El pensamiento de Mons. Richard Williamson
Obispo de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X
Número CCLXXI (271) . 22 de septiembre de 2012
No todo sobre el Capítulo General
de la Fraternidad San Pío X de Julio en Suiza puede haber sido desastroso, pero
de sus dos frutos oficiales, las “Seis Condiciones” fueron “de una debilidad
alarmante” (cf.EC 268, 1 de Sept.), y su “Declaración” final deja mucho que
desear. He aquí un resumen brevísimo de sus diez párrafos:--
1
Agradecemos a Dios por los 42 años de la existencia de nuestra Fraternidad. 2
Hemos redescubierto nuestra unidad después de la reciente crisis (¿realmente?),
3 para profesar nuestra fe 4 en la Iglesia, en el Papa, en Cristo Rey. 5 Nos
adherimos al Magisterio constante de la Iglesia, 6 y también a su Tradición
constante. 7 Nos unimos a todos los católicos que sufren ahora persecución. 8
Rezamos para que nos ayuden la Santísima Virgen María, 9 San Miguel 10 y San
Pío X.
Esta es una Declaración a la cual
no le falta la piedad, la cual dice San Pablo, es útil para todo propósito (I
Tim.IV,8). Sin embargo, a sus dos discípulos, Timoteo y Tito, les insiste
constantemente sobre la necesidad de la doctrina que es sin embargo el
fundamento de la verdadera piedad. Desgraciadamente, la Declaración es bastante
menos fuerte en cuanto a la doctrina. En lugar de anatematizar los errores
doctrinales del Concilio que arruinan la Iglesia desde hace 50 años, la
Declaración tiene en sus párrafos mas doctrinales, 5 y 6, sólo una débil
condenación de estos errores, al mismo tiempo que rinde un tributo a los
constantes Magisterio (5) y Tradición (6) de la Iglesia, tributo correcto, pero
que constituye un argumento demasiado fácil de revertir por cualquier
Conciliarista. Veamos como:--
El párrafo 5 califica las
novedades del Concilio Vaticano II como estando “manchadas con errores”,
mientras que el Magisterio constante de la Iglesia es “ininterrumpido”: “Por su
acto de enseñar el Magisterio transmite el depósito revelado en armonía
perfecta con todo lo que la Iglesia entera ha siempre creído, en todos
lugares”. Lo que por supuesto implica que Roma tendría que llevar al Vaticano
II a la lavandería para quitarle las manchas. Pero veamos lo que un Romano
puede replicar: “¡La expresión por parte del Capítulo de la continuidad del
Magisterio es completamente admirable! ¡Pero nosotros Romanos somos este
Magisterio, y nosotros declaramos que el Vaticano II está en continuidad con el
pasado, y no está manchado!”
Lo mismo con el párrafo 6. La
Declaración establece, “La Tradición constante de la Iglesia transmite y
transmitirá hasta el fin de los tiempos el conjunto de las enseñanzas
necesarias para guardar la Fe y salvar el alma de uno”, y se sugiere que las
autoridades de la Iglesia tienen que volver a la Tradición. El Romano puede en
seguida contestar: “¡La descripción por parte del Capítulo de cómo la Tradición
mantiene la Fe es del todo admirable! Pero nosotros Romanos somos los
guardianes de esta Tradición, y nosotros decimos que, en virtud de la
hermenéutica de la continuidad, Vaticano II no interrumpe la Tradición sino que
la continúa. De tal manera que el Capítulo se equivoca totalmente al sugerir
que necesitamos volver a ella”.
Esta Declaración reversible
contrasta con la fuerza del ataque irreversible de Mons. Lefebvre contra los
errores del Vaticano II en su famosa Declaración de Noviembre de 1974. Declara
que la Roma Conciliar no es la Roma Católica porque la reforma Conciliar es
“naturalista, Teilhardiana, liberal y Protestante envenenada hasta la médula viniendo
de la herejía y llevando a la herejía”, etc., etc. Su conclusión es un rechazo
categórico en tener lo mas mínimo que ver con la nueva Roma, porque ella no es
en absoluto la verdadera Roma.
¡Baje del Internet las dos
Declaraciones y vea cual de las dos es, sin peligro de equivocarse, la trompeta
que llama a la batalla necesaria (I Cor.XIV, 8)! Uno tiene que hacerse la
pregunta: ¿Cuantos son los capitulantes del 2012 que han estudiado lo que dijo
el Arzobispo, y porqué lo dijo?
Kyrie eleison.
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