Por Carlos Manuel Acuña
El gobierno se impuso en la Cámara de Diputados y aprobó las leyes con las que intentará atarle las manos al Poder Judicial y sujetarlo a sus necesidades políticas. Sin embargo el resultado poco claro y discutido - existen pruebas irrefutables de que faltó un voto para que el oficialismo pueda adjudicarse el triunfo - marcó uno de los puntos más salientes del actual escenario político: el kirchnerismo ingresó decididamente en el plano inclinado de la pérdida de poder. Las concentraciones populares iniciadas el año pasado crecieron decididamente hasta impactar en el ánimo de gobernados y gobernantes. Quienes antes no se animaban a expresar abiertamente su descontento ahora lo hacen, el nerviosismo cunde entre los funcionarios, Cristina no puede ocultar su crispación y los datos de la declinación se acumulan en los hechos. La semana comenzó con la noticia de que el Papa Francisco viajará al Brasil y no llegará a la Argentina en lo que para muchos observadores es un mensaje bien claro aunque posiblemente no definitivo o rotundo. Los hechos por venir dirán la última palabra con mayor claridad de las que recibió Estela de Carlotto que esperaba colocar al Santo Padre en un atolladero. No sólo no fue recibida en audiencia privada sino que prácticamente volvió como había ido, siempre desde el punto de vista político.
Desde el mismo ángulo debe interpretarse el sorprendente comportamiento del ministro de Economía en un vídeo tomado tiempo atrás, donde tartamudea y muestra su desconocimiento del principal, crónico y dramático problema que afecta al país: la inflación. La periodista griega que lo entrevistó no pudo disimular su sorpresa ante el tartamudeo ministerial cuando la pregunta específica fue insistida con franca decisión. De todos modos ignoramos si sabe que si la respuesta de Humberto Lorenzino hubiera sido la correcta, lo más probables es que resulte eyectado de su cargo. La Argentina vive el mundo de los supuestos, de la negación de la evidencia y de la ignorancia de la verdad. En este caso y por tratarse de un reportaje para el exterior, el papelonazo suena a vergüenza ajena, contribuye a enrarecer más todavía el cambiado escenario que se vive aunque si sirvió para que los argentinos reparen en el rostro de quien es nada más y nada menos que Ministro de Economía.
La semana fue movida y los sucesos se extendieron desde la semana anterior, cuando se inició formalmente el plano inclinado en que el kirchnerismo vive la transición de un permanente e imaginativo ataque en todos los frentes, a una actitud defensiva que requiere de explicaciones cada vez más exigidas. Lázaro Báez se ha convertido en el centro de uno de los escándalos más significativos de lo que es el kirchnerismo, continuado en el cristinismo y en los diversos disfraces que utiliza para sobrevivir. El montaje del Frente para la Victoria ha demostrado que su objetivo principal y excluyente no es el de generar un nuevo rumbo para la Argentina, sino simplemente para robar. Ya comienza a pagar las consecuencias con el angostamiento del poder y la clausura de las posibilidades para reformar la Constitución como si fuese un juguete que permita la reelección presidencial. Hoy, si se esa reforma existiese, Cristina carece de fuerza política para postularse con posibilidades, excepto que el manipuleo de las urnas a través del sistema de contralor privado, le otorgue los votos necesarios. De allí a plantar las dudas en torno del 54 por ciento logrado en los últimos comicios, hay un paso muy corto que ya inició su marcha hacia el centro de un debate cargado de tensiones y euros escondidos. Cuando se extiendan y afirmen, esas mismas dudas atarán al pasado cercano con el presente indócil y el futuro incierto y con ello surgirán más alteraciones políticas que de todos modos, ofrecen un costado positivo: la reformulación partidocrática aunque sea con la finalidad exclusiva de no perder las posibilidades del poder.
El tema es obviamente importante pues se refiere a la posibilidad o imposibilidad de encontrar una solución a través de los sufragios para encarar una realidad de inusitada gravedad. ¿Podrán los votos dar una respuesta al peligroso retroceso de la economía, a la fuga de capitales, a la desaparición de industrias y al crecimiento de la desocupación...? De la mano de Cristina nuestra ex República llegó al final de un ciclo para el que no surgen respuestas; al menos no las conocemos. Hay que decirlo de una vez por todas: salvo honrosas excepciones que carecen de posibilidades para remontar una elección, debemos preguntarnos quien o quienes podrían solucionar el dramático problema del auge del narcotráfico y el narcoconsumo, la ampliada inseguridad cotidiana, el quiebre de la legalidad constitucional como la que se votó ayer en la Cámara de Diputados, la descendida educación que asombra en el mundo y centenares de problemas puntuales que multiplican otros en una dramática sucesión que angustia y alarma. Casi al voleo - casi, por ser tan evidentes - debemos reflexionar que nuestros espacios vacíos y la variedad de climas, el agüa a raudales, nuestras costas y riqueza íctica, el petróleo y otros minerales que somos incapaces de extraer, la enorme eficiencia de nuestro campo que requiere de más capitales que no le dejan generar y la calidad de nuestra mano de obra y fluctuación social, son nada más que algunos de los factores que pueden tentar a otros cuando los necesiten. ¿Qué hacemos para prevenirlo o disuadir a obvios interesados que se rearman por evidentes razones estratégicas...? Sin abandonar el reconocimiento de las excepciones, pareciera que los argentinos nos empeñamos en navegar a la deriva. Por ahora la izquierda se ocupa de cambiar los nombres de las estaciones de subterráneo, al centro se lo denomina "la derecha" y ésta prácticamente no existe o perseguida, se recluye para llorar su tristeza.
Pero llevados por el realismo que carcome los espíritus, sin querer nos alejamos de nuestro título y del tema central del comentario con que queremos llegar a nuestros lectores. ¿Por qué la hipotética victoria legislativa del cristinismo merece el calificativo que empleamos...? Y nos respondemos: porque es tan grave la ruptura constitucional que profundizará las reacciones que ya están en la calle y éstas pondrán en marcha un proceso - reconocemos que todavía debemos denominar de final abierto - que será imparable. Ya hablar de kirchnerismo es mencionar una mala palabra, hacer el listado de los cómplices es una tarea ardua que se acelera todos los días y el asombro es un desafío a la imaginación que se siente superada.
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