Por Emilio Nazar Kasbo
Para el obispo hereje Gaillot, la Iglesia Católica debe cambiar, modernizarse, reconocer que las parejas tienen derecho a divorciarse y a usar el condón; que las mujeres puedan abortar; que hombres y mujeres puedan ser homosexuales y casarse. Sus dichos no solamente se encuentran condenados por la Encíclica Pascendi de San Pío X, sino que contradicen directamente las enseñanzas del Evangelio.
UN OBISPO HEREJE
El problema es que no se trata de una persona cualquiera, sino de un obispo que es completamente hereje, y que a su paso ha sembrado el perverso humo de satanás en la Iglesia, siendo incalculables los daños a la Iglesia por haberlo mantenido hasta la actualidad como si perteneciera a la Iglesia Militante.
Según Jacques Gaillot, obispo emérito de Evreux, "Hay que cambiar el modelo de Iglesia, el actual no es evagélico", dice que "La Iglesia padece una hemorragia y puede convertirse en una secta", y que "El Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa. La Iglesia debe aceptar la democracia a todos los niveles"
En declaraciones a la página Religión Digital, entrevistado por Hernando Calvo Ospina, el periodista le recordó que en 1961 fue ordenado sacerdote, en 1982 fue nombrado obispo de la ciudad de Evreux, en Francia, y el 13 de enero de 1995 “se le retira esa misión pastoral”. El obispo emérito reconoció que en esa oportunidad “fui declarado culpable, y en menos de un día se decretó mi expulsión de la diócesis. El cardenal Bernardin Gantin, prefecto de la Congregación de Obispos me propuso que firmara mi dimisión y se me permitiría tener el titulo honorifico de obispo emérito de Evreux. Nada firmé. Entonces me nombraron obispo de Partenia, una diócesis que no existe desde el siglo V, situada en la actual Argelia”.
El periodista le recordó que “en 1988 defendió en la revista Lui la ordenación de hombres casados. El mismo año se declaró a favor de dar la bendición a homosexuales. El 2 de febrero de 1989 usted publicó en la revista Gai Pied un artículo titulado "Ser homosexual y católico"... ¿No cree que ya esto es bastante para conseguir enemigos entre los círculos del poder eclesiástico y civil?”, preguntó al obispo.
HEREJE QUE PROMUEVE EL PECADO
El obispo respondió entre otras consideraciones que “la Iglesia cada día pierde más cristianos”. Y continuó: “La iglesia nos ha enseñado que Dios ha querido traernos las desgracias, y así nos lleva a la resignación. Eso no es cristiano. La Iglesia hace intervenir a Dios para forzarnos a obedecer y no pensar. Muy pocos discursos sobre Dios me hablan de él, pero cuando alguien habla bien del ser humano, ese me dice mucho de Dios. La Institución sigue inamovible en su pedestal, lejos del pueblo y de Dios. Y de seguir así se convertirá en una secta, porque muchos están partiendo hacia otras religiones. La Iglesia vive una hemorragia. La Iglesia debe cambiar, modernizarse, reconocer que las parejas tienen derecho a divorciarse y a usar el condón; que las mujeres puedan abortar; que hombres y mujeres puedan ser homosexuales y casarse; que las mujeres puedan llegar al sacerdocio y tener acceso a las esferas de decisión; se debe revisar la disciplina del celibato para que los sacerdotes puedan amar como cualquier otro ser humano, sin tener que vivir relaciones clandestinas, como delincuentes. La situación actual es malsana y destructora para los individuos y la Iglesia. El Vaticano es la última monarquía absoluta de Europa. La Iglesia debe aceptar la democracia a todos los niveles. Se debe cambiar de modelo porque el actual no es evangélico”.
Las afirmaciones del Obispo son de una persona absolutamente desconocedora del Evangelio, del Magisterio y de la Doctrina Social de la Iglesia.
La Iglesia no lleva “a la resignación” en el sentido islámico de la palabra, sino en el sentido de aceptar la voluntad de Dios en el momento que a cada uno le toca vivir. El católico no teme a la grave posibilidad del martirio, pero este tipo de obispos heréticos es capaz de vender su alma por un rato de “comodidades” en este mundo. Descreer en la Providencia de Dios, es caer en un pelagianismo en que el ser humano es capaz por sus solas fuerzas de suplir la influencia de Dios en el mundo, lo cual no es más que un disparate. Lo que no es cristiano, es poner en riesgo el alma mediante el pecado. Hay pobres que viven en la Gracia de Dios y que al morir vivirán en la Gloria de Dios, y eso es lo importante en la vida; y hay ricos que también pueden tener el mismo destino. Pero a la vez, hay pobres que son resentidos y que asumen una lucha desde el odio, dañando su alma y perdiendo la disposición a recibir la Gracia de Dios, con consecuencias graves para el destino del alma. El Obispo no tiene en cuenta nada de esto.
Si la Iglesia “cada día pierde más cristianos”, será porque no hay coherencia entre el Evangelio y lo que predican los pastores, y porque los cristianos prefieren los pecados de este mundo a salvar el alma propia. Este Obispo pretende que sus seguidores olviden el destino de su alma, lo cual es grave e impropio de un pastor.
Y resulta que este Obispo juzga a los mártires que han ofrendado su vida con la alegría y la Esperanza puesta en Jesucristo, proponiéndolos como malos modelos. Lo mismo que la obediencia al Papa, objeto primero de la crítica, tal como lo había hecho Lutero en su tiempo.
Cuando dice que “la Iglesia hace intervenir a Dios para forzarnos a obedecer y no pensar”… ¿a qué se refiere? ¿Acaso no es esta la misma tentación que hizo la serpiente a Eva? ¿Qué es “pensar”? Para este Obispo, “pensar” es sostener herejías que desvían de la enseñanza del Evangelio, de la Tradición y del Magisterio Infalible del Papa.
El Obispo hereje confunde el mensaje de Dios con el mensaje de seres humanos mundanos, y afirma que es éste último el que le “dice mucho de Dios”. O sea: para este hereje el mensaje de un mundo que contradice el Evangelio y a la Iglesia Católica es en realidad el mensaje de Dios. A la luz de la visión agustiniana, la Ciudad de los hombres está dirigida a la perdición de las almas, y quien la comanda es nada menos que el mismo diablo. ¿Se necesita alguna declaración más aparte de las efectuadas en la entrevista, para excomulgar directamente a este hereje?
Para este hereje, la Iglesia fundada por Jesucristo y recibida por la Tradición durante dos mil años… ¡”se convertirá en una secta”! Es previsible que en los tiempos apocalípticos habrá una anti-Iglesia que aceptará todo lo que Jesucristo condenó, y que en particular será afín al Anticristo. En esos tiempos, esa falsa “iglesia católica” expulsará (¿excomulgará?) a los católicos que permanezcan fieles a la Tradición, de la mano de un falso Papa. Esa será la Iglesia de los últimos tiempos: perseguida y en las catacumbas, como cuando surgió en tiempos de Jesucristo en medio de gravísimas persecuciones. Este Obispo y todos aquellos que tienen actitudes semejantes, son los graves indicios de que tales tiempos finales se acercan. La ortodoxia tradicional, doctrinal y litúrgica, quedará fuera de la Iglesia Católica oficialista… y en manos de los perseguidos a sangre y fuego.
El reclamo de “modernizar” la Iglesia, fue condenado por San Pío X en la Encíclica Pascendi, que los modernistas omiten, desprecian y contradicen (es decir, incurren en la herejía condenada). ¿Cuál es esa “modernización”? Para este obispo aun no excomulgado, es implementar el divorcio canónico, uso de condones (o sea, amor libre con “sexo seguro”), aceptar el aborto, la homosexualidad promovida al grado de institucionalizar el “matrimonio homosexual” (dentro de la Iglesia está hablando este Obispo), que haya sacerdotas, eliminar el celibato… y derogar la Monarquía del Vaticano.
Finalmente, el reclamo de este obispo de “aceptar la democracia a todos los niveles”, implica equiparar al Papa con un sacerdote cualquiera, y al sacerdote cualquiera con cualquiera que escriba cualquier cosa sobre Religión (incluso hereje). Esto no es más que la abolición de la Jerarquía de la Iglesia Católica y la libre interpretación del Evangelio… ya propuestos por Lutero y condenado por el Magisterio.
Esto demuestra que hay protestantes dentro de la Iglesia Católica, que dicen ser “católicos”.
MÁS HEREJÍAS DEL OBISPO
Acerca de la condenada Teología de la Liberación (que no es teología ni libera en sus versiones condenadas, las cuales con compartidas por el entrevistado), el Obispo dijo: “Yo me interesé en ella porque es una teología que habla de los pobres. No se habla de la liturgia, ni de catecismo, ni de la Iglesia: se habla del pueblo pobre. Enseña que son los mismos pobres quienes deben tomar conciencia de la necesidad de su liberación por ellos mismos. Algunos fuimos muy sensibles a las enseñanzas de Don Elder Cámara en Brasil, un gran teólogo; a Mons. Leónidas Proaño en Ecuador; a Oscar Romero en El Salvador, y otros sacerdotes latinoamericanos, principalmente. Para mí fue un choque brutal cuando Mons. Romero fue asesinado celebrando la misa, el 24 de marzo de 1980. El había dejado la Iglesia de los poderosos para estar con los pobres. Esta conversión de Mons. Romero me pareció admirable. En América Latina han existido sacerdotes y monjas que han tomado las armas. Yo respeto su decisión, no los juzgo, aunque no estoy de acuerdo por ser un no-violento. Evidentemente, la Teología de la Liberación es peligrosa para los poderosos. Cuando los pobres son sumisos aceptan su triste suerte, entonces no hay nada que temer, son pan bendito para los poderosos. Los del poder pueden dormir tranquilos. Pero si los pobres se despiertan tomando conciencia de su condición, convirtiéndose en actores del cambio, entonces esto produce temor al poder. Parece que es terrible cuando los pobres toman la palabra y cuestionan la institución eclesial. Al instante ella dice: ‘Atención, miren a estos comunistas'. Porque se ha tenido siempre la obsesión de la infiltración comunista. Por ello, regularmente, las dictaduras, los gobiernos represivos y el Vaticano se unen en un combate común. Desgraciadamente no existen muchos rebeldes en la Iglesia, porque la institución ha formado para obedecer, para la sumisión”.
La Doctrina Social de la Iglesia se dirige a todos los seres humanos, independientemente de su condición económica. La Teología de la Liberación es una ideología clasista que discrimina a los ricos, pretendiendo un mesianismo temporal materialista, que ha sido explícitamente condenado por el Magisterio de la Iglesia.
La liberación del pobre que predica el Obispo, es económica, no espiritual. Y dice que “son los mismos pobres quienes deben tomar conciencia de la necesidad de su liberación por ellos mismos”. No es Jesucristo el que viene a liberar del pecado, sino ellos mismos quienes se liberarán de una situación económica. La “liberación” es una cuestión de sumas de dinero en el bolsillo… y ese no fue precisamente el mensaje de Jesucristo, quien afirmó que no se puede obedecer a dos amos: a Dios y al dinero.
Además, este Obispo habla de Mons. Romero como un converso a la Teología de la Liberación condenada, lo cual no sería tan cierto, más allá de ciertas ambigüedades en el lenguaje de dicho Obispo. Reconoce que hubo en Latinoamérica “sacerdotes y monjas que han tomado las armas”, y dice: “no los juzgo” (es decir, tiene un grado de aceptación a los sacerdotes y monjas tercermundistas que blandieron las armas para asesinar y cometer delitos de terrorismo subversivo).
Y luego la conclusión teológica de esta herejía: “los pobres toman la palabra y cuestionan la institución eclesial”. Cuando habla de “pobres”, habla de personas faltas de conocimiento que se convierten en anticatólicos incentivados por sacerdotes y monjas (e incluso algún Obispo) a tomar posición contra la Iglesia entendida como Jerarquía.
Es más, este hereje se lamenta: “desgraciadamente no existen muchos rebeldes en la Iglesia porque la institución ha formado para obedecer, para la sumisión”. Habla del Cuerpo Místico de Cristo como una “institución” (como si fuese un club de barrio, o como si fuese una empresa multinacional, porque es lo único que pueden ver los ojos de un materialista). Ataca el voto de obediencia, que es en definitiva obediencia a Jesucristo, cabeza de la Iglesia Católica desde que la fundó sobre Pedro. Y finalmente, se lamenta de que no haya “rebeldes en la Iglesia”, y el único sentido que tiene la palabra “rebeldes” es el de herejes.
Este desgraciado, desgraciadamente, se equivoca: hay demasiados herejes (“rebeldes”) dentro de la Iglesia. Y nadie se atreve a excomulgarlos.
Gaillot: un falso profeta al que muchos incautos, creyéndolo católico, lo siguen…