Por Tcnl. (R) José Javier de la Cuesta Ávila (LMGSM 1
y CMN 73)
La ruptura entre lo pactado en la Constitución Nacional original con lo
institucionalizado por las corrientes políticas circunstanciales, ha hecho
perder el ámbito ambicionado de la libertad, conduciéndonos a la sumisión.
Cuando encontramos que el camino
se llena de barreras y sentimos que las ataduras nos impiden avanzar, surge
clara en la mente, la sensación de lo que es la libertad. La libertad, como
hecho espiritual, está encerrada por la realidad física, que impide
materializar lo que las ideas y los sueños sugieren. Por eso, cuando se pierde
la libertad, se comienza a desfallecer, ante la exigencia de los esfuerzos, se
hace a toda actividad una muestra de sacrificio y se evita al prójimo, que ya
no es lo solidario, sino que se torna en el enemigo. La pérdida de la libertad individual, que
convierte a la persona en esclavo, es la esencia del virus, que lleva a su
agotamiento en la sociedad, lo que hace que las comunidades pierdan su razón de
ser y, al hacerlo, su voluntad de existir y progresar para el bien común.
Muchos pensadores, que han dejado
sus obras como huellas de la evolución humana, nos hablan de lo que para ellos
significa la libertad, podemos recordar, por ejemplo:
"Cuando hay libertad, todo
lo demás sobra" (Gral. José de San Martín)
"Si, pues, queremos ser
libres, seamos antes dignos de serlo" (Juan Bautista Alberdi)
"La libertad es, en filosofía:
la razón, en el arte: la inspiración y en la política: el derecho" (Víctor Hugo)
"La libertad, Sancho, es uno
de los mas preciados dones que a los
hombres dieron los cielos, con ella no puede igualarse los tesoros que encierran
la tierra y el mar. Por la libertad, así como por la honra, se puede y debe
aventurar la vida" ("El Quijote" de M Cervantes)
"No hay camino hacia la
libertad, la libertad es el camino" (Mahatma Ghandi)
"El hombre libre es el que
no teme ir hasta el final de su pensamiento" (León Blum)
"Renunciar a la
individualidad es aniquilarse a si mismo". (Robert G. Ingersoll)
El problema actual, es que las
acciones de cualquier origen olvidan la libertad en su accionar por el logro
del poder, y, para ello, buscan legitimizarse ofreciendo futuros que alimentan
las ansias de lograrlos y, así, ceden a sus derechos y niegan sus obligaciones,
en una burda danza de irrealidades cómplices. Este tema adquiere dantescas
dimensiones, cuando su escenario se proyecta en las sociedades modernas, en las
que la resultante de la evolución material, ha hecho perder los valores de la
individualidad. La tendencia del dominio, aparece como la más afilada acción,
que con sus figuras floridas tiende a crear los lazos de interacción, en los
que se cae, impulsados por las promesas o alentados por las supuestas ventajas.
Este proceso, normalmente, aparece como una solución a los desvíos o un puente
para superar problemas, a la que, la ingenuidad de la desesperanza, hace
aferrarse. La trampa esta en la creación ficticia de la necesidad, violando los
compromisos que sustentan las realidades y trazando derroteros, que se sugiere
seguir, sin que hacerlo significa esfuerzo o sacrificio.
La libertad se pierde por la
conformidad, que, a lo largo de su existencia, se transforma en sumisión, que
es la acción individual y colectiva de aceptar el comportamiento general,
impulsado intelectual o físicamente, hacia un objetivo determinado que,
latentemente, tiene un cambio que se percibe o estima negativo. Es posible que
la persona sienta la negación en su fuero interno y que no lo manifieste, por
la presión directa o indirecta de su entorno, lo que hace que en su espíritu
florezca rebeldía, pero, cuando se acepta interna y externamente, adquiere un
compromiso, al que no puede luego eludir, que lo ata, lo condiciona y, en
cierta medida, lo subordina. Esta situación conduce a la obediencia, que es
cuando la persona y/o la comunidad, modifica su comportamiento a fin de
adecuarse directamente a lo que se le impone. Es de señalar, sin embargo, que
tanto la conformidad o su consecuencia como obediencia, constituyen formas de
influencia social, política y/o económica. La cuestión es que, al correr del
tiempo, las personas y/o las comunidades, idealizan la situación y aceptan sin
dudas o análisis, lo que, históricamente, ha llevado a sistemáticas atrocidades
(como las desarrolladas por las dictaduras) que
su logro solo proviene de la ignorancia o el desconocimiento.
Entre la libertad y la sumisión,
existe el escenario de la influencia o el entorno social. Las características
de ello, conocido como socialización, son las que indican como algo normal y
aceptado, acciones, actividades, etc. que la mayoría así lo ha considerado,
pese que en sus raíces y efectos deberían ser repudiados. La socialización, de
alguna manera, hace "natural" las formas y usos, como así también los
comportamientos, que, finalmente, parecen como la muestra de la cultura o la
identidad social grupal. En nuestro tiempo, esta influencia, algunas veces
conocida como "moda", alcanza una dimensión creciente, debido al
aumento de las capacidades y posibilidades de las comunicaciones. Aparece así,
como un nuevo y diferente medio, para condicionar la libertad a la persuasión,
que es llevar, intelectualmente, las ideas, motivar su aceptación y evitar la
resistencia. Esta persuasión (propaganda, difusión, etc.) influye, suponiendo
que la existencia de un cambio es irreversible, y que, aceptar lo innovado, es,
realmente, contribuir a la estabilidad y, negarlo, es la ruptura entre el
presente y el futuro. Sin embargo, la experiencia muestra, que se producen
vacilaciones a la plena aceptación, que pueden preservar la tendencia o, al ser
convencidas, reforzar la modificación.
La libertad también se deteriora
por la idea de que priva el juicio de las mayorías, eludiendo, así, la búsqueda
de criterios que logren el consenso. De esta suerte, desaparece la necesidad de
comprobación, y se impone el error por el simple justificativo de los tamaños.
En muchos casos, en mayor proporción en el presente, se observa que siempre
existe la posibilidad de acordar, aun entre aquellos de orígenes dispares,
cuando las bases del acuerdo son realmente verdaderas, ya que, es más efectiva
la unión en los haceres que la lucha por las diferencias.
La sumisión es, finalmente, la negación
a la acción y el impedimento de la rebelión, dado que reposa en la idea de una simulación
de la conformidad, postergando las posibilidades de la reacción que, en
ocasiones, es pensada tan lejana, que nunca llegara. Lo más grave es que,
cuando no existen más posibilidades de corrección, se comienza a considerar los
desvíos como algo natural y justo. Ello lleva a considerar, que se ha logrado
la "paz social", ya que no hay brotes de rebeldía, pero, en realidad,
lo que se ha instaurado es la resignación.
El problema es cómo se logra que
la libertad no sea vulnerada, que no existan grupos que la vulneran
"legalmente" y tornen caducos los esfuerzos anteriores realizados
para su logro y consolidación. Es evidente que, lograr la posibilidad de la exteriorización,
es decir la difusión pública de ideas, es uno de los más convenientes procesos,
que pueden paliar, atemperar y, eventualmente, corregir, los desvíos
deteriorantes de la libertad.
Los alcances de la libertad están
dentro del "sentido común", que es el conjunto de enunciados fundamentales
compartidos, sobre lo que se entiende ella, física y espiritualmente, conforme
la cultura, las creencias y los conocimientos personales. En la actualidad,
estos alcances, han adquirido la forma de "derechos" que, en su redacción,
presentan la interpretación de los ámbitos, formas y modos de ser "libre.
En el caso de nuestro país (Argentina), la Constitución Nacional, lo describe
en varios de sus artículos, pero, históricamente, se destaca su artículo 14, que señala los mismos,
diciendo:
"Todos los habitantes de la Nación
gozaran de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamenten su
ejercicio, a saber: De trabajar y ejercer toda industria lícita, de navegar y comerciar, de peticionar a las
autoridades, de entrar, permanecer,
transitar y salir del territorio argentino, de publicar sus ideas por la prensa
sin censura previa, de usar y disponer
de su propiedad, de asociarse con fines útiles,
de profesar libremente su culto, de enseñar y aprender". Tema que es
complementado en otras disposiciones constitucionales, pero, por su
profundidad, es interesante destacar el art
41 que dice así: "Todos los habitantes gozan del derecho a un
ambiente sano, apto para el desarrollo humano y para que las actividades
productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de
las generaciones futuras, y tienen el
deber de preservarlo. El daño ambiental generara prioritariamente la obligación
de recomponer, según lo establezca la ley. Las autoridades proveerán a la protección
de este derecho, a la utilización racional de los recursos naturales, a la preservación
del patrimonio natural y cultural y de la diversidad biológica, y a la información y educación
ambientales".
Dado que la libertad es, en último
análisis, las formas con las que el individuo convive con sus semejantes, ella
significa el acuerdo público que asume aquel para con su grupo. Es importante
señalar lo "público" del acuerdo, ya que, de alguna manera, puede
ello no ser igual en lo "privado", pues en el fuero interno puede
existir negativas o rechazos que, al no afectarlo directamente, no se siente en
la obligación de expresarlo. Bajo estas circunstancias, surge la figura de la
"obediencia", que es cuando se modifica "libremente" su
propia posición a efecto de adaptarse y someterse a una voluntad diferente. De ahí
surge un elemento clave de la libertad, por los efectos que sobre ella tiene la
"autoridad", o sea el nivel o jerarquía
donde se resuelven las diferencias de las escalas menores que, por
"obediencia", así lo deben aceptar. Pero, aun la autoridad y sus
dependientes, pueden estar bajo lo que se conoce como la "influencia
social", que se hace algo siempre "natural", lo que simplifica, lógicamente,
la vida, ya que le da apariencia de racional, y permite saber como comportarse
en las mas diversas situaciones, permitiendo, de esta manera, economizar
esfuerzos y aventar dudas. En nuestro tiempo, la influencia social, quizás como
"moda", tiene un valor creciente, particularmente en los mas jóvenes,
que la aceptan normalmente, sin comparar o distinguir de su símil o parecido
anterior, cosa que no se da en el adulto que, generalmente, crea rechazos, por
que no lo considera hechos, sino que la sienten como apariencias sin, por ello,
penetrar en sus orígenes y consecuencias.
El individuo dentro del grupo,
ahora considerado como sociedad, siente
como algo natural los cambios de la "moda", sin que le motive a
analizarlo, pues cuenta con su aceptación de origen. En la práctica, luego,
aparecen las hegemonías, sean ellas políticas,
culturales, económicas, etc., que se acentúan por la costumbre, pero que se
activan cuando surgen disensos o competencias. La sociedad (grupo) se presenta
como de entidad física (la familia, el pueblo, la nación) siendo la resultante
de la sumatoria de individualidades, que adhieren a algunas y rechazan otras,
lo que conforma el perfil que las distinguirá. Si bien los aspectos morales,
espirituales, etc. pueden ser los factores de amalgama, sin dudas, y al correr
del tiempo, la economía ha pasado a ser la clave de la constitución grupal y
junto con la geografía y la población, actúa como condicionantes de los ámbitos
y alcances de la libertad. La economía, no es tan solo el dinero, sino la clara
división entre el actuar manual no calificado y los alcances intelectuales
calificados, lo que lleva a que la libertad este condicionada no tan solo por
el contar no con recursos financieros, sino también por los desarrollos tecnológicos
alcanzados. Este proceso de transformación hace que las leyes de funcionamiento,
aquellas que condicionan los ámbitos y alcances de la libertad (derechos, garantías,
etc.) no tengan vigencia aplicativa permanente, lo que lleva, indudablemente, a
choques que solo se solucionaran con buena fe y honestidad. Este problema se
hace tanto más difícil, como mas grande es el grupo (sociedad) en el que se
produce, fundamentalmente, por la diversidad de intereses, fines y valores de
cada uno de los sectores o partes que concurren a aquella. El éxito o los
fracasos en la obtención de soluciones, se origina en la inteligencia o torpeza
que puede unificar o desarticular, particularmente, cuando se los valore por su
origen de confianza, esperanza o garantía que merecen aquellos que serán sus artífices
ejecutores.
El "poder" o sea la
capacidad, posibilidad y alcances que se aplican para realizar, conducir o
transformar los ámbitos y alcances de la libertad, es el factor clave básico
para consolidarla, fortalecerla y aplicarla, ya que el mismo es la esencia de
capacidad sobre la cual se constituyen los hechos. El poder y la autoridad, de
alguna manera, siendo diferentes, en su concreción son similares. En una
familia el "poder" son los padres, en una empresa sus gerentes o en
las instituciones los funcionarios y, consecuentemente, en un país, sus gobernantes.
Toda sociedad crea en sus aspiraciones e intereses la figura de quienes serán sus
autoridades, que se basaran, fundamentalmente, en los procesos que les han dado
vigencia y las aspiraciones que anidan sobre el futuro. En nuestro caso
(Argentina) los constituyentes del año 1853, tenían muy en claro este tema, y
ello les llevo a la redacción del articulo 1ro, que dice así: "La Nación
Argentina adopta para su gobierno la forma representativa republica federal, según
lo establece la presente Constitución". Esta decisión esta claramente
fundada en los párrafos del Preámbulo
que señala: "Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina,
reunidos en Congreso General Constituyente por voluntad y elección de las provincias que la componen, en cumplimiento
de pactos preexistentes, con el objeto de constituir la unión nacional,
afianzar la justicia, consolidar la paz interior, proveer a la defensa común,
promover el bienestar general y asegurar los beneficios de la libertad para
nosotros, para nuestra posteridad, y para todos los hombres del mundo que
quieran habitar en el suelo argentino, invocando la protección de Dios, fuente
de toda razón y justicia: ordenamos, decretamos y establecemos esta Constitución
para la Nación Argentina".
Constitucionalmente, la persona
pierde su libertad individual , en su rol de ciudadano, en un tema tan
importante como es la elección de autoridades y representantes, por
mandato la primera oración del art. 22
que dice así: "El pueblo no delibera o gobierna, sino por medio de sus
representantes y autoridades creadas por esta Constitución", lo que significa
que esta condicionado a ceder, otorgar y delegar en aquellos que
sean electoralmente elegidos, las capacidades para ejercer el "poder"
gubernamental. Es evidente que la representación política, así concebida, es
fundamento del sistema democrático que vincula a la población con sus
gobernantes. (Ver "La representación política" de Dr. Adolfo Saravia
y "Crisis de la representación política en la Argentina" de Diego
Miranda). Ello lleva a considerar la importancia
definitoria, en relación a la libertad, que adquiere la temática de la representación.
La "representación" es la forma mediante la cual se asigna la
capacidad de hacer, actuar, proponer y decidir a un tercero, con el mismo valor
y responsabilidad con que lo hace uno en forma directa y propia. Es,
esencialmente, un acto intelectual, por más que tenga efectos físicos,
materiales o económicos, pues surge de la confianza, moral, ética y de
capacidades que se entiende posee el representante. Es así, que la "representación
política", es la asignación de una forma de querer y hacer ciudadana,
orientada a la comprensión y dominio de efectos que pueden llegar a modificar
la libertad, condicionar sus acciones y, bajo determinados supuestos, anularla.
Se puede decir, cuando se designa un representante político, que el mismo
expresa, en su personalidad, todos los aspectos comunes que surgen de las individualidades
de quienes así lo eligen. Ya no se trata de un mandato para un acto determinado
fijado claramente, sino una asignación amplia y sin medidas, que queda
contenida en las virtudes de quien así lo asume. Si esta materia es difícil y
compleja en las individualidades, se torna pesada y conflictiva cuando el tema
es colectivo o grupal, en el cual las referencias habituales están influidas,
permanentemente, por cambios, innovaciones o modificaciones en las relaciones
dentro de la sociedad. La experiencia en Argentina, particularmente en el
tratamiento de temas claves para la sociedad, muestra que existe un quiebre en
la calidad de la representación política, ya que ellos responden mas a las orientaciones
ideológicas de sus agrupamientos políticos, que a las peticiones,
requerimientos, necesidades o aspiraciones de quienes han depositado
electoralmente su voluntad en ellos. Esta figura de dependencia política/partidista
ha encontrado marco legal en un nuevo articulo de la Constitución Nacional
(reforma 1994) en el cual se instituye el rol fundamental de los partidos políticos,
con los que se los equipara, enfrentándolos, con el que históricamente tienen
las provincias con sus propias personalidades (CNA Art. 5).
Se puede, siguiendo el análisis
presentado, señalar que la libertad, tal como es concebida universalmente, en
el caso de nuestro país (Argentina), se ha deformado, modificando los elementos
básicos condicionantes iniciales, por un proceso institucional, que ha creado
un sistema que, en sus efectos prácticos, centraliza la autoridad, sustrayendo
de esta manera el poder que democráticamente corresponde a las bases o sea los
ciudadanos.