Por Miguel De Lorenzo
A mediados del siglo veinte, el editor de cierto periódico francés le pidió a un periodista y escritor, de nombre olvidable, que, próxima ya la fecha de la Navidad redactara un artículo sobre el significado del nacimiento de Jesús. Dicen los que saben que el periodista preguntó: ¿Cómo lo hago, lo quiere a favor, o en contra?
Extremo escabroso dirán algunos, puede ser, pero aún así resalta las iniquidades, empujones y manipulaciones que se entrelazan con la noble profesión de periodista. Son signos visibles del oscurecimiento de la conciencia de la sociedad contemporánea, capaz de hacer que la noticia más importante en la historia de la humanidad, pueda ser manipulada, “re-escrita” de acuerdo a conveniencias circunstanciales.
Entre nosotros los ejemplos abundan, aunque resalta el caso del grupo Clarín que durante años construyó con el grupo k una sociedad comercial donde, los medios Clarín, aprobaban de manera automática todos los avasallamientos, DNU, monomanías y saqueos que se le ocurrieran a k, a cambio de redondos negocios automáticos que llegaban desde el mismo poder k.
Lo cierto es que por alguna desconocida razón ambos grupos chocaron y dos buenos socios dejaron de serlo. Por alguna extraña razón parece haberse terminado un próspero negocio que prometía para ellos cien años de poder, plata y… ¡buenas noticias!
Es frecuente observar cómo, estos equilibristas de la ideología exageran su reacción cuando en medio de alguna voltereta caen del lado incorrecto. Vemos todos los días la sobreactuación de la pareja K, que de fervorosos apropiadores de inmuebles durante el proceso han pasado ahora a ser los tutores de los jóvenes “idealistas”, esos de los que antes, les importaba nada.
Clarín, por su parte -aunque hoy cueste creerlo- opinaba de este modo sobre la guerra subversiva: “[…] va de suyo que ninguna motivación racional puede encontrarse ante esta expresión superlativa del ejercicio de la crueldad.
“[…] quienes cuestionan a la Argentina a través de críticas maliciosas tienen ahora un nuevo motivo para advertir la medida en que debió soportar una agresión enderezada a destruir su propia identidad como nación.
“[…] esta es la hora de terminar con los restos de la subversión quitándole toda posibilidad de recuperarse”.
Vaya uno a saber de que manera es posible conjugar estos párrafos editoriales de 1978, con las docenas de artículos de los últimos años, clamando por las víctimas de la represión militar, de una represión que siguiendo las frases anteriores, parecía que Clarín pedía a gritos.
Ahora los vientos cambiaron y lo adecuado para el negocio es enfocar el discurso hacia el lado de la guerrilla revolucionaria y en ese tono un artículo de la Revista Ñ, firmado por Fabián Bosoer intenta la crítica de tres libros sobre la derecha en la Argentina y se aventura en la cuestión como si supiera de lo que trata.
La palabra es intenta porque la cosa no pasa de ahí. Se marca en seguida la ignorancia del Bosoer sobre el tema que aborda por lo que el texto abunda en simplificaciones y errores.
No hubo investigación ni análisis apoyado en los hechos históricos o los documentos, sino nombres confusamente amontonados, sobre los que llueven adjetivos y descalificaciones, todo rigurosamente pintado y borroneado con la ideología del autor. Reduccionismo inapropiado para tratar de estudiar con seriedad una realidad compleja y dolorosa. La lectura, además no deja de incomodar sobre todo, por la liviandad agresiva, no siempre disimulada, hacia las personas que menciona.
En nuestro país esto de reescribir el pasado, se ha convertido casi, en deporte nacional, no importa lo que cada uno sepa de historia, política, o filosofía, no importa cuanto se aparte de la verdad, mientras sus páginas se adapten al pensamiento correcto y oficial y único, está asegurado que se divulgue por todos los medios.
Buena parte del artículo esta dedicado a Jordán B. Genta. Curiosamente coincide con otro de M. Bunge en Perfil. Y decimos coincide, no solo en cuanto a la aparición casi simultanea de ambos, sino por la otra coincidencia, la del ataque furibundo y mentiroso.
No sería posible un estudio detenido, porque suele ser dificultoso analizar tan inconsistente desmesura. Pero tomemos algunas muestras de Ñ. Se refiere, por ejemplo, a lo fantasioso del pensamiento de Genta: “[…] imaginaba a la subversión medrando en forma solapada en todos los órdenes de la vida nacional, los partidos, las universidades, los sindicatos, la cultura”.
En esto el periodista acierta, Genta era un imaginativo, a tal punto que treinta años antes de su muerte se empecinaba en hablarnos de un futuro incierto que se acercaba, futuro que como todos sabemos y Bosoer nos recuerda con precisión, nunca ocurrió en nuestro país.
Analista incisivo, también es probable que haya reflexionado sobre la irrealidad de esas percepciones, al observar los once “solapados, imaginativos” balazos que Genta recibió de los idealistas del erp…
Aunque no aparecen muestras claras, también suponemos que el autor leyó los libros que comenta y profundizó en el período de la historia sobre el que opina, pero, ya que trabaja para Clarín no sería mala idea que lea las editoriales del diario de 1975: “[…] el país entero ha condenado el atropello y condenado las muertes. En la Argentina se acabó la paz, el orden, la tranquilidad no existe más […] si en nuestra patria no se detiene la ola de inmoralidad creciente, el país no solo no saldrá de la crisis sino que entrará muy pronto en el derrumbe como nación.
[…] el ataque subversivo lanzado en acrecida escala, como una negociación terminante y final de toda tentativa de convivencia, y de cualquier llamado a la conciliación…”
Hasta aquí Clarín de octubre de 1975. Eñe, hoy escribe en un tono algo distinto: “no hubo aquí dos demonios, hubo uno solo, el militarismo mesiánico, que en todo caso alimentó, por acción u omisión la espiral de la tragedia argentina…” Pasa muchas veces con los falsificadores de la historia, a fuerza de “crear” lo conveniente para cada momento, al dar vuelta la página ya opinan lo contrario.
Sigamos con el artículo de Ñ de hace unos días; Genta, según el autor, desde la década del sesenta y hasta su muerte escribía una y otra vez frases como esta: “nos estamos acercando rápidamente al borde del abismo y no hay signos de reacción, pero hemos llegado al límite”
Pero entonces ¿en que quedamos?, ¿no era la imaginación de Genta? ¿O era la de Clarín que años después, escribía casi lo mismo? Esperamos la aclaración de Bosoer…
Y más adelante refiriéndose otra vez a Genta: "Refleja y con rasgos recargados esta simbiosis entre la tinta y la sangre". Es cierto que en Genta se unen sus libros, sus ideas, con su muerte por el terrorismo, que por eso lo mata, no lo es menos que, desde hace tiempo se advierte otra simbiosis igualmente recargada, aunque levemente vergonzante, y de la que tal vez Clarín haya oído hablar, nos referimos a la simbiosis entre tinta y guita,
Los nacionalistas que ni en Marzo de 1976, ni después celebramos el Proceso porque había poco de que alegrarse, de todos modos nos gusta llamar a las cosas por su nombre, a los terroristas los nombramos, asesinos, a los que no dicen la verdad, mentirosos, al nacionalismo católico de esa misma y única manera, y a Jordán Genta como lo que fue, patriota, maestro, amigo y mártir.
Addenda
La Revista Ñ del 8 de enero de 2010 publica en la sección Ideas una nota que firma Fabián Bosoer: “La derecha que supimos conseguir”. La escribe a partir de la aparición de tres libros “que analizan la relación entre los intelectuales de derecha y la violencia política en la Argentina desde Lugones hasta el anticomunismo obsesivo de la guerra fría”. Apenas con el enunciado bastaría, para darse cuenta hacia donde va la nota del suplemento cultural de Clarín y de que clase es esa “Historia política”.
Aquí simplemente recordamos a través de varios editoriales, qué opinaba Clarín, en los setenta, de la guerra subversiva y algunas curiosas concurrencias entre lo que Genta advertía años antes y lo que el diario publicaría, a veces, como en 1975, con la firma de E. H. de Noble
Para aquellos nacionalistas católicos que conocemos el pensamiento de Jordán B. Genta, y tuvimos el privilegio de escucharlo, nos resulta inaceptable conceder que haya tenido participación, o estimulado de alguna manera, alguna forma de terrorismo ni militar ni de ningún otro origen. Por el contrario, hemos sido testigos, en cuanta ocasión se ha presentado, de su posición clara, terminantemente opuesta a la violencia y al terrorismo en particular.
Si lo que insinúa, es que los familiares y amigos de los caídos en la guerra subversiva, como los de La Tablada (con los que ahora probaron), además de la tragedia vivida, debemos dar explicaciones, Clarín se equivoca otra vez. Ni pusimos bombas ni asesinamos a nadie, ni alentamos a nadie a que lo haga, no tuvimos nada en común con los jefes del Proceso, no cambiamos las editoriales de acuerdo a la conveniencia de los tiempos y los negocios. ¿Realmente Clarín cree que somos nosotros los que tenemos que explicar?
Fuente:
http://jordanbgenta.blogspot.com/2010/02/clarin-relativismo-la-enesima.html
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