Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 18 de Febrero del año 2013 - 1148
"La botella al mar" no ha publicado ningún nuevo artículo desde el 18 de Diciembre del año pasado. A quienes lo hayan notado y sentido como una falta, les pido disculpas y les explico que estaba dedicado a terminar mi tercera novela histórica, en la saga de los "episodios nacionales" que me propuse escribir. Las dos primeras ya las conocen: "Buenos Aires reconquistrada", sobre la primera invasión inglesa; la segunda "¿Donde está el pueblo?", sobre la Semana de Mayo de 1810 y esta tercera, denominada "Aquellas aguas trajeron estos lodos" sobre el período que va desde Septiembre de 1811, en que fue electo el Primer Triunvirato, hasta la subida de Rosas al poder, en Diciembre de 1829.
Como Uds. saben, el negocio editorial está en manos de los enemigos del catolicismo, en los que se incluyen los "progresistas". Los dos primeros libros fueron publicados por dos editoras que no cumplieron con sus contratos. O sea, no distribuyeron el libro ni me rindieron cuentas como debían. No puedo recurrir a ellas nuevamente. Por eso, si algunos de los lectores conoce alguna editorial que se interese en editar esta tercer novela histórica, le ruego escribirme unas líneas. Demás está decir que con eso no asumirá ninguna otra responsabilidad que la moral (o sea, la de haber hecho la sugerencia de buena fe y según su leal saber y entender) si la idea no marcha.
Espero sus noticias.
Para que se den una idea de qué se trata, transcribo a contiuación el prólogo del libro.
* * *
Prólogo
Esta novela histórica abarca un período complejo de nuestra Historia, desde Septiembre de 1811 en que se eligió el Primer Triunvirato hasta Diciembre de 1829 en que Rosas ocupó la gobernación de Buenos Aires. Es tal la variedad de personajes y la diversidad de escenarios en los que actuaron que es muy difícil dar unidad al relato, a no ser que se comprenda que la protagonista principal es la Patria misma.
Personificada la Patria como el centro de todos los acontecimientos, todos los actores del drama nacional se entienden en función de ella y se ordenan en torno de ella. Unos, tratando, organizadamente, de convertirla en otra cosa de lo que era desde sus orígenes, desde la Conquista y la Evangelización hasta su lenta institucionalización en los Cabildos, las Intendencia y finalmente en el Virreinato; y otros, consciente o inconscientemente, luchando para preservarla de ese conato mortal.
Pensemos en la Patria como una madre muy querida que vive desde mucho antes de 1810, que ha sufrido por sus malos hijos y que ha sido defendida por los que la querían y respetaban como ella era, sin intentar desfigurarla. La lucha entre esas dos clases de hijos en torno a la madre común, es la que da unidad a esta novela histórica en la cual los personajes ficticios representan a muchos de estos últimos que se convirtieron en héroes desconocidos, desorganizados y derrotados, en una lucha desigual en la que los destructores tenían objetivos definidos y organizaciones secretas o visibles que pugnaban por imponerse. Los defensores de la esencia patria han caído en el olvido, en cambio, los que pugnaron por su destrucción son famosos y llenan la Historia oficial con sus dichos y hechos. Sin embargo, muy poco se sabe sobre su verdadera personalidad de manera que, en realidad, son desconocidos. Uno de los propósitos de este libro es revelar como fueron, muy probablemente, en la vida real.
Los personajes ficticios no lo son enteramente. Hay indicios históricos que revelan su existencia, aunque no sepamos sus nombres o si los sabemos, son presentados como unos “don nadie” irrelevantes.
De los otros, los que finalmente triunfaron y produjeron una revolución profunda que cambió la Argentina, tenemos algunos datos que nos permiten decir ciertas verdades que la historia oficial oculta. Esos datos son rigurosamente históricos y aunque alguien se escandalice al leerlos, tenga por cierto que son verdaderos.
Esto no es revisionismo, es simplemente contar la Historia como realmente fue.
He pensado que el relato parcialmente novelado de ese período tan triste de nuestra Historia lo hará más comprensible desentrañando el hilo conductor de los acontecimientos que no siempre resulta claro para quien los estudia en la confusa variedad de escenarios y de personajes.
No pretendo crear certezas, sino apenas levantar dudas sobre ciertos “dogmas laicos” que obscurecen nuestra historia. La duda, es el primer paso para la investigación seria de la verdad. Mi intención no es otra que dar algunas pistas para investigar.
Todos los datos que aparecen en el relato histórico, por sorprendentes y novedosos que parezcan, son rigurosamente verdaderos y los he tomado de los muchos libros que he leído sobre la época y los personajes de que se trata. Los principales están enumerados en la “bibliografía” y como se verá están al alcance de todos. Sólo que he buscado en ellos aquello en lo que no se repara por temor a empañar la gloria de los héroes o provocar sospechas sobre lo que realmente pasó. Con esos datos se puede reconstruir la verdadera historia de nuestras desgracias pasadas y comprender mejor el por qué de las que hoy padecemos. “Aquellas aguas, trajeron estos lodos”.
Sé que me toparé con la incomprensión y hasta la indignación de muchos porque pretendo bajar de su pedestal a varios ídolos de la “historia oficial”. Pero es un inconveniente que estoy acostumbrado a sufrir como católico militante que “no quita ni pone rey sino que ayuda a su Señor”.
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalmar.com
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