Conferencia de Monseñor Bernard Fellay: actualidad de LAS relaciones entre Roma y la Fraternidad
Padre Lorans
El
Padre de Cacqueray nos hablaba de esta evolución que constatamos. Usted
mismo, que es la cabeza de la Fraternidad, que tiene contactos directos
con Roma, ¿ha tenido la impresión de que la ruta establecida (las
condiciones solicitadas antes del reconocimiento canónico de la
Fraternidad San Pío X) se ha seguido? ¿Tiene usted también, a partir de
los documentos que provienen de Roma, el sentimiento de que la línea de
división se mueve?
Mons. Fellay Hay
efectivamente muchas cosas interesantes sucediendo; no pasan como
quisiéramos pero es normal ya que tratamos con hombres. Nuestra ruta,
con sus famosas condiciones, fue transmitida a Roma a principio del año
2001. En febrero, la respuesta de Roma fue tal que debí responder que no
podíamos proseguir. “Si es así, suspendemos”.
Es
de este modo que todo comenzó en el año 2001. A propósito de la Misa,
el Cardenal Castrillón Hoyos dijo: “El papa está de acuerdo. El papa
está de acuerdo que la Misa no ha sido abrogada jamás y que por
consecuencia todo sacerdote puede decirla”. Y con sus dedos hizo la
lista de los cardenales de Roma que estaban de acuerdo también. Yo le
dije “En este caso, ¿dónde está el problema?”- “Usted comprende, los
secretarios de las congragaciones, los subsecretarios, ellos no están de
acuerdo, luego no se puede hacer el acuerdo”.
Eso
fue en cuanto a la misa. En cuanto a la cuestión de la excomunión, la
respuesta fue: “Tranquilícese, lo arreglaremos cuando se firmen los
acuerdos”. Yo repliqué que para avanzar necesitábamos señales de
confianza de parte de Roma, y que a falta de ella, no tendríamos otra
opción que suspender las discusiones. El cardenal replicó: “No me gusta
esa palabra”.
Luego llegó Benedicto XVI, que
retomará la cuestión de la misa relativamente rápido. Por supuesto, el
Motu proprio (Summorum Pontificum) vale lo que vale, pero contiene
elementos esenciales, capitales, para mí es como una piedra miliar.
Pienso que, en la historia de la Iglesia se recordará este texto que
reconoce que la Misa de San Pío V nunca fue abrogada.
Usted
sabe, desde que una materia es retomada en toda su amplitud, desde que
el legislador retoma una ley para modificarla a fondo y plenamente, se
considera que la ley precedente está abrogada. Es lo mismo en las leyes
litúrgicas. Que haya habido entonces esta afirmación en dos palabras: « numquam abrogatam,
nunca abrogada” ¡tiene una fuerza! Difícilmente se puede concebir, pero
finalmente dijo lo que dijo: “Nunca fue abrogada”. Decir que una ley no
fue abrogada, quiere decir que se ha mantenido en el estado que se
encontraba anteriormente. La ley precedente, la misa de siempre, es
entonces la ley universal, es la misa de la Iglesia. Desde que el papa
actual afirma que la misa no ha sido jamás abrogada, eso quiere decir
que ella está en vigor todavía, que continúa siendo la misa de la
Iglesia. No es necesario entonces permiso ni privilegio, es la ley de la
Iglesia, dicho de otro modo, un derecho universal de todo católico,
sacerdote o fiel. Esto es lo que reconoce expresamente el famoso Motu
proprio del 2007.
Es fundamental, incluso si
otras partes del texto son discutibles y que no estamos de acuerdo del
todo con ellas. Pero si se considera el vigor que el Motu proprio da a
la misa contra sus detractores, es verdaderamente muy fuerte. Esta misa
jamás podrá ser demolida en el futuro.
Desde
este punto de vista, el advenimiento de Benedicto XVI ha sido como un
disparador. Sea lo que sea que se piense, sea lo que sea que se diga de
la persona en sí misma, un nuevo ambiente ha aparecido. En el mismo
Vaticano esta llegada ha dado valor a aquellos, llamémosles
conservadores, que hasta allí frotaban los muros… Por cierto, quizá
todavía los froten porque la presión u opresión de los progresistas está
todavía allí, lo que vuelve el gobierno mismo casi imposible.
El
ambiente en todo caso ha cambiado. Lo vemos en la nueva generación que
no está ligada al concilio. Para las nuevas generaciones y todos
aquellos que hoy tienen 20 años, el concilio es el milenio pasado, algo
muy viejo. Esta generación que no ha conocido el concilio y que ve a la
Iglesia en un estado tan lamentable, se hace preguntas necesariamente.
Se hace las preguntas de hecho muy diferentes a aquellos que han visto
el concilio, de los que lo han hecho y que están visceralmente unidos a
él porque quisieron demoler el pasado, porque quisieron voltear la
página.
Esta nueva generación siente un vacío,
es abierta, busca, nos dirige una mirada de simpatía pero al mismo
tiempo siente desconfianza porque estamos marcados, excluidos… Sin
embargo una especie de efervescencia en la juventud inquieta a los
progresistas, a tal punto que hoy en día se preguntan: “¿El futuro de la
Iglesia será progresista o conservador?”
En
ciertos seminarios modernos los profesores constatan con pavor que la
elección de los seminaristas se dirige a las obras más serias que las
que les proponen; este fenómeno está suficientemente generalizado. He
tenido confesiones de obispos o de profesores de seminario. Un profesor
de seminario me ha dicho literalmente: “Ya no puedo dar mi curso como
antes, los seminaristas me obligan a ser mucho más conservador”. Esto
todavía no es más que una tendencia, pero es muy interesante. Muchos
textos provenientes de Roma piden reformas en los estudios, en los
seminarios, en las universidades. Estos manifiestamente son frenos.
Desgraciadamente, se tiene la impresión que queda como letra muerta –y
creo que tenemos razón de pensarlo. Sin embargo se ven los esfuerzos, ya
es algo, ya no es modernismo puro.
Un
elemento muy importante, verdaderamente muy importante, son los primeros
ataques al concilio que provienen de personas reconocidas, que portan
un título, como Mons.. Gherardini quien no se contentó con escribir un
solo libro, sino que continúa escribiendo y de manera más y más audaz.
Cuando me reuní con él me ha declarado: “Hace 40 años que tengo estas
cosas en la conciencia, yo no puedo aparecer delante de Dios sin
decirlas”. Lo digo de esta manera entre nosotros, pero el utiliza una
forma de expresión muy romana, muy prudente, circunstancial, diciendo
todo lo que tenía que decir.
En este mismo
contexto, el 22 de diciembre del 2005, el papa pronunció su célebre
discurso a la Curia en el cual condena una línea de interpretación del
concilio, la famosa línea de ruptura. En la primera lectura, admito que
pensé que apuntaba a nosotros, pero enseguida me di cuenta que hablaba
de los progresistas.
Porque justamente el papa
denunciaba y condenaba a los que ven en el concilio una ruptura con el
pasado. Por supuesto que hay quien vea en el concilio una ruptura con el
pasado, somos nosotros. Y para apoyarnos no tememos citar a los Congar,
los Suenens, los que han dicho que la Revolución del 89 estaba dentro
de la Iglesia, o la Revolución de octubre de 1917, la revolución rusa.
Son palabras muy fuertes. Además, no somos solamente nosotros, es todo
el mundo que ha podido constatar que el concilio ha sido un gran cambio,
un verdadero desbarajuste. Incluso Paulo VI reconoció que, esperando
una brisa ligera, fue una tempestad la que se desencadenó… Pues bien,
esta línea de ruptura denunciada es la condenación de los que ven en el
concilio una ruptura con el pasado. El papa condena esta actitud que
quisiera llamar al “espíritu del concilio” para reivindicar un Vaticano
III, una revolución permanente.
Quisiera hacer
una observación aquí ya que quizá nos engañemos. Cuando se ve condenar
la hermenéutica de la ruptura, se piensa inmediatamente que lo contrario
es la hermenéutica de la continuidad. Pero el papa no ha hablado de la
“hermenéutica de la continuidad” sino de “la hermenéutica de la
reforma”. ¡No es la misma cosa! Continuando con el texto, se ve bien que
es por el concilio, que es por todo lo contrario a lo que somos
nosotros En este concilio, todo lo que atacamos, el lo defiende. No
obstante se ve muy bien que él condena una línea. Esto es un comienzo,
pero evidentemente no es suficiente; esto muestra solamente que las
autoridades han tomado conciencia que algo no va bien en la Iglesia.
Continuemos.
El 2 de julio del 2010, Mons. Pozzo, secretario de la comisión Ecclesia
Dei, le dio a los sacerdotes de la Fraternidad San Pedro en Wigratzbad
una conferencia sobre Lumen Gentium ocupándose en esta cuestión de la
interpretación del concilio. Estas cuestiones de interpretación son cosa
muy moderna, hay que comprenderlo. Pero quisiera mostrarles que hay
cosas que se mueven, incluso de nuestro lado esperamos que esto no sea
sino un comienzo de que las cosas irán más lejos. Nosotros no dudamos en
atacar al concilio en cuanto a tal, poniendo acento en lo que está mal.
En
Roma, la posición de Mons. Pozzo y se puede decir que la del papa, es
todavía de reverencia total al concilio, pero él ve que hay cosas que
están mal. No dirá todavía “es la culpa del concilio” sino “es la culpa
de la manera de comprender el concilio”. Esta es precisamente la
interpretación o hermenéutica. Si Roma admite ahora que hay una manera
errónea de interpretar el concilio, esto deja suponer evidentemente que
hay una que es correcta. Pero en muchos puntos que nosotros condenamos
al nivel de la cosa en sí misma (sin mirar la causa), se constata que
finalmente, sin aventurarse demasiado, ellos están de acuerdo.
En
la conclusión de sus conferencias en Wigratzbad, Mons.. Pozzo hablará
de una ideología “conciliar”, luego de una ideología “para-conciliar”.
El término ideología designa cualquier cosa malvada, un error, incluso
un sistema de errores. Traten de comprender lo que quiere decir esta
frase: “una ideología para-conciliar se apoderó del concilio desde el
inicio y superponiéndose a él”. Esto quiere decir que el concilio desde
su inicio no ha sido comprendido como debería. Es decir que la única
manera que queda hoy en día para poder comprender al concilio es falsa.
Es una manera curiosa de querer salvar al concilio, reconociendo que lo
que ha sido dicho del concilio durante 40 años es falso. Incluso si esto
no es más que un comienzo de confesión, hay que tomar nota.
Evidentemente esto no es suficiente, pero es cuando menos muy
interesante el ver como ellos tratan de salir. Es equilibrismo….
Se
escuchan frases tales como: « El concilio no está aplicado, el concilio
está mal comprendido, es por eso que la Iglesia va tan mal” Todavía hay
que explicar! Por qué va mal la Iglesia? Porque no se ha logrado
aplicar el concilio. Pero entonces ¿Qué se ha hecho durante estos 40
años? Este es un gran problema. Si no son las autoridades en Roma que
han dormido durante 40 años y que han dejado hacer a los otros ¿qué han
hecho ellas? Hay cuando menos muchas preguntas que pueden hacerse
incluso a partir de su punto de partida donde se dibuja un principio de
confesión.
El papa habla del espíritu del
concilio condenándolo mientras que todas las reformas han sido hechas en
el espíritu del concilio. ¿Qué les queda? ¡Y todavía se nos dice que
hay una ideología conciliar que se apoderó del concilio desde el
comienzo!
Se puede imaginar al concilio metido
dentro de una burbuja; vemos la cápsula exterior pero no llegamos al
interior. De suerte que no vemos sino la cápsula exterior y no el
concilio, no alcanzamos a llegar al concilio. Es muy moderno como idea,
como perspectivo. Nos encantaría saber quien está en el origen de la
ideología para-conciliar, la que se apoderó del concilio para hacer no
se entienda como los padres conciliares lo hubieran querido… Sería
necesario saberlo. Estas preguntas vienen a la mente, porque empieza a
moverse. Nos damos cuenta de que lo que era tabú empieza a temblar, a
continuación, se intenta salvar el tabú rodeándolo con una burbuja. Hoy
en día se tiene el derecho de dispararle a la burbuja pero no a lo que
hay dentro. Usted puede denunciar la ideología para-conciliar, pero no
se toca al concilio.
En este contexto, el
mencionado Mons. Gherardini irá un poco más lejos tocando al concilio.
Creo que es el primer personaje oficial, renombrado, que osa hacerlo. Su
calidad de decano de la Facultad de Teología de Letrán, canónico de San
Pedro, director de la revista Divinitas, le dan autoridad. A los 85
años, ha hablado a Roma, y las personas que no estaban de nuestro lado
han abordado las cuestiones del concilio. Mons. Scheider, un obispo, ha
propuesto hacer un Syllabus sobre el concilio, con el objetivo de
depurar y condenar todo lo que no esté claro en el Vaticano II, todas
las proposiciones que son ambiguas.
Todos
estos acontecimientos me hacen pensar en una olla de agua sobre el fuego
que comienza a formar pequeñas burbujas. Todavía no está en ebullición
pero comienza a calentarse. Durante este tiempo, nos quedamos a la
expectativa.
Padre Lorans Recientemente,
en un sermón en el seminario de Winona, usted dijo que nosotros no
estábamos relacionados con Roma, sino con “las Roma”. ¿Cuál es el
ambiente en el Vaticano actualmente? ¿Podría ayudarnos a ver un poco más
claro?
Mons. Fellay
En
Valais, una montaña, el Zinalrothorn, culmina a 4000 metros; uno de sus
bordes se llama Rasoir y mide una decena de metros de largo. El único
medio de pasarla es a horcajadas o de lado, entonces estás con las manos
en la cresta y los pies sobre la cara, con cada lado de 500 o 1000
metros de caída. Tengo la impresión que no solamente esto se aplica a
nuestras relaciones con Roma, sino todavía más ya que es francamente un
alambre de equilibrista. Es por esto que yo utilizo claramente el
término de “contradicciones”.
En junio del
2009 le pedí una cita al cardenal Bertone, secretario de estado de la
Santa Sede, para tratar de poner en claro estas contradicciones. Después
de haber insistido mucho, la siguiente respuesta llegó: “el cardenal
Levada los recibirá”. ¡Esta es la diplomacia romana! Me gustaría darles
algunos ejemplos de estas contradicciones para mostrarles el clima que
reina en Roma, es decir en el cual trabajamos, lo que es muy difícil.
Ciertos elementos han sido ya abordados en la primera parte de esta conferencia, pero es bueno resumirlos reagrupándolos.
Nuestras
relaciones con Roma se han tensado fuertemente poco después de la
salida del decreto para levantar las excomuniones el 21 de enero del
2009. En el mes de marzo, en Sitientes, el día de las ordenaciones de
subdiáconos, los obispos alemanes pusieron en práctica una estrategia
para “sacarnos”. Mons. Zollitsch, el presidente de la Conferencia
episcopal alemana, declaró a un grupo de diputados: “De aquí a fin de
año, la Fraternidad San Pío X estará de nuevo fuera de la Iglesia”. Yo
obtuve esta declaración por información directa de uno de los diputados.
Ellos tenían entonces un plan para contrarrestar el argumento del
levantamiento de las excomuniones que ya no podían utilizar.
Vemos
muy claro que los progresistas han tratado de utilizar dos caminos. El
primero es el del concilio. Para que la Fraternidad San Pio X pueda
pretender el reconocimiento canónico, debe reconocer el concilio
aceptando todas las reformas, así como el magisterio de todos los papas
después del concilio. Esto es muy fuerte, porque saben perfectamente que
no aceptaremos jamás caminar en esa vía. Esto ha hecho imposible el
reconocimiento canónico. Entonces es muy fácil condenarnos por estar en
contra del concilio, prueba de que somos cismáticos, etc.
La
segunda es una línea más disciplinaria, la de la obediencia. Es cuando
menos curioso que justo después del levantamiento de las excomuniones
por Roma, el obispo de Ratisbona, en la diócesis en la cual se encuentra
nuestro seminario de Zaitkofen, prohibiera a nuestros obispos las
ordenaciones de nuestros propios seminaristas! Pero lo hizo. Hace 30
años que nuestro seminario se encuentra en su territorio sin que él haya
intervenido. Eligió justo el momento del levantamiento de las
excomuniones para tomar esta decisión… La Conferencia de obispos
alemanes se encargó de apoyarlo por boca de Mons. Zollitch el cual
declaró: “Si los obispos hacen estas ordenaciones, el papa debe
excomulgarlos” Se dirigió a Roma para hacer presión sobre el papa y el
cardenal Bertone.
Y recibo, diez días antes de
las ordenaciones, una comunicación telefónica del cardenal Castrillón
que me dijo: “Me fastidia hacerle una solicitud que parecerá un poco
curiosa, pero el papa no tiene amigos, los obispos alemanes hacen
presión, le haría un favor al papa no haciendo estas ordenaciones en
Alemania”. Después de conferenciar con mis asistentes y con los otros
obispos, se decidió hacer un gesto, sin que fuera una capitulación. No
habría pues ordenaciones en Zaitkofen, en Sitientes, pero los
seminaristas serían sub-diáconos…. en Ecône. Se entendió bien que fue un
gesto que no se haría más que una vez, por lo que las ordenaciones de
junio se mantenían. Queríamos que Roma lo entendiera no como una
capitulación, sino como un gesto. Esto no sucedió de nuevo y me valió
una nueva carta…
Dos días antes de Sitientes,
nueva llamada telefónica del cardenal Castrillón, el tercero en una
semana, es cuando menos una fuerte presión. Esta vez, la orden es
directa: “Si usted desobedece formalmente, hará caer de nuevo las
censuras. No se necesita hacer estas ordenaciones. Hay que pedir al papa
permiso pero yo le aseguro –el hablaba en italiano- quasi inmediatamente,
casi inmediatamente recibirá el permiso”. Y agregó: “De aquí a Pascua,
la Fraternidad será reconocida” “No comprendo-respondí-un texto oficial
(una nota del secretario de estado) acaba de salir estipulando que la
fraternidad no será reconocida en tanto que no reconozca el concilio.
Usted sabe perfectamente lo que nosotros pensamos del concilio, ¿cómo me
puede decir eso?” Responde el cardenal: “Ese texto no está firmado; se
trata de textos administrativos, textos políticos, y además eso no es lo
que piensa el papa”.
¿Ahora qué debo creer? Creer al cardenal al teléfono (fue oral, sin ningún rastro) o bien el texto oficial?
El
punto donde estaban las cosas, escribí al papa para informarle
simplemente de lo que pasaba. Le pedí que no viera en estas ordenaciones
un acto de rebelión sino un acto de supervivencia dadas las
circunstancias complejas y difíciles. Y la cosa pasó.
En
realidad no veo como hubieran logrado condenarnos por haber ordenado
subdiáconos, porque con ellos el subdiaconado no existe. Ser castigado
por algo que no existe, es cuando menos difícil.
Después
hubo ordenaciones de diaconado y sacerdotales, y pasaron. Pero los
obispos alemanes trataron de impedirles. Es cuando menos una pequeña
victoria! Dense cuenta que somos una congregación muy pequeña que se
bate con una conferencia episcopal, y se gana. Ganamos. Esto es
inverosímil… pero no se trata de nosotros… los conflictos son de todas
suertes, pero por principio doctrinales.
El
papa se atrevió a reconocer (en la audiencia del 29 de agosto de 2005 en
Castel Gandolfo) « Quizá podría decirse que hay un estado de necesidad
en Francia, en Alemania”. Tengan en cuenta que en un estado de
necesidad, los organismos necesarios para el buen funcionamiento de un
cuerpo social no funciona más, es una especie de sálvese-quien-pueda;
cada quien se salva primero, luego colabora a ayudar a los otros como
pueda. Es una situación inverosímil. Ustedes ven la contradicción: Por
un lado les dicen que la Fraternidad no puede ser reconocida, pero por
el otro se les dice que está reconocida ya que el papa los reconoce.
Entonces qué?
Les citaré otros ejemplos de
contradicciones que nos enseñan que hay diversas corrientes en Roma,
algunas muy poderosas. ¿En cuál se encuentra el papa? No es evidente.
En
septiembre del año pasado, muy recientemente, un sacerdote americano de
una congregación (me parece que son los agustinos) se nos ha unido. En
el mes de septiembre del 2010 recibió una carta de su provincial la cual
decía: “Usted ya no es miembro de los Agustinos porque usted se ha
unido a la Fraternidad” La carta de la Congregación de los religiosos
dijo precisamente esto: El padre Untel (no cito su nombre) no pertenece a
su congregación. El está excomulgado porque ha perdido la fe uniéndose
formalmente al cisma de Monseñor Lefebvre”. Esta tiene fecha del mes de
septiembre del año pasado! En consecuencia, para Roma, unirse a la
Fraternidad es unirse a un cisma y perder la fe, y uno se encuentra
excomulgado. Yo fui a Roma con
Cuando
empecé a leer este pasaje a Mons. Pozzo, secretario de Ecclesia Dei; el
presidente es el cardenal Levada el cual es al mismo tiempo prefecto de
la Congregación de la fe- me detuvo en medio de la frase diciendo: “Ya
sé todo eso, ya nos ocupamos hace dos semanas. Hemos dicho a la
Congregación de religiosos que no son competentes para decir tal cosa y
que deben revisar su juicio”. Continuó diciendo: “Esta carta así es como
hay que tratarla…. Así” Haciendo un gesto expresivo y rompiéndola…
Cuando menos es un poco fuerte. En el fondo esto
significa que en roma hay ciertas instancias de congregaciones, de
dicasterios que nos declaran cismáticos, heréticos, que hemos perdido la
fe, mientras que otros nos consideran católicos, casi normales, no
teniendo ninguna pena ni censura ¡Que confusión!
Verán
que verdaderamente podemos hablar de contradicciones; de personas en el
gobierno en Roma que tienen sobre nosotros perspectivas diametralmente
opuestas! Así, mientras se desarrollan las famosas discusiones
teológicas, nuestros sacerdotes se hospedan en Santa Martha, -esto es el
edificio donde se hospedan los cardenales cuando hay consistorios,
cónclaves y que regularmente sirven para recibir a los obispo- ellos
incluso dicen la Misa en San Pedro. ¿Entonces, mientras que de un lado
se discute de doctrina, del otro lado nuestros sacerdotes son heréticos o
cismáticos? Esto no se sostiene de pie.
Otro
ejemplo todavía más reciente. Esta vez en el orden de la interpretación;
se trata del último texto sobre la misa, Universae Ecclesiae. Tres años
antes el Motu proprio Summorum Pontificum, ahora un nuevo texto salió
que concierne a la aplicación del mismo.
Un
análisis de las disposiciones que se tomaron muestra dos movimientos que
se pudieron considerar como radicalmente opuestos, esto es lo que hace
que consideremos el resultado con aire interrogativo. La primera línea,
que es manifiesta, es una línea de apertura, se siente una voluntad de
dar, de poner a la disposición de los católicos del mundo entero no
solamente la misa, sino toda la liturgia de la Iglesia de siempre en
todos sus aspectos.
En su comienzo, el documento romano afirma
que el Motu proprio es una ley universal. No es un privilegio –una ley
privada reservada a un pequeño grupo- sino una ley universal, es decir,
válida para todo el mundo. Precisa que su voluntad es de permitir el
acceso a la misa tradicional a los fieles del mundo entero. Esto no
puede ser más explícito!
Enseguida se tienen
otras disposiciones que van incluso más lejos, puesto que todos los
libros litúrgicos son citados para ser puestos a disposición. Todos.
Esto es increíble. Esto no puede hacerse si no hay una voluntad, si no
hay una intención justamente de reabrir, de volver a la vida todo ese
tesoro, si no, no tiene sentido. Hablamos por ejemplo del Ritual. Es muy
interesante, en el ritual ¿qué es lo que encontramos? Encontramos por
principio todos los sacramentos, los que son dados por el sacerdote y
también los exorcismos. Decir que el ritual está a la disposición
significa que todas la bendiciones, todo este mundo litúrgico de antaño
es verdaderamente regresado a la disposición. Esto no puede hacerse si
no se tiene intención de hacer revivir todo ese tesoro. No tendría
ningún sentido de ponerlos a la disposición si se quisiera al mismo
tiempo cerrarles la puerta!
Sucede lo mismo
con el ceremonial de los obispos o el Pontifical… Se insiste en decir
que los obispos pueden utilizar el Pontifical. Para el breviario, los
sacerdotes son libres de utilizar el antiguo breviario, precisando que
si toman el antiguo breviario, deben respetar todas las rúbricas. ¿Por
qué? Porque con el nuevo breviario, se puede escoger ad libitum entre
las pequeñas horas, mientras que en el antiguo breviario se debe decir
todo. Es un poco curioso. Todo esto sobrepasa por mucho lo que nosotros
habíamos solicitado al principio en nuestras famosas condiciones
previas, a saber, la misa para todos. Ahora bien, esto no es solamente
la misa, sino toda la liturgia y bajo todos los aspectos. Esta es una de
las líneas que se manifiesta.
A un lado,
tienen la línea verdaderamente contraria, con dos restricciones mayores.
La primera en materia de las ordenaciones: “Las ordenaciones según el
antiguo Pontifical, no puede ser otorgada sino por los grupos que se
encuentran bajo la autoridad de Ecclesia Dei” ¿Por qué no los otros?
Porque los obispos no los quieren en sus diócesis y Roma quiere evitar
tantos problemas con los obispos dejando la posibilidad de escoger a los
seminaristas. ¿Por qué de un lado ponen todo a disposición y luego para
una parte de suma importancia, importancia capital, las ordenaciones
bloquean todo?
La segunda restricción mayor concierne a la calidad de los fieles que pueden disfrutar de las disposiciones del Motu proprio…
Algunos
números más abajo, se insiste en decir que el Pontifical es puesto
libremente a disposición. Claro que no nada más hay ordenaciones en el
Pontifical, el ritual de las confirmaciones por ejemplo está allí. Ahora
bien, se precisa que las confirmaciones pueden ser otorgadas según el
antiguo rito. Es una mezcla curiosa. No es posible que se pueda
encontrar dos intenciones tan contrarias en un mismo texto. ¿Cómo es
posible? La explicación que yo veo es que hay efectivamente al menos dos
fuerzas contrarias en Roma, cada una de ellas tratando de poner su
firma. Al final, se llega a especies de compromisos indigeribles e
indigestos.
Recuerdo a Mons. Pozzo y su
consejo de romper el famoso texto de la congregación de religiosos. En
ese momento –que acabo de relatarles puede ilustrar un poco- a
continuación agregó: “Debe decirle a sus sacerdotes y a sus fieles que no todo lo que viene de Roma viene del papa”
Le respondí: “Pero esto no es posible, como quiere usted que los
sacerdotes, los fieles recibiendo un texto de Roma puedan hacer tal
juicio? La reacción sería muy simple: un texto me gusta, viene del papa, no me gusta, no viene del papa. Esta actitud es condenada por san Pío X.
El
Vaticano es la mano del papa. Pero las palabras de Mons. Pozzo
contienen un mensaje, un mensaje gravísimo: el papa no tiene el control
de su casa. Eso quiere decir que cuando las cosas llegan efectivamente
de Roma, desgraciadamente se piensa en la autoridad suprema, en el
soberano Pontífice, el papa. Pues bien no! No viene del papa.
Esta
es la situación de la Iglesia, la que yo llamo una situación de
contradicción según los casos más o menos marcados. Es una situación
verdaderamente dura, muy difícil. ¿Cómo navegar en estos vientos
contrarios?
Padre Lorans
Monseñor,
ya que se sabe que usted irá a Roma el 14 de septiembre próximo a
encontrarse con el cardenal Levada, ¿en qué disposiciones irá usted?
¿Cuál es su estado de espíritu?
Mons. Fellay Me
remito un poco a lo que pasó anteriormente para el levantamiento de las
excomuniones… No s e si recuerden pero ese verano en el 2008 fue un
poco caluroso; hubo lo que se llamó el ultimátum. Recuerdo un pequeño
suceso…Se me entrega un texto que en substancia decía: “Si Monseñor
Fellay no acepta las condiciones muy claras que le impondremos, será muy
grave” El mismo cardenal Castrillón Hoyos declaraba: “Hasta aquí puedo
decir que ustedes no eran cismáticos; si ustedes continúan, no podré
hacerlo más”. Fue verdaderamente muy tenso. Le respondí “Usted dice que
es necesario que yo respete las condiciones pero cuales?” Guardó
silencio. Le pregunté de nuevo “Usted dice que hay condiciones pero ¿qué
espera usted de mi?” En ese momento el cardenal, con una voz muy grave
–fue verdaderamente muy solemne. Pronunció casi a media voz y lentamente
“Si verdaderamente usted piensa en conciencia que usted puede decir
esas cosas a los fieles, pues bien, dígaselas” Pueden imaginarse como
estaba emocionado!
Le dije al padre Nély que
me acompañaba que me sentía frustrado; el me afirmó que se trataba
verdaderamente de un ultimátum. Le pedí que regresara al día siguiente a
la Comisión Ecclesia Dei para obtener las precisiones de las famosas
condiciones. Le tomó como media hora para redactar en cinco puntos las
condiciones que decían todo y nada. Yo debía prometer practicar la
caridad eclesial. ¿Qué quiere decir eso? En fin, escribí unas palabras
al papa y el ultimátum ya no estaba a la orden del día. Pero no podemos
decir que todo iba bien. En el mes de diciembre siguiente, las
relaciones se detuvieron y escribí una carta al cardenal para retomar
contacto.
Entretanto tuvimos Lourdes. Fue tan
épico, brevemente les diré una pequeña anécdota: Pudimos utilizar la
basílica para nuestra peregrinación, pero a los obispos les fue
prohibido decir misa por el obispo del lugar. Tres días antes de la
peregrinación, hablé por teléfono con el cardenal Castrillón a quien le
prometí escribirle una carta; durante la conversación abordó la cuestión
de la peregrinación: “Se que usted hace una peregrinación, será
magnífica, habrá mucha gente”. Yo le respondí “Si, es muy bonita en
efecto, pero hay un contratiempo” –“Oh bien!”-“Sí, los obispos no pueden
celebrar” –“Obispos censurados, fuera de la Iglesia, es normal, no
podemos darle permiso de decir la misa” –“Y los anglicanos ¿no están
excomulgados” -¿Qué quiere usted decir? –“Que los anglicanos han podido
celebrar en la basílica de Lourdes” –“¿Es verdad? ¿Tiene usted los
documentos? Nos ocuparemos de eso”. Estábamos para partir a Lourdes y
rápidamente busqué en internet algunas pequeñas cosas para enviárselas.
En
los documentos oficiales de Lourdes, todo el programa estaba bien
marcado ; durante toda una semana hubo siete « obispos » concelebrando
siete « misas » en presencia del cardenal Kasper, todos los ministros
eran anglicanos y la homilía fue dicha por un anglicano, yo no digo
obispo porque los anglicanos son todos laicos, no son verdaderos
sacerdotes, menos aún verdaderos obispos.
Digo
esto para mostrarles el clima: por un lado se busca anonadarnos y por
el otro se ocupan de nosotros al punto de molestar al papa un mediodía a
causa de esta historia de Lourdes. Aproveché la carta que finalmente
escribí al cardenal Castrillón en el mes de Diciembre para relatarle los
propósitos del obispo de Tarbes para quien, si dejábamos de decirnos
católicos, podríamos celebrar la misa. Le expliqué: “Luego de esta
manera usted quiere que salgamos de la Iglesia para que podamos tener
las iglesias, ¡eso es un disparate!” Fui un poco tajante.
El
17 de diciembre me enteré que había una reunión en Roma donde el
objetivo era reflexionar si había que declarar el cisma de la
Fraternidad o eventualmente excomulgar a Monseñor Fellay con motivo de
favorecer una actitud cismática en la Fraternidad. Envié mi carta… ¡Un
mes más tarde, ya no había excomunión!
Por
supuesto, teníamos nuestra cruzada del Rosario. Pero después de la carta
que yo le envié no pensaba que fuera tan rápido. En efecto, el cardenal
Castrillón me informó que hubo dos reuniones de cardenales: en la
primera discutieron de las excomuniones, la conclusión fue negativa;
luego una segunda en la cual la conclusión fue que ellos podían llegar a
reconocer a la Fraternidad. Esto me fue revelado algunos meses después.
Padre Lorans
Monseñor,
usted nos muestra que las líneas divisorias se desplazan un poco. Esta
universidad de verano está consagrada a la apologética ¿Es que la
actitud de los fieles y de los sacerdotes unidos a la tradición debería,
en su opinión, cambiar también? ¿Es este un período donde debemos tener
en cuenta precisamente la realidad que hemos hecho y las situaciones
que nos da la providencia?
Mons. Fellay Creo
que debemos guardar extrema prudencia. Esta situación de contradicción
forzosamente va a suscitar toda suerte de ruido, de rumores en todos los
sentidos, es por eso que verdaderamente se necesita, si puedo hablar
así, “girar siete veces la lengua en la boca antes de hablar”, e incluso
agregaría: antes de creer cualquier cosa, hay que mirar los hechos, no
correr atrás de los rumores si no quieren “convertirse en burro”.
El
cardenal Levada me ha invitado el 14 de septiembre así como a los dos
asistentes generales. Esto es algo nuevo. Dicen que se han abordado
todos los temas doctrinales, que una reunión ahora es necesaria para
evaluar las discusiones teológicas y hablar del futuro. Se dice que
habrá una proposición de acuerdo práctico, yo no sé nada. Esto viene de
todas partes: El padre Aulagnier dice que lo harán y que la Fraternidad
se va a rehusar. Yo no sé nada de esto. Incluso Mons. Williamson ha
hablado, yo no sé de donde recibe sus informaciones ; al parecer de un
portavoz de Ecclesia Dei… ¿Quién es este portavoz? No lo sé. Los rumores
persisten ¿habrá algo de nuevo? Todo mundo habla; Roma no desmiente
pero yo aún no recibo nada. Estamos a la expectativa.
Si
su objetivo sigue siendo la aceptación del concilio por la Fraternidad,
las discusiones han sido muy claras para mostrar que no tenemos la
intención de comprometernos en esa vía. Ya en el 2005, después de cinco
horas de discusiones en el curso de las cuales recorrí y repasé todas
nuestras objeciones contra los errores, la situación de la Iglesia hoy
en día y el Derecho canónico, yo puedo asegurarles que los intercambios
eran tensos. El Cardenal Castrillón concluyó: “Yo no puedo decirles que
estoy de acuerdo con todo lo que ha dicho, pero sus palabras demuestras
que no está fuera de la Iglesia. Escriba al papa para pedirle el
levantamiento de la excomunión”.
Entonces
comprendí que Roma estaba lista a hacer un gesto, de lo contrario esa
solicitud no tenía sentido. Mi respuesta no fue inmediata, porque de
hecho, para nosotros, nunca hubo excomunión. Es por eso que en la carta
que le escribí al papa no pedí el levantamiento sino la anulación o el
retiro del decreto, porque este si existe. A los que dice que yo
solicité el levantamiento de la excomunión yo le respondo que es falso.
El mismo Cardenal Castrillón me ha escrito “Usted solicito que se retire
el decreto, pero se le levantará la excomunión” Esto está muy claro,
ellos saben lo que dicen.
Entonces para
conocer la situación exacta… por mi parte, decirles lo que va a suceder
mañana, yo no lo sé. Puede ser desde la declaración de cisma hasta el
reconocimiento de la Fraternidad. Yo no quiero especular. Trato de
prevenir las situaciones, de reflexionar en lo que debería hacer si tal o
cual caso se presenta.
Por un lado preconizo
extrema prudencia, de no correr tras los rumores, de permanecer en los
hechos, en la realidad. Mi impresión es que Roma se burla de lo que se
dice; las palabras brotan en todos los sentidos pero carecen de valor.
No se alarmen. Es un poco como Nuestro Señor, les dirán está aquí o
allí, no vayan, quédense.
Por otro lado
retengo las discusiones doctrinales que sí ellas no aportan un gran bien
de manera inmediata, porque es un encuentro entre dos mentalidades que
chocan. Me quedo con la imagen de un torneo en el cual dos caballeros se
baten, se lanzan, pero pasan uno al lado de otro.
No
pueden en todo caso decir que estamos de acuerdo. Si estamos de acuerdo
sobre un punto es que en ningún punto estamos de acuerdo.
Evidentemente, si se habla de la Santísima Trinidad estamos de
acuerdo…pero el problema no es ese: cuando se habla del concilio,
hablamos de ciertos problemas nuevos que nosotros llamamos errores.
Hay
un rumor según el cual nos harán proposiciones. ¿Pero bajo qué
condiciones? ¿Habrá condiciones? Según mi punto de vista sería increíble
que no las hubiera. Algunos dicen que no es posible, que hasta el
presente siempre han tratado de hacernos tragar el concilio. Yo no lo
sé. Lo único que digo es “continuamos”. Tenemos nuestros principios y el
primero de entre ellos es la Fe. ¿De qué nos serviría recibir cualquier
ventaja en este mundo si debemos de poner en juego la Fe? Es imposible.
Y sin la Fe es imposible agradar a Dios, por lo tanto nuestra
elección está hecha. Primero la Fe, a cualquier precio, ella pasa
incluso delante de un reconocimiento por la Iglesia. Hay que tener esa
fuerza.
Quisiera decir una última cosa:
algo está cambiando, y en cualquier cosa que cambia hay almas sedientas,
ellas vienen del estado desastroso de la Iglesia hoy en día, ellas no
llegan como almas perfectas pero hay que ocuparse de ellas. Hasta hoy
hemos tenido una actitud de defensa. Sin embargo no hay que tener miedo
de introducir un elemento de ataque, un elemento más positivo: ir hacia
los otros para tratar de ganarlos dando prueba de la prudencia más
grande, pues la hostilidad no se ha terminado. Imaginen que Roma nos
reconozca de repente, me cuesta creerlo pero ¿qué sucedería entonces?
¿Creen que los progresistas van a cambiar frente a nosotros? Para nada!
Por una parte continuarán rechazándonos como siempre lo han hecho, y
tratarán de hacernos tragar su veneno; nos rehusaremos y el conflicto
empezará de nuevo y cada vez más, no se hagan ilusiones. Si Roma nos
reconoce, será más duro que ahora. Hoy gozamos de los beneficios de una
cierta libertad. Un día la iglesia tendrá que reconocernos como
católicos, pero eso no será fácil.
Por parte
de Roma, nos falta la claridad ; quisiéramos que Roma fuera de nuevo el
faro de la verdad, pero esto está lejos de ser el caso por el momento…
por nuestra parte, fundamentalmente no cambiamos nada, continuamos
centrándonos en la Fe, estando dispuestos a ayudar a las almas que
deseen ser ayudadas, incluso si ellas tienen comportamientos que dejan
que desear al principio. Es necesaria mucha paciencia, mucha
misericordia permaneciendo firmes, ¡esto no es nada fácil!. Pongamos
atención a no rechazar por razones superficiales a las almas meritorias
que se acercarán a nosotros, no queremos a cualquiera, no hay que
debilitarnos pero hay que ser bueno con todo el mundo. Esta es una
obligación que nos hace crecer en la virtud.
Hay
que permanecer en el ámbito sobrenatural. La apologética consiste en la
defensa de la Fe pero sobre todo al nivel de la razón a fin de tratar
de convencer. Pero esto no es suficiente. Para convencer, hace falta la
gracia y la gracia es sobrenatural. Para convencer hace falta una acción
de Dios, entonces hay que asirse de los medios sobrenaturales. Para
nosotros, esto quiere decir llevar una vida cristiana profunda e
intensa. Esto es más importante que el combate simplemente apologético,
pero esto no quiere decir que haya que descuidarlo, los dos son
necesarios, es una cuestión de orden.
Es por
esta razón que me permito insistir en nuestra cruzada. Las victorias que
reportamos sobre la Roma modernista no debemos atribuirlas a nosotros,
sino a la Santísima Virgen y a nuestras cruzadas. Es al final de cada
una de nuestras cruzadas que hemos obtenido ya sea la misa, o el
levantamiento de las excomuniones, cada vez volteamos a la Santísima
Virgen en esas situaciones consideradas como imposibles. No solo hay que contar con la Virgen sino también situarnos bajo su bandera y seguirla. Es su tiempo.
(El estilo oral ha sido conservado)