domingo, 30 de mayo de 2010

¿VALE MAS LA VIDA DEL HOMBRE O LA DE LOS ANIMALES?

Carlos Darwin dijo que el hombre viene del mono, animalizando al ser humano y negando la Creación de Dios según nos enseña la Biblia. Ahora, vienen por más: los que buscan animalizar al ser humano quieren igualarlo a las bestias. La misma noción de “lo humano” está en juego.

Vivimos una época en que el sentido común se va perdiendo, a pesar de que éste el principal obstáculo a la irracionalidad apocalíptica. No es posible que cuestionamientos básicos a los cuales cualquier niño sabría dar una respuesta, no pueda ser hoy respondida por personas de “grandes conocimientos”, y menos que sean objeto de grandes “reflexiones” o “debates”. Y en esta materia, Europa está ya al borde de la locura, y la Argentina va dirigiéndose en ese rumbo gracias a una dirigencia degradada que no encuentra resistencia ni oposición eficaz alguna, ni siquiera en el Episcopado.

Si un mono de dos años es igual y tiene el mismo valor que un niño humano de dos años de edad… ¿por qué no experimentar con niños de dos años de edad, en vez de utilizar monos? Quien realice afirmaciones semejantes, no puede más que ser un simio en lo intelectual.

Se niega el “Pecado Original” porque no parece “racional”, adhiriendo al pelagianismo y al evolucionismo que en realidad es un dogma inventado por un humano. Se niega el alma espiritual e inmortal del hombre desde su concepción, y se adhiere a lo empírico: ver para creer… y es “ver” no razonar, es “sentir” con los sentidos, no razonar con el intelecto, al cual se ha renunciado. Las consecuencias son desastrosas.

El día viernes 28 de mayo de 2010, el Tribunal Administrativo de Bremen, en Alemania, debió responder al cuestionamiento acerca de cuál es la vida que tiene más valor: ¿la de un ser humano o la de un mono? A su vez, las autoridades sanitarias de dicha localidad afirman que los experimentos con monos constituyen un maltrato de animales intolerable. Por su parte, un científico defiende esa práctica y alega querer seguir haciendo uso de su libertad de investigación, según informó DW.

“Si no entendemos cómo funciona el cerebro, nunca descubriremos terapias que curen enfermedades neurológicas graves”, dice el Dr. Andreas Kreiter, neurobiólogo de la Universidad de Bremen, en el norte de Alemania. El profesor del Instituto para Investigación Cerebral justifica así los experimentos que lleva a cabo con macacos desde 1998. Según la universidad que lo emplea, el trabajo de Kreiter es imprescindible para poder curar en el futuro enfermedades como el mal de Alzheimer o la epilepsia.

En pos de la ciencia

Un macaco es comparable a un niño de dos años, dicen organizaciones protectoras de animales y condenan los experimentos con estos monos.

Las organizaciones protectoras de animales condenan los experimentos con monos. Según afirman estas organizaciones, un mono es comparable a un niño de dos años. ¿Puede alguien afirmar seriamente semejantes disparates? Si bien es cierto que los animales tienen un sufrimiento, no es menos cierto que no tienen un alma espiritual como el ser humano, a la vez que son parte de la Creación de Dios, quien dio la orden al hombre de “dominar la tierra”.

Andreas Kreiter estudia las funciones cerebrales de los macacos inmovilizando a los animales durante varias horas para que contemplen una pantalla en la cual aparece un símbolo distinto cada segundo. Si el mono presiona la tecla correcta en el momento correcto en relación con el símbolo observado, se lo premia con un sorbo de jugo. La actividad cerebral del mono es medida a través de electrodos finos, como capilares, introducidos en su cráneo a través de un agujero. Luego se mata a los monos, para poder examinar sus cerebros. Cabe destacar, por otra parte, que el cerebro de los monos dista mucho del humano, y por tanto sus investigaciones tendrán un 100% de eficacia en lo que haga a los monos estudiados, pero serán de un valor altamente relativo y cuestionable en lo que se refiere a los seres humanos.

Las organizaciones protectoras de animales consideran este modus operandi un maltrato al animal injustificable. Lo mismo opinan las autoridades de salud de Bremen, que en 2008 se negaron a prorrogarle el permiso a la universidad para seguir llevando a cabo estos experimentos. El profesor y su empleador apelaron sin éxito contra esta resolución, por lo cual terminaron entablando una demanda en contra de las autoridades sanitarias.

¿Dilema ético?

Tanto la protección de los animales como la libertad de investigación están salvaguardadas por la Ley Fundamental para la República Federal de Alemania, lo cual dificulta un veredicto rápido y hace que el litigio lleve ya varios años, sin una solución fácil a la vista, según afirma la autora de la nota, Valeria Risi.

En conversación con DW, Peter Lohmann, vocero de la Oficina de Salud de Bremen, aseguró que “los experimentos de Kreiter ya no son éticamente sostenibles”, añadiendo que “luego de muchos años de investigación básica sin obtener un éxito acorde, se decidió poner un alto a las prácticas” del neurobiólogo.

El neurobiólogo Andreas Kreiter en su oficina de la Universidad de Bremen. El científico está en el ojo de la tormenta por sus controvertidos experimentos con monos.

En la foto: El neurobiólogo Andreas Kreiter en su oficina de la Universidad de Bremen.

 

El profesor Kreiter cuenta con el fuerte apoyo de la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG), la Fundación Alemana de Investigación, que patrocina su trabajo con 1,44 millones de euros. “Las investigaciones del profesor Kreiter son de altísimo valor para la investigación cerebral y no se pueden realizar sin experimentar con animales”, opina Matthias Kleiner, presidente de la DFG.

¿El hombre o el mono?

El 28 de mayo de 2010, el Tribunal Administrativo de Bremen hizo una “doble declaración”, como la definiera Peter Lohmann. Si bien los jueces consideraron ilegal el hecho de que las autoridades de salud le hayan negado la prórroga a Kreiter, éstos también permiten que la Oficina de Salud de Bremen apele en contra de esa decisión.

Lohmann y sus colegas deben ahora esperar por la fundamentación escrita del veredicto del tribunal para decidir qué pasos seguir más adelante. El vocero de la Oficina de Salud sabe que el proceso durará probablemente varios años y no se explaya al hablar sobre sus posibilidades de éxito en el mismo, sino que se limita a comentar irónicamente: “delante del juez y en alta mar, se está en manos de Dios”.

Posiciones encontradas

Activistas por los derechos de los animales en una acción de protesta en Berlín, en el año 2003.

En la foto: Activistas por los “derechos de los animales” en una protesta del año 2003 en Berlín

 

Si los animales son como los seres humanos, ¿por qué son los seres humanos los que ejercen su defensa? ¿Acaso los animales no pueden defenderse solos? Siguiendo el razonamiento, si la vida de un mono es idéntica a la de un ser humano, el investigador podría hacer sus experimentos directamente en seres humanos…

Por otra parte, jurídicamente los animales son una cosa, en cambio los seres humanos somos personas. ¿Tan difícil es darse cuenta de la diferencia? Claro, hay personas que en lo antinatural se convierten en peores que los animales, pero tampoco es este razonamiento aplicable al caso.

El neurobiólogo Kreiter piensa seguir luchando por su derecho a investigar y no se deja intimidar ni siquiera por amenazas contra su persona o su familia, atribuibles a los defensores de los derechos animales (¿o habrán sido directamente los animales?). Incluso, durante un tiempo necesitó protección policial. Aún así, no quiere cambiar de universidad; más bien añora que se llegue finalmente a un veredicto. El científico espera que se aclare “si aún se desea que se haga investigación biomédica en este país o no”. De ser necesario, está dispuesto a defender su postura ante el Tribunal Constitucional Federal.

Peter Lohmann, por su parte, observa “un cambio en la sociedad respecto a la protección de los animales” que, según él, es atribuible a la “creciente conciencia y respeto por el medioambiente”. A los jueces les toca ahora la difícil tarea de establecer un equilibrio justo entre el respeto por la vida de los animales y el desarrollo de la ciencia.

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