Por el Tcnl. José Javier de la Cuesta Ávila
(Prom. LMGSM 1 y CMN 73) (*)
20 de junio 1820 / 2010
El ciudadano/soldado.
Manuel Belgrano es el ciudadano que se hace soldado en el sagrado fervor de servir a un país que nacía y que tenía que construir, desde su hispano origen, una nueva nación. Su vida es una clara muestra del hombre que dedica sus esfuerzos al logro del bien común. Pueblos que habían nacido casi iguales, con una base feudal común, con desarrollos que les daban especifica identidad, pero que, las circunstancias les estaba imponiendo una nueva y diferente vida en común-..
Su actividad en el Consulado, lo muestra como el pensador inteligente e ilustrado, que traza con certeza ideas que tenían que concretarse para que un desierto se convirtiera en un vergel. Cada uno de sus trabajos, expresa ideales, basados en reflexiones justas y atinadas, que le dan valor y consistencia. Su espíritu, le señala que los futuros deben ser resultantes del conocimiento aplicado, que de la mente surgirá la posibilidad de las metas a alcanzar, pero, ello debe basarse en el esfuerzo y, llegado el caso, el sacrificio, por el bien y la realización propia y de terceros..
Cuando llego la hora de las realizaciones, acepto, con viril coraje, las responsabilidades que se le imponía, y no trepido un instante, en dejar la pluma por la espada, para comandar los ejércitos que debían ser la coraza de la Patria. Las misiones encomendadas, tanto en Asunción como en el Norte, implicaban conducir a la batalla a fuerzas que actuaban más por el valor que por su preparación para combatir. En este quehacer de soldado, de entre todos los enfrentamientos, se destaca la “Batalla de la Patria”, librada en el campo de las Carreras, en el solariego Tucumán, donde los criollos derrotaron al ímpetu de los godos y que fue el principio de la detención de las aguerridas fuerzas españolas, que querían tronchar la posibilidad del mañana de libertad que prometía el futuro..
Lo sublime en Belgrano, fue la atracción que su figura despertaba y la capacidad de captación del sentir de la gente. Si estudiamos con detenimiento sus logros como militar, se vera que, cada uno de sus pasos, estaba firmemente apoyado en el sentir de la gente. Sus oficiales y soldados sabían que arriesgaban sus vidas para dar vida a la Patria que nacía y, así, regaban con sus sangres criollas ofrecida, con dignidad y honor, cada combate. Esta calidad fue la que le posibilito el accionar en Jujuy, en la que toda una población dejo todo para seguirlo. La vemos también en Tucumán, cuando se detiene ante el clamor de los pobladores y conduce a la batalla las peonadas con valor singular. Luego, en Salta, con su maniobra por los cerros, muestra el criterio del conductor y la habilidad del estratega. Las derrotas en Vilcapujio y Ayohuma, ante ejércitos godos superiores, muestran la calidad de los españoles, ante la evidente debilidad militar criolla en la que campeaba la decisión más que la posibilidad de las armas. Es a partir de allí, en que surge la figura egregia de Guemes, que con sus gauchos con ponchos punzo, custodiaran en aguerridos enfrentamientos el Norte de las provincias que luego serian nuestra Argentina. No podemos olvidar, por la importancia que tiene, su presencia en el Congreso de Tucumán, en el cual trasladada a los congresistas sus experiencias y reflexiones, apoyando fervientemente la demanda de “independencia” que formulara desde Cuyo el General San Martín, lo que le destaca como pensador capaz y al estadista en acción.
Siempre debemos recordar su muerte, aquel 20 de junio de 1820, en el que todo le era negado y en el que sus esfuerzos se convirtieron en sacrificio, proyectando su ser a las más deslumbrantes paginas de la historia. Es así, que cuando vemos que su figura, montada en brioso corcel, es la que comparte con la Pirámide de Mayo la plaza capitular porteña, sabemos que ello se materializo como uno de los primeros merecidos homenajes que un pueblo que nacía, concretaba a sus patriotas fundadores. Siempre será deseable que el pueblo argentino, encuentre en ese pasado de gloria y en esos reales héroes de la Patria, inspiración para encarar, como ellos lo hicieron, los más difíciles y crueles problemas. Sin dudas, Belgrano junto a San Martín ostentan merecidamente la calidad de “Padres de la Patria”, con que los reconocemos los argentinos, pero, también es justo, jamás olvidar, a todos los que en su tiempo, compartieron las luchas, las derrotas y los éxitos. Con la participación de aquellos que habitaban estas tierras, en las que todo aun estaba por hacer, se construyo nuestra Nación, para que el mundo encuentre en ella la paz, la felicidad y el bienestar que desean y aspiran los seres humanos..
Su gesto de máxima grandeza.
De toda la magnifica actuación de Belgrano, la creación de la Bandera es, sin dudas, el gesto mas relevante, por el cual, su merecida honra tiene su máxima proyección. La bandera, fue enarbolada por primera vez el 27 de febrero del año 1812, pero fue no autorizado por la Junta gobernante, ya que consentirla, significaba y se percibía que con ello se apartaba totalmente de la española. El hecho de “tener bandera”, implicaba tener una enseña, que aglutina detrás de ella, y que constituye la imagen de la comunidad. Es decir, en la bandera, se reconoce la voluntad de tener identidad, reunir a los que piensan, sienten y quieren igual y que, por su valor, materializa unidad. Si comprendemos la importancia del gesto y conocemos los efectos que ello produce, seguramente, estaremos valorando su significado y alcance. Es evidente que Belgrano, que en sus gestos se muestra como un soñador, al crear la bandera, debe haber sentido que estaba dando a sus conciudadanos, no tan solo un símbolo material, sino un medio espiritual en el cual seria posible todo encuentro. Lo maravilloso de la atracción que produce la bandera, realmente, llena de emoción y hace sentir que su flamear es el llamado concreto permanente de la nación. Si se valora este sentido de “tener bandera” propia, se puede magnificar lo que ella tiene que representar en el hoy y para las generaciones venideras.
La honra a Belgrano y a la Bandera encuentra una gran cantidad de expresiones, en la música y en los versos, que quieren dar sonido y ritmo a la verdadera reverencia que los argentinos les tienen. Entre ellos, sin que signifique nada al respecto, el suscripto, autor de este trabajo, ha pensado el siguiente verso:
Gloriosa Bandera Argentina
La que Belgrano nos creo
Sacando del cielo puro
Los colores que le dio.
Celeste y blanca la hizo
Con su refulgente sol
Flamea con todo orgullo
Mostrándonos su honor.
Argentina del pasado
Somos los argentinos de hoy
Unidos por la bandera
Trabajando con ardor.
Si juramos defenderla
Si lo hicimos con unción
Nunca jamás permitamos
Que se pierda ese fervor.
Aquí esta Patria mía
Tremolando con amor
Tal cual Belgrano lo quiso
Y la Virgen le dio protección.
Arriba los argentinos
Aceptemos la acción
Belgrano nos ha legado
La Bandera para unión.
Ejemplo y enseñanzas.
En el DIA DE LA BANDERA ARGENTINA y de la muerte de su creador el GENERAL DON MANUEL BELGRANO, encontremos en su ejemplo un modelo para nuestras acciones y conductas y en los colores de la enseña el faro luminoso que ilumina y guía a nuestra Nación.
Cuando se recorren los días de Belgrano, en un tiempo lleno de dudas con promesas de toda índole, se arriba con claridad a la determinación de que era una personalidad que contenía un espíritu y una mente iluminada. Lo que mas llama la atención y lleva a la admiración, es la manera con que se adapta, sin ninguna preparación previa, a las obligaciones que se le imponen. Su formación intelectual lo llevo al estudio y, consecuentemente, a volcar sus ideas de manera coherente y lógica, pero, fundamentalmente, adaptadas a las circunstancias. Se sentía que el mundo estaba cambiando aceleradamente y Europa daba señales de todo tipo. Se estaba saliendo de un tiempo feudal y entrando a nuevos sistemas que significaban el quiebre de muchos cosas y la posibilidad de nuevas modalidades en la vida. En una cadena de episodios, se derrumbaban siglos de una forma de ser, para dar esperanzadas posibilidades impensadas calificadas casi como imposibles. El cambio se aproximaba avasallando y reemplazando los modos y las formas, creando temor en sus efectos, pero, al unísono deseos a sus logros. Es posible, diríamos seguro, que los escenarios que surgían de los pensadores privilegiados, tenían mas tinte de utopia que de realidades concretas a materializar. Como esa bullente marcha hacia el mañana repercutía en la vida solariega de las tierras del Nuevo Mundo, quizás se reflejaba en los ámbitos universitarios y en las conversaciones de los idealistas. Belgrano, por ello, debe ser visto en aquellos años de comienzo del Siglo XIX, dentro de ese reducido núcleo de los que sentían la llegada de un mañana y querían preparar los terrenos `para ese momento. Las paginas escritas en el Consulado, que contienen supuestos y acciones, indican que el soñador era, al mismo tiempo, un hábil constructor que, con calidad de artesano, sabia delinear desde los cimientos las altas cúpulas.
Lo realmente sorprendente es su mutación a soldado. En los casos de un San Martín, se sigue con facilidad sus pasos desde el cadete de Murcia, el militar fogueado en los combates y el compartir el fragor de las batallas con ejércitos de indudable organización, pero, Belgrano no estaba preparado, aun quizás ni psicológicamente, para conducir tropas e imponerse por la fuerza ya que su modalidad esta en las formas. La época era de la los “grandes capitanes”, es decir seres que tenían presencia y bravura, arrojo y coraje, ejemplo y modelo del guerrero, tanto que el solo saber sus nombres incitaba a la lucha e imponía temor al adversario. Ya no era hordas que al grito de guerra, chocaban enardecidas, con un empuje de muerte y destrucción del enemigo, ahora eran comandantes que dirigían cada paso de la batalla para que, cada uno de ellos, sean la continuación del anterior, al tiempo que la habilidad de la acción sorpresiva, enceguecía y tornaba las derrotas en triunfos. El soldado tenía que tener fe en su jefe, de manera absoluta, y se transformaba en “maquinas de matar” con la certeza de que se sobreviviría. Nuestra historia no relata con claridad como se produce esta mutación, pero, los hechos lo muestran claramente. Belgrano logra convertir que la derrota de las armas en Asunción se transforme en germen de victoria al sembrar en las mentes los ideales porteños. Cuando se le asigna el mando del Ejército del Norte, se le estaba entregando una fuerza en retirada forzosa, ante un adversario poderoso e implacable. En esta oportunidad, resulta emocionante como logra el concurso de los jujeños para abandonar todo, para dejar “tierra arrasada”, al godo invasor. Hombres y mujeres, niños y ancianos, en una larga caravana, escapan y dejan sus casas y pertenencias, en un sacrificio magistral, por el bien común futuro. Pero, Tucumán, sin dudas, le ofrecería los lauros del vencedor triunfal. Belgrano, el hombre sensible, siente que los tucumanos quieren “dar combate” y, con esa majestad que lo caracterizo, se apoya en la gente y con ella presenta la batalla. La “Batalla de la Patria”, como la historia reconoce este momento, se libra en una forma tan singular que su relato parece mas un mito que una realidad. Las formaciones españolas, formadas por curtidos combatientes, son sorprendidas por el valor de aquellos criollos, que surgían de los montes espinosos y con machetes y chuzas, creándoles espanto, y los arrasaron. La “Batalla de la Patria” quito a los españoles su capacidad de ataque, disminuyo su empuje de avance, cambio el sentido de las acciones y fue la base del dominio territorial del futuro del país. Meses después, en febrero del 1813, Salta fue la corona al éxito anterior y la gloria ilumino el mañana- Los desastres de las derrotas de Vilcapujio y Ayohuma, muestran que el poder de los realistas era altamente superior al de los criollos, pero, ya la Patria aleteaba con fuerza.
Este recorrer de la vida del prócer, tiene que contener el momento que el mimo vivió en aquel Julio del 1816, cuando los deputados en el Congreso de Tucumán debatían la forma y manera de unir las voluntades de los pueblos para hacer una nación. Se debe tener en cuenta que, en aquella época, aun no se había logrado salir plenamente de la dependencia ibérica y que el Rey, nuevamente en el trono, quería fervientemente recuperar sus dominios. Los diputados tenían que saber que el paso que pedía San Martín desde Cuyo, significaba realmente cortar la unión con España. Un Belgrano, que acababa de volver de Europa y que era conciente de las dificultades y los peligros, fue la voz, seguramente inflamada de patriotismo, que, como lo había hecho en 1812 ante la batalla, dio los argumentos, las razones y los fundamentos para que el 9 de Julio se declara la independencia.
Hemos recorrido, en la brevedad de los recuerdos, estas tres facetas de la personalidad del Doctor, el General y el Estadista Belgrano y, en cada una de ellas aparece una figura diferente, con la misma sensibilidad, pero con materialización de hechos que las caracterizaron. Belgrano, con sus cambiantes acciones es, indudablemente, el mismo hombre sabio., humilde y dedicado que, sabiéndolo o no, se entrega a su misión sin ningún condicionamiento, solo con las ansias de lograr lo que ella le imponía y lo lograba. Aquella muerte, triste y oscura, del 20 de junio de 1820, hace sentir el peso del abandono y debe doler por su crueldad. El hombre que nos dio “Bandera” y que aseguró el futuro en la “Batalla de la Patria”, dejaba escapar su espíritu, en el olvido de aquellos que gozaban de su genialidad y sacrificio sin que el jamás les pidiera nada.
Reflexión.
Argentina, nuestra Patria, se construyo con esfuerzo y sacrificio, acumulando aciertos y errores, transitando por el difícil camino de las realidades y dentro de un mundo pleno de exigencias e imposiciones. Cada día fue y es un desafío que pone a prueba la templanza y la fortalece nacida de los orígenes, en la que la gente es el factor de evolución y cambio. Junto a Belgrano, la figura que honramos, hubo decenas o cientos de personas que, desde las mas diversas condiciones y posiciones participaron en el tejido de una organización para que agrupe los esfuerzos, una los destinos y prodige bienestar común. Construyeron Argentina, hombres y mujeres que sentían el calor de esta tierra virgen y plena de promesas, que luego abrieron al mundo para poblar sus pampas desérticas y hacerlas eslabón para alcanzar el progreso y el bienestar.
En las auroras, si elevamos los ojos a los cielos, podemos ver en sus colores la enseña que Belgrano nos dio como símbolo de unión y acción, soñándonos como una sociedad plena de posibilidades y promesas, por eso debemos saber que lo logrado es el fruto acumulado de padres y abuelos, que con amor y sacrificio, nos brindan la posibilidad de un futuro que nunca debemos dejar que se pierda en la maraña de los egoísmos o el desinterés.
Cuando honramos a Belgrano, en realidad, ello debe ir mucho mas allá, debemos comprometernos con sus sueños y esperanzas, pues en el y en cada uno de nosotros, esta la Patria.
Nota: El autor es el Presidente de la “Asociación de Descendientes de Guerreros y Próceres de la Independencia” entidad integrante de la “Confederación de Entidades Patrióticas”.
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