verdad oye mi voz’. Entonces Pilato, aquel hombre de cultura vieja, agotada, y por esto escéptica, vuelve a preguntar: '¿Qué es la verdad?'. Y como no sabe lo que es la verdad, y como romano está acostumbrado a pensar democráticamente, se dirige al pueblo y celebra un plebiscito”.
Poncio Pilato, que pasó a la historia como aquel que se lavó las manos de la Sangre Inocente que estaba a punto de entregar. Poncio Pilato, el perfecto demócrata.
El Relativismo y la Democracia firmaron entonces una alianza que nadie –so pena de hacer mutar la naturaleza de las cosas– puede borrar.
Nuestro camino no puede estar, entonces, en el arriesgar la verdad al capricho y a la veleidad de las mayorías tumultuosas, las mismas que un domingo de Ramos honraron a Cristo, para pocos días después pedir su Crucifixión. Pidamos, por el contrario, la gracia de hacer carne en nosotros mismos estas palabras del salmista, que son el verdadero itinerario de nuestra actitud en el orden político, orden que debe ser restaurado por Nuestro Señor. Roguemos a Dios, entonces, diciendo con el Salmista nuestra oración esperanzada:
“Combate, Señor, a los que me atacan,
pelea contra los que me hacen la guerra.
Toma el escudo y el broquel,
Levántate y ven en mi ayuda;
Empuña la lanza y la jabalina
Para enfrentar a mis perseguidores;
dime: ‘Yo soy tu salvación’”.

HOMENAJE A MONSEÑOR MIGUEL DE ANDREA

El próximo 23 de junio, se cumplen 50 años del fallecimiento de Monseñor Miguel de Andrea, quien en 1922 refiriéndose a nuestro país decía que “la paz social es un bien supremo hacia el cual deben tender todos los esfuerzos individuales y colectivos”; y agregaba con palabras que revisten gran actualidad: “aún en medio de la pobreza, la paz es superior a la abundancia dentro de la guerra”.

Fiel a esa inspiración, Monseñor de Andrea se dedicó a concretar su pensamiento, convirtiendo las ideas en obras sociales y educativas entre la que se destaca la Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas (FACE).

El Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico, desea ofrecer un merecido homenaje al obispo de Temnos, colocando una placa en su honor en el hall central de la Casa de la Empleada.

En la mencionada placa se puede leer: El Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico en Homenaje a Monseñor Miguel de Andrea en el Cincuentenario de su tránsito al Padre y en reconocimiento y gratitud a la Federación de Asociaciones Católicas de Empleadas por albergar en la Casa de la Empleada a la Exposición del Libro Católico.

En el marco de la muestra, el Consejo Superior de la FACE ha programado una serie de actividades con el fin de destacar y difundir la figura de Monseñor Miguel de Andrea y la actualidad de la obra de su fundador entre ellas, el 28 de julio a las 19, se desarrollará la Mesa Redonda cuyo tema es “Miguel de Andrea: mensaje y legado” con la presencia como moderador del Prof. Arnaldo Miranda, Presidente de la Junta Central de Estudios Históricos de la ciudad de Buenos Aires y el lunes 2 de julio a la misma hora, realizará la Ceremonia de entrega de premios “Monseñor Miguel de Andrea”, en su segunda edición.

En adhesión al Bicentenario de la Patria y bajo el lema “El buen libro, al servicio de una Patria de hermanos”, la XXII Exposición del Libro Católico, podrá ser visitada del 26 de julio al domingo 8 de agosto. Este último día a las 19, el Cardenal Jorge Mario Bergoglio, S.J., Arzobispo de Buenos Aires y Primado de la Argentina, presidirá la Santa Misa de clausura, en la histórica Capilla Santa Teresita del Niño Jesús, Patrona de la FACE.

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