sábado, 17 de julio de 2010

¿CUÁL ES EL PUEBLO?

Congreso Profamilia

Por Daniel Rojas Delgado *

Quedó bien en claro que las manifestaciones y las marchas en la “Argentina profunda” fueron una realidad palpable, aunque en la mayoría de los casos quedaron ocultas u opacadas por las líneas editoriales de los medios de comunicación, hasta hacerlas intrascendentes. Porque nadie puede negar que un número elevado de la población le dijo que no a la ley de matrimonio homosexual. El país se puso de pie; el interior mostró que existe y que está ahí. La “mayoría silenciosa” del país salió a las calles como pocas veces. También hubo otro porcentaje que fue indiferente, porque creyó que la nueva ley no tendrá consecuencias graves. Y quienes festejaron su aprobación.

Es simpático que por televisión se haya llegado a hablar de hasta 250.000 personas que defendimos, el martes 13 por la noche, nuestras convicciones frente al Congreso Nacional, cuando en sus letras de molde tan sólo figuraban tímidamente “más de 50.000”. De esta falsificación de los datos pocos medios se salvan. Con el gran monopolio argentino, a la cabeza. ¡Y miren que 200.000 no se junta así nomás! Hasta sería hipócrita no reconocer la masividad del acto. De ahí a estar de acuerdo o no, es otra cosa. Pero no quisieron mostrarlo. Los credos monoteístas nos manifestamos para salvaguardar la familia en un acto pacífico sin igual, donde el clima vivido fue de fiesta, no de rechazo hacia los homosexuales, como titulaban. Nos ningunearon espectacularmente; se avasalló la voluntad popular.

Por otra parte, las encuestas virtuales de los diarios arrojaron resultados distintos: a favor de la ley. ¿Pero acaso es democrático el acceso a internet? ¿En los pueblos de provincia todos habrán votado a través de la red? Esto cambia el panorama: en esos sitios suelen merodear más que nada quienes viven en “la city”.

Es muy triste a lo que nos lleva esta situación. El caso de España es paradigmático, donde el matrimonio homosexual (año 2005) derivó en otras cuestiones que repercuten directamente en los planes de educación escolar. Lo que se propone es una educación sexual que, entre otras ofertas, estimula la masturbación entre los niños y plantea la sexualidad como el fruto del experimentar relaciones entre amigos del mismo sexo. Aquí se busca con la ley 26.150 de Educación Sexual Integral apoderarse del alma de los niños, quitarles la inocencia desde el jardín. ¡Con los chicos, no, señores! Defendámoslos. Porque una cosa es respetar y tolerar que la comunidad LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y trans) use su libertad en el plano privado y otra muy distinta, el querer imponer por ley ese modelo de vida, que comenzará a enseñarse como moralmente válido en las escuelas y se llegue a penar con prisión a quienes deseen educar a sus hijos según su moral, como ha ocurrido en EE.UU.

Respecto a la adopción, se lo colocó en un plano alejado, anteponiendo el panfleto de que se los discrimina al darles ese “derecho”; pedían “igualdad”. Se necesitarían estudios científicos irrevocables que aseveren que no sería perjudicial, en ningún aspecto, para un pleno desarrollo de los chicos; de lo contrario, se estaría experimentando. ¿Y los derechos del niño? La figura materna y la paterna son necesarias. Ahora resulta que somos la contracultura, como leí en Facebook: “Los verdaderos rebeldes somos los que tenemos valores”.

Seguramente es el momento de dejar de pensar la sexualidad como aquello de lo que no se habla. Esta nueva ley trastoca todas las estructuras de la sociedad y la familia. Es un compromiso nuestro enseñar, con delicadeza y claridad, el buen uso de la sexualidad y el ejercicio responsable de la libertad individual. Porque no todo es lo mismo; y diferenciar lo diferente no está mal. Por eso, una mejor solución hubiera sido la de la unión civil, pero más adelante se explicará qué pasó al respecto.

Cosas que se olvidaron de publicar… ¿o habrá sido intencional? (sic)

Corrieron ríos de tinta con argumentos verosímiles -lo que no significa que sean verdaderos-, que permitieron la aprobación de esta nueva modalidad de matrimonio, que admitirá la adopción, ya que plantea la igualdad total con los heterosexuales. Pero una ley no puede forzar la realidad.

El modernismo se mostró en su mayor esplendor. A esto es a lo que nos condujo el querer apartar a Dios de la cultura por parte de quienes “manejan” el mundo. El lobby gay ejerció gran presión y consiguió su objetivo: la trilogía políticos-artistas-medios de comunicación funcionó a la perfección para atentar contra la familia argentina. Pero estos últimos días quedó demostrado que las raíces cristianas de la Argentina siguen vivas, si bien ya no como lo fueron en sus comienzos.

Otros datos que se sí encargaron de remarcar fue la presencia de “muchísimos ancianos” frente al Congreso. Es que quizá ahora la ancianidad comienza a los 18 años o incluso antes. ¡Es que es todo tan relativo, muchachos! La presencia de los jóvenes en las marchas fue un motivo que nos llenó de orgullo. ¡Éramos los laicos la gran mayoría!

Tampoco se precisó el modo de participación: hubo miles de personas fuimos de distintas ciudades del país. Llegamos en micros, eso sí, pero con una mayúscula diferencia con respecto a las marchas partidarias, aquellas a las que se obliga a los beneficiarios de los planes sociales a asistir –por poner sólo un ejemplo, ¿quién no sabe que esto es así?-. ¡Si hasta se nos pedía pagar el costo del viaje o lo que pudiéramos, a manera de colaboración, a quienes fuimos! No fue cargar gente para hacer número nomás. A eso se le llaman convicciones.

De etiquetas mentirosas

Se notó también en estos días el odio particular e histórico hacia la Iglesia Católica. Que miembros de la Iglesia han cometido errores y horrores a lo largo y a lo ancho de la historia es una realidad. Los mismos Papas lo han dicho y pidieron perdón (Juan Pablo II y Benedicto XVI). Porque la Iglesia está conformada por dos aspectos: el divino y el humano. Pero de ahí a utilizar argumentos tan descarados, generalizando los casos puntuales de pedofilia, diciendo que todos los sacerdotes son gays y abusadores; que todos fueron cómplices de la dictadura argentina; y, al concluir la votación, las acusaciones, por parte del jefe de la banca oficialista, Miguel Angel Pichetto, a  la senadora Liliana Negre de Alonso -que encabezó la defensa de la familia argentina- de pensar como lo hacía la Alemania nazi, es inaceptable. ¿Dónde queda ese discurso tan bello de la no discriminación, del pensamiento plural y de la democracia? Recuerden las pintadas en los templos tucumanos durante el XXIVº Encuentro Nacional de Mujeres (2009). Tolerancia. Cantos ofensivos como “Iglesia, basura, volvió la dictadura”. Más tolerancia.

Nos enorgullece lo que hacemos. Nadie puede negar que la actividad de los católicos y las buenas iniciativas son inmensas y ad honorem. Tenemos nuestros errores, sí. Hay muchísimas cosas en las que podemos y tenemos que mejorar, pero por el momento avanzamos. ¿Quién no tendrá buenos recuerdos de algún cura o monjita que trabajaban incansablemente en pos de la religión? Pero eso no sale en los medios.

El discurso que etiqueta y estigmatiza a la Iglesia Católica (aunque a veces no se sabe si se refieren a la jerarquía de la Iglesia o a la Iglesia de base, que somos la gran mayoría de la institución) es que es “retrógrada”. Hay quienes no entienden que hay cuestiones que “no pasan de moda”, que no cambian. “TÚ ERES PEDRO, Y SOBRE ESTA PIEDRA EDIFICARÉ MI IGLESIA” (Mateo 16, 18). Y a esa piedra no la podrán vencer jamás, porque es más que sólida; indestructible. Es que se confunde tolerancia con “todo vale”. Por otra parte, es un recurso muy bajo el tildar y menospreciar a la Iglesia, diciendo que su discurso corresponde a la época de la Inquisición. También se ha comparado la situación actual con la que ocurrió cuando se aprobó la ley de divorcio (año 1987). No están en juego las mismas cuestiones.

Además, tampoco faltó quien se jactara de que las firmas de rechazo contra la ahora nueva ley se consiguieron especialmente en los colegios católicos bajo presión. Supuestamente se habría presionado a los padres de no guardarles la vacante para el año que viene a sus hijos; más mentiras. En el acto del martes 13 se anunció la recolección de 852.000 firmas.

Irregularidades de la política

Es notable cómo en principio se iba a tratar EL DICTAMEN  propuesto la semana pasada por el arco no kirchnerista en la Comisión de Legislación General para impulsar la unión civil, aunque a último momento fue anulado por el presidente provisional del Senado, José Pampuro. De este modo, se produjo una vez más una polarización de las posiciones: era a todo o nada, como si no hubiera matices.

Por otra parte, la elección de la fecha para tratar el proyecto que venía de Diputados, ¿no habrá sido cuidadosamente premeditada? La ausencia de Cobos en el Senado sugiere, por lo menos, una pequeña sospecha sobre si hubiera impugnado el dictamen que proponía tratar el proyecto de unión civil –tal como lo ocurrió-, ya que él se encuentra en la Presidencia mientras Cristina Fernández está en China. La Presidenta viajó a dicho país con dos senadoras (Marina Riofrío y Ada Iturrez de Cappellini) que se oponían al matrimonio homosexual.

Esto recién va a comenzar

Es para destacar que nunca se organizó una campaña de oración nacional tan grande, pero también es cierto que faltó hacer una mayor concientización sobre los reales alcances de esta normativa. El haberse aprobado esta nueva modalidad de matrimonio es un baldazo de agua nieve, que debe hacernos replantear nuestro rol social como católicos, nuestro testimonio de fe en el mundo. ¿Desanima?, sí. Sin embargo, tenemos que tomar más fuerzas y dar más la cara. Comprometerse y volver a los espacios públicos y políticos para reclamar lo que es justo y digno. No tengamos miedo de formarnos, de defender y de difundir lo que creemos.

Por el momento, a prepararse, gente, porque en un tiempo nomás se va a hablar del proyecto de ley para despenalizar el aborto: ¡legalizar el holocausto! Nosotros debemos ser sal de la tierra y luz del mundo (Mateo 5, 13-14). ¡Seamos sales luminosas! Que el relativismo total no siga avanzando.

El país dijo ¡no!, pero los legisladores ni escucharon. ¿Será cierto, entonces, lo que dice el dicho, que el que calla, otorga? Parece que sí.

 

* Estudiante de Comunicación Social en la UNLP

y militante de la Acción Católica.

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