martes, 5 de junio de 2012

RUIDO DE ROTAS CADENAS


Por Enrique Guillermo AvogadroAbogado
“Cuando los hombres están  reunidos, pierden el sentido de su debilidad”. Charles Secondat, barónde  Montesquieu

La  semana que pasó parece haberse convertidoen un verdadero punto de inflexión en  la marcha del “cristinismo” hacia su imaginada eternidad, y fue marcada por la  pérdida del miedo en las todavía incipientes protestas de los ciudadanos de a  pie y hasta de los chacareros de la Federación Agraria.

Geográficamente  hablando, la mancha de aceite de las cacerolas que comenzaron haciendo sonar las  clases medias urbanas en la ciudad de Buenos Aires, el Conurbano norte, Rosario  y Córdoba, creció en forma significativa desde el jueves por la noche, y llevó  el descontento hasta lugares emblemáticos como la residencia de Olivos o el  Monumento a la Bandera. La convocatoria –que ha comenzado a repetirse para el  jueves 7 de junio, a las 18:30, en Plaza de Mayo- fue realizada por miles de  mails, twitters anónimos, dando la razón al Gobierno que creó, para intentar  controlar las redes sociales, la fantasmal tropa sobre la cual Lanata puso su  radiante y jocosa luz hace quince días.

Por su  parte, la Comisión de Enlace, con sus bases atribuladas por el impuestazo de  Scioli –que favorece a doña Cristina en términos económicos y políticos- ha  decretado un paro agropecuario de nueve días que, seguramente, traerá algunos  problemas adicionales y es probable que se nacionalice, dadas las similares  conductas de Uribarri, en Entre Ríos, y otros gobernadores aquejados por la  falta de recursos. Le costará, sin embargo, superar la desilusión de esas clases  medias urbanas cuando el Frente para la Victoria contó sus votos en la pampa  húmeda. Si bien el triunfo oficialista en 2011 en esos partidos del interior no  se debió a que los productores rurales hayan invertido su posición respecto al “kirchner-cristinismo” sino a la sustancial mejora que el auge de precios  agrícolas produjo en los comercios –es decir, en quienes habitan los pueblos y ciudades del interior- que vendieron más autos, más insumos, más alimentos, la sensación de traición electoral que sufrieron quienes, sin tener relación  directa con el campo, acompañaron las protestas contra la Resolución 125 hizo  que se haya generado una brecha que será difícil superar.

La  sequía que ha comenzado a afectar los bolsillos de los ciudadanos, como siempre  sucede en cualquier país y en cualquier época, ha hecho que éstos “descubrieran”  la inflación y la corrupción rampante de este gobierno, que supera con creces  todo lo conocido hasta la fecha. Por otra parte, la población ya está harta de  la inseguridad cotidiana, producto de muchísimos factores, entre los cuales el  tráfico de drogas y la desmadrada inmigración resultan los mayores  componentes.

La  verdadera diarrea verbal que han sufrido estos últimos días algunos de los  funcionarios –y don Anímal ha sido la  mejor expresión de ella- obliga a recordar la frase de Juan Pablo Feinman, uno  de los fundadores de Carta Abierta, cuando fue atacado por el mismo virus: “Resulta muy difícil defender a un gobierno  encabezado por dos millonarios”. Tenemos aquí otro de los motivos que llevaron a que volvieran a sonar las cacerolas: la falta total de vergüenza de  quienes impiden comprar dólares en el mercado libre y único de cambio, mientras que  todos ellos –don Máximo incluido- no solamente declaran injustificables ahorros en esa moneda sino son autorizados a adquirir ingentes sumas hoy mismo.

Los  controles a las importaciones están haciendo que muchas fábricas comiencen a  parar por falta de insumos, con lo cual ha comenzado a aparecer, otra vez, el  fantasma del desempleo sobre el horizonte de las preocupaciones. Porque, si ese  efecto que ya ha comenzado a notarse en el gran Rosario y en la gran Córdoba, rodeadas por cinturones de pobreza pero, también, de clase media humilde, se  tradujera rápidamente en protesta social, la situación en la Argentina cambiaría  de amarillo a rojo en segundos. Doña Cristina y don Daniel parecen haber  olvidado que, si la Provincia se incendia, las llamas estarán a sólo pocas cuadras de la Plaza de Mayo, con todo lo que ello ha implicado en nuestra  historia reciente.

La  propia e inocultable torpeza oficial en el manejo de los instrumentos económicos  locales, la confiscación de activos, el declarado mal trato a los inversores, el desprecio por la seguridad jurídica, el imparable gasto público, la consecuente  inflación, el atraso cambiario, la falsificación de todos los indicadores, la  prostitución de la Justicia, la impudicia en el latrocinio, la soberbia de la  impunidad, el brutal aislamiento de los gobernantes (que creen estar viviendo en  la Ciudad Prohibida de Beijin), la notoria disminución en los saldos exportables, la recesión generalizada, la crisis energética, la expuesta vocación tiránica, son algunos de los factores que han producido esa inflexión  de la que hablé al principio.

Europa, nuestro segundo destino exportador, continúa enfrentando dificultades de muy  difícil pronóstico, y Estados Unidos, Brasil, China e India ya están mostrando  signos de agotamiento de ciclo. Esa situación externa, además de servir de  excusa (“el mundo se nos cayó  encima”) a los problemas propios de la Argentina, hará que la imagen de doña Cristina y su banda, que aún registra envidiables pero explicables –pueden ser atribuidos a la notoria inexistencia de alternativas serias- índices de  aprobación, caiga como un piano.

  Entonces, con el descontento y con la  pretensión de la Casa Rosada de incrementar los recortes a las libertades individuales, también aparece una simétrica preocupación. La Gendarmería  Nacional, retirada por la inefable doña Nilda de sus funciones naturales de  custodiar las fronteras para ser trasladada masivamente a los centros urbanos,  se ha convertido en una fuerza de seguridad que, a diferencia de sus colegas policiales, cada vez está mejor armada y mejor paga; fuentes confiables señalan  que sus efectivos ganan hasta tres veces más que lo que perciben sus homólogos de grado en las otras fuerzas.

Sus  miembros no se han caracterizado -¿recuerdan el plan Fénix, de espionaje a los líderesde las protestas?- por la sutileza y la delicadeza; simplemente, no están preparados para ello y, como es lógico, se comportan como se les ha  enseñado. ¿Será, entonces, la encargada de reprimir las cacerolas, los paros  agrarios, las huelgas y las protestas sociales? ¿Obedecerá, si es así?

Nuestra  autoproclamada emperatriz tiene, en el futuro inmediato, dos batallas que definirán tanto la fuerza real de la que dispone cuanto cómo será, a partir de  ahora, el derrotero de su gobierno. La primera en el tiempo es la propuesta designación de don Pinocho Reposo como nuevo Procurador General de la Nación, en reemplazo del ex íntimo don  Esteban Righi, que vio su carrera y su supuesta honra caer bajo los cascos del  desbocado caballo de Guita-rrita.

La segunda, muchísimo más importante, se librará el 12 de julio en la CGT, cuando se verá si el Gobierno tiene munición suficiente como para desalojar a don Camión de su sillón y reemplazarlo por  alguien que pueda ser considerado propia tropa. Aquí el problema será más grave  en cualquiera de los escenarios.

Si lo  consigue, la central obrera se dividirá como siempre, pero estará enfrentado a  un conglomerado de gremios del transporte que, además de fuertes, verán sus  ingresos disminuir vertiginosamente por la nueva crisis con el campo, la  recesión y la caída en el comercio exterior, todo lo cual producirá muchísimos menos viajes encamión, y don Hugo saldrá, con los tapones de punta a pelear por  el bienestar de sus afiliados. Del otro lado, una CGT “oficialista” tampoco podrá calmar las naturales apetencias de las trabajadores para mantener a flote de la inflación sus ingresos pues, si lo hiciera, sus adherentes mudarían sus  apoyos a los sindicatos de base, harto más combativos.

Si doña Cristina perdiese una de esas batallas -¡y qué decir si fueran ambas!- su  condición de “pato rengo” se acentuaría y, casi con seguridad, sus adláteres y  cómplices correrían a “profundizar el modelo” en un estilo más combativo y  despótico, para intentar evitar un desastre electoral devastador.

En fin, si a ello le sumamos la negativa a siquiera mencionar a la inflación, causante  exclusiva de los males que sufren los mercados y las inversiones, y la guerra que, según haanunciado, encarará a partir de mañana don Patotín para bajar a la fuerza la  cotización del dólar “blue”, las próximas semanas no serán aptas para cardíacos en nuestro país. Parafraseando al ingenioso hidalgo, “cosas verán, argentinos, que harán hablar a  las piedras”.

Mientras tanto, la ciudadanía seguirá rompiendo las cadenas con que el populismo, hoy debilitado por la falta de recursos, tiene atado al bolsillo de los ciudadanos,  y el ruido será tal que se oirá desde lugares tan remotos como Calafate.

Bs.As.,  3 May 12