Por Ricardo Díaz
El Bien Común, es uno de los principios a los que habrá que volver si es que realmente queremos ser un país digno.
Podemos definir el Bien Común como la suma de los bienes materiales y espirituales que, alcanzados con la cooperación del conjunto y puestos a disposición de todos, permiten el logro de la felicidad y el desarrollo integral de cada uno de los miembros y del grupo que integran.
Es decir, el Bien Común no es sólo la existencia de bienes, sino también y principalmente, la posibilidad real que tengan todos los miembros de la comunidad de acceder a ellos. Sólo podemos considerar auténticamente como Bien Común lo que es gozado por todos.
La lucha para lograr el Bien Común es una obligación de todos los ciudadanos. Todos sabemos bien que al vivir en sociedad nos beneficiamos con los frutos del esfuerzo material y espiritual de los demás, y por lo tanto no podemos desconocer que nuestro propio trabajo es necesario para el bien de otros; no hacerlo así es caer en un egoísmo que lleva a romper la cadena de esfuerzos en procura del Bien Común.
El Bien Común exige la prudencia de parte de cada uno y más aún de aquellos que ejercen la autoridad. El Bien Común es la razón misma de ser de los poderes públicos. Corresponde a la autoridad facilitar a cada uno lo que necesita para llevar una vida verdaderamente digna, una vida segura.
En el siglo XIX, el Papa León XIII decía que “El Bien Común es delante de Dios y de la sociedad humana, la primera y última ley”.
Ahora bien, si nuestros gobiernos, por ignorancia ó por complicidad, no van a reparar en todos estos principios que hemos enumerado, ¿qué podemos esperar, tanto del presente como del futuro?
Si sólo transcurren, estos gobiernos, en disputas internas, intereses particulares, ambiciones desmedidas y egoísmos descontrolados, ¿dónde terminaremos?
Si no rompemos con la Usura Internacional y la corrupción nacional; los enriquecimientos ilícitos avalados por jueces corruptos; las componendas políticas y la coima institucionalizada, no habrá Bien Común, sólo habrá bienes particulares materiales para los gobernantes de turno.
Para que se vuelva a tener como fin el Bien Común, tendremos todos que volver a los principios aquí mencionados y actuar en consecuencia. Lo contrario será seguir por la pendiente, como hasta ahora, sin encontrar el rumbo.
Por las cosas que están sucediendo actualmente en nuestra patria, pareciera que no se va a reaccionar hasta que toquemos fondo. En ese caso sólo Dios nos va a poder ayudar, siempre y cuando lo merezcamos; y para merecerlo tendríamos que ponernos ya a rezar y actuar en consecuencia.-
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