sábado, 3 de abril de 2010

VETERANOS DE GUERRA DEL BEAGLE

Beagle 

Recuerdo y reconocimiento adeudado por la Nación.

Por Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila. (*)

Juráis a la Patria, seguir constantemente su bandera y defenderla hasta perder la vida…¡¡¡¡¡-Como olvidar el poderoso SI JURO con que respondimos a esa demanda de soldado a soldados.¡ Nunca imaginamos que en un momento de la historia, la Patria nos demandaría su cumplimiento…..Eso fue en el Beagle y, luego, Malvinas.

En las últimas semanas de aquel año 1978, cuando las noticias decían que el conflicto por el Beagle no tendría solución, las autoridades dispusieron el inicio de la “Operación Soberanía”. Las Fuerzas Armadas pusieron en marcha sus planes de movilización y el personal incorporado en las unidades recibió a los convocados para alcanzar con el complemento las organizaciones de guerra. Argentina entraba en su faz bélica y al otro lado de la frontera, Chile hacia lo propio. Soldados argentinos y chilenos se preparaban para el combate cumpliendo las órdenes de sus gobiernos respectivos. Todos sabían que tenían que estar preparados para morir y convencidos que una causa justa los llevaría a matar.

Los planes de equipamiento y transporte se pusieron en marcha y las unidades fueron embarcadas hacia las zonas de operaciones que bordeaban a lo largo la Cordillera de los Andes. En cada parada, una multitud abrazaba y vivaba emocionada a sus hijos que marchaban a la guerra por la soberanía territorial de la Nación. Los aprestos se completaron con los planes de reconocimiento y la ordenes preparatorias para la acción. La crisis crecía en la medida que las respuestas no llegaban. La duda, si es que la podía haber, se convirtió en certeza, la solución parecía estar solo en el efecto de las armas.

El trauma de “ansiedad del combatiente” se posesiono de todos, en algunos florecía el heroísmo dispuesto a la lucha, en otros la prudencia ante el riesgo peligrosos, pero nadie soñaba en dejar de cumplir su deber. Cuando se recogen los antecedentes de aquel entonces, se comprueba que, si bien las armas estaban silenciosas, el conflicto enardecía a argentinos y chilenos, mientras la opinión publica de Chile y Argentina se fortalecía para no ceder y apoyar sin claudicación la imposición por medio de las armas. La guerra psicológica alcanzaba a ambos pueblos y movía a decisiones sin retorno. Ese sentimiento de la comunidad, era el convencimiento de los soldados. Había llegado el momento de concretar aquello que se juro con emoción. La Patria lo demandaba.

Aquel atardecer del 22 de diciembre de 1978 significo la antesala de la batalla. Las tropas salieron de sus alojamientos y se desplazaron a sus posiciones. Los minutos se hacían horas, la tensión crecía junto con la llegada de la noche, cuando las luces al frente desaparecían, los soldados argentinos y chilenos “sabían” que el momento del combate estaba por llegar…. Alguna radio encendida hablaba de reuniones y decisiones. La presencia de la guerra era real y concreta. Los Ejércitos de Argentina y Chile, que había nacido unidos en el pasado, se ensangrentarían con las heridas de aquellos que fueron sus históricos hermanos en búsqueda de la libertad. De pronto, la frontera se volvió a iluminar y llenarse de ruidos mientras se ordenaba el repliegue. Algunos dudaban, otros sonreían, la misión aparentaba haber sido cumplida. Alguno recordaba a San Martín que vencía, sin atacar, Lima. Se había logrado la “disuasión” y evitado el choque, las fuerzas armadas argentinas y chilenas habían cumplido con su deber y ofrendado su posible sacrificio. La razón se impuso a la fuerza.

La Navidad llego a los campamentos y junto a los fogones, rodeados por soldados, se sentía el sabor de la paz y el dolor por aquellos que lejos en los hogares pensaban en el regreso de los soldados que aun estaban en el frente. Ya en los cuarteles, las Fuerzas Armadas, en tocantes ceremonias castrenses, despidieron a sus soldados que con la frente alta y el corazón rebozante, dejaban sus uniformes para vestidos de paisanos volver a la vida civil. Años después, en 1982, muchos de aquellos del Beagle, repitieron las jornadas y esta vez si llego la ofrenda de sangre en las tundras de nuestras Islas Malvinas. Como la Nación fue tardía en reconocer a los héroes malvinenses, ella ha olvidado a los que sin pelear ofrecieron sus vidas por la soberanía cumpliendo su deber, en la “Operación Soberanía”. Gloria y honor a los veteranos de guerra del Beagle….¡¡¡¡¡.

*Nota: El suscripto tuvo el honor de culminar la vida militar convocado a formar parte del Grupo de Artillería Blindada 1 que, desde su alojamiento en Covunco Centro, se alisto para dar apoyo de fuego a las unidades que penetrarían en Chile cumpliendo el plan de operaciones dispuesto por la Superioridad. Ello lo hace testigo presencial con directa participación que lo mueve a la redacción de este trabajo, como un homenaje de reconocimiento a los jefes, oficiales, suboficiales y soldados con los que compartió el “Operativo Soberanía”.

1 comentario:

  1. Leo con agrado las palabras del TTe Cnel, o TECO, con respeto como soliamos decir los colimbas a los Oficiales Superiores. Mi pregunta es simple. ¿Cree Ud, como TTe Cnel.(RE), que los soldados, desplazados al teatro de operaciones sur, (Beagle), NOS MERECEMOS UNA PENSION?
    Soldado Clase 59, Roberto Lucio Cristini. DNI N 13037306. Servicio Militar Comando de Artilleria 101 junin. Bs As. Con orgullo y respeto a mi patria, servi y solicite ir como voluntario al sur, ya que no todo el cuartel fue movilizado, y fui aceptado y me senti orgulloso de haberlo hecho y lo volveria a hacer todos los dias de mi vida. VIVA LA PATRIA¡¡¡¡carajo

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