domingo, 6 de julio de 2008

Iglesia: el problema de la Autoridad

Publicamos una nota del Padre Francesco Ricossa, superior del Instituto Mater Boni Consilii (www.sodalitium.it) sobre los últimos acontecimientos entre el Vaticano y la Fraternidad San Pío X, que ponen en evidencia cuan fundamental es la cuestión de la Autoridad en el combate por la Tradición de la Iglesia (Centro studi Giuseppe Federici).

Las condiciones del Cardenal Castrillón Hoyos

El Cardenal Castrillón Hoyos, de la Comisión Ecclesia Dei, y Mons. Bernard Fellay, superior de la Fraternidad San Pío X, se han encontrado recientemente el 4 de junio. A continuación del coloquio, el cardenal Castrillón Hoyos ha enviado una carta a Mons. Fellay (carta que es ahora de público dominio) en la cual se ponen cinco condiciones – a satisfacer antes del fin del mes– para proseguir el proceso que debería llevar a la Fraternidad a la “plena comunión” (según la expresión conciliar) con Benedicto XVI.

Las cinco “condiciones” se resumen, en el fondo, en una sola: reconocer de hecho, y no solo de palabra, la autoridad de Benedicto XVI.

Es notorio, en efecto, que la Fraternidad San Pío X, por voluntad de su fundador, Mons. Lefebvre, impone a sus miembros el reconocimiento de la autoridad y de la legitimidad de Pablo VI y de sus sucesores, pero rechaza un Concilio Ecuménico, el magisterio y las reformas post-conciliares promulgadas con la autoridad de Pablo VI y de sus sucesores.

Y esta es la terrible contradicción que vicia desde el principio a la Fraternidad San Pío X, a su naturaleza y a su acción, y que Castrillón Hoyos no deja de poner en evidencia.

A la Fraternidad San Pío X, Castrillón Hoyos pide comprometerse a respetar públicamente la persona del Santo Padre (segunda condición), la autoridad del Vicario de Cristo (cuarta condición) y no ponerse en contraposición con la Iglesia con la pretensión de un magisterio superior al del Papa (tercera condición), manteniendo al contrario una actitud de caridad eclesial (segunda y cuarta condición; recordamos que el cisma es un pecado contra la caridad eclesial).

En su homilía durante las ordenaciones sacerdotales en Winona (Estados Unidos) del 20 junio, Mons. Fellay ya ha respondido negativamente a lo que ha definido un “ultimátum” para hacer callar a la Fraternidad. En realidad, los pedidos del Cardenal son el mínimo que se puede pedir a todo católico: el respeto del Papa y el reconocer que es el Papa quien debe enseñar a los católicos, y no al contrario.

En realidad, las “condiciones” de Castrillón Hoyos no pueden ser tomadas en consideración, porque el “magisterio” de Benedicto XVI es el del Vaticano II, y la enseñanza del Vaticano II se opone al Magisterio de la Iglesia. El testimonio de la Fe impone por tanto a todo católico el público rechazo y la denuncia de los errores conciliares, de las reformas post-conciliares y de los escándalos que les han seguido. La falta de la Fraternidad no consiste ciertamente en el rechazo del Vaticano II.
Sin embargo, es inaceptable que la Fraternidad reconozca en Joseph Ratzinger al Vicario de Cristo, y después invite a sus seguidores a faltar al respeto y a la obediencia al Papa y a su enseñanza, para adherir en cambio a la enseñanza de la Fraternidad y obedecer a sus superiores más que a la Iglesia. Obrando así la Fraternidad ataca también, al menos de hecho, el más solemne principio del Catolicismo, y forma – o más bien deforma – a los católicos que la siguen en un espíritu cismático para el cual en adelante los términos “Papa”, “Roma”, “Vaticano” inspiran solo desconfianza y hostilidad. “Quien a vosotros desprecia, a mí me desprecia”: el desprecio del Vicario de Cristo implica el desprecio del mismo Cristo.

Si en cambio la Fraternidad, aceptando las condiciones, prosiguiese en el proceso retomado en el 2000 y que ya ha hecho capitular a tantos sacerdotes y fieles que han aceptado los errores del Vaticano II, proclamaría, sí, de palabra su fidelidad al “Papa”, pero para traicionar la enseñanza de todos los Papas.

Nuestro deber entonces no es favorecer las “tratativas” en curso, o al contrario obstaculizarlas, sino más bien esperar que, sea la Fraternidad San Pío X, sea los seguidores de los errores conciliares, depuestos los errores hasta ahora defendidos y proclamada íntegramente la doctrina católica, se unan finalmente no en el error, sino en la Verdad.

Verrua Savoia, 27 de junio de 2008

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