Por Eduardo de Zavalía
Este fin de semana largo se realizó, en Tucumán, el 24 Encuentro Nacional de Mujeres Autoconvocadas y, a diferencia de lo que usualmente ocurrió en otras provincias, donde se realizaron los anteriores Encuentros, no pudieron conseguir las adhesiones abortistas, sino todo lo contrario.
Las organizadoras no salían de su asombro, acostumbradas a hacer, decir, y hacer decir lo que querían, se encontraron con mujeres preparadas, firmes en sus valores, y en número suficiente como para hasta tener mayorías en algunos de los talleres. Las mujeres tucumanas supieron doblegarlas.
Las supuestas 15.000 mujeres que vinieron a Tucumán, creían que venían a hacer un trámite, pero luego de la derrota que sufrieron, se las vio alejarse de a grupitos, cada una a su ómnibus, de vuelta a casa. “Nos entregaron”, “a quien se le ocurrió venir a Tucumán”, “no volvemos nunca más acá” se escuchaba decir entre ellas, en un tono de enojo y bronca.
Lo que estaba ocurriendo era el corolario de un fin de semana que fue duro, pero la peor parte se lo llevaron las abortistas que fueron ampliamente superadas en los talleres, con argumentos sólidos y firmes (hace casi un año que las mujeres tucumanas se venían capacitando). En algunos talleres, las activistas, superadas por la razón, abandonaron los talleres para juntarse en el patio central a cantar contra la Iglesia. Al ver que los talleres continuaban recurrieron a expulsar por la fuerza a las que defendían la vida desde la concepción. ( como ocurrió en la Escuela Mármol).
A la hora de la marcha, a pesar del número, las pintadas, los escupitajos, naranjazos, piedras, golpes, botellazos y obscenidades, que debieron soportar los laicos que custodiaban las iglesias, no lograron apagar las voces de quienes continuaban rezando a viva voz.
Inclusive la casi totalidad de las mujeres participantes, expresamente, desviaron su marcha para no pasar frente a la Catedral, dejándolas solas y en evidencia, a las menos de 300 activistas que fueron a hostigar a hombres y mujeres que cuidaban la Catedral. Acción que no paso a mayores, gracias a la entereza de los custodios, las dejaron decir y hacer, hasta que, cansadas, volvían sobre sus pasos.
Pero no todo terminó allí, a la hora de leer las conclusiones, y luego de escuchar en forma continua que en los talleres, junto a sus opiniones, se marcaba la posición de mujeres por-vida y pro-familia, comenzaron las agresividades verbales, trabas en las lecturas, e inclusive recurrir al infantil método de controlar la mesa de sonido, bajando el volumen cuando no les convenía. Pero eso fue rápidamente evitado.
Ya pasadas las 14 hs, seguía un grupito mínimo, que cantaban los mismos estribillos inconducentes.
Solo resta asegurarse que lleguen las VERDADERAS conclusiones.
Los medios de comunicaciones son el medio idóneo para que lo que se concluyó en Tucumán, se sepa.
Como en 1812, se volvió a ver TUCUMANOS firmes y valientes.
Eduardo de Zavalía (un hombre orgulloso de haber estado detrás de una gran mujer)
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