sábado, 26 de septiembre de 2009

HAY QUE “ECHAR UN FLIT” FILOSÓFICO


En la imagen: Apoteosis de Santo Tomás de Aquino, culmen del pensamiento realista cristiano en el marco de la Escolástica


Por Emilio Nazar Kasbo

Es necesario y urgente “echar un flit”* filosófico, para expulsar todo lo que contamina la Filosofía y la desvía de su único fin. Puede aceptarse el pensamiento y metodología Agustiniano y el de la Escolástica como Filosofía Perennis que tiene su culmen en Santo Tomás.

Los petulantes modernos pretendieron despreciar y descalificar a la verdadera Filosofía, que busca y alcanza la Verdad, para internarse en los extravíos de su devaneo intelectual que lleva no solamente a la necedad sino también a la infelicidad.


Filósofos o sofistas

Hay dos criterios para abordar la Filosofía. El primero es el que interpreta la Filosofía como una amistad con la Sabiduría, el amor al saber en la Verdad. El segundo, es el que sin importar la Verdad, y sin importar si los principios de los que parte el razonamiento son verdaderos o falsos, sino solamente para arribar a conclusiones desde una aparente coherencia interna. En este último caso, el calificativo de “filósofo” se aplicará a quien diga el disparate más coherente, que además debe reunir los requisitos de novedoso y original.

Siendo el segundo criterio erróneo, solamente puede ser calificado de Filósofo aquél que alcanza la Verdad. ¿Y el resto qué son? Son autores de una literatura imaginaria con referencia a alguna cuestión filosófica pero que jamás puede ser calificada de Filosofía. Se asemejan más a cuentos o a novelas, tal cual existen actualmente en materia histórica: novelas situadas en contextos históricos y que hasta pueden citar hechos ciertos, pero que no pueden ser consideradas “Historia” por carecer de la metodología propia de la ciencia, y sobre todo por los agregados carentes de sustento histórico que invalidan al texto como “histórico”.

“¡Pero vos lo que querés es eliminar de la Carrera de Filosofía a dos materias: moderna y contemporánea!” Así me “retó” un docente de la carrera. Sin embargo, si tales personas que se autocalificarón de “filósofos” no son tales, no tienen por qué figurar en la Carrera. Algo muy simple, y que salta a la vista. A esto se llama cuestión notoria y evidente.


Idiotas filosóficos

“Desafío a cualquiera a demostrar que Descartes, Rousseau o Kant son unos idiotas, que no son inteligentes”, refirió otra profesora. Pero veamos primero qué dice el Diccionario de la Real Academia Española sobre el término idiota: 1. Que padece de idiocia (que es un trastorno caracterizado por una deficiencia muy profunda de las facultades mentales, congénita o adquirida en las primeras edades de la vida). 2. Engreído sin fundamento para ello. 3. Tonto, corto de entendimiento. 4. Que carece de toda instrucción.

En el primer sentido se trata de una enfermedad, por lo cual no puede referirse a ello el desafío. Pero en los restantes sí les cabe el calificativo. Tras hallar la cumbre del conocimiento de la realidad y del saber, comienza un retroceso del cual Descartes es un acelerador y propulsor, que sólo es posible a partir de la soberbia del engreimiento carente de fundamento, en razonamientos que por aceptar postulados falsos tornan a quien sostiene el pensamiento en un tonto y corto de entendimiento, ya que carecerá de la profundidad y alcance adecuados para desarrollar la ciencia que se propone. Y acerca de que carecen de toda instrucción, en este caso se trata específicamente de toda instrucción filosófica. Así, todo aquél que se aparta del pensamiento realista cae en el idealismo espiritualista o materialista, y por tanto en una cortedad mental: se convierte en un verdadero idiota.

Aquél “sólo sé que no sé nada” socrático, se convierte en “no sabemos nada, dudamos de todo, y jamás podremos alcanzar la certeza de la Verdad” de los idiotas cínicos. ¿Cómo ha de calificarse a quien sigue tales posturas? Pues con tal vocablo se adjetiva toda una personalidad: no han de entender razones, sino que se guían por el capricho de negar la evidencia y la admiración que da inicio a la sincera reflexión filosófica que parte de la contemplación de la realidad.


Historia del desvarío

Descartes centró el universo en la conciencia de la persona, identificando a su vez a la persona con su misma conciencia. Del pensar propio no se concluye la realidad del mundo, de allí que cita como “garante” a Dios de tal conexión. Y necesita de tal “garantía” porque su razonamiento parte de postulados erróneos. El Dios de Descartes es el que aparece en la mente propia, no el de una realidad externa como Creador y Gobernante del Universo, el Dios personal.

Rousseau comienza negando el Pecado Original como base del mal en la conducta humana, y por tanto cae en el pelagianismo de sostener que el hombre es bueno por naturaleza pero que es la sociedad quien lo corrompe. Naturalista, Deísta y anticatólico, su reflexión pretende lograr un “superhombre” que crece por su sola fuerza y sin el acompañamiento de la docencia, cuyo saber parte completamente de sí mismo.

Luego Kant será el encargado de afirmar que el universo es una categoría en la mente humana, y por tanto se desconoce su existencia real. ¿Existe o no existe Dios, el Universo y la realidad del propio ser? No lo podemos saber a ciencia cierta, sino que sólo comprobamos los fenómenos que aparecen a la conciencia sin poder conocer algún ser que sustente tal fenómeno. ¿El hombre? Es una categoría del pensamiento ¿La muerte? También. Por lo tanto, la muerte de un hombre no podemos saber si en realidad es eso, ya que la ontología es desconocida: el homicidio ya no es la muerte de una persona, sino la categoría de la mente en la cual aparece un fenómeno que podría ser (o no) la extinción voluntaria de la vida ajena. Tal es la consecuencia de seguir un razonamiento extraviado, por ejemplo, al igual que sucede con los anteriores ¿“filósofos”? Cuando el hombre no es hombre, matar no es matar.

Hegel rompe con el principio metafísico de No Contradicción. De allí en más, todo es posible, nada es imposible, y marca el culmen del idealismo, con su idea de identidad entre los opuestos. Para Hegel, el principio de identidad (A=A) es una tautología que nada aporta, y de allí a la ruptura con el principio de no contradicción y del tercero excluido había sólo un paso. La razón quedó enloquecida y librada a la desconexión no solamente con la realidad sino en su identidad con sí misma. Todo puede ser y no ser a la vez… ¿es así el Universo en el que vivimos y nos movemos? Dios es y no es a la vez… ¿esto se enseña en los Seminarios?

Nietzsche, finalmente es otro ejemplar de los autores que son estudiados en la Filosofía. Su pensamiento del “superhombre” y su “razonamiento” es estudiado por muchos. Lástima que pocos saben que acabó encerrado en un manicomio y que estaba reloco. ¿En filosofía hay que estudiar la “coherencia” de los locos? Y cabe destacar que no es una “locura por Cristo”, sino una locura vitalmente anticrística y anticatólica. El hoy muerto fue quien proclamó la muerte de Dios, quien sigue vivo en la Eucaristía.

Y de la muerte de Dios a la muerte del hombre había un solo paso. Así lo ha proclamado el existencialista Foucault: “el hombre ha muerto”. Luego, para quienes aun estamos con vida todo es lícito.


Filosofía y Teología

Todo esto no es más que un disparate. El razonamiento extraviado que no es criticado en sus principios, invita a aceptar postulados falsos para introducirse en la reflexión de la coherencia interna de una disquisición ridícula (que como ya había sostenido Aristóteles: un pequeño error al principio es un grave error al final).

Para aceptar a un Filósofo en la Historia de la Filosofía, primero deben analizarse los principios de su pensamiento, luego sus conclusiones, y finalmente su metodología. Si alguno de esos elementos falla entonces no es ciencia, no es Filosofía, y debe ser extirpado de la Carrera de Filosofía por carecer de requisitos esenciales. No significan más que una pérdida de tiempo que debe ser aprovechada en otros menesteres intelectuales más importantes.

Toda herejía tiene consecuencias morales. Todo pensamiento humano “desviado” (y por tanto no filosófico) tiene consecuencias no sólo morales, sino también teológicas. ¿Es digno esto de ser enseñado en los Seminarios, como formación de los futuros sacerdotes?

“Es que fuera de la Iglesia hay muchos que viven y sostienen esas ideas”, responderá alguien, y hay que conocerlas. Es cierto, en el mundo hay personas extraviadas que se guían por una cosmovisión disparatada. Sin principios, sin método y sin Verdad, la Filosofía ya no es Filosofía. La exclusiva finalidad de analizar tales autores debiera ser apologética, y no de admiración acerca de la supuesta coherencia en la persistencia cínica de un error de postulado o de conclusión.

Para ser más precisos, desde la escolástica demoledora de cualquier idea errada por más grandota que parezca (es decir, demoledora de ideotas), podríamos postular del siguiente modo la cuestión:

“De si los filósofos modernos y contemporáneos (que no comparten la Filosofía Perennis) son realmente filósofos, o no”.

Y mi conclusión que desde el principio he adelantado, es que una vez arribados a la consecuencia lógica, corresponderá la labor práctica de echar flit de la Historia de la Filosofía, de la Historia de la Filosofía y de toda Carrera de Filosofía a tales autores, expulsándolos al sitio del que jamás debieron salir: el de la literatura fantasiosa y la ciencia ficción.


* “Echar a alguien flit”. Locución verbal. Argentina. Coloquial. Rechazar o apartar a alguien abiertamente de un proyecto, cargo, o de cualquier tipo de intervención en un asunto. Neologismo. “Flit” (marca registrada) es el nombre de un insecticida (matamosquitos) que se echaba con una máquina de rociar. Aplícase por extensión a cualquier insecticida. “Echar flit” a alguien significa ahuyentar o deshacerse de una persona. Significa también tarea muy simple; por ejemplo, esa persona no sabe ni “echar flit”.

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