En la foto: Recep Tayyip Erdoğan, presidente del Estado Negacionista de Turquía (Foto de Haberler.com)
Las declaraciones son una cosa, y los hechos son
otra. Las palabras, se las lleva el viento, y muchos borran con el codo lo que han escrito con la mano.
Diario
Pregón de La Plata preguntó al presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdoğan,
acerca de cómo protege la libertad religiosa de las minorías en Turquía, sobre
todo a raíz de los refugiados sirios con motivo de las masacres producidas por
el grupo terrorista islámico Isis. Asimismo, como descendiente bisnieto de
víctimas fatales del genocidio de 1915, Diario Pregón le preguntó al mandatario
turco si no es ya el momento de reconocer la comisión del Genocidio.
La respuesta fue que hay millones de refugiados en
Turquía, que han sido integrados en las ciudades, que no hay campos de
concentración, que Turquía no ha cerrado sus fronteras, que hay cien mil
armenios residentes en Turquía, y argumentos semejantes.
Erdoğan no respondió acerca del modo en el cual
garantiza que las minorías cristianas no sean discriminadas, aunque claramente
acaba de firmar el documento del G20 donde se alude a que no habrá
discriminación. Claro que son palabras, y todo lo que se firma es pasible de no
ser cumplido. La conclusión es que no existe garantía alguna de resguardo de
las libertades religiosas de los refugiados, y mucho menos de los cristianos
residentes en Turquía.
Resulta inadmisible en Turquía, donde aun impera en
muchos sectores la idea del panturquismo islámico, que una persona mahometana
se convierta al cristianismo, y eso también es discriminación. Esto es coincidente
con el wahabismo de Arabia Saudita, y a pesar de la no discriminación firmada,
difícilmente sea cumplible algo semejante. Todo mahometano que se declare tal,
es pasible de ser asesinado bajo la ley de la Sharia (la misma de Isis, del
Panturquismo y del Wahabismo, similar también a lo que sostiene en África Boko
Haram).
No discriminar incluye la cuestión religiosa, que
siempre resulta admisible excepto que se trate de cristianos.
En 1915, el Imperio Otomano implementó su plan de
expulsión y masacre de los armenios, a lo cual siguió con los demás cristianos.
El último gran Genocidio, aunque luego Turquía implementó otros pero con menor
cantidad de víctimas. En ese marco, preguntado acerca del reconocimiento del
Genocidio y que dicho reconocimiento podría beneficiar a ese país
comercialmente, Erdoğan expresó que no hay posibilidad de hablar de
genocidio, que no existe ninguna base para referirse a un hecho semejante, y
que finalmente podría ser materia de historiadores.
Los historiadores ya se han pronunciado. Y no sólo los
historiadores, los periodistas independientes de su tiempo, los rastros y
vestigios… y la memoria de los sobrevivientes acusan a Turquía. La sangre de
los masacrados y la miseria en que fueron sumidos los descendientes del
Genocidio acusan a Turquía. ¿Acaso quieren volver a repetir otro nuevo
genocidio? ¿Ese es el socio comercial que buscan los países?
Fuera de toda consideración civilizada, el
negacionismo turco acaba de hacer una nueva reafirmación. Negar a un
descendiente de las víctimas fatales la historia de su propia familia, resulta
de un cinismo descarado.
Turquía tarde o temprano deberá reconocer los hechos. Erdoğan
los sabe. Millones de turcos islámicos viven ahora en Europa, pero en Turquía
viven muchos musulmanes criptocristianos, y la sacre cristiana que corre por
sus venas los llama a abandonar tal situación, pero no pueden hacerlo, no se
animan a hacerlo, por las sanciones sociales y económicas, que incluso llegan a
ser mortales. Aun existimos los “perros cristianos”, como cariñosamente llaman
los fundamentalistas a los cristianos, firmando o no firmando su declaración de
“no discriminación”.
Si Erdoğan quiere Historia, que lea las Actas
de los juicios llevados a cabo contra los soldados que ejecutaron las masacres,
en cumplimiento de las órdenes de la Gran Puerta. Dichas Actas además han sido
publicadas. Y después de hacerlo, que reconozca el Genocidio, asumiendo el
compromiso de que no volverá a repetirse ni en Turquía ni fuera de dicho país.
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