Basilio Hawrysch, ucraniano sobreviviente de los gulags siberianos que buscaron exterminar a los cristianos de ese origen, y también sobrevivió a la Segunda Guerra mundial, para llegar a la Argentina donde acaba de cumplir 100 años.
Basilio Hawrisch ha festejado con su familia, con amigos, con su ambientación ucraniana y un buen vino acompañado además de violines que evocan sus antiguas melodías típicas tradicionales, su centenaria edad.
Don Basilio es un sobreviviente de los despiadados gulags siberianos... pero muchos se preguntarán ¿Qué es un "gulag siberiano"?
GULAG COMUNISTA
SU ORIGEN
Hace más de 60 años que Hawrysch vive en Argentina, donde encontró su hogar, la paz y el trabajo en tierras de Berisso, un lugar donde puede practicar la Fe cristiana con libertad.
Nacido el 29 de abril de 1912 en la ciudad ucraniana de Poltava, ubicada en el centro del país, a poco más de 300 kilómetros de Kiev, Wasyl -luego castellanizado como Basilio- creció en el seno de una familia numerosa.
Sus padres, Pablo y María, trabajaban a destajo para llevar comida a la mesa en tiempos de represión política, confiscaciones de cosechas y creciente escasez que desembocaron en el "Holodomor", la gran hambruna que entre 1932 y 1933 mató a cerca de 10 millones de personas, que en su mayoría eran cristianos.
PASADO Y FUTURO
Por esos tiempos, el régimen de Stalin deportó a decenas de miles de agricultores a los gulags, los campos de trabajo forzado en Siberia que hasta hoy no son negados, sino que son silenciados. Wasyl fue uno de los deportados y presos; a diferencia de muchos de sus compatriotas, sobrevivió. Y también sobrevivió al conflicto bélico que se desarrolló entre 1939 y 1945. En abril de 1948, con sus padres, su hermana Anna y su esposa Catalina Laschko, llegó a Berisso.
Basilio tuvo dos hijos -María y Miguel-, quienes le dieron cuatro nietos -Pedro, José, Mariana y María Lilia- y una bisnieta hasta el momento.
Aquí se convirtió en un experto techista, especializado en cubiertas de tejas, que trabajó hasta entrados sus ochenta años y aún hoy no deja de aconsejar a sus colegas.
Tras enviudar, en 1979, se casó con Tetiana Tarasenko, otra sobreviviente del Holodomor, con la que viajó por toda la Argentina y hoy comparte sus días.
VIOLIN Y BAILE
Durante los festejos de su centenario, en los que se intercalaron decenas de saludos telefónicos desde todo el país, Basilio -quien participa de las actividades de la Asociación Ucraniana Renacimiento- tuvo tiempo para predicar con el ejemplo su apuesta por una vida plena: tras soplar las velitas, al escuchar una pieza tradicional interpretada por sus nietos violinistas, tomó de la mano a su esposa y coronó la celebración a puro baile.
Fuente: Diario El Día de La Plata y fuentes propias de Diario Pregón de La Plata
Don Basilio es un sobreviviente de los despiadados gulags siberianos... pero muchos se preguntarán ¿Qué es un "gulag siberiano"?
GULAG COMUNISTA
El Holodomor
ucraniano fue la masacre económica provocada por Stalin a esa Nación, quienes
acabaron con 10 millones de muertos por hambruna intencional del régimen
comunista. Pero ese no fue el único daño causado por el marxismo en la Unión
Soviética.
Si se habla de “campos
de concentración”, siempre se pensará en general, por el pensamiento único
impuesto desde los medios de comunicación y sus dueños mundiales,
exclusivamente en judíos marcados con la estrella de David tras alambres de púa.
Esa visión es reduccionista y pretende opacar la cantidad de “campos de
concentración”, incluso anteriores, contemporáneos y posteriores, que han
existido. Hawrysch sobrevivió a ese horror.
Gulag es un
acrónimo ruso de la Dirección general de Campos de Trabajo. Con esa palabra
además se designa la administración de campos de concentración comunistas de la
ex Unión Soviética, que abarcaban: campos de trabajo, de castigo, de criminales
y políticos, de mujeres, de niños o de tránsito. Además, los prisioneros hasta denominaron
al sistema como “triturador de carne” por las arbitrarias detenciones, los férreos
interrogatorios torturantes, el transporte en vehículos de ganado, el trabajo
forzoso, la destrucción de familias, los años perdidos en el exilio, y las
muertes prematuras e innecesarias. Nadie habla hoy de esto. Como tampoco fue
denunciado en su tiempo.
Millones de ciudadanos
perseguidos por el régimen comunista fueron encarcelados. Hubo algunas
denuncias contemporáneas pero sin efecto significativo alguno. El nombre Gulag se
hizo público cuando Aleksandr Solzhenitsyn publicó en 1973 su libro “Archipiélago
Gulag”, en el cual comparaba los campos de concentración soviéticos con una
serie de islas y lagos.
CONTRAREVOLUCIONARIOS
La Revolución
Rusa se produjo en 1917, y ya para 1918 comenzaron a construirse las
instalaciones de los distintos campos de detención. Allí eran conducidas las
personas que eran consideradas “peligrosas” para el régimen opresor, que no
eran sólo delincuentes, sino que además incluía políticos, disidentes, antiguos
aristócratas, hombres de negocios, terratenientes, obispos, sacerdotes y
feligreses cristianos… El cristianismo era un “peligro” para el materialismo
comunista mesiánico, que vivió aguardando la disolución del Estado para
alcanzar el anarquista “paraíso terrenal” prometido por Carlos Marx y que
pretendían ejecutar Lenin y sus seguidores. Esa etapa jamás podrá ser alcanzada
por ser irracional en su mera formulación mesiánica. De allí que el principal
enemigo del materialismo (liberal o izquierdista), sea siempre el cristianismo
que impone frenos a la injusticia y la maldad.
El Gulag fue
establecido oficialmente como una institución de toda la Unión Soviética por la
orden Sovnarkom 22, fechada el 7 de abril de 1930, recibiendo el nombre de
Gulag en noviembre de ese año. A principios de la década de 1930 recrudeció la
política anticristiana y anticatólica del régimen comunista, y obispos,
sacerdotes y feligreses cristianos fueron encarcelados en los Gulag. Después
hubo una “Gran Purga” entre 1937 y 1938, produciendo masivas detenciones
arbitrarias, cuando miles de personas fueron detenidos y sentenciados a largos
períodos de prisión, acusados de “actividades contrarevolucionarias”. Los
Gulags, en 1942, tenían una población de 352.560 presos. Después de la Segunda
Guerra Mundial, el número de presos en los campos de prisioneros y colonias trepó
aproximadamente a la increíble cifra de 2 millones y medio de personas a
principios de la década de 1950.
El total de
muertes documentadas en los gulags y colonias desde 1930 a 1956, ascienden a
1.606.148 personas, incluyendo prisioneros comunes y políticos. El dato no
incluye las más de 800.000 ejecuciones de «contrarrevolucionarios» durante el
período del Gran Terror, que fueron llevados fuera del sistema de campos y
ajusticiados por separado. Desde 1932 a 1940, al menos 390.000 campesinos
murieron en lugares de asentamiento forzoso de trabajo. El número de personas
que fueron prisioneros en un lugar u otro es mucho mayor y muchos de los
supervivientes han sufrido daños físicos o psicológicos permanentes.
SU ORIGEN
Hace más de 60 años que Hawrysch vive en Argentina, donde encontró su hogar, la paz y el trabajo en tierras de Berisso, un lugar donde puede practicar la Fe cristiana con libertad.
Nacido el 29 de abril de 1912 en la ciudad ucraniana de Poltava, ubicada en el centro del país, a poco más de 300 kilómetros de Kiev, Wasyl -luego castellanizado como Basilio- creció en el seno de una familia numerosa.
Sus padres, Pablo y María, trabajaban a destajo para llevar comida a la mesa en tiempos de represión política, confiscaciones de cosechas y creciente escasez que desembocaron en el "Holodomor", la gran hambruna que entre 1932 y 1933 mató a cerca de 10 millones de personas, que en su mayoría eran cristianos.
Por esos tiempos, el régimen de Stalin deportó a decenas de miles de agricultores a los gulags, los campos de trabajo forzado en Siberia que hasta hoy no son negados, sino que son silenciados. Wasyl fue uno de los deportados y presos; a diferencia de muchos de sus compatriotas, sobrevivió. Y también sobrevivió al conflicto bélico que se desarrolló entre 1939 y 1945. En abril de 1948, con sus padres, su hermana Anna y su esposa Catalina Laschko, llegó a Berisso.
Basilio tuvo dos hijos -María y Miguel-, quienes le dieron cuatro nietos -Pedro, José, Mariana y María Lilia- y una bisnieta hasta el momento.
Aquí se convirtió en un experto techista, especializado en cubiertas de tejas, que trabajó hasta entrados sus ochenta años y aún hoy no deja de aconsejar a sus colegas.
Tras enviudar, en 1979, se casó con Tetiana Tarasenko, otra sobreviviente del Holodomor, con la que viajó por toda la Argentina y hoy comparte sus días.
Durante los festejos de su centenario, en los que se intercalaron decenas de saludos telefónicos desde todo el país, Basilio -quien participa de las actividades de la Asociación Ucraniana Renacimiento- tuvo tiempo para predicar con el ejemplo su apuesta por una vida plena: tras soplar las velitas, al escuchar una pieza tradicional interpretada por sus nietos violinistas, tomó de la mano a su esposa y coronó la celebración a puro baile.
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