Por SILVIO H. COPPOLA
Con bombos y platillos anuncia la presidente, que cursará un proyecto al obediente Congreso, por el cual se estatizarán las AFJP y los contribuyentes a ellas, volverán al sistema estatal de reparto. Como se recordará estas AFJP fueron creadas por el Innombrable, en la infame década de 1990. Muchos bancos recibieron entonces ingentes sumas por la obligatoriedad de los aportes, los que serían en teoría recuperados por los contribuyentes cuando lograran su jubilación, siendo que en el ínterin podrían manejar todo el dinero recaudado, cobrando además intereses con su colocación y contando a más con el plus que significara que el aportante debía pagar por esa administración de su dinero. Una perfecta maniobra para favorecer a la banca y crear un derecho en expectativa, que podría no pasar de eso y jamás efectivizarse.
Esto último y dada la situación internacional de crisis bancaria, es uno de los argumentos alegados para justificar la medida. O sea la protección de los futuros jubilados y del puñado que lo ha hecho por el sistema a nacionalizarse. A primera vista, la medida se pueda señalar como correcta. Fondos y sus beneficios consiguientes, que iban a entes particulares, serán ahora recaudados por el Estado, que prestará además su plena garantía a todo el sistema. Pero enseguida y dado el habitual discurso doble de este gobierno, surgen las dudas. Los fondos de las AFJP pasarán al gobierno y con ellos incluso los títulos de la deuda pública que se vieron obligadas a comprar. ¿Y qué se hará con ellos? ¿Quedarán en la órbita del ANSES o tendrán otro destino? Y no son de despreciar en absoluto, pues están en alrededor de 97.000 millones de pesos, recaudándose anualmente 15.000 millones de pesos, correspondientes a nueve millones de aportantes.
Y una lectura rápida, indicaría enseguida que dado el fracaso para conseguir fondos de las retenciones a la producción rural, sería más que probable que toda o casi toda aquella cantidad, se destinara al pago de las obligaciones de la deuda externa, quedándose el ANSES sólo con letras del gobierno, de muy bajo interés, que seguramente no alcanzarían a cubrir los costos de la inflación. Y entonces se develaría la trama. Más pagos a la usura internacional, para poder seguir pagando, no sólo los intereses anuales de la deuda, que además no se alcanzarán a cubrir, sino también al Club de París y a los acreedores que quedaron fuera del acuerdo de Dubai. Y la yapa es el nuevo abandono de los jubilados, que pondrán el grito en el cielo cuando se den cuenta que su dinero es absorbido por la inflación y que el dinero del que seguramente van a ser despojados, será devuelto si lo es, a mucho menos de su valor constante. Lo que afectará a todos y no sólo a los provenientes de las AFJP.
LA PLATA, octubre 22 de 2008.
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