viernes, 27 de agosto de 2010

LEGISLADORES CONVOCARON A CIUDADANOS A EXPRESARSE, Y DESPRECIARON A LOS PROVIDA

a abortistas provida

El martes 25 de agosto de 2010 se presentaron ciudadanos en la Legislatura para defender la vida de los inocentes ante la Comisión de Salud en el Anexo de la Cámara de Diputados de la Nación.
Carmen Sicardi, por ejemplo, habló de su experiencia como trabajadora social, recibiendo por tal motivo numerosas adhesiones tanto por el contenido de sus palabras como por el modo de hacerse respetar en particular por un legislador que adoptó una conducta indisciplinada y burlona, indigna de la función que ocupa..  
Sicardi debió vivir en esa oportunidad una situación desagradable, ya que al notar que no era escuchada con atención y respeto por todos los legisladores, solicitó que se le prestara atención, y luego en particular se dirigió al diputado Sánchez, ya que el mismo continuaba ignorándola y haciendo gestos de que “cortaran” las exposiciones a favor de la vida del bebé por nacer. El diputado Sánchez, también una vez fue concebido y habrá aguardado unos nueve meses para nacer sin que su madre lo abortara.

Parecía que el señor legislador Sánchez consideraba que todos los que están en contra del aborto siempre dicen "lo mismo". Hubo testigos de esto, ya que no ocultó su pensamiento y gestos ante quienes estaban a pocos pasos de él, quienes pudieron contemplar azorados semejante conducta despectiva.

Sicardi fue acusada de fundamentalista, intolerante e irrespetuosa. Pero ¿qué debía hacer? ¿O acaso los abortistas no son “fundamentalistas”, no “repiten siempre los mismos argumentos”, y en particular son unos irrespetuosos y despectivos (“discriminadores”, como es uso común hoy afirmar)? Los defensores de la vida, los “provida”, jamás faltan el respeto a quienes sostienen ideas que hasta en muchas oportunidades son ridículas, carentes de sustento fáctico, jurídico e incluso lógico, y esta es una grave diferencia: los “discriminadores” dicen ser “discriminados”.

Sí, esos diputados cobran sus sueldos gracias a los 40 millones de personas que los alimentan pagando los impuestos, y retribuyen votando leyes aberrantes y burlándose de la ciudadanía. Dietas de “gordos”, a las que se suman los cobros suplementarios de otros rubros que engrosan sus bolsillos. ¿Cuántos planes sociales entran en lo que finalmente cobra de bolsillo un legislador? ¿Cuánto vale el voto de un legislador?

Hasta hubo alguien que afirmó que "los legisladores son los dueños de casa", en referencia a la Legislatura… ¿Dónde quedó el legislador que es un servidor público que debe defender a todos los ciudadanos, incluso a los concebidos? Parecen monarcas absolutos de la China o de Mongolia, se parecen a los sanguinarios Tamerlán y Atila, parecen Juan Sin Tierra exigiendo que los súbditos les digan que “sí” a todo lo que ellos ordenan arbitrariamente.

Carmen Sicardi exigió con firmeza, pero de buen modo, que la escucharan, pues para eso habían convocado a los ciudadanos, y tan solo eso pidió al legislador, que además era el más joven de todos (tal vez no llega a los 30 años de edad), y quería hacerse notar como más ofendido. Hay quien especula que está entrenado en hacer teatro y escándalos cuando no quiere escuchar voces en contra, dichas con firmeza, y encima por una profesional que no se presentaba como representante de ninguna organización en particular sino como Lic. en  Trabajo Social con más de 25 años de experiencia en niñez y familia y adopción.

Al legislador no le habría gustado escuchar el planteo de Sicardi, afirmando como mujer que que “las mujeres no quieren pinzas ni quirófanos esterilizados para realizarse un aborto, sino que necesitan del hospital una atención integral e interdisciplinaria para ella y el bebé”, que “el bebé tiene derecho a la vida” y que “un 51% de los que están en el vientre materno son mujeres” (algo que parecen olvidar las feministas), así como que “la alternativa de vida es la adopción”.

Sicardi hizo un planteo distinto que rompió en parte el discurso antivida de ayuda a la mujer, y por tal motivo el diputado Sánchez inventó esa payasada y el escándalo, pues la oradora le pidió que la escuche mirándolo  a los ojos.

Después de la exposición de Carmen Sicardi, hizo uso de la palabra el Dr. Perazo, dirigiéndose a los legisladores del mismo modo respetuoso en que lo hizo su predecesora, y aunque no se quejó de que tampoco lo escucharan (en un irrespetuoso “ninguneo” de los diputados), el mismo legislador Sánchez siguió pidiendo con gestos de sus manos que cortaran las exposiciones, en una conducta realmente payasesca.

Mientras el Dr. Perazo explicaba que sí existe en la realidad un síndrome post-aborto, y que la vida comienza desde la concepción, un travesti que estaba entre el público decía: “¡por favor! ¡Qué engaño!”. Muchas de las que estuvieron presentes se han preguntado con qué autoridad se quejaba ese travesti, si alguna vez habrá estado embarazado o si se habría practicado algún aborto como para saber en persona de qué se trata el problema.

En la Comisión hubo algunos profesionales o asesores provida, pero además faltó público provida, ya que en esos ámbitos las minorías aparecen como mayorías por la acción de unos pocos activistas, en tanto que la mayoría de los ciudadanos es omitida y despreciada, sea cual fuese su número.

A los legisladores no les interesó nada de lo que pudieran decir los ciudadanos provida, otorgando un trato despectivo ante cada orador. Sin embargo, los legisladores dijeron: “se ha escuchado a todos con atención y mucho respeto”. Los que estuvieron presentes desmintieron rotundamente tales palabras. En los hechos, adoptaron una postura como diciendo “hablen todo lo que quieran, que nosotros vamos a matar a todos los niños que estén por nacer que podamos, y no nos importa que sean personas, o que las madres a causa de la práctica pongan en peligro su propia vida o el destino de esas madres con el síndrome post-aborto”. Y a esto se llama “pluralismo” y “democracia”.

Asimismo, los integrantes de la Marcha de los Escarpines dejaron a los “Legisladores”, sobre su mesa, un par de escarpines con un listón negro, como regalo de lo que firmaron: la muerte de quienes jamás tendrán la oportunidad de usarlos.

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