Por Carlos Belgrano
Amigos:
Cuando promediaba su reinado, Luis XIII, que poseía un coeficiente
bastante similar al de Alfonsín, y
que además era un profuso cornudo, le preguntó a su Primer Ministro, el
Cardenal Richelieu, que implicaba la
traición en la política.
El clérigo dudó unos instantes y
finalmente le contestó: "Una simple cuestión de fechas, Majestad".
Los británicos, que sabían mucho
de eso, implementaron mucho antes de esa anécdota francesa, en la Torre de
Londres, un patíbulo con forma de puente hacia el Támesis, reservado en
exclusividad para los traidores.
Entre nosotros, nunca hubo una semblanza
similar, para castigar a todos los que ofendieron y ofenden a la Patria.
De alguna manera muy particular,
el tiempo se ha burlado de la mayoría de nosotros, ya que hasta hoy, con
excepción de los fusilamientos de 1956, todos los que por acción u omisión han
violado esos preceptos, ya en franco desuso, siguen indemnes.
La carnavalesca desatada por la
Presidente, en su burlona e improvisada conferencia de prensa, sobre los logros
de la misión a Angola, nos atestiguan sobre la ígnea temperatura de este
dislate en la gestión pública.
Tales eventos sólo pueden
sucederse unos detrás de los anteriores, en esta sociedad desquiciada por la
ignorancia de un pueblo que sin importar lo que acontece en su derredor, ha
olvidado su capacidad de asombro y menos aún de reacción.
Ya que está imposibilitado de
interpretar un simple mensaje que ha mutado de ser subliminal, para
transformarse en evidentemente obsceno y satánico.
No importa lo que pontifican
todos estos analistas de cartón, como Grondona,
Majul e incluso este remozado Lanata,
ex de Perfil y actualmente a sueldo de Klarín.
Porque ninguno de ellos es
fiable, toda vez que carecen de una trayectoria honorable.
Abrevan en el negocio editorial
de aumentar la circulación de ejemplares, en los periódicos a quienes les
prestan un servicio rentado.
Son un hato de hipócritas, que
hacen de opositores a un sistema oblicuo que los abastece y retroalimenta.
Estos aparentes moralizadores,
son los que en esencia, sanean a un aparato, que lejos de debilitarse, se
fortalece.
El "vamos por todo",
solamente se puede concebir cuando un puñado de granujas y apátridas como esta
banda K, sienten que manejan ambas puntas de esta cuerda de circo, en la que
saltan estos supuestos periodistas, industriales corrompidos y militares afines
con este plan de aniquilación del Ser Nacional.
Si todos estos que hacen de
amonestadores del gobierno fueran decentes de verdad, sin ambages,
aprovecharían sus tribunas, para clamar ante un público aturdido, por la destitución
inmediata de estas lacras kirchneristas.
La simple declamación colmada de
apóstrofes vacíos de contenido y con dirección errática no hacen más que
delinear una triste figura con una torpe forma, como la de
EL INFLADOR
Atentamente Carlos Belgrano.-
laautopsiadelbicentenario@yahoo.com
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