sábado, 29 de enero de 2011

“ETICA Y MORAL” DIFERENCIAS

Impuestos

Por el Dr.Jorge B. Lobo Aragón

jorgeloboaragon@hotmail.com

Generalmente las unimos, hacemos de la ética y de la moral una misma cosa, lo que está bien si con estas palabras sólo queremos señalar un comportamiento como el que se espera de alguien HONORABLE.

Conviene, sin embargo, distinguir qué es la ética y qué es la moral para analizar mejor sus alcances, sus implicancias.

ÉTICA Y MORAL

La Ética es una parte de la filosofía. Fundamental, puesto que trata de las obligaciones del hombre, de su conducta, acorde a la razón y con el objeto de convivir en una sociedad armónica, en la que todos puedan cumplir con sus deberes naturales. Hablamos de filosofía y comprendemos que nos adentramos en un terreno difícil, ámbito de la razón; de hecho, hay filósofos, grandes filósofos, de magnífica sabiduría y profundidad, que disienten entre sí, que no se ponen de acuerdo, un campo en el que unos niegan el andamiaje argumental construido por otros. ¿Puede pensarse, entonces, que la ética es inútil, ya que los filósofos no llegan a resultados rotundos, apodícticos, innegables, como los de las ciencias físicas y matemáticas? No es así, porque las discrepancias se refieren, por lo general, a aspectos de menor incidencia en la práctica, y todos los filósofos -todos los de la civilización occidental y cristiana- coinciden en lo fundamental sin dejar dudas en cuanto a las aplicaciones.

La Moral, en cambio, no es ciencia sino su ejercicio, el empleo de las buenas costumbres, de las prácticas de quienes son considerados virtuosos en una sociedad. Un ejemplo: la ética señala la virtud de la monogamia. El presidente Clinton, y el Italiano y muchos otros se ha apartado de esa virtud al tener relaciones que él llama impropias; correspondería llamarles inmorales, ya que transgreden los principios sustentados por la sociedad a la que pertenece. Lo mismo que hace Clinton, y otros, en otra sociedad, por ejemplo entre musulmanes que aceptan varios matrimonios simultáneos, hubiera sido bien visto, se hubiera considerado moral, de haberse realizado a la vista, sin ocultaciones. La moral musulmana lo hubiera aprobado (si no lo hacía a escondidas); LA ÉTICA LO RECHAZA.

LOS PRINCIPIOS DE LA ÉTICA SON OBLIGATORIOS PARA TODOS Y EN TODAS LAS CIRCUNSTANCIAS.

Sí, es cierto que la ética condena el robo, y que el robo se justifica en determinadas circunstancias de hambre, de necesidad imperiosa; no se debe matar, aunque se pueda hacerlo en defensa propia, de la madre, de la mujer, del hijo, de la patria. Es muy malo mentir, y sin embargo el médico con toda tranquilidad le miente a un enfermo desahuciado para sostenerle el ánimo. Aunque, en general, las obligaciones sean para todos y en todas las circunstancias, los casos que justifican el abandono, la suspensión de la norma, han sido muy bien estudiados y puntillosamente expuestos por la teología moral.

HAY QUIENES ESTÁN MÁS COMPROMETIDOS

Sin embargo hay quienes, en razón de su oficio, están más comprometidos que los demás a cumplir las normas. Es el caso de los políticos, obligados a ser veraces, honestos, fieles cumplidores. Si pueden hacerse distingos entre las obligaciones morales de un político y las de un ciudadano común, es que el político está mucho más obligado que otros. El simple ciudadano tiene que atender sus problemas personales, en cambio el político atiende los asuntos de toda la sociedad; si uno cualquiera echa una mentirilla habrá, quizás, algunos pocos perjudicados; cuando el político miente es toda una comunidad la afectada; si un individuo roba, coimea, defrauda, se queda con un vuelto, aplica medidas en su propio provecho, dañará a sus patrones, sus subordinados, sus socios, en cambio los políticos pueden, con las artimañas que idean para quedarse con dineros ajenos, perjudicar el comercio, el desarrollo, el trabajo, el intercambio internacional de una comunidad entera. (Por supuesto que no voy a dar datos de los grandes daños sufridos por la nación a causa de las estafas de los políticos, porque no tengo pruebas, pero todos sabemos a qué me refiero).

Por eso el político debe ser juzgado con muchísima mayor severidad que los que se dedican a otras actividades. Está en boca de todos, el concepto de que nadie es culpable mientras el juez no lo condene. Está bien, así debe ser, pero sólo en materia criminal, cuando se acusa de delitos. Las inmoralidades, como la mentira, el engaño, el aprovechar la ignorancia, la buena fe o el descuido de los demás, no son delitos tipificados por el código, por lo tanto nunca un juez va a condenar esas faltas. Sostener que alguien es inocente porque la justicia no lo condene conduce a un error que desgraciadamente se generaliza: los inmorales, los que transgreden las normas de corrección, son culpables, muy culpables, nada más que la sociedad ha establecido penas para los que cometen delitos y no para los inmorales, ni menos para quienes apliquen preceptos de una ética ajena a la sana doctrina. Hay una razón más fuerte que los obliga con mayor rigor que a los demás prójimos, y es que la vida pública se suele tomar como ejemplo, como modelo de las conductas privadas. El que se siente inclinado a largarse por un mal camino puede razonar: ¿por qué no voy a hacer esto yo, si legisladores, gobernadores, presidentes, ministros, hacen cosas peores?

CONSECUENCIA DE LOS MALOS EJEMPLOS

Y más aún: si la moral se funda en las conductas que son bien vistas, aceptadas, valoradas por un medio social, ¿ese medio no se expone a que su moral decline, se corrompa, se pervierta, por culpa de los malos ejemplos que desde arriba dan los políticos indecorosos? El individuo de cualquier oficio que no siga los dictados de la ética, corre el riesgo de que a su alma se la lleve el diablo. El político que tenga una conducta igualmente mala, además de ser llevado por el diablo bien se merece la condena, la reprobación, el vituperio, la censura de toda la sociedad, por que sus faltas contra la ética afectan a la moral de su medio.

Se crean departamentos estatales con el objeto de vigilar la aplicación de las normas éticas en la vida pública. Por la naturaleza de la materia no debiéramos ilusionarnos en cuanto a sus resultados. La ética, por ser sabiduría, tiene su ámbito adecuado en universidades y academias. Los organismos burocráticos podrán, sí, ejercer alguna vigilancia sobre los aspectos en que las incorrecciones se extienden hasta el campo de la delincuencia. Y nada más. Las faltas que quedan al margen del delito, libres de la incumbencia de la justicia, eran condenadas por la religión; la sociedad moderna, que rechaza lo religioso como cartabón de lo bueno y de lo malo, tropieza, de entrada, en cuáles serán las normas que servirán para juzgar las conductas. Ha cundido el criterio de que sólo lo delictivo es condenable, así que se corre el peligro de considerar como aceptables todas las inmoralidades que no se hubiesen tipificado como delitos.

El pueblo desea una sociedad austera, decente, limpia, honesta. En la lucha por ella no debe declinar la vigilancia en órganos burocráticos que se muestren como vigilantes de la ética. Sería fatal. Lo único que podría dar resultados es que ese mismo pueblo vigile la moral de sus políticos y los condene con energía y severidad. Por los delitos, si los hubiere, sí, que intervengan los jueces y que actúen como sea su deber; pero por las inmoralidades, sobre las que la justicia no tiene jurisdicción, debe ser el pueblo, la opinión pública, la que se pronuncie cada vez que haga falta y con todo el rigor correspondiente.

FALLECIÓ MONSEÑOR EMILIO OGÑENOVICH

Ogñenovich Emilio

Vivía en una residencia eclesial para sacerdotes retirados, en Flores. Tuvo una prolongada estadía al frente del Arzobispado de Mercedes-Luján. Su velatorio tendrá lugar hoy desde las 17 hs en la Iglesia Catedral de Mercedes y hasta las 11 hs del domingo, en la Iglesia Catedral de Mercedes. Luego, será enterrado en el seminario de Mercedes, que él mismo creó.

El arzobispo de Mercedes-Luján, monseñor Agustín Radrizzani SDB, acaba de informar el fallecimiento, ocurrido esta madrugada, de monseñor Emilio Ogñénovich, arzobispo emérito de Mercedes-Luján. El anuncio de monseñor Radrizzani dice

“Queridos hermanos:

“En la madrugada de hoy regresó a la Casa del Padre el que fuera cuarto Pastor de nuestra Arquidiócesis, monseñor Emilio Ogñenovich.

“El Señor recompense los trabajos realizados durante sus 88 años, le conceda la paz del servidor fiel, el esperado encuentro con la Virgen de Luján y anime la esperanza de sus seres queridos.

“El velatorio se realizará en la iglesia catedral Nuestra Señora de las Mercedes, en la ciudad de Mercedes, la misa concelebrada será mañana domingo a las 11 y posteriormente será sepultado, según su voluntad, en el cementerio sacerdotal de nuestro seminario Santo Cura de Ars.

“Rogamos una oración por su eterno descanso.
+ Mons. Agustín Radrizzani, arzobispo de Mercedes Luján”.

 
Mons. Emilio Ogñénovich
Nació en Olavarría, provincia de Buenos Aires, el 25 de enero de 1923.

Fue ordenado sacerdote el 17 de diciembre de 1949 en la Basílica Nacional de Luján, por monseñor Anunciado Serafini, obispo de Mercedes; y con posterioridad fue designado obispo titular de Mibiarca y auxiliar de Bahía Blanca el 1 de octubre de 1979 por Juan Pablo II.

Fue ordenado obispo el 18 de noviembre de 1979 en la catedral de Bahía Blanca, por monseñor Jorge Mayer, arzobispo de Bahía Blanca (co-consagrantes fueron monseñor Alejo Benedicto Gilligan, obispo de Nueve de Julio y monseñor Rómulo García, obispo de Mar del Plata).

Con posterioridad fue trasladado como obispo de Mercedes-Luján el 8 de junio de 1982, y tomó posesión de la sede el 10 de junio de 1982.

Gracias a su labor, fue lograda la declaración de monumento histórico nacional a la Basílica de Luján.

Elevada la sede diocesana a arquidiócesis de Mercedes-Luján, monseñor Ogñénovich fue promovido a arzobispo de esa sede el 21 de noviembre de 1997. Renunció por edad el 7 de marzo de 2000.

Su lema episcopal era: “In nomine tuo” (En tu Nombre, Señor).

Su pensamiento

En una entrevista efectuada el 27 de noviembre de 1982 a un medio periodístico de Luján, tras la 45° Asamblea de la Conferencia Episcopal, el Obispo Emilio Ogñeñovich detalló su pensamiento del siguiente modo:

"Queremos trabajar mancomunadamente con todos los miembros de la Iglesia por la evangelización de toda la juventud argentina: les pedimos a los jóvenes que sepan decir no sin claudicar jamás. Decir no a un medio ambiente erotizado y mediocre que perturba a los adolescentes, a los jóvenes y a la misma familia, haciéndoles perder la pureza del corazón y la visión esplendente de la virginidad.

"Decir no a las relaciones prematrimoniales sexuales, que envenenan y matan al amor, además de ser grave ofensa a Dios. Decir no al subjetivismo moral que ha hecho estragos en todos los estratos sociales. Necesitamos ajustar nuestra conducta a los Mandamientos de la Ley de Dios, a los preceptos de la Iglesia y las exigencias del Evangelio.

"Decir no a una propaganda que intenta crear una conciencia cada vez más favorable al divorcio, contraria a la ley natural y a la Ley de Dios "ya no son dos sino una sola persona", "que no separe el hombre lo que Dios ha unido".

"Decir no a ese modo de vivir que separa a los padres de los hijos y convierte al hogar en un hotel para dormir y comer, y a los padres los transforma en lacayos de sus hijos o a éstos en seres rodeados de cosas, pero huérfanos de un auténtico amor.
"Decir no al aborto criminal que siempre es un vil asesinato de la vida incipiente en su misma concepción en el seno de la madre.

"Decir no al escepticismo y a la desesperanza que minan las fuerzas morales y espirituales de todos: debemos saber creer y esperar en Dios, a pesar de la maldad o errores de muchos, obrando siempre con rectitud de conciencia.

"Decir no al egoísmo a la indiferencia, a la ambición desmedida, al deseo de tenerlo todo, aunque para ello haya que empeñarlo todo, hasta la misma honestidad y la decencia.

"Decir no a todo aquello que quiere separarnos del amor que debemos a Dios y de una verdadera y filial obediencia a la Iglesia y a su magisterio, cuyos miembros somos por razón del bautismo".