Por el Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila (Prom. LMGSM 1 y CMN 73)
Homenaje a los congresistas en la
figura del General Manuel Belgrano,
hombre probo, justo y noble, que mostró, en su vida, las características de
patriota, y, en sus gestos, la altura del estadista, recordando su accionar el día anterior ante el Congreso
de Tucumán, cuyos miembros, con coraje y osadía, declararon el 9 DE JULIO DE
1816 la Independencia de nuestra Argentina.
En el Día de la Patria... ¡¡¡¡¡¡¡VIVA LA
PATRIA!!!!!!
El 8 de julio de 1816 los congresales, que
estaban reunidos desde un largo tiempo atrás en Tucumán, fueron convocados a
una "reunión secreta", que seria,
tanto importante como reservada, por sus alcances y consecuencias. La razón
del encuentro se debía a que, el General Manuel Belgrano, que había regresado
de su misión diplomática en Europa, había sido designado, nuevamente, Jefe del
Ejercito del Norte y, según se sabía,
seria el orador informante, requerido para conocer y evaluar la situación, ante
una serie de rumores alarmantes que corrían sobre el futuro. La noticia tenia
en ascuas a los tucumanos, que se habían "jugado" por una nueva nación,
y temían que todo lo hecho cayera, en esas jugadas del destino que la vida
impone a los pueblos que se debaten y desean un futuro mejor
Los congresales, llevaban ya varios meses
de reuniones, se habían adoptado algunas medidas importantes, entre ellas, se
destacaba la designación de Juan Martín de Pueyrredón para que gobernara desde
Buenos Aires. Había mucho que resolver y
dudas sobre como hacerlo, ya que las posiciones diferían, los objetivos no eran
los mismos y el mañana se poblaba de noticias que hacían que todo pareciera
turbio. San Martín, desde Cuyo, había enviado una carta a Lapida, requiriendo
proponga una medida singular, el acto trascendente de "declarar la
independencia". La misiva,
seguramente, había sido leída y releída, pero, pese a quizás existir la
voluntad, el momento hacia que se postergara. La realidad mostraba dudas y ello
conducía a la falta de decisión, ese paso no se había discutido ni acordado, al
salir de sus provincias, era romper con un vínculo de siglos, salir solos al
mundo y prepararse para los embates que la medida despertaría. Los congresales sabían
que era necesario actuar con cordura, adecuada prudencia y ajustada acción,
para que el progreso no se trabe, pero que su evolución se ajuste a las
posibilidades. Ellos eran hombres simples, inflamados por el deseo de hacer,
pero prudentes y cuidadosos en los pasos a dar, para evitar que, en lugar de
ser impulso, se transformen en barreras. La vuelta de Belgrano a Tucumán era,
sin dudas, un hecho trascendente, ya que gozaba de respeto y se le reconocía
sus capacidades. Los tucumanos aun tenían, en su recuerdo, aquel 24 de
septiembre del 1812, en el cual, los criollos habían dejado un tendal de godos
en el Campo de las Carreras, una fecha inolvidable, ya que, ese día, pasaría a
la historia como el de la "Batalla de la Patria". Las palabras de
Belgrano eran esperadas y, sus ideas y consejos, siempre claros e inteligentes,
servirían para abonar posiciones y justificar las acciones.
Sin dudas, en la reunión,
Belgrano, con esa calidad de maestro y esa habilidad de orador, mostró a los
congresales, una realidad indiscutible. Habían pasado más de seis años de aquel
1810, España ya no era la tierra sometida por los Bonaparte y los actos
reaccionarios en las colonias, similares al porteño, habían sido anulados. Como
conclusión, en este escenario, solo quedaba como bandera del futuro, lo que se
venia gestando en las provincias del Virreinato del Río de la Plata. El riesgo
era serio, mucho mas serio de lo imaginable, ya que, evidentemente, todo hacia
pensar que los ejércitos de la península, ahogarían, con su fuerza, a los
gritos esperanzados que se transformarían
en ayes de dolor. La experiencia, en otras ciudades, mostraban a los
godos, impulsados por su afán de vencer, que se hacia venganza, y la muerte era
la sanción, ante lo que se suponía rebelión, sin ningún distingo, ya que
hombres y mujeres, hasta niños, eran sometidos a la crueldad de aquel retorno.
Pensemos ahora, lo que pudo pasar por las mentes de esos prohombres,
iluminados por el deseo, pero realistas ante los hechos, sabiendo que se estaba
rodeado por aquellos que negaban la libertad, y, ahora, se les proponía, y se suponía
que ellos darían un paso mas adelante, se pretendía que fueran los artífices y,
por ello, responsables, de la independencia. Ellos sabían, quizás en lo más íntimo, que su gesto seria mirado como muestra de
valor y coraje, pero no olvidaban que, si se fracasaba, sus vidas y haciendas,
cuando no sus mujeres, hijos y parientes, corrían el riesgo de la muerte, el
desprecio y el sacrificio, y terminarían siendo la forma y objeto de sanción a
la osadía. Sin embargo, las palabras de Belgrano, debieron ser tan
convincentes, claras y concretas, que vencieron temores, dudas y prejuicios,
para la alta decisión unánime que se suscribiría al día siguiente: el 9 de
julio de 1816.
Algunas veces, los investigadores históricos, buscan el porque en
nuestra tierra surgieron estos gestos y se lograron esos avances, que mostraban
un afán de futuro casi inexplicable. Cuando América española, que había soñado
un tiempo mejor, se derrumbaba, en el extremo sur del continente, parecía que reflorecía
lo que se había soñado. Si en la búsqueda de un fundamento, ello se profundiza,
se observa, que este proceso, no fueron resultado de la improvisación, sino la
resultante, lógica y natural, de un desarrollo, basado en las circunstancias y
alentado por los momentos, que figuras, con tinte político pero raigambre de
estadistas, supieron aprovechar, para convertir promesas en hechos.
Posiblemente, la respuesta a este escenario,
se encuentra al recordar, que a orillas del Plata, debido a las acciones de los
ingleses de 1806 y 1807, se habían creado milicias criollas, al mando de
oficiales naturales del país, diferenciándose, de esta suerte, de lo que sucedía
en otras regiones, donde estas tropas eran peninsulares que cumplían una misión
temporaria y, por lo tanto, su arraigo no era con estas tierras, sino con
España, por lo que, finalmente, "ahogaban" las tendencias independentistas.
La realidad esta señalando, de esta manera, que el hecho de que las ansias de
libertad e independencia, estaban sustentadas en un real poder militar para defenderás,
es decir se quería y, al mismo tiempo, se podía-
Al día siguiente, el 9 de julio de 1816, en la solariega casona de Tucumán,
se reunieron nuevamente los congresistas, seguramente la noche anterior debió
mantenerlos desvelados, pero, sin dudas, las palabras de Belgrano habían calado
hondo y la resolución estaba tomada, de esta manera, las Provincias Unidas en Sudamérica,
asumían la responsabilidad de la independencia para presentarse al Mundo como
una "nueva y gloriosa nación".
Cuando pasan los años y los tiempos tornan leyenda el pasado, se olvidan
los gestos y no se valoran las acciones, ello nos debe hacer a los argentinos que, cada 9 de julio que se
recuerde, tenga en sus alabanzas a su acción, el recuerdo permanente, constante
y valedero, de aquellos que, reunidos para construir un nuevo país, arriesgaron
sus vidas y futuro, dieron ese paso trascendente, que llevo a los ojos del
mundo este nuestro país con sus honras y triunfos como legado que nos
enorgullece.
Traer a la memoria algunas de los párrafos del acta suscripta es,
evidentemente, volver a sentir el calor patriótico de aquellos varones criollos
de la naciente Patria, por ello repitamos:
Nosotros representantes de
las Provincias Unidas en Sud América.....
declaramos solemnemente a la
faz de la tierra.....
romper los vínculos que los
ligan a los Reyes de España...
investirse del alto carácter
de una nación libre e independiente.
En el DIA DE LA
PATRIA..... ¡¡ ¡¡ ¡¡ Viva la
Patria...!! ! ! ! !