domingo, 4 de agosto de 2013

EL COMENTARIO DE UN SOLDADO INGLÉS


Un envío de Juan Carlos Moraco

Queridos amigos:

A pesar de la enorme herida que tenemos aún sangrante, respecto de la batalla de Malvinas (insisto en mi teoría…. Fue una batalla…. No una guerra, pues todavía quedarán batallas por librar, hasta que sea una guerra y honremos a nuestros muertos en combate y la celeste y blanca vuelva a flamear en la tosca Malvinera), les acerco algun comentario de un soldado ingles sobre la conducción y la logística, ojo: nosotros no nos hemos quedado atrás   !!!!

De todas formas vale leer el libro del Gral Thompson… “No picnic”, donde este aguerrido y respetable soldado da un panorama tan certero sobre los aconteceres de la batalla, en el, da pareceres y opiniones sobre los aciertos, valentía y deficiencias de nuestra Fuerza Aérea y pilotos de ARA, de nuestros Comandos de Ejercito (Ca 601 y Ca 602, con el Esc Alacrán de Gendarmeria agregado a la Ca 601), de nuestra Infanteria de Marina (el BIM 5 y refuerzos agregados del BIM 3 ), sobre el RIM 25, sobre muchos RI desplegados que dieron duro combate a los invasores, los artilleros, comunicantes e ingenieros que no le hicieron la vida fácil a los enemigos, también sobre nuestras fuerzas de Sanidad (los Conejos Alados) y sobre tantos combatientes mas.

Va un emocionado recuerdo a los camaradas y amigos que dejaron su cuero en las Islas, con oraciones diarias al Señor, y otro saludo enorme a los que estuvieron en las Malvinas y, por la gracia de Dios, hoy los tenemos con nosotros (Ustedes Soldados de la Patria…… queridos amigos del alma, “malvineros” - corresponsales destinatarios de este mensaje - saben a quienes me refiero).


Abrazos a todos Ustedes y un rezo a Tata Dios por nuestros camaradas muertos en combate.


JCM


Otra mirada sobre Malvinas

Dos trabajos del general de brigada Julian Thompson revelan la intimidad de las decisiones que tomaron y los conflictos que se generaron entre los mandos ingleses en una guerra que "no fue un picnic" y llevó a plantear reformas en las FF. AA. británicas y en la propia OTAN.



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carlos torrengo carlostorrengo@hotmail.com
Un lugar de Gran Bretaña. 2 de abril de 1982. Madrugada, 3:15. El teléfono sonó fuerte, bien entrenado para el chillido. Chillido corto, porque con velocidad de rayo una mano levantó el tubo.
–Se trata de esa gente que vive allá en el sur: están por invadirlos. Su brigada tiene que presentarse con plazo de 72 horas para salir a partir de ese momento –ordenó con voz seca y suave un hombre de algo más de 50 años, Jeremy Moore, general de división, comandante de las Fuerzas de Comandos de la Real Infantería de Marina de Gran Bretaña.
–Comprendido, señor, me pongo en marcha –le respondió Julian Thompson, general de brigada, comandante de la Tercera Brigada de Comandos de la Real Infantería de Marina, una unidad de elite entrenada especialmente para enfrentar como parte de la OTAN una invasión soviética en las hostiles cadenas montañosas de Noruega y Finlandia. Porque hablamos de tiempos de la Guerra Fría. Y aquella madrugada del 2 de abril del 82 la Guerra de Malvinas se puso en marcha.
Y Julian Thompson llegó con su brigada al Atlántico Sur. Su fuerza lideró el desembarco inglés en Puerto San Carlos y de hecho fue el componente terrestre que protagonizó las más duras batallas en suelo malvinense.
La otra brigada, la V, fue empeñada en operaciones de menor cuantía. A tal punto que especialistas en temas militares británicos se siguen preguntando para qué fue enviada a aquella guerra de 70 días de duración.
Hoy, retirado y transformado en historiador militar, Julian Thompson es un agrio crítico de no pocos de los términos en que desde el poder político inglés y desde el máximo nivel de decisión militar británico se condujo mucho de aquella guerra.
En sus dos libros –"No picnic" y "La savia de la guerra. La logística en el conflicto armado"– expresa mucho de visión sobre aquel proceso. Y ante el reconocimiento que tiene su opinión, es fuente de permanente consulta en los medios en relación con la actual política de defensa de las islas que aplica Londres, a la que considera ausente de poder.
Mirado desde su historia, el pensamiento crítico de Julian Thompson hundió la primera pica en Flandes al diferenciarse de la opinión de decisivos espacios de la política británica de aquel 82 en cuanto a la voluntad argentina a pelear.
"Pelearán. No será un picnic", fue la consigna de cohesión que bajó a su brigada mientras navegaban hacia al archipiélago. "Estaba decidido a que ningún integrante de mi brigada pudiera hacerse ilusiones en el sentido de que podríamos obtener la victoria sin luchar", reflexiona Julian Thompson en sus memorias de aquella guerra.
No sería una "guerra de apagar fuegos", definición que sirve al militar británico para encuadrar aquellos conflictos que no requieren mayor esfuerzo para lograr el triunfo.
Pivoteando en esa realidad, Julian Thompson arremete en ese entonces contra planos políticos que no identifica. Los somete a cierto dejo de ironía ("gente empinada que he escuchado") y descalificando sus opiniones de que los "argentinos huirán despavoridos no bien lleguemos a las islas".
Decisiones a 8.000 millas
El militar inglés denuncia, además, la ausencia de criterio que a lo largo de la contienda tuvieron los máximos mandos militares británicos en relación con los problemas que sus fuerzas enfrentaban en el Atlántico Sur. Dificultades de logística, fundamentalmente. A ellos y sus estados mayores, y respaldado en sólidas argumentaciones, les imputa sufrir "invalidez operativa por su falta de comprensión de las realidades logísticas" que plantea una guerra convencional. Desliza incluso que no entendían que Malvinas no era luchar contra el IRA en Irlanda del Norte, enfrentamiento que dio "pocos problemas logísticos". Y acota: "La mayoría de los ejercicios de tiempos de paz, con su énfasis en los movimientos tácticos, deja falsas enseñanzas logísticas. Estas ejercitaciones pocas veces ponen a los comandantes ante la disyuntiva de transportar hombres o transportar porotos, balas y combustible".
Sucede también que en línea con esto Julian Thompson encuentra un déficit en la conducción de las operaciones británicas en el Atlántico Sur: la ausencia de un mando superior único a la hora de la decisión en el teatro bélico. Un mando que, por caso, zanjara diferencias en el entrevero para la asignación de prioridades.
En otros términos: los mandos que condujeron lo táctico en el teatro de operaciones tenían excesiva dependencia de Londres. Por caso, escribe Thompson en "La savia de la guerra": "A partir del día D (desembarco inglés en San Carlos, 25 de mayo) se disputaban dos batallas diferentes en forma simultánea, que serían tres cuando el Grupo de Desembarco (N. de la R.: la Tercera Brigada que él lideraba) se alejara de la zona inmediata a la cabecera de playa. Volcar en una misma carta las amenazas operacionales y logísticas de estas batallas, que se desarrollaban a millas de distancia entre sí y normalmente con prioridades contrapuestas, no podía ser, y de hecho no lo fue, una tarea bien conducida desde un cuartel general (Gran Bretaña) distante a 8.000 millas, por parte de un comandante y su estado mayor cuya información era habitualmente atrasada al momento de recibirla".
Tras la Guerra de Malvinas, el Ministerio de Defensa del Reino Unido elevó al Parlamento un denso documento sobre la experiencia militar que se cosechaba del conflicto. En síntesis, reduce esa experiencia a tres conclusiones:
• Hubo gran consumo de munición, incluyendo misiles y armas antisubmarinas.
• Relacionado con lo anterior, debería ser revisado el nivel de apoyo logístico para operaciones fuera de la OTAN.
• La importante experiencia que deja el reabastecimiento aire-aire (recordemos que en la madrugada del 1 de mayo, mediante una operación que demandó 17 horas de vuelo, un veterano bombardero estratégico Vulcan atacó la pista de Puerto Argentino tras levantar de la isla de Ascensión, situada 3.300 millas al norte del archipiélago. El vuelo requirió una cadena de reabastecimiento aire-aire por medio de siete aviones tanque).
Al pasar su lupa sobre el informe de la cartera de Defensa, Julian Thompson sostiene: "Con respecto a la primera y segunda conclusión, el único comentario que se nos ocurre es que son absolutamente obvias; son lecciones que no debieron necesitar ser 'aprendidas', sobran los ejemplos en el pasado a los cuales recurrir, pero como dijo Hegel: 'Lo que la experiencia y la historia nos enseñan es esto: que los pueblos y los gobiernos nunca han aprendido nada de la historia ni actuado en base a principios deducidos de ella'. De la tercera lección el comentario puede ser 'está bien', pero le caben las mismas consideraciones que a las anteriores".
En fin, reflexiones de un general inglés sobre la guerra de Malvinas.
Esa guerra que, como definió un talentoso periodista español –Manuel Leguineche– a la de Vietnam, fue "la guerra de todos nosotros".

SI... QUIZAS... NO...


Por Eduardo Sebastián Gutiérrez. 
El problema con los liberales, es que asumen posiciones verdaderas de pensamientos vacuos, y viceversa, de pensamientos verdaderos, asumen posiciones vacuas, y esto, porque los liberales que no sufren su liberalismo, o sea, todos los liberales, oponen a la razón justa y al sentido común, cuando no a la Verdad Sobrenatural, las argumentaciones de su subjetivismo y sentimentalismo.
Al no soportar el dolor que pueden acarrearles la firme posición de quienes quieren que triunfe la Verdad por sobre el error, que ellos lo redefinen como “las otras formas de pensar”, estiman más prudente, políticamente más correcto, que en todo momento, o en la mayor cantidad posible de ellos, las relaciones entre ambas,  sean las de una sana vida social conjunta, de buenas costumbres compartidas.
Esta gran concordia universal en la búsqueda individual de la paz espiritual, según las propias costumbres y creencias, cuidando celosamente, que nada trascienda por sí misma y de forma definitiva, y que las exactitudes no repriman ni confronten la superioridad de la confraternización en todos los órdenes y aspectos, es la verdadera y única verdad de los liberales. 
Pero Cristo no es un facsímil socialista que iguala todo hacia abajo, o liberal, que iguala todo en el egoísmo individualista, ni tampoco se contradice yendo y viniendo de una posición a otra; Él es Dios, la Suma Perfección, el Ser Necesario, el Primer Motor, el Relojero del Reloj que representa a toda la Creación, el Creador de todas las cosas visibles e invisibles, que las mantiene en su ser y por tal existen ante los ojos de nuestra inteligencia, cuando está despabilada. 
Pero como los liberales están “dormidos”, la Verdad para ellos es en alguna medida, cuando no en toda, una quimera, un imposible siquiera de considerar con algún grado de certeza.
Esta es una de las causas profundas, en que justifican el que sea necesario construir siempre la realidad en sentido de evolución constante, representando de igual modo el fundamento del porqué rechazan en su justa medida y razón el debido respeto a la Tradición, y únicamente la mencionan en la referencia lejana, la del comienzo necesario, el primer paso en la construcción de la tradición presente, la tradición viva.
Y mientras promueven esta herejía, son capaces de sostener una correcta posición en otros temas.
Por eso es que de a ratos defienden la sana Doctrina, y en otros, no.
Por eso es que de a ratos los fieles se alegran, y en otros, no.
Por eso es que de a ratos se promueve el falso ecumenismo, y en otros, ……. también.
Aquí se correspondería al dedillo parafrasear una reconocida sentencia del Padre Jorge Loring: “Católico ignorante, futuro protestante”, por esta otra: “Católico liberal (ignorante), seguro protestante”.
En definitiva: Por eso es que de a ratos no hay defensores del Papa Francisco, y en otros, …….también.
Cordialmente.