Por Hugo
Reinaldo Abete *
Buenos Aires, 06 de mayo de
2016
Durante
el régimen Kirchnerista, en sus ambas versiones, la de Néstor y la de Cristina
y fundamentalmente en esta última, he dicho y escrito que los miembros de las
FFAA, de seguridad, policiales, penitenciarios y civiles presos por haber
combatido a la subversión en los años ’70, debían ser considerados como
Prisioneros de Guerra. Y fundamentaba tal expresión en que la guerra contra la
subversión no había terminado y que más de 2000 prisioneros contra derecho y 350
muertos en prisión eran la prueba más acabada de tal afirmación.
Seguramente para
quien no esté muy familiarizado con la terminología militar, (guerra,
prisionero, etc), el título de este escrito pueda parecerle una enormidad. Y si
además esa persona es de los que hacen un culto del pacifismo (que no es lo
mismo que ser pacífico), seguramente hasta le generará un cierto rechazo.
Pero lo cierto es que,
si nos tomamos el trabajo de leer lo que dicen los manuales de guerra
revolucionaria respecto de cuáles son las fases de la misma, podremos comprobar
que, cuando la subversión llega al poder (sea por la violencia o por
elecciones), lo primero que hace es quitarse del medio (fusilar o encarcelar),
a todos aquellos que la combatieron durante la lucha armada y de esta forma
evitar cualquier tipo de resistencia en la conquista de los objetivos revolucionarios.
Es la fase de la consolidación revolucionaria.
Y en la Argentina, en
efecto, eso es lo que han hecho los Kirchner con la complicidad de todos los
jueces de la Nación que se avinieron a cometer el prevaricato de juzgar
arbitrariamente a las Fuerzas del Orden que combatieron a la subversión
terrorista y a no hacer absolutamente nada con los integrantes de ésta que, no
sólo gozan de libertad, sino que cobraron indemnizaciones millonarias y muchos
ocupan cargos en el gobierno o en las estructuras del Estado.
Como paralelamente,
mediante un bombardeo permanente de acción psicológica, la subversión preparó a
la población para hacerle creer que los militares eran todos unos asesinos y
genocidas, en general, la sociedad ni se inmuta por lo que les pasa. Y entonces
ocurre que transitamos esa Fase que mencionamos sin que nos demos cuenta que,
efectivamente, estamos en una guerra aunque no suene un solo disparo.
Dicho esto del
gobierno corrupto “revolucionario” Kirchnerista (más corrupto que
revolucionario), cabría agregar ahora que muchos compatriotas creían que esta
guerra se acababa cuando cambiáramos de gobierno, máxime si se tiene en cuenta
que el nuevo presidente, en su campaña, había expresado que iba a “terminar con el curro de los derechos
humanos”.
Si bien tengo opinión
formada sobre el nuevo gobierno, deliberadamente, desde que asumió, dejé de
mencionar en mis escritos los fundamentos esgrimidos en cuanto a que estamos
transitando por una guerra y, consecuentemente, me llamé a silencio. Los
pedidos de libertad para los presos políticos de Venezuela por parte del
presidente Macri, hacían presagiar que en su propio país ya no iba a haber más
presos políticos ni prisioneros de guerra.
Sin embargo, como
bien dicen los sabios manuales de sana doctrina, las falsas ideologías, tanto
de derecha como de izquierda, suelen juntarse e ir de la mano en lo que a
materia cultural y militar se refiere, y hoy vemos que aún en el nuevo
gobierno, la guerra continúa y que no hay ni va a haber justicia para los que
combatieron a la subversión del lado de las Fuerzas del Orden de la Nación.
Quienes tengan
oportunidad de ver por youtobe las grabaciones del juicio que, actualmente, se
está llevando a cabo en la ciudad de Neuquén (y así son todos), podrá comprobar
por sí mismo lo que es el funcionamiento de un verdadero tribunal
revolucionario. Patotas descontroladas a las que se les permite todo tipo de
agresiones verbales sobre los falsamente imputados, testigos inventados y
descalificados como tales que desoyen a los jueces, no contestan las preguntas
y desarrollan un libreto cargado de ideología marxista, fiscales rayando en lo
cinematográfico y un payasesco y ridículo juez que tiene el agravante de
apellidarse “Aguerrido”, conforman una escena Dantesca, muy difícil de explicar
(hay que verlo para creerlo).
Estos jueces
corruptos, sus auxiliares y secretarios también corruptos −porque saben que lo
que hacen no se ajusta a derecho−, los testigos falsos y todos quienes en mayor
o menor medida participan de estos tribunales revolucionarios, se olvidan
aquello de que “nada es para siempre”
y están sembrando las semillas de su propia desgracia. Cuando esos jóvenes
secretarios, en el futuro sean juzgados por todos estos excesos y aberraciones
jurídicas ¿qué van a decir? ¿que ellos eran solo escribientes y que no sabían
lo que hacía el juez?.
Y a los jueces
resulta oportuno recordarles otro sabio refrán: “En la vida todo vuelve…”
¡Por
Dios y por la Patria!
* Hugo
Reinaldo Abete
Ex
Mayor E.A.