jueves, 25 de marzo de 2010

QUIERO SER UN TELEVISOR




La sorprendente oracion de un chico pidiendo algo importante a Dios...


Señor:


No quiero pedirte nada especial ni inalcanzable, como ocurre con otros niños que se dirigen a ti cada noche.


Tú, que eres bueno y proteges a todos los niños de esta tierra, hoy quiero pedirte un gran favor, sin que se enteren mis padres.

Transfórmame en un televisor, para que mis padres me cuiden como cuidan al televisor, para que me miren con el mismo interés con que mi madre mira su telenovela preferida, o mi padre su programa deportivo.

Quiero hablar como ciertos animadores que cuando lo hacen, toda mi familia calla para escucharlos con atención, sin interrumpirlos.

Deseo ver a mi madre suspirar frente a mí como lo hace cuando ve trajes de la última moda o ver reir a mi padre como lo logra el humorista o comediante de moda, o simplemente me crean cuando les cuento las historias que aprendí en el Catecismo diciendo: "¡Es cierto! Yo lo escuché en la tele."

Quiero representar al televisor para ser el rey de la casa, el centro de atención que ocupa el mejor lugar, donde todas las miradas se dirijan a mí.

Quiero sentir sobre mí la preocupación que experimentan mis padres cuando el televisor comienza a fallar y rápidamente llaman al técnico.

Quiero acompañar a mi madre cuando se sienta sola, cuando se sienta triste, y entonces consolarla; que cuando se sienta desesperada yo pueda alentarla, para que nuestro pequeño mundo sea mejor.

Quiero ser televisor para ser el mejor amigo de mis padres, el héroe favorito, el que más influya en sus vidas, el que recuerde el día del niño y el que ojalá les mostrara más la paz que la violencia.

Por último, quiero ver a mis padres como en estos días en que a causa de la crisis energética se comunican más, aunque mi voz o la imagen que he representado se tenga que apagar más temprano.

CORREO DE LECTORES: VICTIMAS




Las personas que en la década del 70, trabajábamos para sostener a nuestras familias, incluidos varios hijos de diferentes edades, observábamos absortos un mundo que nos estaba rodeando lleno de amenazas y de hechos terribles que no lográbamos interpretar.


Como Ingeniero trabajaba en una industria metalúrgica importante en la cual me encontraba a gusto. De manera paulatina (desde 1969), comenzaron a suceder cosas que nos aterraban: voladura de supermercados, destrucción de los puestos policiales, huida de profesionales extranjeros de la industria, desolación en la zona norte de Florida y Martinez, amenazas constantes de bombas en las escuelas de los chicos, explosiones cotidianas que arrastraban vidas, incomprensibles para nosotros las personas comunes, todo era brutalidad cotidiana y repetitiva.


Mi gran temor residía en la seguridad de mi familia.


Por ser gerente, me destinaron custodias y recibí instrucciones, más relacionadas con la guerra que con la paz.


Esta ya no existía, menos cuando recibí amenazas de muerte por el solo hecho de ser Gerente Fabril?.


Lo que más me angustiaba era ir a la escuela de los chicos para"vigilar" que no les pasara nada. ¿Qué iluso?


Lo peor, que odiando la violencia, me vi en la obligación de ir armado.


Decidí desaparecer de la industria, y me refugié en una oficina comercial en el centro. Por Av de Mayo pasaban a alta velocidad los falcones verdes con gente asomada exhibiendo armas en sus manos. Eran los matones del gobierno constitucional.


En definitiva, estábamos entre dos bandas armadas corriendo peligro de vida, incluyendo a nuestras familias.


Todo se agravó mucho más, cuando los detenidos por acciones violentas que habían sido juzgados y condenados, salieron en libertad de Devoto, no por una decisión judicial sino por una decisión política del gobierno de Cámpora y del Mº de Interior Esteban Righi. Mataron a Jorge Quiroga, Juez de la Cámara Federal que los había juzgado, y amenazaron con hacer lo mismo con los otros jueces.


Desapareció la Justicia.


El día 24 de Marzo de 1976, todos los éramos hombres de paz, respiramos tranquilos.


Pedro Timoteo Eafchen


Jubilado

EL HOMBRE QUE ATENTO CONTRA JUAN PABLO II QUIERE "CORREGIR" EL EVANGELIO



En la foto: El Papa Juan Pablo II habla con Mehmet Alí Agca, el ciudadano turco musulmán que intentó matarlo en 1981, pidió un asilo político en Croacia, donde, según sus propias palabras, quiere escribir una nueva Biblia.



"Croacia es un país católico y yo tambien soy católico", declaró Agca. "Quiero escribir un evangelio ideal, corregir algunos errores y me gustaría hacerlo en la Croacia católica, puesto que Italia y España rechazaron concederme el asilo".


El 90 % de la población de Croacia, que se estima en 4,4 millones de habitantes, pertenece a la Iglesia Católica Apostólica Romana, país cuyas autoridades no han confirmado aun la supuesta solicitud de Agca.


Previamente, Polonia y Portugal ya se negaron a acoger al autodeclarado "nuevo mesías", motivando su rechazo con la "ausencia de méritos ante el país".


Agca disparó al Papa Juan Pablo II el 13 de mayo de 1981 en la Plaza de San Pedro. Al ser arrestado, el atacante indicó a tres ciudadanos de Bulgaria que, según él, estaban involucrados en la preparación del atentado. Sin embargo, poco más tarde negó sus testimonios previos, se declaró culpable y, sorprendentemente, también declaró ser Dios.

Agca fue condenado a cadena perpetua, pero en el año 2000 el Gobierno italiano, a petición de Juan Pablo II, lo indultó y lo liberó, 19 años después de su encarcelamiento.

Al volver a Turquía, recibió una condena de 10 años por haber matado a un periodista de éste país en 1979. Después de pasar casi 30 años en la cárcel, el pasado 18 de enero el delincuente salió de prisión, gritando palabras "proféticas": "Proclamo el fin del mundo, todo el mundo será destruido en este siglo. Todos los hombres morirán. La Biblia está llena de errores, yo escribiré la Biblia perfecta."

Agca, hombre con evidentes problemas psíquicos pero con indicios de ser un poseso, prometió revelar todos los detalles de su atentado al Sumo Pontífice en sus memorias, actuar en una película autobiográfica y, nada más y nada menos, que corregir los errores de la Biblia, elaborando un nuevo evangelio para todos los cristianos del mundo.

LOS MITOS DEL 24 DE MARZO



Por Agustín Laje Arrigoni



Los mitos son, por definición, narraciones fabulosas e imaginarias que intentan explicar algún suceso o aspecto de la realidad. Constituyen, por tanto, meras creencias no sujetas a pruebas de veracidad que, por lo general, no resultan de procesos que deriven de la razón, sino de emociones y pasiones.


En este orden de cosas, la militancia setentista, apoyada y financiada por el oficialismo y las estructuras estatales, en su intento por diagramar su estrafalaria historieta que ha hecho de los años 70, no ha escatimado esfuerzos en implementar y propagar una serie de mitos relativos a los sucesos ocurridos el 24 de marzo de 1976, cuyo aniversario número 34 se cumple en el día de la fecha.


¿Fue un golpe militar?


En razón de ser la venganza un objetivo primordial del setentismo, resulta clave que el papel desempeñado por la sociedad civil en los hechos del 24 de marzo haya sido arbitrariamente omitido por el historietismo oficial, a los efectos de instalar en la opinión pública aquella falsedad de que se produjo un golpe exclusivamente militar (apuntando todas las responsabilidades sobre el ambiente castrense y exculpando al resto de la sociedad).


Pero, en verdad, los sectores civiles, representados por su clase dirigente, tuvieron decisiva participación en el derrocamiento de Isabel Perón.


Desde 1975, la partidocracia se alarmaba por el exasperante vacío de poder que reinaba en la Argentina: "Pero, ¿quién gobierna? ¿Ese conjunto colegiado de ministros que, además, no produce ninguna confianza al país? Eso sigue siendo anarquía. Y, lo peor, anarquía organizada", afirmaba el líder del Partido Federal, Enrique "Paco" Manrique, (tercera fuerza electoral de entonces) desde la pantalla del histórico programa de TV Tiempo Nuevo, a fines de julio.


Desde la otra punta del abanico ideológico, el izquierdista Oscar Allende ponía de relieve que "el desgobierno ha colmado la paciencia de los argentinos" (1). El diputado Monsalve diría, por su parte, que "no puede transcurrir un minuto más en el más absoluto desorden" (2). Incluso, desde el mismo sector oficialista, se ofrecían lecturas similares, como la del diputado justicialista Carlos Palacios Deheza, quien afirmó que "así no llegamos a 1977, sino ni siquiera a 1976", o la del mismísimo gobernador peronista de Buenos Aires, Victorio


Calabró, quien, a fines de 1975, pronunciaba que "si las cosas siguen así, no llegamos al 77" (3).


De esta manera, la clase política (incluido el oficialismo mismo) empezaba a avizorar una salida facilitada por las Fuerzas Armadas. Ya a comienzos de 1976, la UCR definía su postura a través de una declaración oficial del comité nacional, que rezaba: "El país vive una grave emergencia nacional. Toda la Nación percibe y presiente que se aproxima la definición de un proceso que, por su hondura, vastedad e incomprensible dilatación, alcanza su límite". Era, por tanto (según expresa el comunicado radical), "incomprensible" la continuidad del gobierno, tales las propias palabras del partido que se jacta de ser el más democrático de la Argentina, y, por tal razón, las reuniones secretas entre políticos con jefes militares comenzaban a tener lugar con extremada frecuencia.


A fines de 1975, en cálida reunión entre el Dr. Ricardo Balbín (líder de la UCR) y el Gral. Jorge Rafael Videla, el radical le expresó: "General, yo estoy más allá del bien y del mal. Me siento muy mal, estoy afligido. Esta situación no da más. ¿Van a hacer el golpe? ¿Sí o no? ¿Cuándo?". A lo que su interlocutor respondió: "Doctor, si usted quiere que le dé una fecha, un plan de gobierno, siento decepcionarlo, porque no sé. No está definido. Ahora, si esto se derrumba, pondremos la mano para que la pera no se estrelle contra el piso". Balbín replicó, impaciente: "Háganlo cuanto antes. Terminen con esta agonía"(4).


La presión que los políticos ejercían sobre las FF. AA. abarcaron a todos los sectores ideológicos. En rigor, hasta el propio Partido Comunista se pronunció en este sentido, cuando, el 12 de marzo, "reiteró su propuesta de La presión que los políticos ejercían sobre las FF. AA. abarcó a todos los sectores ideológicos. En rigor, hasta el propio Partido Comunista se pronunció en este sentido, cuando, el 12 de marzo, "reiteró su propuesta de formación de un gabinete cívico-militar" (6). Amplios sectores del peronismo tomaban posiciones similares, como el líder de la CGT, Casildo Herreras, quien se entrevistó en secreto con Videla, "para decirle que, aunque en público no podían declararlo, también ellos consideraban que el gobierno era un desastre, que eran sus amigos y que deberían tenerlos en cuenta después del golpe, si finalmente lo llevaban a cabo" (7).


Por su parte, el viejo amigo de Perón, Jorge Antonio, el 22 de marzo, esgrimió sin tapujos, desde una conferencia de prensa en un hotel céntrico de Buenos Aires: "Si las Fuerzas Armadas vienen a poner orden, respeto y estabilidad, bienvenidas sean" (8). Numerosos sectores obreros, el 20 de marzo, anticiparon su simpatía por la eventual solución militar, declarando, a través de cuarenta y una organizaciones sindicales, que no acatarían un paro general de actividades, en caso de interrupción del orden constitucional.


El pedido de una reacción por parte del sector militar era tan visible que, desde el Parlamento, se admitían las reuniones con uniformados: "Debo confesar que en el día de hoy he golpeado las puertas [?] de la Policía Federal, la de algunos hombres del Ejército. Y el silencio es toda la respuesta que he encontrado" (5), admitía el senador Eduardo Angeloz, a catorce días del 24 de marzo. Días después, nada menos que Victorio Calabró entregaría a oficiales de las Fuerzas Armadas los mapas de la Casa de Gobierno, a los fines de que las tropas del Regimiento de Infantería 7 no se cruzaran con la policía, el 24 de marzo (9).


El grueso de la sociedad, el 24 de marzo de 1976, permaneció en sus hogares. No hubo resistencia siquiera por parte de los militantes del partido derrocado, sino que el vicepresidente 1º de este, Felipe Bittel, le gritaba a Osvaldo Papaleo (secretario de Prensa de Isabel): "Chau, Papá, hasta mañana. Esto hay que festejarlo con champaña. Todo se ha disipado" (10).


Las organizaciones terroristas, ¿ya estaban aniquiladas? Además de anular o ignorar ex profeso el papel de la civilidad como actor propiciador del golpe, otro mito consistió en minimizar el rol de las organizaciones terroristas subversivas en la tragedia de los años 70 alegando que "la guerrilla ya estaba diezmada, el 24 de marzo de 1976", con la evidente intención de formar la idea de que la guerra interna era una mera excusa de sectores castrenses. La realidad indica completamente lo contrario.


Según confirmó la sentencia que juzgó a la junta de comandantes, en 1975, se produjeron 893 hechos terroristas (promediando un atentado cada ocho horas, durante el año precedente al golpe). 1976 no fue menos: el 22 de marzo, el matutino "La Tarde" (dirigido por el kirchnerista Héctor Timerman) informó: "Un récord que duele: cada 5 horas, asesinan a un argentino". Y, a renglón seguido, expresaba: "Terrorismo: Sigue la escalada de crímenes". El 19 de marzo, el diario de izquierda "La Opinión" arrojó una estadística similar: "Un muerto cada cinco horas, una bomba cada tres".


Los propios documentos internos de Montoneros contabilizaban, en 1976, "1.000 atentados con 500 víctimas fatales", producidos sólo en ese año (11). El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), por su parte, en documento interno, indicaba que, para esta fecha (1976), todavía se contaba con 4.950 guerrilleros organizados(12).


A fines de 1977, el comandante del Ejército Montonero, Horacio Mendizábal, afirmaba, públicamente, que, durante ese año, "se realizaron más de 600 operaciones militares" (13). Si para muestra basta un botón, fue en julio de 1976 cuando se produjo el atentado terrorista más dramático de toda la década del 70, cuando una bomba montonera hizo volar el comedor de la superintendencia de la Policía Federal, mutilando a 60 personas y asesinando a otras 22.


El 24 de marzo, ¿se dio inicio a la represión ilegal?


Otro insistente mito en torno de la fecha en cuestión consiste en utilizar el 24 de marzo como punto de partida de la utilización de métodos ilegales por parte de las Fuerzas Armadas para enfrentar la subversión terrorista.


Pero, ¿cómo se la combatía antes de esta fecha? Los historietistas del setentismo no ponen mucho empeño en explicarlo.


En puridad, el combate conforme a metodologías irregulares data de fines de 1973; más precisamente, luego de la muerte del secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, cuando el propio Perón, a la sazón presidente de la Nación, confeccionaba un documento interno para su partido que expresaba: "En este estado de guerra que se nos impone, no pueden ser eludidos y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino, también, de la muerte del secretario general de la CGT, José Ignacio Rucci, cuando el propio Perón, a la sazón presidente de la Nación, confeccionaba un documento interno para su partido que expresaba: "En este estado de guerra que se nos impone, no pueden ser eludidos y nos obliga no solamente a asumir nuestra defensa, sino, también, atacar al enemigo en todos los frentes y con la mayor decisión (...) El Movimiento Nacional Justicialista entra en estado de movilización de todos sus elementos humanos y materiales, para afrontar esta guerra (...) Quien rehúya su colaboración para la lucha, queda separado del movimiento".


Así nacía la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), como el primer intento al margen de la ley que el gobierno constitucional empleaba para enfrentar el terrorismo marxista. Centenas de guerrilleros o sospechados de tales cayeron en manos del polémico aparato paraestatal de marras (cerca de 500 muertos fueron responsabilidad de la triple A). Poco después, como respuesta al terrorismo que había diseminado focos rurales en Tucumán, el gobierno democrático emitió, en febrero de 1975, el decreto secreto Nº 261 del Poder Ejecutivo, que ordenaba a las FF.AA. "ejecutar las operaciones militares que sean necesarias a efectos de neutralizar y/o aniquilar el accionar de los elementos subversivos que actúan en la provincia de Tucumán".


En octubre, se amplía el terreno de operaciones de las Fuerzas Armadas a toda la Nación, a través del decreto 2.772, ordenando "ejecutar las operaciones militares y de seguridad que sean necesarias a los efectos de aniquilar el accionar de los elementos subversivos en todo el país". Los desaparecidos anteriores al 24 de marzo contabilizados por la Conadep (Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas) ascienden a 900 casos. El informe de la secretaría de Derechos Humanos de la Nación computa, por su parte, un total de 642 desaparecidos en democracia peronista, y 525 abatidos, lo que suma 1.167 casos que son responsabilidad de la clase política que tuvo el poder en aquellos años y que se constituía en la creadora de la metodología irregular que, lamentablemente, se continuó practicando luego del 24 de marzo.


Concluida la guerra, el terrorista Enrique Gorriarán Merlo dirá que "las técnicas represivas de ese gobierno surgido de elecciones fueron (aunque parezca difícil de creerlo) más feroces que las instrumentadas por el gobierno defacto de Onganía, Levingston y Lanusse" (14). Julio Santucho, hermano del jefe máximo del ERP, expresará, por su parte, que "en un solo año de gobierno popular, nuestro pueblo tuvo más muertos que en siete años de dictadura militar (...) la represión actuada por el gobierno peronista fue diez veces mayor que la de la Revolución Argentina proclamada por el general Onganía" (15).


A 34 años del 24 de marzo de 1976, numerosos sectores cobijados por el aparato estatal han reducido la historia por la memoria, cambiado la justicia por la venganza, suprimido la verdad por el engaño y convertido una gran tragedia del ayer en un exitoso negocio del presente.


(1) Yofre, Juan Bautista. Nadie fue. Buenos Aires, Edivern, 2006, p. 252.


(2) García Montaño, Diego. Responsabilidad compartida. La sociedad civil antes y durante el Proceso .


Córdoba, El Copista, 2004, p. 104.


(3) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 243.


(4) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 333.


(5) Díaz Bessone, Ramón Genaro. Guerra revolucionaria en la Argentina (1959-1978) . Buenos Aires, Círculo


Militar, 1996, p. 240.


(6) Márquez, Nicolás. La mentira oficial. El setentismo como política de Estado . Buenos Aires, edición del


autor, 2008, p. 144.


(7) Márquez, Nicolás. Ob. Cit., p. 142.


(8) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 358.


(9) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 380.


(10) Yofre, Juan Bautista. Ob. Cit., p. 373.


(11) Documento citado en Díaz Araujo, Enrique. La guerrilla en sus libros . Tomo II. Mendoza, El Testigo


ediciones, 2009, p. 91.


(12) Documento citado en Yofre, Juan Bautista. Fuimos todos. Cronología de un fracaso, 1976-1983. Buenos


Aires, Sudamericana, 2008, p. 33.


(13) Informe completo en Larraquy, Marcelo. Fuimos soldados. Historia secreta de la contraofensiva


montonera. Buenos Aires, 2º ed., Aguilar, 2006, p. 124.


(14) Gorriarán Merlo, Enrique. Memorias de Enrique Gorriarán Merlo. De los setenta a La Tablada. Buenos


Aires, Planeta/Catálogos, 2003, pp. 368-369.


(15) Santucho, Julio. Los últimos guevaristas. La guerrilla marxista en la Argentina . Edición de 1988. Pp. 160-162.

MEMORIA TERRORISTA: UN ACTO DE LAS MADRES ACABO EN BOMBAS MOLOTOVS Y SAQUEOS




En la foto: Graves incidentes en un acto de las Madres en Neuquén, en que tiraron bombas molotovs, fue destruido un auto, se arrojaron piedrazos y se produjeron incendios, en actos terroristas para rememorar el terrorismo

 



Las Madres de Plaza de Mayo en Neuquén convocaron a un acto para el día 24 de marzo de 2010, y un grupo de los participantes se desprendió de la columna principal y destrozó todo lo que había a su paso, en pleno centro, lanzando piedras y bombas molotovs, acabando en saqueos a comercios y en la tentativa de incendio de la casa del responsable de la brigada militar.

Los incidentes se produjeron cerca de las 20 hs frente al Comando Militar, en el marco de una marcha realizada por la Av. Argentina, desembocando en "corridas, lanzamiento de bombas molotov" y roturas de vidrios de edificios comerciales, según informó el diario La Mañana de Neuquén, en una nota reproducida por Urgente24. El secretario de Seguridad, Guillermo Pellini, "admitió graves incidentes" cuando "un grupo de manifestantes intentó incendiar la casa del general de la Brigada local", a quien no identificó.

Los hechos violentos fueron protagonizados, como ha ocurrido en los últimos años, por grupos de jóvenes, algunos encapuchados, que se desprendieron de la movilización. "Son los que vienen a la cola, se desprenden y atacan. No podemos intervenir porque se vuelven a meter entre la gente", dijo el jefe de la policía, Juan Carlos Lepen, en declaraciones en medio de los disturbios, reproducidas por la radio LU5.

Pasadas las 22 hs, los grupos violentos no pudieron ser controlados por la policía, que incluso recurrió al lanzamiento de gases lacrimógenos para dispersar a los agresores. Esto último se consiguió,tras un despliegue policial muy intenso, que luego se extendió a las calles aledañas a la avenida.

Un automóvil resultó totalmente destrozado, en medio de las escaramuzas, con jóvenes totalmente descontrolados, en tanto que varias vidrieras de comercios resultaron destruidas.

A su vez, militantes de Quebracho aportaron su cuota de vandalismo rompiendo vidrios y una cortina metálica en sede de la Unión Industrial Argentina (UIA), en Avenida de Mayo al 1000.

Los incidentes se produjeron en el marco de las marchas por el aniversario del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

Encabezados por Fernando Esteche, activistas de Quebracho, con los rostros tapados, atacaron el frente de la sede empresaria.

La agresión se produjo contra las persianas que cubrían el frente del edificio donde funciona la UIA, y después de una arenga de Esteche. Armados con palos y piedras, los encapuchados rompieron los vidrios y sacaron de cuajo las cortinas metálicas, que no pudieron sin embargo franquear.

Luego la columna de activistas marchó por Avenida de Mayo rumbo al Congreso de la Nación, que indudablemente por esta acción se plantea como uno de los potenciales blancos en caso de que en algún momento se produzca una movilización popular de manifestantes exasperados por las actuales condiciones de vida.