martes, 23 de febrero de 2010

PARA APROVECHAR UNA GRAN OPORTUNIDAD

En la foto: explosión de la Embajada de Israel en Buenos Aires, y la foto habla de cómo fue la caída del edificio


Por Juan E. Olmedo Alba Posse
Febrero de 2010
Fuente:
http://elblogdecabildo.blogspot.com/2010/02/para-aprovechar.html

Conexión israelí

Comenta “Página/12” que Alejandro Mellincovsky —recién designado para un alto cargo de la Policía Metropolitana— pasó por el ejército… “pero de otro país”. Más allá de la crítica insinuada, se trataría en rigor de una íntima inclinación ampliamente demostrada por el jefe de Gobierno. Pero a la par, pueden esperarse de esto consecuencias muy positivas. Porque es la ocasión para que un especialista de inteligencia del Ejército Israelí con funciones en Buenos Aires, ayude a desentrañar el misterio que afecta gravemente la dignidad del país y sus relaciones internacionales: la explosión en la Embajada de Israel. El ex jefe de prensa del ejército israelí y director del Departamento de Análisis y Estrategia del Ministerio de Defensa, es un licenciado en Comunicación e Historia hecho a medida para dar una mano en este caso crucial.

Axioma y evidencias

Como una de tantas verdades axiomáticas, se ha establecido que no hubo la implosión que afirmaran destacados peritos, sino una explosión provocada desde el exterior mediante un coche-bomba. Sobre ésta y otras importantes cosas, conviene repasar notables noticias y comentarios de la época.

1) Acerca de los rastros del coche-bomba alegado por el ministro José Luis Manzano, el diario “La Nación” (22 de marzo de 1992, pág. 15) anotó que ninguno de sus cronistas que estuvieron en la calle Arroyo al 900 —casi una decena— pudo encontrar el cráter que debió provocar la explosión. Resulta ilustrativo —y convendría facilitarlo al flamante funcionario— el material gráfico sobre una impresionante filmación practicada casualmente (?) al momento de ocurrir el atentado. Ella registra la columna de humo que como un hongo gigantesco se elevaba desde la Embajada. Es curioso, pero no se conocen investigaciones sobre el singular testimonio.

2) El mismo diario “La Nación” (18 de marzo de 1992, pág. 13) al día siguiente del atentado consignaba que uno de los jefes de la Organización Sionista Mundial —Uri Gordon— había manifestado que cuando se dirigía a la embajada sintió el formidable estallido… Y que la radio del ejército israelí, recogiendo informaciones semejantes, dijo “que no se sabía si la intensidad de la explosión se debió solamente a la bomba o se le sumaron municiones que se almacenaban en la embajada”.

3) También se supo y lo recogió por separado el mismo medio, que el día del siniestro el Comisario de la seccional 15ª se encontró con un guardia —díjose de la Shin Bet— quien rotundamente afirmaba que había sido una implosión. Entonces el policía le señaló: “Pero, ustedes guardaban allí explosivos”… respondiendo el interpelado que “sí, pero esto no fue de lo nuestro” (“La Nación”, 18 de marzo de 1992, pág. 14).

4) Igualmente “La Nación” del 9 de abril de 1992 (pág. 16), consignaba que “Los bomberos trabajaron dentro del predio para retirar los cuerpos. Una vez finalizada su labor, sólo expertos del servicio de inteligencia israelí, Mossad, removieron la losa del primero de los subsuelos, observaron, no sabemos qué, y taparon todo de vuelta”.

5) Por su parte el diario “La Prensa” (21 de marzo de 1992, pág. 4) expresaba que las autoridades temían que en un posible subsuelo pudiera hallarse alrededor de una docena de cadáveres; “funcionarios que al momento de la explosión mantenían una reunión de carácter secreto”.

6) También “La Prensa” (21 de marzo de 1992, pág. 1) registró una noticia espectacular: … “Tres detenidos por la Policía Federal, sospechosos de estar involucrados en el atentado dinamitero”, resultaron ser soldados del Ejército Israelí que se hospedaban a 100 metros de la Embajada, en Juncal 860. Fuentes policiales indicaron que los vecinos denunciaron unos movimientos sospechosos y se escuchó decir que, con binoculares, desde ese edificio se podía vigilar cómodamente la embajada israelí. Una vez identificados quedaron en libertad sin ningún inconveniente. Ellos aclararon que venían enviados por el Centro Cabala para profesar la paz.

OTROS ANTECEDENTES SIGNIFICATIVOS

a) “La Nación” del 20 de marzo de 1992 (pág. 7) transcribe declaraciones sensacionales del titular de la Embajada, Itzhak Shefi, quien se mostró renuente a formular apreciaciones acerca de los responsables del atentado. Y calificaba al siniestro con notable transparencia, como “un ataque contra la paz por parte de elementos que no están conformes con el proceso que se inició en Madrid el año pasado”. Posteriormente, en una reunión de prensa brindada en la Asociación Cultural Israelí, el diplomático manifestó con franqueza grande que el atentado tiene “una meta política, que es la de sabotear las negociaciones de paz”. Y se mostró seguro de que “dentro de poco se escuchará la voz competente para acabar con las conjeturas que se hacen sobre quiénes cometieron el atentado y quiénes lo apoyaron, desde adentro o desde afuera” (“La Nación”, 25 de marzo de 1992, pág. 14).

b) Coincidentemente, un comunicado de la B’nai B’rith se abstuvo de atribuir responsabilidades al respecto, lamentando el “posible efecto negativo en las negociaciones en el Medio Oriente” (“La Nación”, 18 de marzo de 1992, pág. 17).

Manejadas estas cosas por un experto en inteligencia militar y policial, seguramente podrán enhebrarse para echar luz sobre el siniestro caso. Será entonces la oportunidad de encontrarle excelente provecho a un nombramiento que podría considerarse —como sugiere “Página/12”— más apropiado a una colonia que para un país soberano.

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