Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila. (LMGSM 1 y CMN 73)
Nuestra Patria esta en una de las encrucijadas de la historia en la cual se debe optar sobre las acciones que llevaran a la evolución exitosa o nos conducirán a la continuidad de las actividades que profundizaran su apartamiento del progreso que tiene como potencial el país y que niega sus gobiernos, deformando las posibilidades de ser una Nación.
El pasado de nuestra Argentina muestra con claridad los diversos tiempos que ella vivió en sus etapas para lograr una identidad y participar en la comunidad internacional. El Siglo XIX se caracteriza por un país en cuyo territorio se trasplanta una población con un milenario linaje occidental y cristiano, con formas europeas y esencia hispana, que se origina de una época feudal en la que despiertan las inquietudes de la valorización de las gentes y encierra las bases de la democracia. América latina, en general, con sus formas románticas, conforme las regiones, entremezclo por sangre las corrientes de antiguos y nuevos pobladores y creo, de esa natural manera, una nueva sociedad, con profundas raíces, alimentadas con elevadas esperanzas. Así, nuestros abuelos, fueron americanos por nacimiento pero europeos por las ideas, usos y costumbres. El castellano, dejo de ser la lengua de los conquistadores y, con sus ritmos y tonadas clásicas de cada lugar, se convirtió en el medio y el lazo de unidad de esta nueva sociedad.
Cuando llegaron los estertores, que nos sacaba de la adolescencia, aparecieron las oportunidades de la mayoría de edad, y, con mas deseos de logros en el mañana que ventajas presentes, se comenzó a adaptar las maneras para el desafío de ser algo diferente ante el consorcio de pueblos del Mundo. Si bien las batallas para lograr identidad señalan valor y sacrificio, los escritos y debates en búsqueda de convenios, muestran inteligencia y razonabilidad. Así, Argentina, nació de los acuerdos, sabios y responsables, adecuados y justos, que se elaboraron con realidad y trataron de materializar firmes cimientos para una nación que se concebía grandiosa.
Para entender el desvío del presente, hay que tratar de comprender los sucesos que nos llevaron a modificar conductas y procedimientos, que han dado un perfil diferente al esperado. Este fenómeno, no es exclusivamente nuestro, sino que aparece en otros países, con mayor o menor intensidad, logrando instaurarse o ser rechazado, conforme la rudeza con que se lo conduce. En el caso de Argentina, la libertad y la oportunidad para realizarse, brindo a algunos no comprometidos con el ayer, la posibilidad de crecer, levantar banderas revanchistas y justificar su accionar aun en contra de lo que le había dado el sustento. Este accionar artero, es el que nos lleva a calificarlos como "viles traidores a la Patria", ya que, enquistados en su cuerpo social, han actuado como un virus maligno disociador. La base de sus posturas, fue cambiar los objetivos de los gobiernos, que se originaban para ofrecer satisfacer "necesidades y aspiraciones", trocándolos por la imposición de "ideas" (ideologías) o "intereses" (corporaciones) que "parten" a la sociedad y no las "une".
Este accionar, es el que nos lleva a afirmar, que se ha "destruido el vinculo" que es la política, que es el elemento necesario de contacto entre el pueblo (la gente o la sociedad) y los gobernantes (gobierno y estado). Cuando en una sociedad organizada se eligen las autoridades y/o los representantes, ellos deben ser genuinos originarios de sus integrantes y no resultante de posiciones o fracciones, ya que entonces existe una falsa relación destructiva y cruel que resta el apoyo individual, motiva el egoísmo particular y entorpece los frutos de comunidad. En nuestra Argentina con el justificativo de la "gobernabilidad" se destruyo la "democracia", con el del "presidencialismo" se troco la "republica" y con el "centralismo" se rompió con el "federalismo", que, en un todo, significa el apartarse de las normas constitucionales.
En el actuar para lograr sobrevivir al impacto y sus nefastas consecuencias, en lugar de atacar el germen del mal, se trata de ofrecer soluciones que son parciales o circunstanciales, que, al ser paliativos, en verdad, lo que hacen, es ocultar, con lo que sus efectos continúan. El aparente misterio es como ante tanta desagracia el país subsiste. El secreto, que no es tal, aparece con claridad, cuando se conocen las cantidades de los que "burlan" la ley, no cumplen con sus obligaciones y que al actuar "ilegalmente" eluden los efectos nocivos del sistema. Este proceso equivoco, también tiene expresión en la "criminalidad", con sus variadas formas de "inseguridad" y, ante la impunidad, la cada vez mas creciente "violencia".
Este drama sociopolítico, no tiene solución o respuesta fácil, ya que ella debe venir de los dirigentes políticos que, bajo las mas diversas fachadas o formas, constituyen la clase gobernante, pues, de hacerlo, deberán renunciar a las ventajas que les ofrece ser parte del régimen, pero, de todas maneras, el argentino común, el hombre de la calle y el trabajo, debe saber que el mismo existe y que tiene solución, claro que ella impone cierto grado de "patriotismo".
En síntesis, para poder encarar el futuro, es necesario corregir, en el presente, los desvaríos que nos apartaron de la evolución exitosa y nos han llevado al desaliento delictivo que traba, entorpece, empantana y condena a aquellos que quieren ser parte genuina, contribuyente natural, para que el país sea realmente una nación. Es importante saber, que nuestra Argentina, tiene ante si, un problema de tipo político a resolver y que los demás temas, sean económicos, sociales, culturales, etc. serán conforme a la matriz que le brinde el primero. El régimen actual prioriza los temas que razonablemente son las consecuencias, con los que se crea una suerte de "institucionalización"
que con su accionar "emparcha" las grietas y "oculta" sus efectos trasladándolos en el tiempo, lo que los agravaba y, bajo ciertas circunstancias, pasan a parecer hasta aceptables.
Si nosotros logramos resolver el problema político, por ejemplo volviendo claramente a la Constitución Nacional original y aplicando sin dudas ni dilaciones su "forma de gobierno (CNA Art. 1), estaremos en capacidad de acceder al entorno que es el mundo actual y futuro. De otra manera seremos una nación poco confiable en el ámbito y el escenario internacional, que, consecuentemente, nos apartara de sus realizaciones y nos negara la posibilidad de la concurrencia y la participación.
El mundo futuro tiene como característica el universalismo, es decir la comunidad de acciones integrada como planeta, y muestra el proceso de urbanización o sea la concentración poblacional en las ciudades. El crecimiento vegetativo (30 % mas a mediados del Siglo XXI) con el aumento de la calidad de vida (¿¿??), esencialmente por el aporte de la mecanización, lleva a dos problemas, ya clásicos en nuestros días, que son la "energía" y los "alimentos". Es decir la evolución, activa las capacidades de producción clásica y lleva a Argentina a la misma posición que tenia a principios del Siglo XX, cuando ella era considerada el "granero del mundo". El progreso nos esta devolviendo el valor que, como país periférico, nos resta la geografía y nos asigna la historia.
Argentina es un territorio con condiciones excepcionales, en lo que se refiere a su superficie apta, las condiciones climáticas, su acceso a las comunicaciones, etc. y con una marcada experiencia productiva fruto del trabajo y la dedicación. Su capacidad productiva comparativa le permite ser parte directa y valiosa para la sociedad mundial, lo que le impone la obligación de satisfacer aquella exigencia y comprometerse con el aporte de lo que tiene y puede hacer. Es aquí donde se entronca la vertiente de su perfil local con los parámetros de su inserción internacional, ya que, para que exista coherencia aplicativa, deben ajustarse ambos elementos constituyentes.
Los gobernantes del presente tienen que mostrar la misma creatividad que caracterizo a aquellos que dirigieron los destinos de nuestra Argentina en el pasado, que supieron dar a la sociedad la posibilidad cierta de su realización y al país la ubicación exacta para su actuación. Esta creatividad debe surgir, lógicamente, de la imaginación y los conocimientos de los dirigentes, y su aplicación será la resultante de la honestidad y pureza del accionar como gobernantes.
Argentina, nuestra Patria, mantiene en su esencia, las mismas bases que su tradición cimento para tratar de ser una nación. Los desvíos que la han llevado de fracaso en fracaso se deben, no a su esencia, sino a las promesas de la felicidad simple y sin esfuerzo que quitan al habitante las aspiraciones de ser ciudadano y, por lo tanto, contribuir solidariamente con el esfuerzo individual al bienestar general, pero, una nueva oportunidad ofrece el destino, que debe sacarnos a los argentinos del papel de espectadores y llevarnos al rol de ejecutores, con el convencimiento de que actuar, contribuir y hacer es una obligación hacia la Patria.