Por Carlos Alberto Falchi
Al inefable “filosofo”, intelectual transgénico, de la decadencia, y a su rebaño de seguidores les digo sinceramente estoy cansado “oírte así, decir tanta pavada”, ya tu ultima pavada me harto.
Me harto porque la bandera no la vas a tocar.
Paso medio siglo del día en que jure defenderla hasta perder la vida, ese juramento que hacíamos los “ciudadanos” cuando estábamos “bajo bandera” al servicio de la patria, a pesar del paso del tiempo no hemos silos relevados del mismo. Por lo tanto les decimos a los escribas de la corte que: La bandera no se toca.
Dicho juramento no era mas que la ratificación del juramento efectuado cuando niños, cuando a los argentinos no nos traumatizaba la idea de la muerte, hoy la imbecilidad progresista sustituyo la formula por una anodina promesa.
Me interesaría saber si el “filosofo” también la juro en ese caso, además de escribir pavadas, seria un perjuro.
Por otra parte, desde su cátedra periodística nos advierte “estamos todos: occidentoxicados. O, si se quiere, macdonalizados”, yo le digo –a pesar de el uso abusivo del termino- somos parte de occidente, mal que le pese al progresismo “a la violeta” también el marxismo es un producto del pensamiento occidental. Por supuesto esta afirmación le hará poner los pelos de punta a los hombres de ”la derecha” y, sobre todo, a los devotos de las interpretaciones Leninista y Trotskista del pensamiento del filosofo.
La pretensión de identificar “occidente” con la cultura norteamericana muestra un pensamiento simplista, de mera repetición de consignas.
Volviendo al tema que nos ocupa veamos el porque el “cagatinta” pretende tocar la bandera, “Hemos tenido una y todavía la tenemos. Bien, para ser claro: a mí no me gusta. Esa bandera expresó, en el siglo XIX, los intereses de lo que Juan Bautista Alberdi llamaba la provincia-metrópoli: Buenos Aires. El Interior federal, arrasado por el colonialismo interno de Buenos Aires, no se expresó por medio de la azul y blanca. Con esa bandera se arrasó el Paraguay. Se hizo la Campaña del Desierto. Se reprimió a los inmigrantes. Se masacró la Patagonia. El coronel Varela festeja, con sus amigos británicos, el triunfo sobre los pobres obreros patagónicos entre banderas azules y blancas y banderas inglesas, que se llevaban bien. Con esa bandera asume Uriburu. Perón cambia un poco los símbolos, pero los conserva. La “libertadora” agobia con la azul y blanca como encarnación de la libertad y la democracia “recuperadas”. Onganía reprime con esa bandera el Cordobazo. Con esa bandera asume Videla y aquí llegamos al desborde, al horror, al azul y blanco teñido de sangre. La bandera se transforma en la bandera del Mundial. La única bandera. La bandera de la Argentina y de su gloriosa selección. “Fiesta, qué fantástica, fantástica esta fiesta.” La fiesta de todos es azul y blanca. Una sola bandera y una sola bandera es el Terror, el miedo, la negación de lo diferente. Y luego, Malvinas. Y otra vez la bandera. Y se nos recuerda que “nunca fue atada al carro de ningún vencedor de la tierra”. Bueno, tampoco se había enfrentado con muchos: salvo, sí, con españoles y paraguayos famélicos en los esteros colorados donde se amontonaban los cadáveres. El día que enfrentó a sus viejos patrones, a sus socios en la masacre patagónica, se la llevaron. Ellos, los ingleses, atada a su carro de vencedores”.
No es necesario ser “profesor”, de filosofía o historia, para advertir los errores del disparatado escrito en primer lugar Buenos Aires, mal que les pese, fue cabeza de la revolución, los soldados expedicionarios que libraron la primeras batallas de la independencia partieron de Buenos Aires, la primera rebeldía se concreto en Buenos Aires, los soldados ofrendaron sus vidas gritando ¡VIVA BUENOS AIRES!!, desde luego la mitología progresista desarrolladas por los concurrentes a las mesas de LA PAZ considera que los hombres del interior eran buenos salvajes, castigados por los porteños.
Me permito recordar la guerra de liberación conducida por San Martin .
Recordemos la bandera Gral, Mansilla y sus hombres, héroes de Obligado.
Como me explica el autor del texto el acto heroico del puntano Pringles salvando la bandera si el interior no se expresaba con la azul y blanca.
Si flameo victoriosa en la guerra del Paraguay, mas allá de los errores políticos, nuestros soldados no pelearon contra “niñitos indefensos”, en cuanto a nuestra guerra de la independencia me permito recordarle que no eran unos “galleguitos” mal entrenados, eran el ejército e una potencia europea.
Fue la bandera que enarbolaron las tropas al mando del Coronel Varela, enviadas por Hipólito Yrigoyen presidente constitucional de los argentinos.
Me permito recordarle, al portador de germánico apellido, que la argentina no reprimió a los inmigrantes, al contrario los recibio e integro y estos consideraron a la Argentina su segunda patria.
Algunos no respetaban ni la patria de origen, ni la Nación que les abría sus puertas, fueron reprimidos o deportados.
Se lo digo como descendiente de italianos que llegaron a estas tierras y la consideraron, con cariño y orgullo, su otra patria.
La bandera Azul y Blanca es el símbolo de la Nación, fue la bandera de general Uriburu, pero también la de los hombres que se sublevaron en Paso de los Libres, fue bandera de la Revolución del ’55, también del Gral. Perón y del Gral. Valle.
Finalizando le reitero: LA BANDERA NO SE TOCA.
CARLOS ALBERTO FALCHI.-
Buenos Aires 28 de abril de 2011.-
Nota: El autor el articulo que motivó mi escrito es JOSE PABLO FEIMANN y el articulo en el que propicia la sustitución del sol, en la bandera nacional, por el pañuelo de las madres de plaza de mayo se titula "Una bandera para el siglo XXI"
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los mensajes son moderados antes de su publicación. No se publican improperios. Escriba con respeto, aunque disienta, y será publicado y respondido su comentario. Modérese Usted mismo, y su aporte será publicado.