Por Cosme Beccar Varela
Buenos Aires, 20 de Mayo del año 2010 - 970
El gremio de los trabajadores de la alimentación consiguió, con el apoyo del Ministerio de Trabajo, que las empresas del ramo aceptaran un aumento salarial del 35,2%. Con eso "descolocó a los sindicatos que firmaron aumentos menores en las últimas semanas" ("Clarín", 19/5/2010, pag. 17). Un dirigente del sindicato favorecido declaró: "Ahora vamos a ver si alguien se atreve a firmar por menos".
Considerando que sin la anuencia del Ministerio de Trabajo, instrumento de la tiranía kirchnerista, este acuerdo salarial no hubiera sido posible y considerando que ese aumento otorgado a un sindicato relativamente pequeño de 80.000 trabajadores repercutirá en los millones de obreros y empleados de los otros gremios, entre ellos el de Comercio que ahora mismo negocia un convenio para su 1.000.000 de integrantes, el de los metalúrgicos que acaba de firmar otro con un 26,5% de aumento y el de los bancarios que aceptó otro por un 23,5%, es imposible no deducir que la tiranía, a través del Ministerio de Trabajo, está provocando un conflicto gremial en gran escala que se reflejará en huelgas, cortes de calles y rutas, petardos y tumultos de todo tipo.
No es que no se pudo evitar. El "gremio alimenticio" se compone de 80.000 miembros (forzados a serlo, como es el caso de todos los gremios que monopolizan la negociación de convenios colectivos). No era tan difícil negarse a convalidar un convenio que distorsiona todos los demás firmados y los por firmar. Si el Ministerio de Trabajo no lo hizo fue porque tiene orden de los mentores marxistas de esta tiranía para admitirlo y de esa manera dejar sembrada la semilla de la rebelión sindical. No hay otra explicación posible.
Esto no hubiera ocurrido, tampoco, sin la cooperación de los empresarios que aceptaron el aumento irresponsablemente, sabiendo que al fin de cuentas no son ellos quienes lo pagarán sino el sufrido pueblo al cual lo trasladarán aumentando inmediatamente los precios. Y ahora que está cerrada la importación de alimentos, no tendrán competencia.
Los dirigentes corruptos de los otros sindicatos, muchos más numerosos y cruciales que el de la alimentación, no permitirán que los "corran por la izquierda" y saldrán a pedir un 35,2% de aumento o más, so pena de quedar descolocados, de perder sus cargos y con eso la posibilidad de "quedarse con los vueltos", fuente principal de sus ingresos.
Si el gobierno admite esos reclamos, que, como en el caso de los "alimenticios", se trasladarán a los precios, la inflación aumentará vertiginosamente. La gran emisión monetaria ya existente tendrá que acelerarse para poder atender al pago de los salarios incrementados, con lo cual esos aumentos serán, a su vez, insuficientes. Y así tendremos el caos social a plazo fijo.
Ese caos no afectará a la tiranía que está curtida y preparada para todas las eventualidades, sino al pueblo en general. Esporádicamente no habrá subterráneos, ni ferrocarriles, ni hospitales, ni colegios, ni comercio, ni Bancos, ni transporte de mercaderías, ni ninguna otra actividad.
Y como estas protestas "sociales" se han convertido también en agresiones públicas con cortes de calles, toma de fábricas, piquetes, bloqueos y otras formas de acción directa, esos reclamos salariales estarán acompañados por esas modalidades delictivas de la moderna "protesta social" que el gobierno no reprimirá para no "judicializarla", como lo ha dicho varias veces.
De lo que nadie se acordará es que esa protesta habrá sido provocada ex profeso por la propia tiranía.
Me dirán que si eso es así, el gobierno se estaría haciendo el "harakiri" porque la primera víctima sería el mismo gobierno. Falso. Está demostrado que la afiliación con la izquierda hace a los gobiernos invulnerables contra toda forma de inquietud social. Por el contrario, se fortalece con el caos porque provoca un mayor desaliento general y la voluntad de resistir al yugo intolerable de los tiranos, de casi nula descenderá hasta la inexistencia.
Más aún, por poco que el gobierno finja oponerse a esa protesta podrá ganar el apoyo de la clase media, instintivamente conservadora y víctima perpetua de todas las maniobras "goebelianas" de prensa, ya que le harán sacar la siguiente conclusión irracional: "Hay que apoyar al gobierno para impedir el caos".
En ese momento nadie se acordará ni permitirá que se le recuerde que ese caos empezó el 18 de Mayo (o sea anteayer) con la aprobación por el Ministerio de Trabajo de un nuevo convenio colectivo con el pequeño gremio de la alimentación con un aumento salarial del 35,2%, muy por encima de los aumentos otorgados antes a otros gremios mucho más importantes.
Entretanto, los precios habrán subido a causa de ese aumento y de los que se prevén y por ende la inflación habrá trepado más allá de lo que el índice oficial del INDEC esté dispuesto a reconocer. La gente se dará cuenta y justificará a los gremios que a su vez deberán impulsar nuevas exigencias para no perder sus bases, y el circulo vicioso ya conocido empezará a girar enloquecidamente.
Esto que digo es tan evidente que no puedo creer que no lo digan al unísono los "opositores" de pacotilla que andan por ahí, ni la prensa supuestamente opositora, ni los empresarios cobardes y cómplices del régimen, ni nadie. Si lo dijeran, tal vez podría detenerse esta "ruleta rusa" que en vez de tener una sola bala en el tambor del revólver tiene todas las balas... No lo hacen porque nadie se atreve a oponerse al poder sindical.
Dicen continuamente que la inflación será la que voltee a esta tiranía. Desengáñense. La inflación puede voltear cualquier tiranía menos una de izquierda. Y esta es de izquierda, aunque enmascarada con modelitos de Paris y Nueva York, pero movida por el mismo odio a la Argentina tradicional que inflama el corazón de una desgreñada "tirabombas" del trotskismo...
Nada de lo que ocurre en este momento es casual. Todo está pensado y farmacéuticamente dosificado por los mentores marxistas de la pareja presidencial cuyo coeficiente intelectual no alcanza para tanta astuta perversidad.
Poco a poco, y como quien no quiere la cosa, la tiranía va demoliendo el país y postrando sus fuerzas vitales hasta conseguir el dominio absoluto y hacerse invulnerable a cualquier intento de resistencia de parte de los pocos patriotas que queden. Es una sucesión de pequeños pasos, aparentemente casuales e inconexos, que conducen irreversiblemente en una misma dirección.
Esta es la argentina del peronismo y de la "dirigencia" corrupta e inepta: la antesala del Estado socialista, caótico, empobrecido e inmoral.
Cosme Beccar Varela
e-mail: correo@labotellaalmar.com
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