En su reflexión televisiva semanal en
el programa “Claves para un Mundo Mejor” (América TV), Mons. Héctor Aguer, Arzobispo de La Plata, reflexionó
sobre el sentido de “la importancia del nombre cristiano”.
Comentó que se le ocurrió conversar acerca
de esto porque le llama la atención “los nombres que muchas veces se ponen a los
niños” pues advierte que actualmente “se buscan nombres de culturas exóticas y otros que, a lo mejor,
expresan cosas significativas en esa cultura originaria pero que no tienen nada que
ver con nuestra realidad concreta, de argentinos y de católicos, por lo menos
sociológicamente católicos”.
“Aquí hay algo interesante, no solo
porque el chico va a llevar ese nombre toda la vida, sino porque el sentido de
elegir para un niño un nombre cristiano es que pueda invocar la intercesión de
la Santísima Virgen en alguna de sus títulos y advocaciones o del santo cuyo
nombre se le impone. Además, ese gesto implica que si el chico
lleva luego efectivamente una vida cristiana, lo que es de desear, pueda tomar
a ese santo por modelo”, añadió el prelado.
Indicó que esto “no debe ser desechado porque tiene que ver
con la trasmisión de una cultura cristiana. Felizmente
todavía hay muchísimos padres que bautizan a sus niños, y esto no es un dato
menor, porque me parece que expresa el aprecio de la vida cristiana por una
gran parte de nuestro pueblo”.
Además propuso “hacer una especie de
campaña” proponiendo la imposición de nombres cristianos y agregó
que si bien “al chico lo llevan a bautizar cuando el nombre ya está estampado
en el trámite civil” puede haber “un cierto remedio” que suele sugerir al
celebrar Bautismos que es “proponer que si el chico no tiene un nombre
cristiano se le añada en la ceremonia del Bautismo, Todavía, unos años después,
existe una posibilidad ulterior, cuando el chico va a recibir el Sacramento de
la Confirmación. Ahí él mismo puede elegir un nombre cristiano”. Y recomendó a los catequistas “que en el tiempo de
preparación vean si el niño o la niña no debe adoptar un nombre cristiano, y
que él mismo lo añada, y que ese gesto sirva, de alguna manera, para iluminarle
el camino de su vida ulterior”.
A propósito del cambio de nombre o de la
imposición del nombre, en el Día del Papa, Mons. Héctor Aguer se
preguntó: “¿Qué debe hacer el Papa cuando lo eligen? Debe adoptar un nombre. Nosotros tenemos el caso
afectivamente cercano del Cardenal Bergoglio
que cuando fue elegido Sumo Pontífice eligió llamarse Francisco, y ¡vaya si
tiene sentido que haya elegido ese nombre! porque de alguna manera se indica
una veta espiritual y pastoral del Pontificado. De paso, no nos olvidemos hoy
de rezar por el Papa Francisco”.
El Arzobispo de La Plata agregó que podemos trasladar “eso al
caso sencillo del Bautismo de cualquiera de nuestros niños en nuestras
parroquias. ¡Hay que pensar en el asunto del nombre, y si se lo va a bautizar,
que sea un nombre cristiano!”. Y finalizó diciendo: “Ustedes pueden pensar
que esto es una cosa insignificante, pero multiplicada y generalizada esta
iniciativa contribuye a una presencia concreta en la sociedad, es la presencia
del hecho cristiano y de la referencia a nuestros orígenes cristianos”.
Adjuntamos el texto
completo de la alocución televisiva de Mons. Héctor Aguer:
“Muchos de ustedes,
seguramente, habrán asistido y más de una vez quizás, a la celebración del
bautismo de un niño. Recuerden como comienza el rito bautismal. Después del
saludo inicial el sacerdote, o el diácono, hacen esta pregunta a los padres de
la criatura: ¿qué nombre le pusieron a su hijo? Los papás responden; ese es el
rito de imposición del nombre”.
“Se me ocurrió
conversar con ustedes acerca de este punto porque hay algo que me ha llamado la
atención: los nombres que muchas veces se ponen a los niños. Hay en las
familias tradiciones respecto de esto; se repite el nombre del abuelo o del
bisabuelo, que atraviesa varias generaciones. Además, en algunos ambientes, era
muy común, por ejemplo en los ambientes rurales, el poner el nombre del santo
del día: se fijaban en el almanaque y se le ponía al bebé el santo que
correspondía. A veces se producían chascos fenomenales. Imagínense un nombre
que quizá hoy día suena extravagante; y no ha faltado el caso de un nene o una
nena que acabaron llamándose “Fiesta Cívica” por haber nacido un 25 de mayo o
un 9 de Julio”.
“No obstante en esos
tiempos y lugares existía la intención de poner un nombre cristiano, y esa es
la cuestión: poner un nombre cristiano”.
“Lo que advierto en
la actualidad es que se buscan nombres de culturas exóticas y otros que, a lo
mejor, expresan cosas significativas en esa cultura originaria pero que no
tienen nada que ver con nuestra realidad concreta, de argentinos y de
católicos, por lo menos sociológicamente católicos”.
“Aquí hay algo
interesante, no solo porque el chico va a llevar ese nombre toda la vida, sino
porque el sentido de elegir para un niño un nombre cristiano es que pueda
invocar la intercesión de la Santísima Virgen en alguna de sus títulos y
advocaciones o del santo cuyo nombre se le impone. Además, ese gesto implica
que si el chico lleva luego efectivamente una vida cristiana, lo que es de
desear, pueda tomar a ese santo por modelo”.
“Aquí hay algo que no
debe ser desechado, porque tiene que ver con, la trasmisión de una cultura
cristiana. Felizmente todavía hay muchísimos padres que bautizan a sus niños, y
esto no es un dato menor, porque me parece que expresa el aprecio de la vida cristiana
por una gran parte de nuestro pueblo”.
“Les propongo a
ustedes esta reflexión porque me parece que tenemos que hacer una especie de
“campaña”. Ustedes conocerán, a lo mejor, parientes o amigos, matrimonios
jóvenes que esperan un niño y sobre el nombre que pondrán a la criatura; quizá
se puede sugerir que elijan un nombre cristiano”.
“Hay manías o modas
que se repiten y luego el chico queda para toda la vida con ese nombre que a lo
mejor dentro de 20 o 30 años suena más extravagante que llamarse hoy día, por
ejemplo, Policarpo. De paso, ¿Saben que quiere decir Policarpo?: significa
fruto abundante. Hay ciertos nombres de la tradición cristiana que tienen un
sentido muy bello, muy noble y no solamente del punto de vista religioso sino
también humano. En este tema se trata de tener un poco de discreción, pero
implica también un reconocimiento de lo que significa el Bautismo”.
“Es verdad que al
chico lo llevan a bautizar cuando el nombre ya está estampado en el trámite
civil, en el registro del nacimiento y no hay mucho remedio. Sin embargo, puede
haber un cierto remedio y yo, a veces, lo sugiero cuando me toca celebrar algún
Bautismo; es proponer que si el chico no tiene un nombre cristiano se le añada
en la ceremonia del Bautismo, Todavía, unos años después, existe una
posibilidad ulterior, cuando el chico va a recibir el Sacramento de la
Confirmación. Ahí él mismo puede elegir un nombre cristiano; yo les sugiero a
los catequistas precisamente eso: que en el tiempo de preparación vean si el
niño o la niña no debe adoptar un nombre cristiano, y que él mismo lo añada, y
que ese gesto sirva, de alguna manera, para iluminarle el camino de su vida
ulterior”.
“Ustedes pueden
pensar que esto es una cosa insignificante, pero multiplicada y generalizada
esta iniciativa contribuye a una presencia concreta en la sociedad, es la
presencia del hecho cristiano y de la referencia a nuestros orígenes
cristianos”.
“A propósito del
cambio de nombre o de la imposición del nombre recordemos que hoy es el Día del
Papa, Fiesta de San Pedro y San Pablo. ¿Qué debe hacer el Papa cuando lo
eligen? Debe adoptar un nombre. Nosotros tenemos el caso afectivamente cercano
del Cardenal Bergoglio que cuando fue
elegido Sumo Pontífice eligió llamarse Francisco, y ¡vaya si tiene sentido que
haya elegido ese nombre! porque de alguna manera se indica una veta espiritual
y pastoral del Pontificado. De paso, no nos olvidemos hoy de rezar por el Papa
Francisco”.
“Pues bien
traslademos eso al caso sencillo del Bautismo de cualquiera de nuestros niños
en nuestras parroquias. ¡Hay que pensar en el asunto del nombre, y si se lo va
a bautizar, que sea un nombre cristiano!”.